domingo, 29 de junio de 2008

Eurocopa y racionalidad

Economistas y sociólogos utilizan el llamado "principio de caridad"para determinar la racionalidad de acciones aparentemente irracionales. Según dicho principio toda acción humana es por principio racional, de tal forma que es necesario realizar todos los ensayos posibles para buscar la racionalidad a una acción supuestamente irracional. Sólo después de repetidos fracasos se puede determinar la irracionalidad real de dicha acción. Durante mucho tiempo he estado utilizando dicho principio de caridad para intentar encontrar una explicación racional a determinados comportamientos de mis congéneres, especialmente los relacionados con el fútbol y más especialmente aún a aquellos que se producen después de la victoria de su equipo. Como por efectividad practica el principio de caridad no puede ser extendido al infinito, después del partido de España contra Rusia tuve que aceptar que las conductas post-victoria futbolística de la masa social son definitivamente irracionales.
Personas seguramente excelentes en su vida personal y familiar: padres, madres, estudiantes, funcionarios, jubilados, gentes de toda clase y condición de pronto se transforman en una turba irracional que se lanza enloquecida a la calle, enarbolando banderas, gritando, haciendo sonar las bocinas de sus coches, bañándose en las fuentes pùblicas, hasta altas horas de la madrugada, no durmiendo ni dejando dormir. Gentes que al día siguiente tendrán que volver a sus ocupaciones, retornarán su alienación cotidiana sin que la victoria de la noche anterior signifique absolutamente nada para la dignificación de sus vidas. Y no se le ocurra a nadie, no ya poner en duda la racionalidad de este comportamiento, sino ni tan siquiera protestar porque no puede dormir, porque entonces el que proteste será el irracional y, lo que es peor, el antipatriota, el extraño, el alienado, el enemigo. Y todo esto no porque se haya descubierto el secreto de la inmortalidad sino porque once individuos se han tirado noventa minutos corriendo detrás de una pelota y han conseguido meterla tras veces entre unos palos clavados en el suelo, mientras que otros once, que estaban enfrente de ellos, después de correr también durante noventa minutos detrás de la misma pelota, no la han metido entre los tres palos ni una sola vez.
Pero por algún sitio tiene que haber algún atisbo de comportamiento racional, o al menos de intenciones racionales en todo este panorama. Si no está en la masa tiene que estar en otro sitio. Y ese otro sitio sólo puede ser el poder. Después de lo de anoche -y no digamos nada si hoy España gana la Final- ya no existen crisis, hipotecas, paro -no hay más que recordar que la misma mañana del partido el Ministro de Trabajo, anunciaba que para el año que viene la tasa de paro estará en el 11%- trabajo precario, inflación, Euribor..., ya no hay nada. Todo es estupendo y maravilloso. La vida es bella porque estamos en la Final. Se incita desde los medios a la gente a lanzarse a la calle, se les excita el orgullo de la españolidad, del nacionalismo más rancio. Se pone una pantalla gigante de Televisión en una plaza pública del centro de la ciudad colapsando ésta (la tele es nuestra amiga. Que buenos son los Padres del colegio). Por más vueltas que le doy no encuentro una solución. Todo acaba en el límite del principio de caridad. Es un comportamiento perfectamente irracional y por lo tanto -por el mismo principio de caridad- no humano.

domingo, 22 de junio de 2008

Transportes: Block-out y chantaje.

