En un sentido amplio se puede
definir la inteligencia como la capacidad de adaptarse al medio o, más
estrictamente, como la capacidad de resolver los problemas que surgen en el
medio que rodea al organismo. Inteligencia es, por tanto, interactuar con el
medio de tal forma que el organismo pueda sobrevivir en él, pueda adaptarse y
evolucionar. Ateniéndonos a esta definición –que de momento es la única que nos
interesa- observamos dos notas definitorias de la inteligencia. La primera de
ellas es que, según esta caracterización, la inteligencia no es exclusiva del
ser humano. En principio, cualquier organismo que sea capaz de adaptarse a su
medio puede ser calificado de inteligente. Lo que diferenciaría al los humanos
del resto de la especies es que en ellos la inteligencia ha evolucionado hasta
convertirse en su herramienta adaptativa propia y exclusiva. En efecto,
mientras que en otros seres las herramientas adaptativas están constituidas por
características físicas –la velocidad, la fuerza, las garras o el tamaño de las
mandíbulas- y la inteligencia –o la
capacidad de adaptación- lo que hace es poner en funcionamiento estas
herramientas – una gacela “inteligente” correrá cuando huela a un león, no se
quedará quieta-, en el ser humano la inteligencia es adaptativa por si misma,
de tal forma que ha evolucionado hasta convertirse en pensamiento abstracto y
conciencia de sí. Si el ser humano se ha extendido como especie más que ninguna
otra siendo la más débil, una de las que menos descendencia engendra por camada
y aquella en la cual las crías están más desprotegidas cuando nacen –es
decir, una chapuza a nivel adaptativo-
es gracias al desarrollo de su pensamiento y al subsiguiente progreso de la
técnica que tiene como consecuencia principal una desproblematización del
medio.
Y
esta es la segunda nota característica que observamos en la definición de
inteligencia con la que iniciábamos este escrito. El medio es problemático y es
esta problematicidad la que propicia el desarrollo de la inteligencia. En
organismos con un medio muy reducido o que se enfrentan a un número muy pequeño
de problemas adaptativos, la inteligencia se desarrolla muy poco o nada: La adaptación
a un medio cómodo es fácil y va de suyo. En un organismo como el ser humano,
que vive en un medio global y que –como
hemos visto antes- tiene una constitución biológica escasamente adaptativa, la inteligencia
se desarrolla mucho más.
Ahora bien, como se ha señalado más arriba el pensamiento y la técnica humanas –la consecuencia del desarrollo de la inteligencia- han dado como resultado que el medio sea menos problemático, que cada vez sea más fácil adaptarse a él porque presenta menos problemas y los problemas que presenta son más fácilmente resolubles gracias a los adelantos tecnológicos. Si como se ha dicho la inteligencia progresa en su enfrentamiento constante con el medio, el hecho de que éste sea menos problemático ha de producir una involución de aquélla. De hecho, ya existen sociólogos y neurobiólogos que hablan de un descenso en la capacidad intelectual de la especie humana. La gran mayoría de los individuos viven rodeados de avances técnicos que solucionan sus problemas y no se hace cuestión ni de éstos ni de los problemas. Sin embargo, sigue habiendo sujetos que siguen intentando resolver dificultades nuevas, porque el medio sigue plateándolas –más que nunca si cabe, pues la propia tecnología es en sí misma una dificultad que hay que desentrañar- Se corre así el riesgo de que se lleguen a formar dos especies: una de técnicos que se enrentan los problemas y desarrollan cada vez más su inteligencia y otra formada por aquellos que se aprovechan de los productos de los primeros y que no se plantean ninguna complicación, y cuya inteligencia corre el serio peligro de ir involucionando cada vez más.
Ahora bien, como se ha señalado más arriba el pensamiento y la técnica humanas –la consecuencia del desarrollo de la inteligencia- han dado como resultado que el medio sea menos problemático, que cada vez sea más fácil adaptarse a él porque presenta menos problemas y los problemas que presenta son más fácilmente resolubles gracias a los adelantos tecnológicos. Si como se ha dicho la inteligencia progresa en su enfrentamiento constante con el medio, el hecho de que éste sea menos problemático ha de producir una involución de aquélla. De hecho, ya existen sociólogos y neurobiólogos que hablan de un descenso en la capacidad intelectual de la especie humana. La gran mayoría de los individuos viven rodeados de avances técnicos que solucionan sus problemas y no se hace cuestión ni de éstos ni de los problemas. Sin embargo, sigue habiendo sujetos que siguen intentando resolver dificultades nuevas, porque el medio sigue plateándolas –más que nunca si cabe, pues la propia tecnología es en sí misma una dificultad que hay que desentrañar- Se corre así el riesgo de que se lleguen a formar dos especies: una de técnicos que se enrentan los problemas y desarrollan cada vez más su inteligencia y otra formada por aquellos que se aprovechan de los productos de los primeros y que no se plantean ninguna complicación, y cuya inteligencia corre el serio peligro de ir involucionando cada vez más.
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