viernes, 28 de marzo de 2008

Educación para la Ciudadanía y Objeción de Conciencia

Antes de nada quiero dejar clara una cosa: en ningún momento voy a tratar de defender la asignatura de Educación para la Ciudadanía. En principio porque las primeras damnificadas por la introducción de esta materia han sido la Filosofía y la Ética. Y después porque no se puede implantar una asignatura que no tenga una disciplina científica detrás que evite que se convierta en un puro adoctrinamiento. Y si hay alguna disciplina científica que pueda sustentar a la Educación para la Ciudadanía es precisamente la Filosofía, así que no se entiende por qué no se han dejado las cosas como estaban, más si tenemos en cuenta que los contenidos de esta nueva materia ya figuraban en los curriculos de Filosofía y de Ética. Lo que me lleva a la ultima cuestión. La oposición a la Educación para la Ciudadanía no puede ser a sus contenidos, puesto que estos ya existían y nadie protestaba. Tiene que ser entonces una oposición política, lo que demuestra la inoportunidad de su creación y la estulticia de sus promotores, que han dado un arma a sus enemigos políticos que se está demostrando muy efectiva.
No se trata, entonces, de reivindicar la legitimidad de la Educación para la Ciudadanía, pero sí su legalidad. Y aquí es donde quiero incidir tanto en la actitud de ese juez sevillano y olé que ha permitido la objeción de conciencia a esta materia como en la postura de la Comunidad de Madrid y en especial de su presidenta Esperanza Aguirre.
Vamos a ver. La Educación para la Ciudadanía se introduce en una Ley de Educación preparada por un gobierno perfectamente democrático y que ha asido aprobada por la mayoría del Parlamento, que por si alguien no lo sabe es el poder legislativo y el único al que le corresponde aprobar las leyes. La legalidad de la materia es, por tanto, indiscutible. El único resquicio de ilegalidad tendría que venir por su inconstitucionalidad. Ahora bien, una asignatura que pretende inculcar los valores constitucionales de libertad, igualdad y respeto a los derechos de todos los ciudadanos no veo muy bien cómo puede ser inconstitucional. Por otro lado, la Constitución Española sólo reconoce el derecho a la objeción de conciencia en el caso del extinto Servicio Militar -e impone una prestación sustitutoria-, sin olvidar el pequeño detalle de que quien tendría que objetar sería el interesado, en este caso los alumnos, y en ningún caso sus padres. Se supone que la objeción de conciencia es precisamente de eso -de conciencia- y la conciencia es siempre conciencia individual y personal y no de un representante, ya sea el padre, el tutor legal o un abogado. Lo último que faltaba es que los padres se hicieran también dueños de la conciencia de sus hijos.
La sentencia del juez de Sevilla, por lo tanto, falla tato en la forma como en el fondo. En la forma, porque no es competencia de un juez decidir si un alumno debe o no estudiar algo que el Parlamento Español ha decidido que estudie. Como mucho, podrá dudar de la constitucionalidad de la Ley, o plantear un litigio con el Estado, pero no decidir por las buenas que un alumno no asista a una clase. Y esto nos lleva al fondo de la sentencia, que es extremadamente peligroso, pues según esta jurisprudencia un día unos padres integristas cristianos pueden objetar contra la Biología, porque enseña evolucionismo, o unos padres Testigos de Jehová contra la Geografía, porque dice que la Tierra es redonda. O a alguien se le puede ocurrir objetar contra las Matemáticas porque, después de todo, está en su derecho.
Con esto entramos en la postura de Esperanza Aguirre y la Comunidad de Madrid, que aparte de su tremenda irresponsabilidad roza directamente la ilegalidad -si no cae de lleno en ella-. Primero, se están aferrando a una sentencia de un juez olvidando que hay al menos dos sentencias más -en Asturias y en Cataluña- que niegan el derecho a la objeción de conciencia a la Educación para la Ciudadanía. Pero segundo, y más importante, la Comunidad de Madrid no tiene competencias para decidir las asignaturas que cursan los alumnos -excepto aquellas optativas que no entran dentro de los mínimos competencia del Ministerio de Educación-. La elaboración de los contenidos mínimos de los curricula es competencia del Ministerio que es el organismo que otorga los títulos a aquellos alumnos que han cursado satisfactoriamente todas las materias de una etapa, materias que, insisto, en sus contenidos mínimos son competencia del Ministerio de Educación y Ciencia. Así que la Comunidad de Madrid no puede elaborar una base de datos de familias que objeten a una materia establecida por el Ministerio -bueno, para ser estrictos la Comunidad de Madrid puede elaborar las listas y las bases de datos que le de la santa gana, como las puedo elaborar yo o el Real Madrid- con vistas a que los alumnos no cursen esa materia. En primer lugar, porque es ilegal y en segundo lugar porque no sirve para nada. Un alumno que no curse Educación para la Ciudadanía no habrá completado satisfactoriamente todas las materias de la etapa de Secundaria Obligatoria y por lo tanto no podrá obtener el título de Graduado en ESO. Eso es lo legal y punto, y todo los demás son o bien brindis al sol de corte electoralista o bien engañar a la gente, que en el fondo viene a ser lo mismo.