Voy a aclarar mi postura acerca de la huelga de los transportistas, para que todo el mundo sepa a qué atenerse.
1) En primer lugar considero que esta es una huelga patronal. La huelga desde un punto de vista marxista se define en términos de propiedad y poder. Los medios de producción son propiedad del empresario que los pone en manos de los trabajadores y éstos tienen el poder sobre ellos. En esto consiste una huelga: en que los trabajadores, gracias al poder que tienen sobre esos medios productivos pueden paralizarlos y hacerlos así inútiles para el empresario desde el momento en que no generan capital y pierden su carácter de propiedad privada -que se define como aquella propiedad generadora de capital. En esta huelga de autónomos y pequeños empresarios los medios de producción son propiedad del empresario y además están en su poder. Es decir, es el empresario el que paraliza sus propios medios de producción. Esto en una huelga patronal, un block-out.
2) En segundo lugar, las razones de esta huelga escapan a mi comprensión. En el fondo se trata de que como los negocios van mal es el Gobierno el que debe resarcir las pérdidas. Cuando uno monta un negocio sabe que entra dentro del mercado y que es el mercado el que marca las reglas, incluidos los precios. Digo yo que si los precios son los que son es porque en algún momento el propio mercado los ha regulado, es decir, los transportistas los han aceptado. Y si ahora los precios no alcanzar a cubrir los costes de producción -léase el precio del combustible- es el propio mercado el que debe volver a regularlos. Si no se pudiese trabajar con esas tarifas, no se trabajaría -igual que un albañil no me va a construir un chalet por mil euros- con lo cual los contratistas se verían obligados a pagar más. El problema es que por lo que parece las grandes empresas si que pueden trabajar por esos precios, lo que demuestra que en el fondo el mercado se sigue autorregulando. Que los pequeños empresarios no pueden competir con las grandes empresas es algo que se dijo hace ya mucho tiempo, y no es un problema del transporte sino de todo el mercado en general. . En todo caso pretender que se impongan unas tarifas mínimas en un sistema capitalista es una barbaridad y demuestra la tradicional posición pequeño-burguesa de no haberse enterado de nada -aparte de que no se puede obligar a nadie a trabajar por un precio si puede hacerlo por uno menor-. Y luego está la típica actitud española de que cuando las cosas no salen como uno quiere se exigen responsabilidades al Estado -y esto desde los afectados por el caso de Afinsa hasta las constructoras- que es lo mismo que exigírselas a toda la sociedad, pero siempre eludiendo la responsabilidad propia. Alguien dirá que hablo desde parámetros capitalistas. Por supuesto, ya que es el sistema en el que nos movemos y en este caso nadie lo ha puesto en duda. Y si no que me digan los transportistas si estarían dispuestos a aceptar un sistema socialista donde los camiones no serían suyos, sino de Estado, y donde no se regularan sólo las tarifas, sino también los itinerarios, las cargas y el tiempo de trabajo. ¿Lo aceptarían?, ¿no?. Pues eso.
3). En tercer lugar no se puede tolerar un block-out como este que ha supuesto un chantaje a toda la ciudadanía. El Gobierno ha hecho lo que debía al mandar a la Guardia Civil. Recuerdo una huelga parecida a esta -en Chile allá por el año 1973- que supuso la caída y el asesinato de Salvador Allende y la subida al poder de Pinochet.

