Si el criterio que el Estado ha aplicado en el caso del atunero “Alakrana” se hubiera aplicado también en el secuestro de Miguel Ángel Blanco, éste seguiría vivo. Esta es una idea que no me puedo quitar de la cabeza desde hace tres días. Y nótese bien que digo Estado. Gobierno, oposición, jueces, policías, servicios de información, todos los que alguna manera han intervenido en el cambio de criterio. Lo que hay que analizar entonces es porqué en el caso de Miguel Ángel Blanco la consigna fue no pactar con delincuentes –aunque eso le costara la vida a un inocente- y en el caso del atunero vasco ha sido la contraria. Lógicamente estas preguntas no tenían sentido en 1997. Tampoco lo tendrían hoy si no se hubieran producido los acontecimientos de 1997. ES la coincidencia de dos hechos tan similares con resultados tan distintos lo que me hace plantearme esta cuestión.
En 1997, se estableció una línea dura de lucha contra el terrorismo por parte del Gobierno –del PP- que fue apoyada sin fisuras por parte de la oposición –del PSOE- que incluía “no ceder ante el chantaje de los terroristas”. Esta fue la excusa que se utilizó para no aceptar las presiones de los asesinos que al final acabaron matando al concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco. Insisto, esa fue la excusa y los acontecimientos actuales aclaran todavía más esta cuestión. El asesinato del concejal supuso una movilización sin precedentes de la sociedad española frente al terrorismo de ETA. Una catarsis popular que aglutinó a las masas junto a los poderes del Estado. Un baño de multitudes para los dirigentes políticos que tan valientemente habían actuado ante los asesinos etarras y que encabezaron las manifestaciones de repulsa que se produjeron después de la ejecución del concejal. Cualquiera que sepa un poco de teoría política sabe que el poder necesita de estas adhesiones incondicionales de los gobernados. Cualquiera que además haya reflexionada un poco sobre la vida política española durante los últimos años se habrá dado cuenta de que el PP siempre ha necesitado atentados parra ganar unas elecciones. Los necesitó en 1996, cuando José María Aznar ganó unas lecciones después de un atentado frustrado contra su persona el 19 de abril de 1995. Los necesitó en el 2000, cuando ETA cometió ocho asesinatos –incluidos los de los socialistas Fernando Buesa y Ernest Lluch- aunque todos los medios dieron especial relevancia al del concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena, muerto de seis tiros en la cabeza en presencia de su mujer y una de sus hijas. Y los necesitaba en 2004, de ahí las mentiras reiteradas –mentiras que todavía algunos se empeñan en mantener- acerca de la autoría de las masacres del 11 de marzo. En resumen, en 1997 Miguel Ángel Blanco fue un mártir porque el hecho de no negociar con terroristas podía dar votos.
En 1997, se estableció una línea dura de lucha contra el terrorismo por parte del Gobierno –del PP- que fue apoyada sin fisuras por parte de la oposición –del PSOE- que incluía “no ceder ante el chantaje de los terroristas”. Esta fue la excusa que se utilizó para no aceptar las presiones de los asesinos que al final acabaron matando al concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco. Insisto, esa fue la excusa y los acontecimientos actuales aclaran todavía más esta cuestión. El asesinato del concejal supuso una movilización sin precedentes de la sociedad española frente al terrorismo de ETA. Una catarsis popular que aglutinó a las masas junto a los poderes del Estado. Un baño de multitudes para los dirigentes políticos que tan valientemente habían actuado ante los asesinos etarras y que encabezaron las manifestaciones de repulsa que se produjeron después de la ejecución del concejal. Cualquiera que sepa un poco de teoría política sabe que el poder necesita de estas adhesiones incondicionales de los gobernados. Cualquiera que además haya reflexionada un poco sobre la vida política española durante los últimos años se habrá dado cuenta de que el PP siempre ha necesitado atentados parra ganar unas elecciones. Los necesitó en 1996, cuando José María Aznar ganó unas lecciones después de un atentado frustrado contra su persona el 19 de abril de 1995. Los necesitó en el 2000, cuando ETA cometió ocho asesinatos –incluidos los de los socialistas Fernando Buesa y Ernest Lluch- aunque todos los medios dieron especial relevancia al del concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena, muerto de seis tiros en la cabeza en presencia de su mujer y una de sus hijas. Y los necesitaba en 2004, de ahí las mentiras reiteradas –mentiras que todavía algunos se empeñan en mantener- acerca de la autoría de las masacres del 11 de marzo. En resumen, en 1997 Miguel Ángel Blanco fue un mártir porque el hecho de no negociar con terroristas podía dar votos.
