En el
artículo anterior decíamos que la virtud es aquello que hace que algo sea
bueno, y acabábamos considerando el hecho de que, para determinar qué es lo que
hace que algo sea bueno, es necesario primero establecer primero qué es ese
algo a lo que queremos añadirle la nota de la bondad. Porque no es lo mismo un
martillo que un caballo y, por ende, no puede ser lo mismo lo que los hace
buenos a ambos.
El problema que nos encontramos en
este momento es fijar qué es lo que hace que algo sea lo que es, porque solo
sabiendo esto podremos predicar del algo en cuestión las notas las notas que
nos ayuden a estipular qué es lo que lo hace bueno. Y, ante este problema, se presenta
un nuevo problema de una entidad aún mayor. Porque de algo que es podemos
afirmar que es, simplemente, como dirían los antiguos griegos, y desde este
punto de vista todas las cosas serían iguales, pues todas existen -si no
existieran no serían cosas-. Ahora bien, si todas las cosas son iguales porque
existen entonces la virtud sería la misma para todas. Virtud sería lo que hace
que algo sea bueno como existente y, en este sentido, la virtud de un martillo
y la virtud de un caballo serían la misma, puesto que ambos existen.
Pero tampoco hace falta ser tan
extremo. Podemos considerar, no que todas las cosas que existen son iguales en
tanto que existen, sino que todas las cosas que poseen las misma características,
la misma definición, son iguales, y por lo tanto que poseen todas la misma
virtud. Así todos los caballos serían iguales y su virtud sería la misma para
todos, y lo mismo ocurriría con los martillos. Estaríamos, entonces, en lo que definíamos
como virtud en el escrito anterior y en el comienzo de éste: virtud es lo que
hace que algo sea bueno. Así, todos los caballos serían buenos caballos por lo
mismo, de la misma manera que lo que hace que un martillo sea bueno sería lo
mismo que hace bueno a otro martillo.
Ahora bien, si nos fijamos un poco
nos daremos cuenta de que no todos los individuos de una misma especie, ya sean
martillos ya sean caballos, son iguales. Hay caballos de carreras, caballos de
tiro y caballos de batalla, de la misma manera que hay martillos para clavar
clavos y martillos para tirar paredes. Parece, por lo tanto que la virtud del
caballo no es la misma para todos los caballos, y así, no sería la misma la
virtud que hace bueno a un caballo de tiro que la que hace bueno a un caballo
de carreras, de la misma manera que no es la misma la virtud de un martillo
para clavar clavos que la virtud de un martillo para romper cabezas.
Entiendo que se han dado cuenta
todos de por donde quiero ir y que no es necesario que siga desmenuzando aún
más las especies. En última instancia, todos los individuos de una misma especie
son diferentes y, por lo tanto, lo que les hace buenos también es diferente. De
esta forma la virtud sería propia de cada uno de los individuos y lo que hace
bueno al individuo A no es lo mismo que hace bueno al individuo B. Hemos pasado
así, de considerar una virtud general para todas las cosas que existen a una
virtud particular para cada una de ellas y, aun teniendo claro que la virtud es
lo que hace que algo sea bueno, no tenemos claro, sin embargo, qué es lo que es
la virtud propia de cada cosa. Porque lo que si está claro es que la virtud no
puede estar flotando en el vacío. Si es lo que hace que algo sea bueno necesariamente
habrá de estar relacionada, unida con ese algo, ya se considere a ese algo como
formando parte de la totalidad de las cosas que existen, ya se le considera
como un individuo particular. Y es que reflexionando sobre la virtud nos hemos
dado de narices con otro problema, que es el problema de las esencias. Pero ese
problema lo investigaremos otro día.
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