viernes, 13 de junio de 2008

Si somos liberales, somos liberales

La idea central del liberalismo económico consiste en que el Estado no debe intervenir en la marcha de la Economía de una nación o, lo que es lo mismo, que se debe dejar libertad al mercado para que se autorregule lo que supuestamente, y entre otras cosas, determinará el precio real de los productos. No voy a entrar en si esto es cierto o no -pienso que en parte sí y en parte no- pero voy a utilizar esta definición para realizar un comentario de algunos aspectos de la situación económica actual ateniéndome exclusivamente a ella: es decir, un análisis escrupulosamente liberal.
Según la política liberal todo sector económico debe estar libre de la intervención del Estado, incluido el sector energético que abarca tanto el campo de la electricidad como el de los combustibles. En España -y en el resto de Europa- el Estado practica una política proteccionista en estos sectores considerados estratégicos, inyectando ayudas tanto a las compañías privadas eléctricas como a las petroleras y dictando en el primer caso los precios de al energía. Lógicamente estas ayudas, que salen directamente de las arcas públicas, han de reponerse para no dejar un déficit en éstas y lo hacen vía impuestos. En suma, si nos atenemos a la definición del principio, la política económica en lo que respecta a estos sectores no es liberal aunque estén en manos privadas: ayudas económicas a las empresas, imposición de precios y carga de impuestos indirectos. Por otra parte las empresas, que reclaman más libertad de mercado en otros campos no lo reclaman en éste y los discursos políticos que son liberales a la hora de hablar de salarios o de productos de primera necesidad o de horarios comerciales no lo son cuando se refieren a estos sectores.
Bajemos ahora a los hechos concretos. El primer hecho concreto es el precio de los combustibles. El precio de gasóleo de automoción ronda ya los 1,33 euros. Es indiferente ahora si este precio se debe a la subida del petróleo, a su escasez o a las prácticas acaparadoras de los compradores en Bolsa. Lo que me interesa destacar es que de ese precio aproximadamente 85 céntimos de euro son impuestos indirectos, impuestos con los que se está gravando el producto mientras el Estado sigue dando ayudas millonarias a las petroleras e impuestos que resultan necesarios al compensar el agujero de estas ayudas. Si se eliminaran estos impuestos el precio del gasóleo sería de unos 50 céntimos de euro el litro pero a su vez eso supondría que no se podría seguir inyectando dinero público en las empresas del sector. Ahora bien, esta sería una solución estrictamente liberal, solución a la que se recurre cuando los transportistas en huelga piden una imposición de tarifas mínimas (con la que no estoy de acuerdo, lo mismo que con nada de lo referente a esta huelga patronal) y el gobierno se niega porque es incompatible con la libertad de precios y de mercado, cosa que es cierta.
El segundo hecho concreto es la subida de las tarifas eléctricas. Este caso es aún más sangrante que el anterior. La energía -como ya se ha dicho- es un sector considerado estratégico. El Estado mantiene en sus Presupuestos una partida de ayuda a las compañías eléctricas y marca los precios de consumo de la energía, precios que han aumentado porque las compañías supuestamente arrastran un déficit -que es el causante de que se repartan las ayudas- mientras están marcando beneficios récord año tras año. Según la política liberal habría que eliminar las ayudas y la imposición de precios por parte de la Administración, siendo la libre competencia entre las compañías la que determinara el valor real de la energía. ¿Cuántas eléctricas estarían dispuestas a aceptar algo así?.
Mientras tanto los que se dicen liberales están propugnando la intervención del Estado para atajar la crisis, mientras que los que se dicen socialistas son partidarios de dejar que el mercado se autorregule. Que Marx y Adam Smith me lo expliquen porque yo no entiendo nada.

viernes, 6 de junio de 2008

España Descerebrada

No hace mucho leí en algún periódico una carta de un individuo que exigía que el Estado le regalara un piso y un coche. Ante el acelerado proceso de descerebramiento social del que este caso es ejemplo hacía tiempo que tenía ganas de escribir algún que otro comentario.
Normalmente se considera que este tipo de actitudes son propias de la juventud. Sin embargo, el individuo anterior tenía 21 añitos y hay gente con más edad que hace y dice las mismas necedades. No cabe duda de que estas conductas son conductas de adolescente y si se dan en adultos hechos y derechos es porque en la sociedad actual la adolescencia dura hasta más allá de los treinta. En todo caso el comportamiento de este amplio grupo de descerebrados sociales está marcado por unos rasgos característicos.
a) Falta de esfuerzo. Normalmente se dice que las conductas comentadas se producen porque esta generación lo ha tenido todo. Yo discrepo de ese análisis. Los que ya pasamos los cuarenta también lo hemos tenido todo, no nos engañemos. La gran diferencia es que desde pequeños sabíamos que hacía falta esforzarse para conseguirlo y eso es lo que hoy ya no se tiene en cuenta. La gente piensa no sólo que todo lo que desea les va a caer del cielo, sino que además lo justo es que les caiga y cuando eso no ocurre -que no suele ocurrir sobre todo a partir de cierta edad- se indignan, se frustran y lo exigen. Y entre otras muchas razones esto pasa porque han aprendido que es así y se lo han enseñado donde se enseñan las cosas: en la escuela. Han aprendido que se puede pasar de curso y obtener un título sin hacer absolutamente nada, que todas esas cosas se regalan, y eso es lo que aplican en su vida adulta,
b) Falta de responsabilidad. Lógicamente, si todo te viene regalado, si no es necesario esforzarse por conseguir nada, no hay ninguna responsabilidad individual. Cuando las cosas no salen como uno quiere la responsabilidad no puede ser personal, ya que la decisión no es personal y consiguientemente no tengo porqué emplear mis fuerzas en conseguirlas. La responsabilidad recae sobre aquellos que supuestamente tenían que habérmelas dado y no lo han hecho. Así encontramos desde drogadictos que culpan a la sociedad de sus problemas hasta descerebrados que contratan hipotecas de mil euros ganando el sueldo mínimo pensando que alguien tiene la obligación de ayudarles y si no lo hacen la responsabilidad no es suya, sino de aquéllos.
c) La responsabilidad va indisolublemente unida a la decisión, a la elección. Si no se toman decisiones uno no es responsable de nada, de tal forma que la gente adopta la postura cómoda de no pensar, no elegir, dejar que todo se lo den hecho, dejarse llevar, hacer lo que los demás hacen sin pararse a pensar si ellos pueden permitírselo o simplemente si es mínimamente lógico o racional: la estupidez más plena. Si todo el mundo se compra un piso entonces yo también aunque no pueda pagarlo, porque no le he decidido yo, lo ha decidido la masa. Si la decisión no es mía la responsabilidad tampoco y es quien ha decidido por mí quien debe aceptarla. Lo que no saben -y se niegan a aceptar- es que quieran o no las decisiones son siempre personales. Incluso la decisión de no decidir o de ser un idiota.
d) Como consecuencia de todo esto la idea generalizada es que se tiene derecho a todo, pero ello no lleva consigo ningún deber. Los deberes son de los demás -de la familia o el Estado-. El descerebrado piensa que tiene derecho a vivir su vida y sus padres tiene el deber de proporcionarle lo que él considera necesario para ello -ya sea un plato de garbanzos o un Ferrari- pero eso sí, él no tiene ningún deber para con ellos. Se tiene derecho a un piso y a un coche y el Estado tiene el deber de darlo, pero no hay ningún deber con respecto al Estado. Los derechos son míos, los deberes de los otros.
Pero al final, cuando no puedas pagar la hipoteca, el banco irá a por ti aunque no seas responsable, aunque no hayas tomado la decisión, aunque tengas derecho absoluto y aunque tus padres o el Estado no quieran o no puedan ayudarte -porque no tienen obligación. Y por mucho que llores, exijas o te quejes seguirás siendo un descerebrado.