viernes, 21 de marzo de 2008

La educación de los hijos y el derecho de los padres

Los padres no tienen derecho a elegir la educación de sus hijos. Este supuesto derecho de los padres es, en principio, rechazable por algo tan obvio como que unos padres, por ejemplo, fanáticos religiosos o nazis, podrían apelar a él para adoctrinar a sus hijos en sus creencias. Como esto es algo tan evidente -y por lo tanto posiblemente falaz- quizás resulte conveniente examinar este derecho desde otro punto de vista.
Cuando se intenta establecer la legitimidad de un derecho lo mejor es determinar su origen. El derecho de los padres sobre la educación de sus hijos tienen un posible origen doble. En primer lugar puede originarse en el concepto de propiedad burguesa, según el cual los hijos serían propiedad del cabeza de familia como podrían serlo su mujer o sus caballos. No creo que nadie en su sano juicio se atreviera hoy en día a invocar un derecho sobre seres humanos fundado en este origen y si alguien lo hiciera la respuesta sería inmediata: sobre estas bases los padres no tienen ningún derecho a elegir la educación de sus hijos, porque éstos no son de su propiedad.
El segundo posible origen de este derecho se situaría en la Naturaleza y haría de él un derecho natural. Los padres tienen derecho a elegir la educación de sus hijos porque así lo ha dispuesto la Naturaleza. Ellos han parido y criado a sus hijos de tal modo que nadie sino ellos puede elegir su educación. Sin embargo no debemos olvidar que todo derecho natural es un derecho absoluto. No existiría ninguna diferencia con los animales que paren y alimentan a sus crías -y no olvidemos que algunos animales se comen a sus propios vástagos-. Si apeláramos al origen natural del derecho habría que admitir que los padres tienen derecho absoluto sobre sus hijos, incluso a decidir sobre su vida y su muerte. De esta forma, como todo derecho natural, éste ha de verse recortado por un contrato social según el cual la comunidad también obtiene derecho a decidir sobre la educación de los hijos de sus miembros. Los padres, entonces, tampoco tendrían derecho a elegir la educación de sus hijos.
Se podría objetar que entre padres e hijos surgen unos vínculos afectivos que no se dan entre los animales lo que invalidaría las consideraciones anteriores. Sin embargo, estos vínculos afectivos no son naturales -un padre o una madre pueden perfectamente odiar a su hijo o a su hija y no amarlo, y viceversa-, no se fundamentan en una ley natural, sino que son producto de la cultura. De hecho, estos vínculos afectivos se pueden dirigir hacia personas distintas de los padres. Cuántos adolescentes no desarrollan lazos de afecto más fuertes hacia sus amigos, o incluso hacia sus profesores, que hacia sus padres. Cuando dos personas se enamoran los vínculos que los unen son más fuertes que los que les unen a sus padres. No es, por tanto, una razón de peso. Seguiría sin existir un derecho de los padres con respecto a sus hijos distinto del que pueda tener la sociedad en su conjunto como entidad cultural.
La solución es que los padres y la sociedad personificada en el Estado comparten una función de custodia de los hijos entendidos éstos como individuos potencialmente autónomos. La labor compartida de los padres y el Estado es educar a los menores reconociendo que la educación no consiste en otra cosa que en propiciar el desarrollo de las potencialidades del niño y el adolescente para que lleguen a ser individuos libres, responsables y autónomos. No existe, por lo tanto, un derecho absoluto y soberano de los padres a elegir la educación de sus hijos sin contar con la sociedad que también comparte ese deber -y ese derecho- de la educación. El problema actual de los menores surge precisamente de aquí: de aquellos padres que apelan a su derecho a elegir la educación de sus hijos y -paradójicamente- hacen dejación de sus funciones de educadores, dejándolo todo en manos del Estado.

viernes, 14 de marzo de 2008

Izquierda Unida, ¿y ahora qué?

