Para empezar he de aclarar que en
este artículo no voy a decir qué es la realidad. Más bien me limitaré a exponer
qué no es o, más exactamente, a poner en duda aquello que un mal llamado
“sentido común” nos dice acerca de la realidad. Y es que si hay una idea
contraintuitiva en el campo del pensamiento ésa es precisamente la “realidad”.
Y no sólo, como quizás se podría pensar, en el campo del pensamiento
filosófico, sino también en el científico. Así, un neurobiólogo me diría que
esta mesa que tengo delante no es realmente una mesa, sino tan sólo un conjunto
de estímulos que provocan reacciones electroquímicas
en mi cerebro a las que éste da el
nombre de “mesa”. De la misma manera un físico me explicaría que la solidez de
la mesa que yo capto en realidad no es tal, puesto que la materia que yo veo
real no es más que un conjunto de partículas subatómicas en constante
movimiento.
Lo
primero con lo que suele confundir la realidad es con la verdad. Así, se tiende
a pensar que aquello que es real es ya inmediatamente verdadero, y que todo lo
verdadero es real. Sin embargo, si profundizamos un poco, no tardaremos en caer
en la cuenta de que la idea de verdad va
más allá de una simple identificación con la realidad En efecto, ya desde pequeños se nos ha
enseñado que decir la verdad está bien y mentir, en cambio, está mal. Perece
pues, que el concepto de verdad incluye un contenido moral. De esta forma, si afirmamos
que algo es real porque es verdadero, o que es verdadero porque es real, parece
que, de alguna forma, estaríamos afirmando que ese algo, que es real y
verdadero, también es bueno. Así que si un asesinato, por ejemplo, es real, y
por lo tanto es verdad que ha ocurrido, parece que implícitamente habría que
admitir que, puesto que es verdadero, es bueno. Y como lo bueno es a su vez
deseable estaríamos afirmando que es deseable que se cometan asesinatos, lo
cual no parece muy acorde con el sentido común. Habría que admitir, entonces,
que es posible que existan realidades falsas.
En
segundo lugar, tiende a considerarse como real aquello que captamos por medio de
los sentidos. Si podemos ver, tocar u oler un objeto es porque ese objeto está
ahí delante de nosotros y, por tanto, es real. Ya hemos dicho más arriba lo que
la ciencia –la psicología, la neurobiología o la física- opina de esta afirmación.
Descartes ya puso en duda la validez del testimonio de nuestros sentidos. Pero
incluso el empirismo moderno, con Hume a la cabeza, propuso que la realidad que
nosotros creemos conocer no es la que captan nuestros sentidos, sino la que se
representa en las ideas que nuestra imaginación se forma a partir de la
experiencia de aquéllos. Cuentan que Ortega y Gasset, en las conferencias que
en las tardes madrileñas ofrecía a las señoras de alto copete de la burguesía
capitalina, mientras mostraba media manzana oculta en la palma de su mano
preguntaba al auditorio que era lo que aquél veía; ante la multitudinaria
respuesta :”una manzana D. José” este abría su mano y mostraba la media
manzana.
En
tercer lugar, y en términos muy generales, se podría decir que la realidad es
todo lo que existe. Y esta definición podría ser más o menos adecuada si
nos atenemos a lo que es exclusivamente la existencia y no vamos más allá, es
decir, no hacemos extrapolaciones de nuestros pensamientos a una supuesta
realidad extramental. Sí yo tengo la idea de un elefante rosa en biquini –algo
que, por cierto, hace mucha gracia a mis alumnos- lo que existe –y por tanto es
real- es la idea de semejante ser, y no el elefante en la realidad. De la misma
manera, si alguien tiene la idea de una república ideal, de que su pareja le
engaña o de la solución a la crisis económica, ha de ser consciente de que lo
que existe, lo real, es esa idea, y no los objetos de los que es
representación. Si esto no se tiene claro se acaba en el dogmatismo, cuando no
en la locura de confundir la realidad con nuestras ideas acerca de la realidad.
¿Qué
es entonces la realidad?. En principio, creo que lo único que se podría decir
es que la realidad la construye cada sujeto –sea este sujeto un individuo o una
sociedad- en su relación cotidiana con aquello que no es él. La realidad es,
así, una construcción humana y, precisamente por ello, hay que desconfiar
siempre de ella. El ser humano necesita una realidad, una realidad que le resulte
cómoda y a la que poder aferrarse. Por eso huye de la realidad que le obliga a
pensar una y otra vez sobre ella y se refugia en otras realidades construidas a
su medida, realidades que ponen a su alcance todo cuanto se puede esperar de
una realidad que lo acoja y no se le enfrente. Por eso, hoy en día, la mejor metáfora
de la realidad- incluso algo más que una simple metáfora- es un centro
comercial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario