viernes, 30 de mayo de 2008

El PP y la autoridad moral

Como hace mucho que no hablo del trema de moda -el PP- no estaría de más comentar un poco los últimos acontecimientos -que tal y como van las cosas en ese partido ya se han quedado antiguos-. Entre estos eventos hay algunos cuyo comentario es obvio y otros que -aun siendo igual de obvios- no parece que se vean así y que resultan especialmente preocupantes.
Que lo del PP no es una lucha ideológica es algo de lo que cualquiera se puede dar cuenta sin necesidad de ser un fino analista político. Primero porque la propia génesis del PP, aglutinando tanto a sectores del centro derecha de UCD como a la derecha moderada de AP e incluso a elementos de extrema derecha, hace muy difícil, por no decir imposible, hablar de un perfil ideológico definido en el partido. Y en segundo lugar porque ni ellos mismos tienen clara cuál es su ideología. Si Esperanza Aguirre es liberal entonces Adam Smith se sitúa en algún lugar entre Marx y Bakunin. El problema del PP es una lucha por el poder pura y simple, que ni siquiera se da entre duros y blandos, sino que es meramente personal y donde los que tienen menos posibilidades de alcanzar el poder supremo del partido se ponen a la sombra de los cabecillas para ver si así les cae alguna miga del pastel. Lo cual resulta lógico si pensamos que lo único que puede unir a un partido de cerca de 700.000 militantes con ideologías diversas sólo puede ser el afán de poder o de obtener alguna prebenda. Según las últimas noticias parece que ahora Rajoy pretende colocar a Esperanza Aguirre en su candidatura del Congreso de Valencia, pretensión que no es sino una de tantas formas de poner a la zorra a cuidar el gallinero. Pero sobre este tema ya se ha dicho mucho y en realidad no importa demasiado. Si se quieren destrozar entre ellos mejor para los demás.
La cuestión que si que resulta alarmante es la que rodea a la dimisión -o supuesta dimisión o lo que sea- de María San Gil. Cuando empezó este asunto alguien del PP (no recuerdo su nombre) hizo unas declaraciones de las que ponen los pelos de punta. Según este señor: "Si María San Gil no firma una cosa la equivocada no es María San Gil, sino la cosa". La cuestión no es que una cosa pueda o no estar equivocada, que supongo que podrá estarlo. Lo verdaderamente grave es la idea subyacente de que María San Gil no puede equivocarse nunca -algo que han repetido hasta la saciedad, de una u otra forma, todos los dirigentes enfrentados a Rajoy-, que está en la verdad absoluta. ¿Y porqué María San Gil no puede equivocarse nunca?. Aquí está el meollo de la cuestión: porque está amenazada por ETA, lleva escolta, es, en suma, una víctima del terrorismo y aquí las víctimas del terrorismo siempre llevan razón. Lo preocupante del caso es la atribución de una autoridad moral suprema e indiscutible a alguien por el hecho de estar amenazado por ETA -o de ser una víctima- y la extrapolación de esta autoridad al campo político y social. María San Gil no es la única amenazada del país Vasco. Los concejales del PP de los pueblos pequeños están tan amenazados como ella y además corren mucho más peligro porque su posición es mucho más débil: según esta argumentación su autoridad moral sería aún mayor. Pero es que una víctima del terrorismo no tiene una autoridad moral mayor que nadie para imponer su determinada visión política y social. Merece todo el respeto, eso sí -y esto es algo que no habría que decir, que se da por hecho, pero que si no se dice estás expuesto a que te acusen de traidor a las víctimas, de amigo de los terroristas y de no se cuantas cosas más-, pero no posee la verdad suprema por ello. De hecho, su autoridad moral quizás sea incluso menor que la cualquier otra persona que no esté implicada directamente precisamente por eso: porque no está implicada y su óptica no está determinada. Y esto es lo que se le exige a un Estado para ser un Estado de Derecho: la imparcialidad y el sometimiento a las leyes. A nadie se le ocurriría juzgar a los pederastas con los padres de las víctimas como jueces y los familiares como jurado. Pensar que alguien así pueda gobernar alguna vez resulta espeluznante.
Y mientras tanto Rosa Díez se quita la careta y abre la puerta de su partido a todos los que se marchen del PP. ¡Qué curioso!.

