jueves, 3 de marzo de 2022

Imbéciles peligrosos

 

Andaba yo ayer buscando algo que decir acerca de la guerra que fuera más allá de las obviedades y las ñoñerías, cuando acerté a fijarme en un artículo que aparecía en el que fuera uno de los periódicos progresistas más significativos de esta país, y que como todo lo progresista en esta época, emite hoy un tufillo más bien reaccionario. Este artículo, que supongo escrito por alguna analista, o articulista o periodista -no me fijé bien en el nombre- o simplemente experta en algunos de los múltiples campos en los que se divide hoy en día la realidad mediática -o, por qué no, en todos- decía en su entradilla más o menos lo siguiente. “Esta es una guerra de hombres blancos por sus intereses patriarcales”. He de reconocer que no leí el resto del artículo, aunque dudo mucho que contradijera a dicha entradilla y, más bien sería una reafirmación y justificación de lo dicho.

            Vamos a ver. Uno o una puede ser un imbécil, y no pasa nada por serlo. El problema es que ser un imbécil en determinadas circunstancias puede ser peligroso, además de inmoral. Está muy bien, y es muy bonito, y hasta divertido, inventarse palabras o cambiar el lenguaje incluso, cuando se está calentito y calentita en casa y se tiene el riñón bien cubierto. A mi todo esto me trae al pairo, porque, total, yo voy a seguir hablando, y pensando, como me salga de las narices, que es lo que hecho siempre. Ahora bien, cuando hay gente por medio que está muriendo estas sandeces lo único que hacen es beneficiar al que los está matando y hacerle el juego al agresor, así que, como tales sandeces, deberían permanecer escondiditas en el caletre de quien las piensa o malpiensa.

            Sinceramente, no creo yo que a las mujeres ucranianas -ni a los niños, ni a los ancianos ni a los hombres- que está huyendo de su país o muriendo en sus ciudades les interesen un carajo los valores patriarcales. Y mucho menos creo que estén dispuestos a aceptar que esta en una guerra de hombres blancos. Esta es una agresión de una nación contra otra y todas las demás consideraciones están muy bien para el café del domingo, pero poco más. Como decía, andar hablando de valores patriarcales en estas circunstancias es ocultar lo que está pasando, es hacerle el juego al agresor, y el imbécil que lo escriba se convierte en un imbécil peligroso. Dígale usted desde su cómodo sillón a una familia de Kiev que ha perdido todo lo que tiene que esta es una guerra de hombres blancos, y que por lo tanto ellos son tan responsables como los rusos y verá lo que le contestan. Lo dicho, uno tiene todo el derecho de mundo a ser un imbécil, pero cuando hay muertos de por medio decir determinadas imbecilidades resulta inmoral.

            En realidad, esta crítica es extensible a toda la izquierda, o al menos a aquella parte de la izquierda que se considera a sí misma más de izquierda y que, como antes decía, es cada vez más reaccionaria. Está muy bien ser pacifista y cantar por la paz y llevar flores en el pelo y cosas así. Pero cuando las cosas se ponen serias hay también que ponerse serio. Y cuando, como es el caso, nos encontramos ante una agresión directa, ilegal e injustificada de una potencia a una nación más pequeña, independientemente de las razones, reales o ficticias, que el agresor pueda supuestamente tener, lo progresista -y lo moral y lo decente- es defender al agredido. El ”No a la guerra” está muy bien cuando la guerra es una entelequia, pero no cuando es real. No toda guerra es injusta y cuando se trata de defender a personas inocentes que están siendo asesinadas en masa, las dudas o las disquisiciones morales resultan inmorales. A la postura que está tomando determinada izquierda en mi me pueblo se la llama “cogérsela con papel de fumar”. Y a estos señores y señoras a los que tanto les gusta la historia -aunque solo sea la suya- yo les recomendaría que repasaran la historia del último siglo en Europa. A ver si de una vez se enteran de algo.

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