lunes, 4 de septiembre de 2023

Besar y descuartizar

 Se acaba el verano y es hora de reflexionar acerca de los acontecimientos más relevantes de esta época vacacional. Y han sido dos las noticias que más han llamado la atención de los medios estos meses. No, ninguna de ellas han sido las elecciones del 23 de julio, ya se convocaron para que no fueran noticia. Y han sido tan poca noticia que ya nadie se acuerda de quién las ganó, aunque de eso hablaré otro día. Las dos grandes exclusivas a las que me refiero han sido, por orden cronológico, el asesinato y descuartizamiento de un médico colombiano por parte del hijo famosete de un actor español (otro día hablaré también de la neoaristocracia de los cómicos) y el beso robado -o no, “dame tus besos robados una vez más”- del presidente de la federación española de Fútbol, señor Rubiales a una de las jugadoras que acababan de ganar el campeonato mundial de fútbol femenino. 

No voy a comentar, obviamente, estos acontecimientos, que ya han sido lo suficientemente comentados por toda la prensa seria de este país. Pero sí que quiero hacer una comparación y realizar una reflexión acerca de cómo nos las gastamos por estas tierras últimamente. El cómo nos las gastamos por estas tierras últimamente no tardaremos mucho en comprobarlo cuando empecemos a escuchar las reacciones a la opinión de Woody Allen, según el cual tampoco hay que escandalizarse porque un señor le dé un beso a una señorita que, según todos los indicios es amiga suya. Ya estoy viendo los titulares acusando al señor Allen de haber violado a su hija menor de edad, cargo del que fue absuelto por un tribunal de justicia estadounidense hace ya unos cuanto años.

Pero a lo que iba. No es que yo me quiera comparar con Woody Allen, pero me resulta tremendamente llamativo -y también me asusta un poco, por qué no decirlo- que se criminalice hasta el extremo  a un señor que ha dado un beso a una señorita -obligado o no, razonemos: sólo es un beso- y, sin embargo, se intente justificar de mil maneras -era un rehén, abusaban de él, la justicia tailandesa es una mierda- a un famosete que ha degollado y después descuartizado a otro señor del que sólo sabemos ciertamente que era un médico colombiano. Eso me lleva a pensar que en este país sigue siendo preferible descuartizar a alguien a besarlo, que los llamados pecados de la carne están mucho más penados que matar a alguien, sobre todo si, como se ha querido sugerir en algún medio, estaba por medio la honra del señor descuartizador. Que, en suma, seguimos siendo españoles y que, como españoles que somos, está mucho mejor visto defender el honor que hacer el amor. Eso de ir dando besos, al fin y al cabo, es de mariquitas, y como dijo no hace mucho una alto cargo (alta carga) del Ministerio de Igualdad, a lo mejor a una mujer no le apetece dar dos besos a un hombre para saludarlo. A lo mejor le apetece pegarle dos puñaladas. En fin, que ya lo saben: menos besar y más descuartizar.




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