viernes, 23 de mayo de 2008

Diálogo entre Anselmo y Benito sobre la existencia de Dios. Segunda Parte

ANSELMO.- Pero no es igual pensar en dios que en una tetera gigante. El concepto de Dios implica su existencia, de tal forma que si se puede pensar en Dios, Dios debe de existir.
BENITO.- Tú lo has dicho: su concepto. Si tu piensas en Dios piensas en él como un ser necesariamente existente. y, efectivamente, puesto que piensas un concepto de Dios que no se ha formado empíricamente será necesariamente existente en cuanto pensado, pero no en cuanto real. Cuando el pensamiento crea el concepto de Dios lo crea con el atributo de la existencia, pero ese atributo y ese concepto son sólo eso: un producto de tu pensamiento. Esto no los convierte en reales. El concepto no cea la realidad y la posibilidad no implica la existencia por la misma razón.
A.- Sin embargo vosotros afirmáis que Dios no existe, lo cual no deja de ser una afirmación existencial sobre Dios.
B.- No. Lo que decimos es que no hay pruebas que demuestren su existencia, que no es lo mismo. Vosotros si afirmáis la existencia de Dios sin tener pruebas.
A.- Si que tenemos pruebas. No negarás que existe un ser -o como lo quieras llamar- absolutamente bueno que nos sirve como modelo de bondad. Ese es Dios.
B.- Sin embargo, yo creo que la bondad de ese ser no es más que un reflejo de la bondad humana. Desde luego el Dios de la Biblia, el Dios de los ejércitos , el que ordena a Abraham matar a su hijo e insta al exterminio de los enemigos de Israel no es precisamente un modelo de bondad a seguir. Todo creyente tiene una idea de Dios, un dios personal que es en el que cree y en donde refleja sus propias cualidades porque es una creación suya. Y eso no lo niega nadie. Ningún ateo niega -porque no puede- la existencia de un dios individual en el que cree cada creyente. No podemos negar las creencias de cada uno. A lo sumo, podremos decir que está equivocado.
A.- Y por eso vosotros creéis que venimos del mono.
B.- No, eso no lo creemos: lo sabemos. Todas las pruebas biológicas y fósiles existentes demuestran la evolución del ser humano desde alguna especie de primate. Ahora bien, eso no obsta para que si alguna vez se descubren pruebas que demuestren que la Teoría de la Evolución es falsa y que el mundo ha sido creado por Dios o por una raza de extraterrestres extremadamente avanzada e inteligente lo aceptemos como una verdad científica y asumamos nuestro error. Por eso no podemos negar la posibilidad de que algún día se demuestre la existencia de Dios -o de una raza de extraterrestres inteligentísima o de una tetera gigante orbitando la Tierra-. Ahora bien, si eso ocurre, y con las pruebas actuales, Dios sería un producto de la evolución. Pero insisto, podemos estar equivocados. ¿Cuántos creyentes estáis dispuestos a aceptar eso?

sábado, 17 de mayo de 2008

Diálogo entre Anselmo y Benito sobre la existencia de Dios. Primera Parte

ANSELMO.- Los ateos sois cerrados de mente. no aceptáis la existencia de aquello que no veis.
BENITO.- Al contrario, los ateos tienen la mente bastante más abierta que los creyentes. Ni un sólo ateo niega la posibilidad de que algún día pueda demostrarse científicamente la existencia de Dios. Cuando eso ocurra -si ocurre- aceptaremos su existencia como un hecho científico demostrado, como se acepta la existencia de la Ley de la Gravedad. Ahora bien, mientras esto no pase no hay ni una sola prueba en la que apoyarse para afirmar la existencia de Dios así que la postura más racional es pensar que no existe. Es probable que alguna vez se demuestre la existencia de cocodrilos azules de 300 metros, pero mientras tanto nadie afirma su existencia. Un creyente, en cambio, incluso con todas las pruebas en contra, no acepta que es probable que Dios no exista.
A.- Si embargo, la Filosofía y la Religión han dado ya pruebas racionales de la existencia de Dios.
B.- Si. pruebas metafísicas, no científicas, que han sido desmontadas por la misma Filosofía. Cuando se intentan dar argumentos metafísicos, que no tienen un fundamento en la experiencia sensible, sobre la existencia de Dios y el mundo se cae en antinomias que no explican nada, como demostró Kant y asentó aún más Schopenhauer. Pero es que el mismo Ockham en el siglo XIV ya había destruido las pruebas de Tomás de Aquino al negar la validez universal del principio de causalidad en el que se basan. Ninguna de estas pruebas es una prueba científica y, así, ninguna prueba nada.
A.- Ya. Pero por la misma razón las pruebas que se han aducido para negar su existencia, desde Nietzsche hasta Sartre, son también pruebas metafísicas que no probarían nada.
B.- Efectivamente. Por eso he dicho al principio que no negamos la probabilidad de la existencia de Dios. Las pruebas metafísicas que la niegan no demuestran nada, por lo tanto esa existencia es posible. Pero mientras no se demuestre no se puede afirmar, de la misma manera que no se puede afirmar lo contrario si no se demuestra. En principio, ambas probabilidades son las mismas aunque los indicios en contra son hoy día mayores, con lo cual su no existencia resulta más probable.
A.- Hablas de posibilidad. El propio Kant -y tú mismo- aceptáis la posibilidad de que Dios exista. Y si Dios es posible entonces tiene que existir. Si un ser infinito es posible, entonces tiene que ser real.
B.- Lo cual en principio no negamos. Tan sólo decimos que no se ha probado esa realidad. Puesto que citas a Kant también sabrás que según él la posibilidad no implica la existencia -son dos categorías distintas-. Acuérdate del argumento tan trillado de que no son lo mismo cien táleros reales y cien táleros posibles. El que Dios sea posible significa que su concepto no implica contradicción y por lo tanto se puede pensar en él, pero el poder pensar en Dios no implica su existencia real. De la misma forma que es posible pensar en cocodrilos azules de 300 metros o, como decía Russell, en una tetera gigante orbitando la Tierra. Pero eso no quiere decir que existan, tan sólo quiere decir que son posibles -no contradictorios- y por eso podemos pensarlos y la prueba de que podemos pensarlos en que podemos hablar de ellos, lo mismo que podemos hablar de Dios, sin que eso signifique que existe.
(Continuará)

