miércoles, 23 de enero de 2008

Mejor que no sepan leer

Los alumnos españoles no saben leer. Normal, si tenemos en cuenta que el que sabe leer puede pensar y el que piensa es peligroso. Partiendo de esta premisa vamos a analizar uno por uno a los protagonistas que intervienen en el proceso educativo.
a) Los profesores. Los profesores cada vez saben menos. Se trata de que el profesor no pueda enseñar nada a sus alumnos y, en última instancia, de que no pueda transmitirles el espíritu crítico que se fundamenta en el conocimiento. Por eso se burocratiza cada vez más la labor del profesor. Los profesores ya no son intelectuales, porque el sistema no puede permitir que lo sean. Se sustituye la figura del profesor intelectual crítico con el poder por su propia naturaleza de intelectual por la del profesor funcionario-burócrata, que acata las normas sin someterlas a reflexión de ningún tipo porque en él mismo ha desaparecido, o más bien se ha hecho desaparecer, la capacidad crítica. A propósito de esta cuestión resulta muy esclarecedor el libro de Noam Chomsky La Des-educación.
b) Los Padres. Los padres no pueden atender a sus hijos y no pueden, por tanto, educarlos. Lo cual resulta lógico si tienen jornadas de trabajo maratonianas y han de trabajar los dos para poder sobrevivir. La solución a este problema es aparentemente simple y no pasa precisamente por tener a los niños más horas en el colegio, con lo cual no se arregla nada. Hay que racionalizar y reducir la jornada laboral y aumentar los salarios. Si no, todo lo que se diga y se escriba sobre este tema será papel mojado.
c) El Estado. No es ninguna novedad que los gobiernos están sometidos al control económico y empresarial. Así, cuando el sistema económico está reclamando cada vez más masas de trabajadores no cualificados, mano de obra barata que sea susceptible de una explotación cada día más salvaje, trabajadores sin formación que no den problemas y que se incorporen cuanto antes al mercado laboral, pensar que algún gobierno, sea del signo que sea, pueda elaborar una ley de educación que se tome en serio la formación de los jóvenes, que les permita acceder a un conocimiento más elaborado y amplíe así sus capacidades y posibilidades de elección y, en suma, que los haga libres, es simplemente una ilusión.
d) Los alumnos. Son los únicos que no tienen culpa de lo que ocurre. Son la víctimas inocentes de todo el sistema, la carne de cañón del futuro. Un futuro que se presenta cada vez más negro.

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