Después
de un periodo de mas de 2500 años, Dios ha vuelto al campo que le es
esencialmente propio: la religión. En la actualidad solo cabe hablar de Dios desde
una perspectiva religiosa -entendiendo religión, eso si, no desde un punto de
vista normativo, como creadora y, sobre todo, implantadora de normas, no
solamente para los creyentes, sino para toda la sociedad, o, lo que es lo
mismo, una religión entendida como complemento, si no sustituto, del Estado o,
en el mejor de los casos, una religión que busca intervenir en el gobierno del
Estado- sino religión entendida como la unión del individuo con la divinidad.
Si
aceptamos las doctrinas de algunos autores como Lactancio, el término
"religión" provendría del latín "re-ligare", volver a unir
o unir fuertemente -aunque otros, como Cicerón o Benveniste, nieguen esta
etimología-. Si hacemos caso a la significación de Lactancio, la religión seria
la unión con Dios o, más bien, el hecho de volverse a unir con la divinidad.
Esta concepción supone un estado originario en el cual Dios y los hombres se
encontraban unidos, ya sea la Edad de Oro de los griegos como el paraíso
terrenal, tanto cristiano como judío o
musulmán. Esta unión es rota por alguna circunstancia, o mas exactamente por
alguna culpa o pecado por parte de los humanos, y la religión se explica
entonces como el intento de volver a restaurar la unión perdida con la
divinidad. De esta manera los rituales religiosos tienen como objetivo lavar la
culpa que provocó la ruptura y propiciar esa reunión entre hombre y dios,
mientras que, a su vez, la religión ofrece normas que tienen por objeto
asegurar que esa reconciliación se mantiene mas allá del ritual, es decir,
determina las estructuras de comportamiento que impiden una nueva separación de
la divinidad.
De esta
hipótesis seria posible extraer al menos dos consecuencias. La primera de ellas
es que en la religión se lleva a cabo la reconciliación entre individuo y
naturaleza, o entre individuo y dios como hipostatizacion de la naturaleza, que
la filosofía, a partir sobre todo del siglo XVII y a pesar de los intentos en
contrario, solo puede negar. Es por ello que la religión ofrece
fundamentalmente consuelo al prometer esa reunión con dios, mientras que la
filosofía, por el contrario, al remarcar la separación entre hombre y dios, al
principio, y posteriormente al negar la posibilidad de la existencia de dios o
al menos de su conocimiento, no puede consolar sino tan solo intentar buscar
una verdad que, en caso de encontrarse, siempre será desconsoladora.
En
segundo lugar, si "religión" procede de "re-ligare" se
formaría a partir de su forma personal "re-ligo". Re-ligio seria la
primera persona del presente de indicativo de re-ligare, lo que nos lleva a
suponer que esa reconciliación entre hombre y dios que se promete y expresa en
la religión siempre será a nivel puramente personal y subjetivo La religión
organizada así, solamente seria un vehículo, un instrumento para acercar al
hombre a Dios, pero este acercamiento solo se podría dar a nivel personal. Las
normas, los dogmas y los rito de la religión institucionalizada tendrían peso a
nivel social, pero a nivel individual debe ser el sujeto el que se
"re-ligue" con Dios. De esta idea podemos extraer dos consecuencias
que inciden directamente en el tema que tratamos, a saber, la consideración de
Dios en la actualidad. La primera de ellas es que no puede haber religión sin
dios, de la misma manera que no puede haber dios sin religión. La creencia en
dios necesariamente ha de ir acompañada de una actitud religiosa -no científica
ni filosófica- en tanto en cuanto es en ésta donde se lleva a acabo la unión
con la divinidad. La segunda es que la creencia en dios y por lo tanto según lo
anterior, la religión, es una actitud puramente subjetiva y personal, al ser
subjetiva y personal la unión con dios y de ninguna manera compartible con los
demás y, por lo mismo, mucho menos exportable o imponible.
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