viernes, 9 de mayo de 2008

El Ministerio de la Basurilla

Ya dije una vez que aquí la educación no le importa a nadie un pimiento y el nuevo reajuste ministerial que despoja al Ministerio de Educación de las competencias universitarias y reune en una sola cartera los asuntos concernientes a la educación, la familia, los asuntos sociales y creo que alguna cosa más es una buena muestra de ello. Estamos de acuerdo en que al repartirse las competencias educativas entre las distintas Autonomías el Ministerio se había quedado sin contenido. En estas circunstancias lo mejor era suprimirlo, pero hacer una especie de ministerio cajón de sastre, convertir la educación en un asunto social como se ha hecho, demuestra un desprecio más que notable por los asuntos relativos a la formación de los ciudadanos.
La posición de la educación secundaria con el reajuste es equiparable a la asistencia social. Se hacen equivalentes las labores educativas con la atención a ancianos, personas sin recursos, indigentes o drogadictos. Bien está que todos tengamos más o menos claro que cada vez más los centros educativos públicos se han convertido en guetos donde se envía para que no estorben a los inmigrantes, los gitanos, o los hijos de familias desestructuradas, que cada vez más la labor de un profesor no es enseñar sino cuidar niños, que al final los colegios e institutos acaban siendo clínicas psiquiátricas o comedores sociales. Ahora bien, de lo que se trata es de evitar estas situaciones, no de institucionalizarlas. Claro que esto no es la primera vez que se hace (que el PSOE lo hace): todo el mundo sabia que existían contratos de trabajo temporales cuya precariedad rayaba con la esclavitud y en vez de solucionarlo se legalizaron las ETT´S.
Por si cabe alguna duda al respecto de lo que acabo de decir no hay más que ver que la Educación Universitaria ha pasado a un nuevo ministerio. La formación que interesa económicamente se mima, la que no interesa porque sólo sirve para formar ciudadanos es abandonada a su suerte. Se ha abierto una brecha entre las dos etapas educativas más importantes que no se debe a causas inocentes sino que obedece a intereses políticos y económicos muy concretos y que va a ser muy difícil de reparar
También habría que comentar la situación en la que quedan los profesores de enseñanza secundaria que de pronto ven truncadas las pocas esperanzas que podían tener de una promoción profesional, así como las viejas aspiraciones de los sindicatos de desarrollar una Carrera Docente. Difícilmente -más todavía- un profesor de Instituto va a poder dar el salto a la Universidad cuando ahora resulta que Institutos y Facultades dependen incluso de Ministerios distintos. Si los méritos docentes en secundaria contaban poco para obtener un puesto universitario ahora ya no van a servir para nada, porque administrativamente educación secundaria y educación universitaria no tienen nada que ver. Contarán más o menos como los méritos de un fontanero. Y eso va a redundar en una falta de motivación de una parte importante del profesorado que sabe que se han esfumado sus pocas posibilidades de promoción y que ya ha alcanzado su techo profesional, que lo único que le queda es dejar pasar los años para que le hagan catedrático cuando se vaya a jubilar. En estas condiciones que nadie se extrañe si el rendimiento es cada vez más bajo, más escaso y peor. Es de cajón que un trabajador que no tiene aspiraciones profesionales no rinde y eso las empresas privadas lo saben muy bien.
Asunto aparte es el lugar que van a ocupar los estudios no tenocientíficos cuando las competencias universitarias pasan a depender de un Ministerio de Ciencia y Tecnología: tienen los días contados. Pero esto, como todo, tampoco es casual. Nada es casual en el Ministerio de la Basurilla.