domingo, 1 de junio de 2008

¿Antifascistas de qué?

Escribo esta crónica de urgencia desde la más absoluta indignación o rabia o repugnancia o no se como llamarlo. Esta mañana andaba yo paseando por el centro de Madrid, donde al parecer algún grupúsculo antifascista, o antiglobalización o algo así había convocado una de sus habituales algaradas. El caso es que un momento determinado me he cruzado con unos cuantos de estos elementos que andaban tirando los materiales de una obra de la calle: sacos de arena, ladrillos, palés,etc. En ese instante ha pasado por allí una pareja de inmigrantes sudamericanos con un bebé en un cochecito y les han recriminado que casi le dan al niño con un saco. En vez de hacer lo que cualquier persona inteligente hubiera hecho, que es darte cuenta de que estás haciendo el imbécil y marcharte a tu casa, se han encarado con ellos, les han intentado agredir -han hecho ademán, porque el hombre de una mano de guantadas habría despachado a los cinco o seis que era- y, lo más indignante de todo, los han llamado ¡fascistas!. ¡Pero en qué cerebro de mosquito cabe llamar fascista un trabajador inmigrante que a lo mejor está en Madrid huyendo de algún régimen fascista como el que éstos ignorantes nunca han conocido ni, por suerte para ellos, conoceran!. Antifascistas de cartón que no son más que una panda de niñatos de papá a los que no les falta de nada, excepto educación, jugando a ser revolucionarios cuando no tienen ni idea, no ya de lo que es una revolución, sino de lo que es ser de izquierdas. Vándalos incultos que no saben que al fascismo se le ha combatido siempre con la inteligencia y no con la violencia. Cretinos que usurpan la lucha de gente como Paz, Neruda, Alberti, Malraux, Hemingway, Tolstoi, Guillén, Tzara, y tantos otros. Pero claro estos mentecatos no saben ni quiénes son; seguro que para ellos, como no tiran piedras, todos estos intelectuales son también fascistas. Lechuguinos cretinos que no tienen ni idea de lo que es ser antifascista, porque claro, no tienen ni idea de lo que es un fascista. Ahora bien, eso lo tienen fácil, que se miren a un espejo y se harán una idea aproximada.