En el caso del Alakrana las reacciones han sido las contrarias. La opinión pública ha presionado al gobierno para que consiguiera la liberación de los marineros secuestrados. La catarsis se ha dado en la dirección de la solución negociada. La oposición del PP se ha puesto a disposición del gobierno para conseguir una salida pacífica al secuestro que no pusiera en peligro la vida de los rehenes, y nadie hubiera perdonado que hubiera muerto uno sólo de los pescadores retenidos por los piratas. Conclusión, en 2009 lo que da votos es negociar con los delincuentes.
Estos son los hechos. Si se me pregunta mi opinión, considero que el primer deber del Estado es salvaguardar con todos los medios a su alcance la vida de sus ciudadanos. En estos días hemos visto a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado escoltando al barco liberado después de 47 días de secuestro, hace doce años los vimos escoltando el féretro de Miguel Ángel Blanco; en ningún momento los hemos visto protegiendo la vida de estos ciudadanos. Por eso en 1997 tuve mis dudas acerca de la responsabilidad subsidiaria el Estado en la muerte de Miguel Ángel Blanco, dudas que, en vista de la actuación de ese mismo Estado en la crisis del Índico me han quedado completamente aclaradas. Si en 2009 se puede negociar con asesinos, en 1997 también. El Estado fue responsable del asesinato de Miguel Ángel Blanco, como lo hubiera sido de la muerte de cualquiera de los embarcados en el Alakrana.
Y la próxima semana les contaré porqué nadie de los que han intervenido en este caso, o de los que han hablado de él, tiene razón.
Estos son los hechos. Si se me pregunta mi opinión, considero que el primer deber del Estado es salvaguardar con todos los medios a su alcance la vida de sus ciudadanos. En estos días hemos visto a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado escoltando al barco liberado después de 47 días de secuestro, hace doce años los vimos escoltando el féretro de Miguel Ángel Blanco; en ningún momento los hemos visto protegiendo la vida de estos ciudadanos. Por eso en 1997 tuve mis dudas acerca de la responsabilidad subsidiaria el Estado en la muerte de Miguel Ángel Blanco, dudas que, en vista de la actuación de ese mismo Estado en la crisis del Índico me han quedado completamente aclaradas. Si en 2009 se puede negociar con asesinos, en 1997 también. El Estado fue responsable del asesinato de Miguel Ángel Blanco, como lo hubiera sido de la muerte de cualquiera de los embarcados en el Alakrana.
Y la próxima semana les contaré porqué nadie de los que han intervenido en este caso, o de los que han hablado de él, tiene razón.
3 comentarios:
Nada si aqui nunca pasa absolutamente nada. En mi casa para cenar mi madre pone G20, a mi la verdad es que ni me va, ni me viene, me parece una descalificación sistemática pero bueno, ayer salió el tema del Alakrana y manda narices que hasta en un programa de variedades se mofen de como se puede pactar con terroristas y al ejercito de todo un país se le escapan 4 pelgatatos en una lacha motora. Indignación tras indignación cuando se compara con lo ocurrido en el caso de Miguel Ángel Blanco.
La semana que viene escribirté algo sobre todos los opinadores de este caso, desde el gobierno hasta los de intereconomía
esperando al viernes entonces
Publicar un comentario