Un gobierno democrático tiene como función regular las relaciones que se establecen entre los individuos libres y autónomos que componen una sociedad, relaciones que, por esa misma causa, también son libres. La responsabilidad de un gobierno de este tipo, por lo tanto, no es tan sólo salvaguardar la libertad de los individuos, de tal forma que puedan establecer esas relaciones que conforman lo que llamamos “sociedad”, sino también poner los instrumentos necesarios para que esos mismos individuos alcancen su autonomía personal, sin la cual la democracia no puede existir.
Un gobierno totalitario, por el contrario, lo que hace es intentar gobernar la vida de los ciudadanos, decirles lo que deben o no deben hacer, dirigir el ámbito privado de su existencia y decidir por ellos lo que ha de resultarles bueno o malo. Un gobierno totalitario, entonces, no sólo no respeta la libertad de los sujetos, sino que hace todo lo posible por que éstos no alcancen nunca la autonomía personal, evitando así que puedan tomar decisiones propias y que asuman las responsabilidades derivadas de esas decisiones libres. Es un “papá Estado” que sólo puede mantenerse con ciudadanos intelectualmente infantilizados.
Desde esta perspectiva –que políticamente es la única correcta- la nueva Ley Antitabaco que prepara el gobierno de PSOE es una ley totalitaria. Y lo es porque el espíritu que la guía es la idea de que el tabaco es malo para a salud. Es una ley que pretende inmiscuirse en la vida privada de los individuos y decirles lo que deben de hacer con ella. Es una ley que anula la libertad personal para que cada uno haga lo que quiera con su propio cuerpo, que elimina la autonomía individual de tomar decisiones propias y asumir las responsabilidades correspondientes. Es una ley, en suma, que pretende legislar sobre cuestiones morales, que pertenecen al campo único y exclusivo de cada sujeto particular.
Se podrá contraargumentar que lo que persigue la ley es defender a los no fumadores del humo del tabaco de los fumadores. Ahora bien, cualquiera con dos dedos de frente es capaz de darse cuenta que para ejercer esa supuesta defensa no es necesaria una prohibición total: basta con una regulación de espacios como la existente, de tal forma que un no fumador que no quiera respirar aire contaminado tenga su propio espacio y el que quiera fumarse tres paquetes de cigarrillos tenga el suyo. A nadie se le ocurre que para proteger los derechos de la infancia haya que cerrar todas las salas X, por ejemplo. Basta con regular el espacio infantil en la televisión. Pero es que cuando la Ministra de Sanidad dice que es necesario un endurecimiento de la ley porque la actual no ha disuadido a los fumadores de dejar de fumar, o porque la mala aplicación de la misma ha hecho que aumente el tabaquismo, el argumento de fondo no es la defensa de los no fumadores: es pretender que los que fuman dejen de hacerlo, es decir, invadir su libertad personal.
Los talibán de la vida sana podrán decir que tienen derecho a divertirse o a tomarse un café sin soportar el humo. No se muy bien de dónde sale dicho derecho, pero en todo caso es equivalente al que tiene un fumador a fumarse una tagarnina cuando le venga en gana. Que yo sepa nadie obliga a un no fumador a entrar en un local donde se permita fumar, pero esta ley si que va a obligar a los fumadores a no hacerlo. Se podrá acudir al mito de que en la mayoría de los países existe esta prohibición. Dejando aparte el hecho de que aunque tres mil millones de moscas coman mierda la mierda no es buena, las naciones del mundo en las cuales actualmente está prohibido fumar en todos los locales públicos son exactamente 17. Se podrá decir lo que se quiera desde las posturas políticamente correctas de un progresismo absurdo y mal entendido. La verdad es que una ley que coarte la libertad de los individuos es una ley totalitaria. Y esta nueva Ley Antitabaco lo es. Y lo es porque si yo quiero fumar, o beber, o estar gordo o comerme un chuletón es asunto exclusivamente mío y el gobierno no es quien para prohibírmelo, porque no es su función. Así de simple.
5 comentarios:
Gobernar:
Mandar con autoridad o regir algo.
Dirigir un país o una colectividad política.
Manejar a alguien, ejercer una fuerte influencia sobre él.
Pues ya me dira usted lo que es gobernar.
Estimado señor anónimo:
Como creo que tiene usted algunos problemas no se si para leer o para comprender lo que lee se lo voy a repetir:
"Un gobierno democrático tiene como función regular las relaciones que se establecen entre los individuos libres y autónomos que componen una sociedad, relaciones que, por esa misma causa, también son libres. La responsabilidad de un gobierno de este tipo, por lo tanto, no es tan sólo salvaguardar la libertad de los individuos, de tal forma que puedan establecer esas relaciones que conforman lo que llamamos “sociedad”, sino también poner los instrumentos necesarios para que esos mismos individuos alcancen su autonomía personal, sin la cual la democracia no puede existir".
Eso es gobernar en un país democrático.
Nadie le dice a usted que no fume o que no beba sino que simplemente lo haga donde tiene que hacerlo y no molestando a aquellos que no comparten ese vicio.
A ver si nos centramos.
Yo fumo y bebo donde tengo que hacerlo, que es todos los locales en los cuales sus dueños, haciendo uso de su legítima libertad y acatando la ley, han decidido permitir fumar. Cuando se prohiba fumar en estos locales pues no fumaré y ya está. Pero eso no quita para que la ley antitabaco sea una ley totalitaria que tiene como objetivo dirigir mi vida y decirme lo que tengo que hacer. Eso es así de sencillo. Y la prueba de ello es todos aquellos no fumadores sectarios y dogmáticos que se niegan a verlo. A usted nadie le obliga a respirar humo ahora mismo, basta con que no entre en un local para fumadores y lo haga en locales de no fumadores, locales a los que yo también acudo y no fumo cuando estoy en ellos. A usted nadie le obliga a entrar en un cine porno, pero lo que no vale es entrar y luego exigir que se cierren todos los cines porno porque la película le parece una cochinada. No se si me explico, pero la verdad es que ya me da igual.
Escribí en su otro artículo pero esto me ha sorprendido aún más, así que paso a responderle.
¿Donde he de ir?
Ese es también el problema, dígame usted donde he de ir a desayunar por favor, ¿al centro de Madrid cada día?
Perdón por ser tan dogmático, pero es que me molesta que me metan olores inmundos en el cuerpo, más aun cuando son venenosos. Y que encima se me diga que me vaya a donde no dejen fumar que nadie me obliga a desayunar comprando un bollo en el chino de la esquina y un batido; no, nadie me obliga, solo me obliga que no hay locales a los que ir porque también venden tabaco y no van a perder cuota.
"No se si me explico, pero la verdad es que ya me da igual."
Muy poco dogmático y muy ético hacia los demás, si señor.
Eso dirán los de los crucifijos, los de la educación y los del futbol, no le entiendo, en este tema se comporta usted de un modo incoherente hacia todo lo demás que escribe, será el vicio que le domina, pero hágaselo mirar.
Salud
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