martes, 22 de octubre de 2019

Ilustración y Democracia


La democracia necesita ciudadanos ilustrados. Este aforismo, sin duda cierto, pues una democracia sin ciudadanos ilustrados acaba degenerando en una demagogia, implicar, sin embargo, dos problemas, que son precisamente los que la democracia debe resolver sí quiere de verdad serlo, o sí quiere seguir siéndolo. El primero de estos problemas consiste en dilucidar sí son los ciudadanos ilustrados los que constituyen una sociedad ilustrada o, por el contrario, sí es una sociedad ilustrada la que forma ciudadanos ilustrados. El segundo problema, que sólo se plantea en la primera rama del dilema, radica en dilucidar quién ilustra, o educa, a los ciudadanos. Lógicamente, como se acaba de decir, este problema sólo se plantea sí aceptamos que son los ciudadanos ilustrados los que conforman una sociedad ilustrada. En el segundo caso, que fuere la sociedad ilustrada la que generara ciudadanos ilustrados, este problema no se da, o más bien se resuelve en el propio planteamiento de la cuestión, pues parece obvio que sería la sociedad la que ilustraría a los ciudadanos.
                Sí aceptamos, por tanto, que son los individuos ilustrados los que configuran una sociedad ilustrada, habría que responder al problema previo de quien ilustra a los ciudadanos. Si la respuesta no puede ser que la sociedad, pues entonces nos encontraríamos en la segunda parte del problema, y la cuestión que se trata se auto eliminaría, la única salida posible es que son los ciudadanos los que se ilustran solos. O más bien que los ciudadanos tienen el deber de ilustrarse. Es así como se entiende la expresión kantiana de la “ culpable minoría de edad” de los individuos. La falta de ilustración, la minoría de edad, sólo puede ser culpable sea el individuo es responsable de su propia ilustración, y por lo tanto o recaerá sobre el la culpa de no desarrollarla. Esta posición por lo tanto, había recaer sobre los individuos la responsabilidad de conformar una sociedad ilustrada, y por lo tanto la responsabilidad de desarrollar una democracia. Democracia que, al estar cimentada en la responsabilidad individual sería una democracia de individuos que entran en relaciones sociales, que son precisamente las que el sistema democrático debe regular, pero respetando, y exigiendo, siempre esa responsabilidad del individuo. Lógicamente esta solución exige mucho, quizás demasiado, de los ciudadanos, de los sujetos, pues siempre es más cómodo dejarse llevar que constituirse desde la propia autonomía y es, por tanto, la solución al problema que se va a tender a rechazar bien sea por utópica, bien sea por liberal.
            La segunda cuestión: es una sociedad ilustrada la que configura individuos ilustrados, se acerca peligrosamente, sí es que no cae directamente, en el totalitarismo. Es la sociedad la que dice a los sujetos lo que deben y no deben hacer para ilustrarse y la que, en última instancia, los ilustra a la fuerza sí es necesario, anulando así su autonomía, no porque no les permita no ser ilustrados, sería difícil concebir un individuo autónomo no ilustrado, sino porque no les permite ilustrarse como a ellos les parezca conveniente, es decir, autónomamente. Pero como la sociedad no es más que un conjunto de relaciones, que en última instancia generan instituciones de poder, son estas instituciones, o más bien quien las ocupa, los encargados de decir a los individuos como y de qué manera se deben ilustrar.
            El caso es que los nuevos movimientos políticos que hablan de regenerar la democracia deben situarse en alguna de estas dos posturas, pues como decíamos al principio una democracia sólo es posible con ciudadanos ilustrados, de tal manera que una regeneración de la democracia necesariamente ha de pasar por una ilustración de los ciudadanos. Lo ideal sería que estos nuevos movimientos políticos se inclinarán por la primera solución pero, lamentablemente, parece que cojean de la segunda y uno no puede evitar la sensación, cuando los escucha hablar, no en vano son profesores de política, igual que los sofistas, de que se empeñan en enseñarle, en darle lecciones como si fuera un niño.

