viernes, 17 de noviembre de 2023

Amnistía y lenguaje

 Leyendo ayer a un articulista en un periódico nacional, se me ocurrió que, siguiendo su parecer, a partir de hoy voy a empezar a designar a nuestro flamante presidente del Gobierno como Sr. Sánchez Pérez-Castejón, pues supongo que hay muchos señores Sánchez en España que son muy buenas personas y así se evitan confusiones y malos entendidos. En todo caso, aunque traído por los pelos y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ahora que tan aficionados nos hemos vuelto todos a los refranes, quisiera comentar algo que, aunque ya he dicho otras veces, no por ello deja de tener su vigencia, y es cómo la perversión del lenguaje puede manipular la realidad.

Como supongo que muchos de ustedes saben, el significado de una palabra hacer referencia a la realidad que nombra esa palabra. El significado es la relación que existe entre el lenguaje y la realidad, de tal  forma que si se altera el significado de un término se altera, de alguna manera, la realidad. No otra cosa ocurre cuando “general” pasa a significar “particular”, “reaccionario” “progresista” -y su viceversa-, “convivencia” “enfrentamiento”, “autocracia” “democracia” “nosotros” “yo”, “Estado” “yo”, “País” “yo” y miles de ejemplos más acabados en “yo”

Pero podemos ir más allá del simple significado. Hubo en los años setenta una tesis lingüística -conocida como “tesis de Saphir-Worff”- que venía a decir algo así como que el lenguaje que uno utiliza condiciona su manera de percibir y entender el mundo. El señor Sánchez Pérez-Castejón y sus secuaces con cerebro de platelminto han llevado esta tesis mucho más allá y han hecho que el lenguaje cree o fabrique la realidad. De tal manera que esta tesis, la “tesis Sánchez-Puigdemont” -aunque lo más justo sería llamarla la “tesis Goebbels” por aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad- ha conseguido que lo que ayer era inconstitucional, hoy sea constitucional, o que más de la mitad de los españoles se hayan -nos hayamos- convertido de un día para otro en fascistas, o que quien ha ganado las elecciones las haya perdido y quién las ha perdido las haya ganado y así se diga que el problema de la oposición, que ganó las elecciones, es que no acepta el resultado electoral, lo que en una realidad real, y no en una realidad paralela, significaría que la oposición no acepta que ha ganado las elecciones, lo cual resulta ya un absurdo digno de una obra de Ionesco. En esta realidad paralela en la que nos hacen vivir los viejos-nuevos gobernantes, todo es de color de rosa, todo funciona muy bien, tenemos cubiertos todos los derechos y servicios sociales y atamos a los perros con longanizas (otro refrancito). Lo que los platelmintos anteriormente citados parece que desconocen es que es muy fácil crear esa realidad, y que, aunque la mona se vista de seda mona se queda. Que en España quien introdujo la seguridad social y las pagas extraordinarias, quien hizo que todos los españoles tuvieran trabajo, un pisito y un seiscientos fue Franco, y eso no hace que Franco sea otra cosa que un dictador y un asesino de masas.  Así, que el señor Sánchez Pérez-Castejón diga -y por lo tanto convierta en realidad, puesto que, como Dios que es, su palabra crea realidad “dijo hágase la luz, y la luz se hizo”- que vamos a vivir en el mejor de los mundos posibles gracias a su gobierno no excluye que sea un dictador.


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