viernes, 29 de julio de 2011

Escoltas

 En este bendito país tenemos la idea de que existen dos formas básicas de llevar razón: una es gritar más alto que los demás, la otra repetir las cosas hasta aburrir. Basta cualquier esxcusa para volver un y otra vez sobre el mismo tema. El caso es que al final nos den a razón, aunque el razonamiento que hayamos utilizado sea sencillamente inexistente. En estos días, la tribuna política nos regala con otra más de estas insulsas repeticiones: insistir una y otra vez en la situación de la coalición Bildu. La excusa utilizada en este caso es que la alcaldesa de Andoáin –perteneciente a dicha organización- había prohibido a entrada de escoltas en los plenos del Ayuntamiento –digo había porque al final ha decidido aceptar uno por concejal, seguramente para que dejaran de darle la matraca-. Habría que recordarles a los que tanto insisten en las mismas cuestiones que un señor armado no pinta nada en una institución democrática y, si siguen insistiendo, habría que recordarles también que, en toda la historia reciente de la democracia en España, la única que ha secuestrado a un Parlamento y ha intentado asesinar a todos sus componentes ha sido la Guardia Civil –concretamente el 23 de febrero de 1981, nota bene para los más desmemoriados-. La Guardia Civil, esa institución que ahora es tan democrática y a la que supuestamente tanto debemos. El verdadero problema es que tanto PP como PSOE han perdido una cuota importante de poder en el País Vasco con la participación electoral de Bildu – a lo mejor ahora se entiende mejor su interés en que los ilegalizaran- incluidas ciudades tan importantes como San Sebastián y, como suele ser costumbre en ellos, lo que han perdido en las urnas ahora tratan de recuperarlo en los tribunales. Por eso andan aliándose por aquellas tierras cuando en el resto del estado siguen haciendo el paripé de andar a la gresca. Y es que la pela es la pela y el poder es el poder. Más de lo mismo. Excusas, como la de las banderitas –otra historia recurrente- que poco tienen que ver con la democracia.
 Ya que tanto parece que preocupan ahora las actividades antidemocráticas de algunos ayuntamientos, les recomiendo a los que tanto hablan y tan poco dicen que se den una vuelta por nuestra geografía. Yo, por ejemplo, pasé hace un par de fines de semana por algunos pueblos de Toledo donde uno todavía puede tomarse una caña en un bar sito en la Plaza del Generalísimo o pasear por la calle de los Defensores del Alcázar. Y sin ir más lejos, en una céntrica Iglesia de Madrid –en plena calle de Goya- todavía podemos extasiarnos con una placa que recuerda a José Antonio Primo de Rivera y los caídos por Dios y por España.

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