lunes, 11 de junio de 2012

¿Y qué tal unas elecciones?

 Puesto que según el gobierno el rescate de la Unión Europea al sistema financiero español soluciona todos los problemas de este país –algo con lo que, por cierto, los mercados no parecen estar muy de acuerdo, y a estas horas la prima de riesgo española está ya por los 520 puntos- quizás sea hora de intentar solucionar también la cuestión de la democracia. Una vez arreglada la cuestión económica, habrá que arreglar, digo yo, la cuestión política y puesto que el sistema así lo exige, la única manera de hacerlo es convocar unas elecciones.
 Resulta sorprendente que nadie haya planteado aún esta alternativa. Supongo que los partidos de la oposición tienen una razón muy poderosa: a ver quién es el guapo que torea el morlaco que dejarían el señor Rajoy y sus Ministros. Aunque también podrían pensar que es probable que el partido en el Gobierno volviera a ganar las elecciones y, al menos, se habría lavado la cara al sistema político. Los sesudos analistas que acostumbran a escribir y a “tertuliar” en los medios de comunicación supongo que se inclinarán por razones más supuestamente objetivas, como que unas elecciones acabarían de desestabilizar el país y su economía acabaría de hundirse. El caso es que a mi, que ni soy un político ni un sesudo analista, lo primero que se me vino a la cabeza cuando conocí la noticia del rescate famoso es que había que convocar elecciones, así que supongo que los dos grupos citados no han lanzado esta idea porque ni siquiera se les ha ocurrido.
 A poco que se piense la convocatoria de elecciones es la salida más lógica, y más democrática, a la situación creada. En primer lugar desde un punto de vista político. Los cien mil millones que Europa va a prestar a los bancos españoles se canalizan a través del Estado, que es en última instancia el que ha de devolverlos si, finalmente, esos bancos no pueden hacerlo. Por otra parte, puesto que ese dinero se ha prestado al Estado y no, nótese bien, directamente a los bancos, los prestamistas van a exigir condiciones al Estado para asegurarse la devolución del préstamo, condiciones que no pueden ser otra cosa que políticas, puesto que del Estado hablamos. Eso hace que todo el programa electoral que el PP presentó en los pasados comicios quede en papel mojado ante las nuevas exigencias. El gobierno se ha quedado sin margen de maniobra para llevar a cabo aquello por lo cual ascendió al poder. La legislatura ha quedado suspendida y puesto que la situación es nueva todo lo anterior ya no sirve y hay que partir de cero.
 En segundo lugar el señor Rajoy debe convocar elecciones desde el punto de vista de la responsabilidad. Y debe hacerlo primero porque en todo este asunto el Gobierno ha mentido, miente y mentirá –tampoco es que sea algo nuevo para ellos-. Ha mentido cuando la señora Cospedal afirmó tajantemente que no iba a haber rescate un par de días antes de que se produjese. Miente cuando dice que no es un rescate, que no va a haber condiciones políticas que afecten a los ciudadanos –de momento, el Eurogrupo ya le exige subir el IVA-, que esto es lo mejor que le ha pasado a España o que fue el Gobierno el que pidió el rescate –cuando hoy nos enteramos de que no se trató de una jugada maestra del héroe Guindos, sino que fue el propio Eurogrupo el que presionó a España a aceptarlo-. Y mentirá cuando, llegada la hora de devolver el préstamo, los bancos no lo hagan –porque nadie los habrá controlado ni les obligará a ello- y lo tengamos que pagar todos los ciudadanos. Y en segundo lugar porque el señor Rajoy es un presidente ya dimitido de hecho. No de otra forma se puede explicar que haya desaparecido en un momento crítico para el país –aunque esto tampoco es el fin del mundo- que no haya dicho esta boca es mía, que no piense comparecer ante el Parlamento –es decir, ante todos los españoles- hasta julio y que ayer estuviera tranquilamente en Polonia viendo un partido de fútbol. Y ya de paso, también debería dimitir el Rey que ha felicitado al señor Rajoy y al señor Guindos por su nefasta gestión del problema.
 Así que mi opinión –en vista de que aquí todo es una cuestión de opinión- es que se deberían convocar elecciones. Aunque por supuesto yo ejerceré mi legítimo derecho a no votar.

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