El pasado jueves nos sorprendimos, al menos yo, con la noticia de que un trabajador de la Universidad Complutense, había sido detenido por violar a una cabra. Bien es cierto que últimamente la Universidad Complutense nos tiene acostumbrados a las noticias más bizarras, pero esta de la cabra me resulta de lo más llamativa. Porque claro, al leer la noticia de la violación -fíjense bien que ni siquiera se trata el asunto como presunto- yo me pregunto si la cabra llevaría una falda demasiado corta e iría provocando a todos los trabajadores de la limpieza que se cruzaban con ella, o no dejaría bien claro que no deseaba mantener relaciones sexuales con aquel humano y que prefería a un cabrón con los cuernos bien puestos, y por eso fue violada, pues aunque no dijo explícitamente sí, tampoco dijo que no. De todas formas hay que reconocer que el violador fue muy atrevido, pues la negativa de la cabra podía perfectamente haber consistido en una embestida contra sus atributos masculinos, lo cual hubiera supuesto, en este caso estaremos todos de acuerdo una negativa mucho más rotunda que lo que se supone que hiciera la cabra para considerar que ha sido violada.
De lo que no cabe ninguna duda es que la cabra tenía todo el derecho del mundo a llegar a su casa, o a su corralillo, sola y borracha. Y que el empleado de la limpieza que la violó, vamos a dejarnos ya del “supuesto”, puesto que si la cabra afirma que ha sido violada tenemos que dar crédito a sus palabras, pues las cabras en este caso siempre suelen llevar la arzón, y en todo caso tendría que ser el violador el que demuestre que él no ha violado a la cabra, y no al contrario, decíamos que el empleado que la violó no tiene defensa en afirmar que la cabra se le insinuó, o que las relaciones fueron consentidas o que en ningún momento la cabra le dijo que no. Lo cierto es que la cabra ha sido violada y el peso de la ley deberá caer sobre el agresor sexual de la susodicha cabra que, por cierto ya ha sido detenido y acusado de violación de una cabra
Consideremos, además, la posibilidad de que la cabra se haya quedado embarazada, que no preñada, no utilicemos términos que pueden resultar ofensivos para las cabras, y que, como consecuencia de ese embarazo no deseado da a luz a un sileno, a un fauno mitad cabra mitad humano. Qué sería de ese pobre ser, en un mundo en el que apenas quedan bosques en los que pidiera vivir a sus anchas y desarrollando su plena naturaleza de fauno, sin poder tocar la flauta a cada momento y sin poder perseguir con lujurioso ánimo a las ninfas del bosque. Sería un ser desgraciado que debería su desgracia al violador de la cabra de su madre.
Así que debemos decir categóricamente que la cabra tiene el derecho a que sea respetada su libertad sexual y que su violación no es más que una muestra más de la sociedad cisheteropatriarcal en la que vivimos. Y una prueba de lo que digo es esa canción popular que debe ser censurada inmediatamente ya que gracias a ella se ofende a las cabras y se anima a su violación que dice aquello de “la cabra, la cabra, la puta de la cabra”. Y ya acabo aquí. Próximamente trataré el tema de un sujeto acusado de asesinato por pisar una cucaracha
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