viernes, 2 de mayo de 2008

Las "Caenas" del 2 de Mayo

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que hoy es 2 de mayo quiero decir unas cuantas cosas acerca de los fastos que nos ocupan que no por poco dichas dejan de ser menos ciertas.
1. En 1808 los franceses no eran invasores, al menos en el sentido estricto del término. El ejército de Napoleón estaba en España invitado por Carlos IV, o más bien por su valido Godoy, porque el rey era demasiado inepto como para tomar decisiones.
2.- Carlos IV y Fernando VII no eran prisioneros de Francia. Estaban en el Palacio de Bayona por propia voluntad y viviendo a cuerpo de rey, y nunca mejor dicho. Parece ser que se olvida con demasiada facilidad que los Borbones son reyes franceses y que Carlos IV era nieto de Felipe V, duque de Anjou, y tataranieto de Luis XIV. Estaban por decirlo así, en el chalé de los abuelos.
3.- El pueblo madrileño no se levantó por su libertad, se levantó por un rey -que lo primero que hizo cuando llegó al trono fue liquidar la libertad- . Su libertad les traía al fresco porque no sabían ni lo que era.
4. El "heroico pueblo madrileño que se alzó en armas contra el invasor francés", estaba compuesto en su mayoría por golfos, hampones y delincuentes de poca monta -lo que más tarde se llamaría lumpen.- Ni un solo miembro de las clases medias cultas movió un solo dedo ese día, porque entre Napoleón y Fernando VII la elección no ofrecía duda.
5. Todo el mundo se calla que unos años más tarde hubo una segunda "invasión francesa": la de los Cien Mil Hijos de San Luis, llamados por Fernando VII que abolió la Constitución de 1812 y ahorcó a los que, entonces sí, luchaban por la libertad.
6. La guerra no la ganaron los guerrilleros -que eran bandoleros y salteadores de caminos-. La ganaron los ejércitos ingleses de Wellington que tampoco luchaban por la libertad sino por los intereses comerciales e industriales británicos en España, sobre todo en Andalucía y el País Vasco.
7. La Guerra de la Independencia no supuso en ningún momento una guerra por la libertad de la nación. Supuso la entronización de un rey absoluto que abolió las pocas libertades que se habían conseguido durante el reinado de José Bonaparte. Si alguien representaba la libertad en 1808 era Francia. Aunque ya resulte aburrido decirlo la Guerra de 1808 fue la del "vivan las caenas".
8. Pasada la euforia de los primeros momentos no creo que exista ni un solo historiador serio que no considere a José Bonaparte como uno de los mejores gobernantes que ha tenido España.
9. Antes de 1808 España era el país más atrasado de Europa económica, social, cultural e intelectualmente. Después de la victoria retrocedió hasta los años más oscuros de la Edad Media. Socialmente el "triunfo de la libertad" impidió la revolución burguesa, que en España se dio tarde y mal en 1931, cuando ya había pasado su tiempo histórico, y con las consecuencias de todos conocidas. Económicamente impidió el desarrollo de la Revolución Industrial, haciendo que España siguiera siendo un país eminentemente agrícola que no podía competir con ninguna nación europea. La poca industria estaba en manos de los ingleses que exportaban las materias primas minerales desde Andalucía a las Islas y que más tarde pusieron en marcha los Altos Hornos del norte de España, bajo su control y en su beneficio. Sólo en Cataluña se desarrolló una industria autóctona, precisamente en la región más tradicionalmente influenciada por Francia. Culturalmente supuso la eliminación de la poca Ilustración que había llegado e intelectualmente significó la hegemonía de la ideología católica ultra-conservadora. Por cierto, que de la lucha contra esta situación surgieron los liberales -a los que ejecutó Fernando VII-, a los que ahora tanto presume Esparanza Aguirre de pertenecer. Lástima de un poquito de lectura.
10. La Guerra de la Independencia, en fin, fue más bien la Guerra de la Dependencia. De la dependencia durante casi 200 años de una Iglesia fanática y cerril, de la dependencia de los caciques, de la dependencia de los gobernantes autoritarios, incompetentes y tarados, y si no véase la lista: Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII y Franco, y entre medias algún que otro militarote borracho. Fue la Guerra de la Dependencia de la incultura la ignorancia y el analfabetismo. Fue la Guerra de la Dependencia del retraso secular. Fue la Guerra de la Dependencia de las caenas