Antes de nada quiero dejar claro que un sistema electoral donde un partido con casi un millón de votos tiene sólo dos escaños y otro con 700.000 diez es un sistema absurdo e injusto. Un sistema que obliga a ganar por mayoría absoluta o estar condenado al chantaje de los partidos nacionalistas que sólo miran por sus intereses mezquinos y bastardos.
Dicho esto, después de estas elecciones me han quedado dos cosas claras. La primera es que la única manera de que el PP no gobierne es votar. Está claro que por encima del 70% de participación el PP no gana las elecciones. La segunda es que, sintiéndolo mucho, no volveré a votar a Izquierda Unida. El sistema electoral hace que el voto a IU sea un voto perdido. Si es cierto lo que dicen los periódicos de los más de 900.000 votos obtenidos por esta formación unos 645.000 no han contabilizado a la hora de obtener escaños, es decir, han ido directamente al cubo de la basura. Por puro posibilismo político no queda más que votar al PSOE.
Ahora mismo a IU sólo le quedan dos opciones -aparte de empezar a hacer política seria y dejar de ser el partido del botellón- Una es presionar para que cambie la ley electoral amenazando, por ejemplo, con no presentarse a las próximas elecciones y llamar a la abstención. Esta postura constituiría una amenaza seria para el PSOE, que necesita una participación masiva, pero beneficiaría al PP, por lo que no sería entendida por la izquierda. Sería un suicidio.
La otra opción es la más evidente, aunque mucha gente no la quiera ver y otros no la puedan digerir: integrarse en el PSOE como una corriente ideológica. De esta forma podrían trabajar desde dentro del PSOE para que gire a la izquierda -que era uno de los objetivos de IU en estas elecciones- y tendrían campo para desplegar su política. Cierto es que en el PSOE muchos no están dispuestos a acoger a IU, pero entiendo que sus dirigentes no son tontos y el millón de votos de IU -teniendo en cuenta los repartos de escaños de la Ley d´Hont- podría garantizarles una mayoría absoluta durante mucho tiempo, por no hablar de la recuperación de plazas tan importantes como Madrid. El PSOE se tragaría el sapo y acogería a IU con los brazos abiertos y a IU sólo le queda esto o morir por dios.
Queda saber que pensaría el PCE. Teniendo en cuenta que el PCE hace tiempo que ya no existe políticamente o se disuelve y sus miembros se pasan a PSOE o se queda donde está ahora mismo: en el arco extraparlamentario, más o menos al nivel de la Falange.

