Las últimas declaraciones del
Ministro Wert son dignas de un ejercicio de hermenéutica en profundidad. Aunque
es de temer que esa hermenéutica acabe resultando imposible –o sea una
hermenéutica de lo imposible- porque de aquello que no tiene ningún sentido
poco sentido se puede extraer. Las susodichas declaraciones –o al menos el fragmento
de texto a analizar- son la siguientes “... si se mejora el rendimiento –sobre
todo en matemáticas, lectura y escritura-de los estudiantes de un país
aumentará su rendimiento económico, lo que es esencial, porque permite recortar
inversión en educación, y al mismo tiempo que se mejore el rendimiento de los
estudiantes”
Si
ustedes, después de leer estas líneas, no entienden nada no se preocupen,
porque nada se ha dicho. O más bien sí: lo que se dice está fuera del texto, al
margen o entre guiones, pero de esa parte nos ocuparemos más tarde. Me centraré
ahora, por tanto, en la parte principal o el cuerpo del texto, el cual,
exceptuada la proposición entre paréntesis, quedaría como sigue: “... Si se
mejora el rendimiento de los estudiantes de un país aumentará su crecimiento económico[1] (el
del país, se supone, no el de los estudiantes), lo que es esencial porque
permite recortar inversión en educación y al mismo tiempo que mejore el
rendimiento de los estudiantes”. Si están ustedes pensando lo que están pensando,
efectivamente tienen razón: lo que viene a querer decir el texto de marras es
que si se mejora el rendimiento de los estudiantes, entonces se mejorará el
rendimiento de los estudiantes, eso si, no se sabe como. Se supone que el Ministro
Wert leyó estas ideas en la obra de un profesor de la Universidad de Stanford. Dejando
aparte que el hecho de pertenecer al elenco profesoral de la Universidad de
Stanford no es, en puridad, garantía de rigor intelectual, podemos suponer que,
o bien el Ministro Wert no se enteró de lo que leía, o bien se enteró
perfectamente. Aun en este segundo supuesto –que vamos a dar por válido puesto
que a un señor Ministro hay que presumirle, al menos, una cierta competencia en
comprensión lectora- de lo que no se ha dado cuenta sin duda es de la falacia
lógica que encierra el argumento. Podría este reducirse a la regla del “Modus
Ponens”, puesto que de un condicional se trata,
y en este caso adoptaría la siguiente forma: “Si se mejora el
rendimiento de los estudiantes entonces se podrá recortar en educación. Se
mejora el rendimiento de los estudiantes, luego se puede recortar en educación”.
Y de nuevo tienen ustedes razón si están pensando lo que están pensando. El
Ministro Wert no ha dicho esto sino, más bien, esto otro: “Si se mejora el rendimiento
de los estudiantes entonces se podrá recortar en educación. Se recorta en
educación, luego se mejora el rendimiento de los estudiantes”, lo que hay que
suponer ya que, si bien no dice cómo se mejora el rendimiento, si que ha
aplicado estos recortes antes de producirse la mejora. Evidentemente el “Modus
Ponens” del Ministro Wert es una violación de la regla lógica que elimina todo
el sentido del argumento.
Pero
decíamos mas arriba que el verdadero sentido de este texto que nos ocupa no
está en el texto mismo, sino en lo que se sitúa al margen, la apostilla o añadido
que reza : “sobre todo en matemáticas, lectura y escritura”. Aquí si que es
posible profundizar y la conclusión a la que se llega parece clara –sobre todo
por el “sobre todo”-. De lo que se trata es de que los estudiantes sepan sumar,
leer, escribir y nada más. Recuerdo un personaje de un poema de Pemán que
“sabía leer y escribir lo justo” pero tenía el corazón inflamado de ardor
patriótico, que era el modelo de individuo que pregonaba el franquismo. Si los
ciudadanos saben sumar, leer y escribir, y nada más, se habrá conseguido formar
una masa ignorante y no cualificada, mano de obra barata que aceptará cualquier
trabajo, con cualquier sueldo y en cualquier condición, y que no tendrá la
capacidad intelectual suficiente como para poner en entredicho las decisiones
del gobierno o de la empresa. Esto, según el Ministro Wert y, nos tememos, el
profesor de Stanford, es lo que permitirá aumentar el crecimiento económico –un
trabajo en régimen de semi-esclavitud, sin derechos laborales ni sociales, como
en China, sin ir más lejos-, aunque no está tan claro si del país o de las
empresas –a no ser que las empresas se identifiquen con el país-. La
cualificación técnica que todos los líderes mundiales pregonan como la única
salida de la crisis queda para las élites que estudian en instituciones
privadas. Porque, como dijo Esperanza Aguirre en su época de Ministra de
Educación. “El problema de la Educación en España es que los campesinos ha
querido aprender a leer”.
[1] .- Es evidente que el crecimiento
siempre aumenta, mientras que el decrecimiento disminuye. Lo raro sería
encontrar un crecimiento que disminuyera.