viernes, 22 de diciembre de 2023

Rebaños

 En la serie “The Walking Dead” a las aglomeraciones de muertos vivientes las denominan, el resto de los personajes, “rebaños”. Recordemos que George A. Romero inventó el zombi moderno en La noche de los muertos vivientes, como una crítica a la despersonalización de la sociedad contemporánea. Rebaños son las masas de gente que todas las mañanas me arrollan cuando voy tranquilamente a coger el metro, o los que se agolpan en la puerta del primer vagón y se meten a presión en él, sin mirar más allá de su narices, mientras el último va vacío y rebaños son los que estos días navideños atestan las calles de cualquier ciudad para moverse torpemente de un sitio a otro y devorar, no cerebros, sino todo tipo de productos que se ofertan desde los escaparates de las tiendas. Zombis, al fin y al cabo.

Pero todo rebaño necesita un pastor, y es de los pastores, y de los rebaños por extensión, de quien quiero tratar en este escrito. No del rebaño cristiano, pues ya sabemos todos que los cristianos son un rebaño consentido -no lo digo yo, lo dice el Evangelio- y el sacerdote, como representante de Cristo, es el  pastor. Pero hay otros pastores, que crean y cuidan de los rebaños a los que me refería más arriba. El primero de estos pastores, yo creo que no hay duda de ello, es la televisión. Había un grupo en los setenta –“Topo” se llamaba- que cantaba “la tele es nuestra amiga, la tele te vigila”. Que la televisión es ahora mismo el instrumento fundamental para crear opinión pública -si es que eso existe- es algo indudable. Lo que sale por la tele conforma modas, uniformiza al personal y, por lo tanto, crea rebaño. Y para que el rebaño no se descarríe ahí está el pastor catódico -ya no hay televisiones de rayos catódicos, pero bueno- encauzándolo por el buen camino con  el fútbol y los programas rosas de todo tipo. Claro, que si hoy hay un pastor mucho más efectivo que la televisión ese es el teléfono móvil. Una de las características del rebaño moderno, a diferencia del rebaño de zombis o del rebaño de ovejas, es que el rebaño actual no levanta los ojos del suelo. No mira al frente, sino que mira al aparato que llevan entre sus manos. Eso hace que caminen todos agrupados, en una masa compacta pero que ninguno vea lo que tiene al lado, ni más allá de él. El móvil es el pastor perfecto, pues permite que cada oveja tenga su pastor personalizado, que va siempre con él y que le ofrece aquello que necesita en cada momento. Yo supongo que no tardará mucho en llegar el momento en que a cada una de las ovejas se les instale un chip en el cerebro que haga las veces de móvil y que permita al gran pastor que está detrás de los dispositivos individuales de pastoreo -pues no nos engañemos, siempre hay un interés pastoril subyacente a la construcción y manejo del rebaño- manejarlo mejor. De hecho esto, que por cierto ya apareció en uno de los capítulos de la serie “Black Mirror”, está siendo ya investigado por una de las empresas de Elon Musk, uno de los grandes pastores. El móvil, además, permite que los borreguitos estén continuamente conectados a otro de los instrumentos fundamentales del pastoreo de la actualidad: las redes sociales, que más bien deberían ser denominadas rediles sociales.

El fin que todos somos ovejas en estos rebaños modernos. Y no nos engañemos: aquí no hay ovejas negras. No siquiera yo que, al fin y al cabo, veo la televisión, uso el móvil y en cuanto acabe de escribir esto voy a subirlo a un blog y a difundirlo a través de las redes sociales.


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