sábado, 8 de marzo de 2008

Debatiendo

Los últimos debates electorales transmitidos en directo por la televisión han permitido comprobar varias cosas, entre ellas la inmadurez de la democracia española, el poco interés que despierta la política entre la población y la inutilidad de los propios debates.
Nos han vendido estos cara a cara -cosa que tampoco se entiende , que sólo debatan dos cuando en la última legislatura había al menos nueve formaciones políticas con representación parlamentaria- como si fueran el marchamo de origen de la democracia, como la prueba palpable de lo sano que está el sistema, como acontecimientos únicos. En un país con una democracia fuerte y asentada, como EE.UU., estos debates están a la orden del día, son algo común a lo que no se le da más importancia de la que tiene: un foro de intercambio de ideas y propuestas entre candidatos. La sobredimensión que se le ha dado a los debates no demuestra la madurez de la democracia española, sino todo lo contrario: su inmadurez.
Los debates se han presentado como un gran espectáculo mediático, donde las cadenas han desplegado todos sus recursos para ganar audiencia. Se han utilizado en su promoción las técnicas de venta de los partidos de fútbol -y esto no es baladí- con el lenguaje bélico de las mismas : victoria, derrota, ganador, perdedor, etc; Zapatero vs. Rajoy: el gran combate. Eso es lo que ha movido a la gente a ver esos debates: no se trataba de un acto político, sino de un espectáculo deportivo. Y se ha conseguido el objetivo: la audiencia ha sido espectacular. Ahora bien, lo que demuestra esto es que a la población la política no le interesa en absoluto, que lo que le interesa es el espectáculo, el participar en un acto de masas que permita poder hablar de algo en el café del día siguiente, como una final de la Copa de Europa. Y por supuesto interesa poder decidir con tu opinión quién ha ganado y quién ha perdido, quién es nominado y quién abandona la casa y que en los rótulos móviles del inferior de la pantalla salga nuestro SMS, nuestros quince segundos de gloria: "rjy cmpn tkm rulas la jessi".
¿Y en el fondo para qué sirve todo esto?. Nunca he entendido que se pueda ganar o perder un debate, excepto en el caso muy improbable de que uno de los contrincantes acepte que su rival lleva razón. La gente escucha lo que quiere escuchar, lo que ya está predispuesta a oír porque coincide con su visión subjetiva de la realidad. No está dispuesta a dejarse convencer por argumentos que subjetivamente no acepta. Es decir, debería de ser así, deberíamos tener la suficiente amplitud de miras y la conciencia lo suficientemente liberada para aceptar que podemos estar equivocados, que podemos aprender cosas nuevas, pero eso no ocurre. Por lo tanto, las encuestas sobre quién ganó o perdió el debate sólo indican una impresión personal, un ambiente generalizado entre los votantes que es el mismo que existía antes del debate y es el que determina el supuesto resultado del mismo. El debate en sí no sirve para nada: la percepción subjetiva anterior determina el resultado objetivo posterior. A lo sumo, sirve para apuntalar los prejuicios. No hay más que ver que casi todos los sondeos coincidían en mayor o menor medida con las encuestas que se iban publicando sobre intención de voto. Y como en unas elecciones al final cada uno de los debatidores consideraba que era él el que había ganado.
Pero nada es porque si. La conversión en espectáculo de lo político tiene como objetivo su trivialización. Se trivializa el debate de ideas, trivializando así las ideas mismas. La política, la democracia misma queda reducida a votar de vez en cuando en medio de un espectáculo de luces y sonido. Se trata, en suma de que la población no piense por sí misma, no decida sobre ideas porque ya no hay ideas, no reflexione sobre las opciones porque éstas no existen y su inexistencia se enmascara en la contienda pseudo-deportiva del debate televisado. La política se convierte en un componente más del pan y circo, en un instrumento más de idiotización y al final gana el que mejor da en pantalla.

