Fue
Napoleón quién derogó la antigua Inquisición eclesiástica y medieval en España.
Hoy, sin embargo, vemos florecer una nueva Inquisición, muy moderna ella, muy
en la onda, muy new age, en definitiva, que nada tiene que envidiar a la del
siglo XIV y que, en algunos aspectos, la supera con creces. Esta Inquisición
new age, también tiene sus brujas y sus herejes a los que quemar, solo que ahora
se trata de las brujas y los herejes de su pensamiento políticamente correcto,
o, más bien, habría que tachar el “políticamente” y dejarlo directamente en
“correcto”. Hay un pensamiento correcto y otro que no lo es, y ese que no lo es
el que persigue nuestra particular Inquisición. Es por ello que estos nuevos inquisidores,
escondidos en los más recónditos rincones de la política, el periodismo o la
cultura, también invitan a los ciudadanos a la delación, a la denuncia anónima,
todo en nombre del progreso y del desarrollo de la humanidad –de su humanidad-.
No es de extrañar, así, que cualquier imbécil le interpele a uno por la calle
por que, refugiado en y protegido por la verdad del pensamiento -único, considere
intolerable y digno de la hoguera virtual –y no tan virtual- que se tire una
botella de vidrio en un contenedor de papel, o algo así.
La nueva Inquisición, al igual que
la de toda la vida, se apoya en la ignorancia de la masa, pero, a diferencia de
ella, no tiene detrás una teología profunda y compleja, desarrollada por unos
sujetos que podrían ser lo que fueran, pero a los que nadie podía negar una
amplísima cultura y una grandísima potencia intelectual. Los inquisidores de
hoy solo demuestran su mogigatería, su papanatismo, su cretinismo y su pijerío.
Porque si algo caracteriza a los inquisidores new age es precisamente eso: que
son unos mojigatos, unos papanatas, unos cretinos y unos pijos, eso sí, ocupando
puestos importantes en la Administración, los medios de comunicación o la
Universidad. Sin embargo, hacen gala de la misma ignorancia de la que hacen gala
las masas que siguen a pies juntillas su puritanismo trasnochado. Porque hay
que ser muy ignorante para censurar canciones sin conocer, o sin querer
conocer, el ambiente cultural de libertad creativa absoluta en el que esas canciones
surgieron, porque hieren sus sensibilidades de papel de fumar. Lo mismo que hay
que ser muy ignorante para quitar una estatua de Colón en Los Ángeles diciendo
que era un genocida, eso en un país que está edificado sobre el genocidio de
los nativos americanos, como si en California hubieran vivido siempre latinos
ricos y artistas progres y no apaches, comanches y navajos de los que ya nadie
se acuerda. Porque la nueva Inquisición no es propiedad exclusiva de nuestro
país y se desarrolla en todos los ambientes y condiciones.
Y, en fin, como toda Inquisición
fundada en un único pensamiento correcto, esta nueva también acaba desembocando
en una sociedad totalitaria, en donde aquel que no piensa lo que debe ser pensado,
aquel que aún se atreve a ejercitar eso que tanto se denostó en el siglo XVII y
los albores del siglo XVIII y que se llamó libre pensamiento se encuentra cada
vez más señalado, asfixiado e incluso perseguido. Es tachado de loco o de
enfermo y tiene que ver como sujetos que en cualquier otra épca estarían destripando
terrones ahora son los que marcan las tendencias y los que deciden lo que se
debe de hacer, se debe de decir, se debe de pensar, se debe de cantar, se debe de
escribir o se debe de pintar. Claro que yo pienso seguir pensando y diciendo lo
que me salga de los cojones, por muy sexista que sea la expresión.
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