jueves, 14 de mayo de 2020

Toque de queda

Un toque de queda tiene como principal función hacer que los ciudadanos se queden en su casa para evitar disturbios o saqueos. El estado de alarma es un estado excepcional que tiene como objeto poner freno o paliar una situación excepcional. Si el estado de alarma se convierte en algo normal, si pierde su carácter de excepcionalidad, entonces deja de ser un estado de alarma y se transforma en otra cosa. Es lo que ocurre actualmente en España. El Estado de alarma ha dejado de ser eso, y se ha transformado en lo que llaman la nueva normalidad.

            Vayamos a los hechos. Los hechos son que la situación que provocó la declaración del Estado de alarma ya no existe, y por lo tanto éste ya no cumple ninguna función, o al menos no cumple aquella función por la que se declaró. No se me echen las manos a la cabeza. Hace tiempo que nos movemos en el error de pensar que el estado de alarma tiene como función salvar vidas. Yo no digo que no las haya salvado, porque sinceramente como soy más tonto que los demás no lo sé, pero lo que sí digo es que si las ha salvado esto ha sido simplemente un subproducto de su verdadero objetivo. Si repasan las declaraciones de los miembros del gobierno, de los miembros de la oposición y de los representantes de los medios durante los días inmediatamente posteriores a la declaración de la alarma, todos coinciden en que su objetivo era evitar el colapso del sistema sanitario. Ahora bien, el sistema sanitario ya no está colapsado, de hecho hace mucho tiempo que no lo está. El colapso se mantuvo durante las últimas semanas de marzo y las primeras de abril y poco más. Esos son los hechos. Todos lo demás son elucubraciones sin base empírica sobre una supuesta segunda ola de contagios, algún que otro rebrote, o que por pararnos a charlar con un conocido vamos a provocar el contagio de medio mundo, producto, como dice mi madre, de que tenemos más miedo que vergüenza.

            Si ya no existe la situación objetiva que provocó el estado de alarma ¿por qué se sigue manteniendo? Porque ahora viene muy bien para evitar la protesta social. Viene tan bien para evitar la protesta social (que no es solo de derechas, por mucho que digan, porque ni yo ni el gobierno valenciano somos de derechas) que el presidente del gobierno está pensando el ampliarla por un mes más. Yo no soy jurista, así que no voy a entrar a discutir la constitucionalidad de esta medida, pero vamos, cualquiera que sepa leer puede apreciar que el Artículo 116 de la Constitución española, apartado 2, donde se regula dicho estado explícitamente dice que “el estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días” (las cursivas son mías), aunque supongo que esto, como todo en la actualidad, será interpretable. Es decir, que ya no solo es que se mantenga actualmente dicho estado sin que exista la razón objetiva que lo provocó, sino que se va a mantener durante un mes, sin saber -porque eso no lo puede saber nadie y una cosa es ser Pedro Sánchez y otra ser adivino- cuál va a ser la situación dentro de un mes. Eso sí, se logrará esquivar el control de Parlamento, que permanece cerrado y que solo se abre una vez a la semana y no precisamente para elaborar leyes, que es su función principal, y que con la prórroga de un mes seguirá funcionando a medio gas hasta, curiosamente, el 30 de junio, que es cuando termina el periodo de sesiones, mientras el presidente del gobierno sigue gobernando revestido de poderes absolutos son ninguna cortapisa democrática. Manteniendo encerrados a los ciudadanos durante meses sin ofrecer ningún tipo de solución salvo el encierro en sí mismo, cuando hasta los presos saben cuánto durará su condena. Lo que, según palabras del propio presidente del gobierno, iba a ser una solución temporal amenaza con convertirse en definitiva, a no ser que entendamos que todo es temporal, y que tan temporal es un periodo de quince días como de quince años.

            Repito, el estado de alarma ahora mismo solo tiene como objetivo desactivar la protesta social. Basta con ver la última orden a la policía al respecto de perseguir los mensajes en redes sociales que alienten la protesta contra las decisiones gubernamentales. Porque, mirado fríamente, genera más problemas de los que soluciona, problemas que son los que provocan esa protesta. Problemas económicos que ya estamos viendo y que veremos cada vez más, con personas (PERSONAS) haciendo cola durante siete horas para que les una bolsa de comida, el paro en aumento y el PIB por lo suelos; problemas de descontento social, como ocurrió ya en Italia y Alemania aunque los medios españoles hayan pasado de puntillas por encima de ellos. Y problemas sanitarios, con una previsión de aumentos de los infartos hasta ponernos al nivel de hace veinte años, y un incremento de las enfermedades mentales que aún no se ha cuantificado pero que se anuncia como trágico.  ¿Estado de alarma? No, toque de queda.

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