jueves, 20 de mayo de 2010

Medios, mentiras y planes de ajuste

Ningún gobierno toma unas medidas de ajuste económico como las que ha tomado el Gobierno español – regresivas, antisociales y dictadas por los especuladores del mercado- sin contar con el apoyo incondicional de al menos una parte de los medios de comunicación, que se encarguen de mantener a la población engañada, desinformada o simplemente anestesiada -bien intentando justificar lo injustificable, bien negando la evidencia o bien directamente ocultando la información (véanse como muestra las portadas de El País de los días 13 y 14 de mayo)-. Así que no está de más recordar ciertas cosas que, pese a todo, deberían ser obvias para cualquiera que tuviera ojos.
 Es falso que las medidas de ajuste tomadas por el Gobierno español sean valientes. Valiente es quien se enfrenta a los poderosos. El que se enfrenta a los débiles o a los que no pueden defenderse es un cobarde, y si además lo hace apoyado y arropado por esos mismos poderosos, además de cobarde es un miserable.
 Es falso que sean necesarias. Es necesario –quizás- reducir el déficit público. Pero existen dos formas de hacerlo: o bien aumentando los ingresos o bien reduciendo los gastos. Por la vía del aumento de ingresos el déficit se puede reducir eliminando las SICAV de las grandes fortunas, que tributan al Estado el 1% mientras que las rentas del trabajo lo hacen el 43%; aumentando la fiscalidad sobre los beneficios de las empresas, beneficios que han aumentado en un 25% en los primeros cuatro meses del año o recuperando el Impuesto sobre el Patrimonio. Por su parte, por la vía de la reducción del gasto es posible reducir el déficit eliminando ministerios que no sirven para nada, como el de Igualdad o el de Cultura; reduciendo el número de asesores y altos cargos; dejando de dar subvenciones para las cosas más peregrinas, como películas que ya de antemano se sabe que nadie va a ir a ver –está bien pagar los favores, pero no tanto- o suprimiendo de una vez las ayudas a la Iglesia Católica, que no tienen sentido en un Estado aconfesional y laico. Pero sobre todo se pueden hacer dos cosas para reducir el gasto. En primer lugar una profunda reforma del la estructura de un Estado que tiene 18 Administraciones distintas, con 18 gobiernos distintos y sus correspondientes asesores y altos cargos, todos ellos mantenidos a costa de las arcas públicas, y en segundo lugar colocando ministros competentes. Esas si serían medidas valientes. De todas formas la pregunta de fondo es por qué es necesario reducir el déficit, ¿porque lo necesita el país o porque lo exigen el FMI y los mercados que mantienen secuestrados a Europa y a sus políticos?.
 Es falso que las medidas tomadas sean progresivas. Si los ministros se rebajan el sueldo un 15% y la media del descuento salarial es del 5%, para que fueran realmente progresivas un ministro debería ganar un 10% que la media de los funcionarios (de todos los ciudadanos, en realidad, como se verá a continuación). Y aquí ya sobran los comentarios.
 Es falso que sólo afecten a los funcionarios. Rebajando el salario a sus trabajadores el Gobierno ha dado carta blanca para que las empresas privadas hagan lo propio. No se puede argumentar contra una rebaja general de los salarios si el Estado es el primero que lo hace. Pero es que además esta medida, aunque sea la más espectacular, no es la de mayor calado. La rebaja de seis mil millones en inversión pública va a suponer, para que todo el mundo lo entienda, menos y peores carreteras, menos y peores hospitales, menos y peores escuelas, etc., etc.
 Es falso que nada de esto vaya a reactivar la economía. Menos inversión pública significa menos proyectos, menos trabajo y más paro. Las industrias farmacéuticas ya han anunciado que el recorte del gasto en medicamentos va a suponer la pérdida de veinte mil puestos de trabajo. Y una rebaja de los salarios supone menos consumo, más dificultad para obtener hipotecas, un parón en la economía y por lo tanto más paro. Esto es lo que hay, independientemente de lo que digan los periódicos, los tertulianos, los analistas de toda laya y los voceros del Gobierno. No es de extrañar que el señor Blanco vaya a explicar el plan de ajuste en La Noria: es el único sitio dónde se puede hacer.
Y por supuesto es falso que el Gobierno le vaya a subir los impuestos a “los ricos”.


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