La
significación principal de “Logos” es la de principio de explicación racional
del Universo. El pilar de esta definición es el adjetivo “racional” porque,
como ya se vio en el anterior artículo, el primer intento de explicación de la
naturaleza lo constituyó la narración mítica, que no se fundamentaba en La
razón ni buscaba elucidaciones racionales basadas en la propia naturaleza que
pretendía explicar, sino que apelaba a instancias ajenas o superiores a ésta, y
en ello radicaba su irracionalidad. El logos, por tanto, se configura como
principio de explicación racional porque no sobrepasa los límites de las estructuras
y fenómenos que pretende dilucidar. Busca y encuentra su fundamento en la
propia naturaleza y es por ello por lo
que, en primer lugar, sólo le cabe apelar a la razón para explicarla y, en
segundo lugar, supone que la misma naturaleza es racional. En efecto, si la
naturaleza ha de ser explicada por medio de la razón, esto implica que ésta ha
de corresponderse con aquella: que las leyes que la rigen han de poder ser aprehendidas
por la razón, esto es, que han de ser racionales. El mito es inabarcable por la
razón, es irracional, porque sus principios la superan, están más allá de sus
límites. Por ello, la primera significación del logos que aparece en el
pensamiento griego hace referencia tanto a las leyes naturales –el logos es
orden del Universo- como a su captabilidad por la razón humana -Logos es Razón-
. Y también por ello, el logos es tanto principio de explicación del Universo
como principio de ordenación del mismo.
Con esta doble significación es como
el logos, en el pensamiento medieval, se asocia con la figura de Dios. Dios es
creador, y por tanto ordenador, y sólo a través suya es posible la explicación
de las leyes naturales creadas por él. Dios, por tanto, es una entidad
fundamentalmente racional que extrae sus notas definitorias del pensamiento
griego. No en vano el evangelio de Juan comienza con la afirmación “en el
principio fue el Verbo (Logos)”. Con la modernidad, el logos se transforma en
razón: en razón científica e ilustrada que rige y explica la naturaleza. Dios,
por tanto, ya no es necesario como principio explicativo –o más bien Dios
cambia de nombre- y se restringe a un
ámbito exclusivamente moral –del que será expulsado también, primero por Kant y
posteriormente por Nietzsche-. Pero, a
la vez, la modernidad supondrá también la separación entre sujeto y naturaleza,
la idea de que el ser humano no forma parte de ésta, de que no es un ser
natural, sino social o cultural. De esta forma, el logos, la razón, como
principio de explicación de la naturaleza deja de ser principio de explicación
del ser humano o, más bien, de su ámbito propio: la sociedad.
En la posmodernidad, el logos ha
quedado reducido al campo de los fenómenos naturales. Es ciencia: la heredera
de la razón ilustrada. En el ámbito específicamente humano, el ámbito de lo
social, no es posible hablar de un principio de explicación único. La propia
fragmentación del mundo moderno supone la fragmentación del logos. El viejo principio
unitario de los griegos ahora está constituido por una multiplicidad de
estructuras explicativas –económicas, artísticas, políticas, culturales, etc.-
que precisamente por ello no pueden dar explicaciones globales. En este
sentido, cualquier intento de comprensión que pretenda ser englobante es, por
lo mismo, totalitario.
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