sábado, 1 de marzo de 2008

Kosovo

Imagínenese ustedes que mañana todos los andaluces que viven en el cinturón industrial de Barcelona deciden segregar el territorio y unirse a Andalucía. O que los inmigrantes ecuatorianos (por ejemplo) que habitan en el distrito centro de Madrid se declaran independientes. Pues eso es más o menos lo que ha pasado en Kosovo. Antes de decir nada hay que dejar claro un hecho: Kosovo se ha independizado unilateralmente rompiendo todas las leyes, tratados y normas del Derecho Internacional y apoyado por otros países que tiene experiencia en esto de no hacer ni caso de las leyes internacionales: EE.UU., Reino Unido, Francia y Alemania -y digo estos cuatro porque son los que cuentan, los demás son puras comparsas-.
Una vez dejado claro este hecho objetivo incotrovertible vamos a ver por qué todavía hay gente que lo niega. La primera razón, y la más importante, es que los albaneses fueron víctimas de una limpieza étnica por parte de los serbios y eso-como bien demuestra el caso de Israel- les da derecho a hacer lo que les venga en gana. La realidad es ligeramente distinta. Con la Constitución de Yugolavia de 1974 Kosovo obtiene la autonomía.A partir de aquí los serbios que viven en el terrritorio son dsicriminados, convertidos en ciudadanos de segunda. De hecho, los albaneses aprovechan la autonomía para introducir en las ecuelas antiguos manuales de la época de Enver Hoxha. En 1989 la autonomía de Kosovo es revocada por un referéndum serbio en el que los albaneses se niegan a participar, y se introduce una nueva Constitución más democrática, con un sistema multipartidista y respetuosa con los derechos humanos. En ese momento los albaneses inician una política de limpieza étnica de los serbios en Kosovo llevada a cabo por la organización terrorista ELK (Ejército de Liberación de Kosovo, UÇK en sus siglas albanesas) -reconocida como tal por la organización americana Centro de Norticias para el Estudio del Terrorismo y la Violencia (BORR), por el enviado especial de EE.UU. para los Balcanes Robert Gelband, sospechosa de tener vínculos con Al Quaeda y que fue conminada en octubre de 1999 por Amnistía Interacional a poner fin a los abusos contra los derechos humanos-. Esto hace que los serbios se vean obligados a refugiarse en el norte del país, en la frontera con Serbia, que es el territorio que ocupan actualmente. Serbia envía su ejército a Kosovo para proteger a los ciudadanos serbios, hasta que en 1999 los ejércitos de la OTAN intervienen bombardeando Belgrado y dando lugar a la segunda Guerra de Kosovo. Terminada la guerra con la rendición del Serbia y la victoria de ELK nunca se pudo asegurar que las cuatro supuestas fosas comunes supuestamente encontradas, con aproximadamente una decena de cuerpos en cada una (veánse los diarios de la época) fueran tumbas de albaneses y no de serbios asesinados por el ELK. En realidad, la únicas pruebas existentes de genocidio son las denuncias de algo más de dos mil desapariciones de las cuales unas seiscientes son de serbios. Ni un solo militar serbio fue juzgado por genocidio en Kosovo -a excepción de Milosevic, al que se le metió todo en el mismo saco, aunque en febrero de 2007 la Corte Internacional de Justicia de la ONU absolvió, por trece votos contra dos, a Serbia de la acusación de genocidio en Bosnia-. Al finalizar la guerra se celebraron en Kosovo unas elecciones, ganadas por Ibrahim Rugova, antiguo jefe del ELK, que curiosamente no fueron reconocidas por ninguno de los países que ahora apoyan la independencia.
Así pues, Kosovo tiene el mismo derecho -moral y legal- a la independencia que Cataluña y el País Vasco, es decir, ninguno. Se podría apelar a oscuros derechos históricos que se remontan al siglo XIV lo mismo que se podría apelar a los fueros medievales que fueron abolidos por los Decretos de Nueva Planta de Felipe V para dedender la independencia de Cataluña y el País Vasco. El hecho es que Kosovo no tiene ni bandera y ha tenido que elegir una deprisa y corriendo. En estas tesituras el hecho de contemplar espectáculos tan patéticos como el de los dirigentes independentistas catalanes brindando con cava por la independencia de Kosovo produce retortijones de estómago, lo mismo que escuchar a los líderes de PNV decir estupideces y barbaridades tales como que Kosovo ha logrado la independencia sin disparar un solo tiro.
De la misma manera que tampoco valen la excusas de cierta izquierda argumentando que el caso de Kosovo y el de Cataluña y el Pais Vasco no son el mismo -cosa que no aceptan tampoco los nacionalistas, pues para ellos el caso es exactamente el mismo- El caso de Kosovo es igual que el de Cataluña y el Pais Vasco: una minoría que intenta imponer sus razones a una mayoría, sin ningún derecho, ni legal, ni moral, ni histórico, ni nada.
Hoy en día Kosovo es el territorio más peligroso del mundo, poblado de asesinos y delincuentes de todo tipo, muchos de ellos ex-miembros de las antiguas guerrillas del ELK -y que parece ser que es lo único que pueden expotar-. Con su independencia es como si la Isla dde la Tortuga del siglo XVII se trasladara al corazón de Europa. ¿Quién va a mantener a este Estado, que separado de Serbia no tiene ningún recurso, excepto el crimen?. Supongo que los EE.UU. que harán de él un estado títere como Irak. Para terminar, con un Kosovo independiente la misión de la OTAN pierde su razón de ser con lo cual es de esperar que el gobierno español que salga de las elecciones -puesto que ni PSOE ni PP reconocen la independencia- retire las tropas españolas allí situadas lo antes posible.