viernes, 30 de junio de 2017

La posizquierda

La RAE ha decidido incluir el término “Posverdad” en su diccionario. Aunque el término es nuevo, el concepto es realmente antiguo. Tiene su origen en los sofistas –Platón les criticaba que, con la Retórica que enseñaban, pretendieran hacer pasar por verdad lo que no lo era- y fue materializado por Goebbles cuando dijo que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad. El caso es que a mí la posverdad no me importa demasiado, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, yo también he inventado un término: la posizquierda. La posizquierda es como la izquierda, pero más moderna: es la izquierda de aquellos que consideran que la izquierda de antes no es verdadera izquierda así que cuando se dicen de izquierdas y a la vez se ven forzados a decir que antes no había izquierda porque la verdadera izquierda es la suya se están moviendo en el ámbito de lo “pos”: la posizquierda. Así que ya no hay derecha e izquierda: ahora hay posizquierda y derecha-de-toda-la-vida. El que no comparte los postulados de la posizquierda es de derechas-de-toda-la-vida. Aunque sea de izquierda de la de antes.
            
Lo que más llama la atención de la posizquierda es su fervor religioso. Es más, la característica central de esta posizquierda es que es una religión al uso. De esta manera comparte los caracteres de cualquier religión. Es dogmática, pues se considera a sí misma en posesión de la verdad absoluta mientras todos los demás –la derecha-de-toda-la-vida- están siempre equivocados. Lo cual la recubre de la tranquilidad de espíritu necesaria para poder mirar desde las alturas de las gradas del paraíso, mientras otros se pudren en el infierno de su propia ignorancia. Es maniquea, pues establece una distinción neta entre en bien y el mal. Ella, lógicamente, es el bien, mientras que el resto son el mal. Los que comparten sus posturas son los buenos y los que no son los malos en una lucha eterna entre el bien y el mal en la que ellos están destinados a vencer; herejes que deben ser condenados por la posinquisición de las redes sociales. Tiene una raíz mítica, pues predica una vuelta a la naturaleza, a la creación divina y considera que todo lo que atenta contra esa unión espiritual entre individuo posizquierdista y naturaleza es un pecado que debe ser extirpado de raíz. Y por supuesto, como todas las religiones, tiene su panteón y su santoral. Un santoral tan heterogéneo que incluye a personajes como Nicolás Maduro, el Papa Francisco, Slavoj Zizek o Gloria Fuertes, la última en subir a los altares. Todos ellos bajo el manto protector de la divinidad Pablo Iglesias.

Este fervor religioso de la posizquierda se muestra también en su afán de universalidad, en su ecumenismo. Un afán de universalidad que no se limita a la izquierda –ya hemos dicho que, o estás en la posizquierda o eres de derechas-de-toda-la-vida- sino a todos los ámbitos de la vida. La posizquierda es la representante del pueblo –el pueblo elegido- que solo es pueblo si además es de posizquierda, porque si no, deja de ser una agrupación humana y se convierte en el infiel, malvado y equivocado al que hay que combatir sin cuartel. De esta forma el que no milita en la posizquierda no es que sea de derechas-de-toda-la-vida, es que no es. Ya no se trata de estar con nosotros o estar contra nosotros, se trata de estar con nosotros o no estar. Y por último, y por si no fuera bastante, como buena religión la posizquierda se empeña en negar toda libertad individual: todo lo que no coincida con sus criterios de lo decente y lo correcto debe ser prohibido. Hasta tal punto, que uno ya se pregunta dónde quedó aquello tan bonito de prohibido prohibir.