martes, 21 de mayo de 2013

Rezar o pensar I: La religión como ciencia


 Un nuevo argumento se ha añadido al ideario de la curia católica española para justificar la inclusión de la religión en el currículo escolar. La idea de que la religión es un saber científico que, por lo tanto, debe ocupar un lugar en los contenidos a enseñar, al mismo nivel que el resto de los saberes científicos. Esto es nuevo. Tradicionalmente lo que ha hecho el cristianismo ha sido precisamente lo contrario: intentar desligar la ciencia de la religión. Es lo que hizo, quizás con mayor éxito que ningún otro, Guillermo de Ockham, que, aunque diera el pie forzado al desarrollo científico de la Modernidad al separar tajantemente la razón de la fe, la ciencia de la religión, su objetivo era más bien despejar el campo de la religión de las interferencias de la razón. Se podrá decir que Ockham, al fin y al cabo, es el predecesor más inmediato de Lutero (el de la “ramera razón”) y que el catolicismo –a partir de la Contrarreforma tridentina- no ha seguido sus pasos. Se podrá decir, es cierto, si no se tiene en cuenta que Ockham era un fraile franciscano que seguía las doctrinas de San Agustín a este respecto. Y San Agustín si que es un santo católico.
 Aún así, supongamos que la religión es, efectivamente, un saber científico –pasando por encima de Popper que ya dijo que la religión no puede ser una ciencia porque no se puede falsar-. En este caso debería de poder utilizar alguno de los dos instrumentos que utilizan el resto de los saberes científicos para llegar a establecer sus conclusiones: o bien la inducción, o bien la deducción. La inducción, utilizada por la ciencia empírica –como la física o la biología- se fundamenta en la observación de los hechos de la realidad. Parece ser que los hechos que estudia la religión, y sobre todo su fundamentación: la existencia de Dios, son difícilmente observables, con lo cual habría que descartar a la inducción como la base de las teorías científicas que pueda ofrecernos la religión. Pasemos a la deducción, la herramienta usada por las ciencias formales como la matemática o la lógica. La deducción siempre parte de una o varias premisas o verdades evidentes a la razón. Aquí la religión si que podría reivindicarse y decir que el discurso religioso parte de una verdad evidente a la razón: la existencia de Dios. Bien, si la existencia de Dios fuera evidente, no se podría negar. Y el caso es que yo puedo negar la existencia de Dios –sin embargo, no puedo negar la existencia de Rouco Varela, por ejemplo, porque le veo-. Se podría contraargumentar, con Tomás de Aquino, que la afirmación de la existencia de Dios es evidente en si misma, puesto que el predicado “existencia” está incluido en la esencia del sujeto “Dios”. Si esto fuera así, el enunciado “Dios no existe” tendría el mismo sentido que el enunciado “el círculo es cuadrado”, puesto que en las dos el predicado no constituiría la esencia del sujeto, de la divinidad en un caso y de la circularidad en otro. Empero, el enunciado “Dios no existe” no es un enunciado absurdo y puede ser comprendido por cualquiera que lo escuche, cosa que no ocurre con el enunciado”el circulo es cuadrado” que constituye en si mismo un absurdo que no tiene significado.
 En fin, parece que la supuesta cientificidad de la religión no resiste la prueba: no extrae sus supuestas verdades ni de la inducción ni de la deducción y, por lo tanto, constituye un discurso ajeno a la razón científica. No se fundamenta en ésta y de esta forma no ofrece unos saberes objetivos, que puedan enseñados en tanto en cuanto pueden ser comprobados y comprendidos, sino que se fundamenta en la fe, se refiere al ámbito de lo privado y lo subjetivo, de lo que no puede ser comprobado ni comprendido -pues la experiencia de la fe se siente, no se comprende, y cada creyente la siente a su modo: es inefable y por lo tanto intransferible-. Las verdades de la fe, por lo tanto, no se pueden enseñar: se aceptan o no se aceptan, se cree en ellas o no se cree en ellas, pero no pueden ser objetivadas. En estas tesituras lo único que puede enseñar la religión como materia escolar es la doctrina católica, es decir, que su papel se vería reducido a adoctrinar. No enseña a pensar, sino a rezar.  Así que si el gobierno quiere acabar con el adoctrinamiento en la escuela la primera materia que tiene que eliminar es la religión. Quod erat demostrandum