jueves, 3 de octubre de 2019

Axiomas / y 2

El segundo de los axiomas indemostrables de los que hablábamos en el escrito anterior es aquél según el cual la democracia representativa engendra corrupción de forma estructural, o, de otra manera, la corrupción es intrínseca a la democracia representativa. De nuevo, nos encontramos ante una afirmación que necesita ser demostrada pues nada hay, ni en su formulación ni en el campo de significados que abarca, que afirme de forma lógica su verdad. Los que tal afirman se fundamentan en el hecho de que la democracia representativa genera élites que, por su propia condición de élites, son ya en sí mismas  corruptas o, lo que es lo mismo, los representantes políticos -los "políticos"- serían corruptos por definición. Esta es una generalización empírica que no se corresponde con los hechos observables, pues es posible observar políticos que no son corruptos y, aún en el supuesto caso que no se observara ninguno, es decir, que todos los políticos observados fueran corruptos -algo posible puesto que las observaciones tienden a estar sesgadas por los prejuicios- siempre sería posible observar algún político no corrupto  dese el momento en que ser corrupto no constituye na nota esencial del ser político , en todo caso, esto es lo que habría que demostrar. Es curioso también observar como en la afirmación de la corrupción estructural del sistema la nueva izquierda coincide con la derecha más rancia: fueron los políticos del PP los que en España lanzaron la idea de que todos los políticos son corruptos (Rita Barberá, para ser exactos), tanto para relativizar sus propios casos de corrupción como para obtener ventajas electorales, pues sabían que la mayoría sociológica, ante un panorama generalizado de corrupción, acabaría eligiéndoles a ellos como efectivamente ocurrió, de la misma forma que fueron los políticos del PP los primeros que dijeron que sobraban políticos (Cospedal y Aguirre) o que había que bajarles el sueldo (Cospedal). En este sentido suele decirse que la corrupción es sistémica, otra afirmación que no resiste el peso del análisis. sistémico es aquella que constituye de tal forma el sistema que su desaparición implicaría la desaparición del propio sistema. En la actual crisis financiera ha habido bancos sistémicos , a los cuales no se podía dejar caer sin poner en peligro el propio sistema (Too big too failY otros, como Bankia o los bancos islandeses, que no lo eran. Si la corrupción fuera sistémica ninguno de los métodos que los estados democráticos occidentales han implementado hubiera funcionado y, de haberlo hecho, como ha ocurrido en muchos casos efectivamente, el sistema se habría venido abajo, cosa que no ha ocurrido. La corrupción, por lo tanto ni es sistémica ni es estructural de la democracia representativa. 
Ahora bien, es cierto que en España la corrupción es un problema especialmente grave, pero ello no tiene nada que ver ni con la teoría política no con el desarrollo de la democracia representativa. Tiene que ver con la historia. La corrupción ha formado parte del sistema político español desde que los validos de los Austrias se dedicaron a repartir prebendas y favores. Mucha más corrupción de la que hay en el actual sistema político había en el sistema franquista -y quien se atreva a negar esto solo puede ser calificado de loco- pero no se veía. De hecho, los grandes corruptos de la actualidad aprendieron todos en la escuela de corrupción del franquismo. Pero es que en la II República también existí la corrupción política generalizada - el caso del estraperlo como paradigma-. Y por supuesto, corrupción había, y mucha, en los reinados e los Borbones, desde Fernando VII en adelante. Así, lo único que puede ser demostrado es que, por la razón que sea, la corrupción es algo que ha estado presente en mayor o menor medida en toda la historia política española y nada indica que vaya a dejar de ser sí gobierne quien gobierne. Pero de ninguna manera está demostrado que sea algo connatural a la democracia representativa.  Esto, como decíamos en el artículo anterior, es una premisa que necesita ser demostrada.