Dicen que se puede engañar a todas las personas durante algún tiempo o a algunas personas durante todo el tiempo pero que no se puede engañar a todas las personas durante todo el tiempo. Mientras la clase política sigue mirando a Italia como el modelo a seguir -y los medios de comunicación continúan, como siempre, mirándose el ombligo- quizás la clase trabajadora debería volver la vista hacia Grecia como único contramodelo posible. Parece que, como antaño, los griegos han conseguido descubrir la verdad oculta tras los velos de Maya de una crisis financiera de los ricos y para los ricos y han decidido no dejarse engañar más. La violencia de la respuesta de la clase trabajadora griega no es más que un pálido reflejo de la violencia que se está ejerciendo, no ya sólo sobre ellos, sino sobre los ciudadanos de todo el mundo por parte de los mercados financieros, corregida y aumentada por los dirigentes políticos de todo signo (no se olvide que en Grecia es la socialdemocracia la que impone los recortes salvajes de los derechos sociales). Cuando ya no hablamos de una crisis industrial, ni siquiera de una crisis financiera, sino de una crisis de deuda provocada por las políticas económicas dictadas por el FMI (por cierto, que su presidente también es socialdemócrata) y exacerbada (y facilitada) por la avaricia personal de unos cuantos especuladores bursátiles, la respuesta griega, aun violenta, es la única posible.
Porque en el fondo de lo que se trata aquí –y es lo que hay que decir, aunque sea a pedradas- es de un robo puro y simple, ya ni siquiera explotación capitalista. Se trata directamente de quitar dinero a los trabajadores –de sus sueldos, de sus seguros sociales, de sus jubilaciones, de donde sea- para dárselo a los brokers, a los banqueros y a los empresarios, sin molestarse ya en disimularlo. Es mentira que los recortes en salarios y en prestaciones sociales sean la única salida a la crisis de la deuda griega –y la española (1), la portuguesa y la italiana dentro de poco- . Y es mentira porque los trabajadores no han provocado el problema y no tiene por qué pagarlo. La solución es tan fácil como recortar los beneficios astronómicos de las empresas, dejar de pagar intereses que rozan la usura y que sólo van a engrosar los bolsillos de los especuladores y, por qué no, meter a unos cuantos ejecutivos en la cárcel. Esto, al fin y al cabo, ya se ha hecho, y no en Cuba o en Venezuela, sino en los Estados Unidos, la cuna del capitalismo. Pero es que a lo mejor los americanos son más listos y se han dado cuenta de que, o se hace así, o el sistema revienta por abajo: no se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo…
En Grecia se han dado cuenta ya de que el emperador está desnudo. Y se han dado cuenta a través de la única salida que les queda a los ciudadanos de a pie en momentos como estos: la violencia. Violencia que contrarresta la de este Robin Hood invertido que roba a los pobres para dárselo a los ricos. La violencia utlizada como autodefensa es inteligencia, dijo Malcolm X.
La señora Merkel dice que la crisis de la deuda griega y sus consecuencias pueden destruir Europa. Si, la Europa que ellos han construido sin contar con los europeos. La Europa del Tratado de Lisboa, la Europa de los mercaderes. Si esta es la Europa que se viene abajo entonces quizás haya que acelerar su destrucción. A lo mejor el espíritu de Nietzsche revolotea sobre las piedras de los manifestantes griegos. Y a lo mejor es a eso a lo que temen los filisteos del poder
(1).- A la hora de escribir este artículo el Gobierno español acaba de anunciar unas medidas de ajuste tan draconianas o más que las griegas, medidas que serán objeto de comentario en este blog en las próximas semanas
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