viernes, 24 de abril de 2020

Lo que no es

Con aquello que no es viene a ocurrir lo mismo que con lo que es, aunque en este respecto la cosa se complica un poco más. En efecto, podemos hablar de lo que no es como universal y como particular, y la determinación de lo que no es, es más fácil en lo universal que en lo particular. A nivel de lo universal, de la esencia, lo que es y lo que no es se atienen a la lógica estricta, porque hacen referencia justamente a la esencia y, en última instancia, las esencias son la materia con la que trabaja la lógica. A nivel de esencia, por tanto, de la esencia más universal, lo que es, existe, y lo que no es, no existe. Hay existencia y no hay su contrario, no existencia, o hay ser y no hay no ser. La existencia es la esencia más universal, es lo que hace que existan todas las cosas que existen, independientemente de su determinación posterior, y la no existencia simplemente no existe. Es la nada -aunque de la nada se podría hablar largo y tendido. Podríamos decir, con Hegel, que el ser o la existencia es a la vez el no ser, pues al ser la existencia absolutamente determinada, resulta no ser nada en sí misma, y por lo tanto coincide con la nada, pero es una manera de complicar la cuestión. Parece bastante obvio que si lo que existe es el ser el no ser debe estar incluido en él.
            A nivel de la existencia absolutamente indeterminada, por tanto, la cosa parece sencilla: hay existencia y no hay no existencia. La cosa se complica cuando descendemos – o ascendemos, según se mire- al ámbito de lo particular. Porque en lo particular lo que es y lo que no es se entremezclan, y las cosas dejan de estar tan claras. En efecto, algo es una cosa, y necesariamente por ser una cosa, un algo, no es todas las demás cosas que no son ese algo. Un hombre no es un caballo. Si determinamos más, son más cosas las que algo que es no es. Un hombre blanco no solo no es un caballo, sino que tampoco es un hombre negro. De esta manera, cuando llegamos a la máxima particularización, a la entidad absolutamente particular diferenciada de todas las demás entidades que no son ella, resulta que es mucho más amplio el campo de lo que no es que el de lo que es. Con lo cual las cosas cambian, y así como en lo absolutamente universal es más amplio el campo de lo que es -hasta el punto de que lo que no es, no es- en el de lo absolutamente particular es mucho más amplio el de lo que no es. Lo que viene a querer decir que si queremos buscar lo que no es, el no ser, no hay que buscarlo en el campo de las esencias universales, sino en el de las cosas particulares. Lo que define a un ser particular, no es solo -o no es tanto- lo que es, sino sobre todo lo que no es.
            Aristóteles enunció el principio de no contradicción  como que algo no puede ser y no ser a la vez y en el mismo respecto. Así, parece que decir que un ente particular es y no es podría atentar contra este principio. No es así, sin embargo, y vamos a terminar este escrito como lo empezamos, con la lógica. Se reflexionamos un poco nos daremos cuenta de que no es lo mismo decir que algo no es algo que decir que algo es no algo. Para entendernos, no es lo mismo decir que A no es A que decir que A es no A aunque parezca que no hay diferencia. En el primer caso, A no es A, estamos haciendo referencia a que A no cumple con las notas definitorias de A y así no puede ser incluido en la categoría de A. A ello se refería Aristóteles, por ejemplo, cuando decía que un hombre que no vivía es sociedad no era un hombre, sino una bestia o un dios. Si lo que caracteriza al hombre es vivir en sociedad, el hombre que no vive en sociedad no es un hombre. En este sentido, A es no A equivaldría a A es B. Este hombre es un gallina o ese caballo es una tortuga.
            En el segundo caso, A es no A, se está haciendo referencia a la propia particularidad de A, y es el caso que estaría recogido en el principio de no contradicción. A es no A iría en contra del principio de identidad A es A, según el cual todo ente es idéntico a si mismo, de tal forma que resultaría contradictorio afirmar que un ente que es idéntico a sí mismo a la vez no es idéntico a sí mismo. Una cosa es que Juan, por ejemplo, no sea un hombre y otra muy distinta es que Juan no sea Juan.

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