Los
jóvenes de hoy en día tienen su mente estructurada para obtener una
satisfacción inmediata de los estímulos que reciben. Su educación, fundamentada
sobre todo en la televisión y los videojuegos, los ha hecho así, de tal forma
que cualquier actividad que implique un esfuerzo y cuya satisfacción se dilate
en el tiempo es rechazada de forma automática. Es por ello que son ellos mismos
los que exigen un sistema memorístico, ya que el esfuerzo de estudiar de
memoria unos cuantos apuntes es mucho menor que el de comprenderlos y la
satisfacción, cuando se trata de estudiar para un examen y obtener la
calificación uno o dos días más tarde, mucho más inmediata que la que puede
ofrecer una reflexión pausada de una serie de contenidos. Reflexión que,
posiblemente, no de resultados sino muchos años más tarde. De esta forma,
cuando los contenidos que se imparten en el aula no se corresponden con esta
exigencia de satisfacción, los alumnos se aburren, y como se aburren están
legitimados, parece ser, para obviar las más elementales normas de disciplina.
Es un mito muy extendido
que los adolescentes quizás no sepan quién era Cervantes, pero tienen un
conocimiento amplio de las nuevas tecnologías. Cuando en una clase tienes que
decirles a los alumnos que presentan trabajos escritos en un ordenador que en
los procesadores de texto existe una herramienta llamada “corrector
ortográfico”, cuando son incapaces de hacer una búsqueda selectiva en Internet,
cuando no pueden diseñar una página Web con cualquier programa sencillito e
intuitivo, cuando son incompetentes para hacer un blog porque ni siquiera saben
lo que es, cuando desconocen la forma de entrar en un foro de discusión, cuando
un profesor –como es mi caso- les cuelga los apuntes en su propia página y sólo
el diez por ciento de los alumnos los consultan, porque el resto no sabe
navegar por ella, entonces queda claro que sus conocimientos de las nuevas
tecnologías quedan reducidos al “tuenti”, los videojuegos y algunas funciones
de su teléfono móvil. Mal que les pese a los mitólogos de la educación lo
cierto es que la gran mayoría de los profesores están bastante más preparados
para las nuevas tecnologías que sus alumnos.
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