viernes, 26 de abril de 2013

Con su permiso


 Con su permiso, quisiera expresar mi opinión sobre unos cuantos asuntos que últimamente están en el candelero mediático. Y que parecen ser a los que ha quedado reducido no sólo el debate entre la derecha y la izquierda, o entre el liberalismo y el socialismo o –porque a final en la estrecha y maniquea, y cristiana, mente de la mayoría de la población todo se reduce a esto- entre los buenos y los malos. O también a lo que en el ideario de la autoproclamada izquierda, ha quedado reducida la lucha de clases. Estos asuntos tienen como protagonista fundamental a la Junta de Andalucía, o más bien a la izquierda andaluza. Y quisiera aclararlos, aunque resulte aburrido, al menos para mí, porque parece ser que hoy en día, si eres de izquierda, tienes que comulgar con las ruedas de molino que suponen las medidas anunciadas por los “socialistas” y los “comunistas” andaluces y, si no lo haces, entonces eres un “facha” neoliberal –aunque quien así te espete sea un votante del PP-.. Así, que, o bien eres de los malos que siguen las consignas de los medios de la derecha, o bien eres de los buenos que siguen las consignas de los medios de la supuesta izquierda: o te alineas con “El Gato al Agua” o te alineas con “Más vale Tarde” o “Te vas a enterar”. Y el caso es que los dos modelos son el mismo y tienen los mismos objetivos: exportar demagogia y anular el pensamiento libre y crítico.
 Pero me estoy saliendo del asunto. Me quiero referir, una vez más, a la supuesta expropiación de pisos vacíos que va a realizar la Junta de Andalucía y a su nuevo anuncio de dar tres comidas al día a los niños más desfavorecidos de la región. La primera ya la comenté hace poco y expliqué porqué no era de izquierda. Me voy a extender un poco más en analizar la justificación que se ofrece para defenderla, justificación que, a lo que parece, si que la encuadraría dentro del pensamiento de izquierda y que tiene que ver con el “interés social” de la vivienda. Para empezar, si la sociedad es algo son las relaciones que se establecen entre sus miembros. Efectivamente, los individuos no pueden ser considerados como entes aislados –que es lo que hace el liberalismo radical- ni se puede considerar a la sociedad como un hipostatización que trasciende a los propios individuos –que es lo que haría el totalitarismo-. Es en estas relaciones donde hay que enmarcar el proclamado “interés social”. Al ser la sociedad las relaciones sociales, el interés social tiene que hacer referencia a ellas. El hecho de tener o no una vivienda no supone una relación, a no ser la que se da entre el comprador y el vendedor, o entre el fabricante y el ocupante, que es precisamente la que se está poniendo en duda. Los bienes, en sí mismos, no tienen interés social, porque la relación social que implican no se establece en ellos, sino en su proceso de producción, es decir, en el trabajo necesario para realizarlos. Por eso en el sistema capitalista el producto terminado se convierte en mercancía, en un fetiche, porque se olvida la relación social que ha supuesto su producción y se le considera algo absoluto en sí mismo: se le cosifica. Esto es marxismo de manual. De esta manera, el interés social no estaría en las viviendas, sino en el proceso necesario para fabricarlas, y eso es lo que habría que nacionalizar o expropiar: los medios de producción de las viviendas, porque es en ellos donde está el “interés social”. Como ya se ha dicho tantas otras veces, una empresa cumple una función social y un empresario tienen un papel social, más allá de la obtención de beneficios.
 Por otro lado el hecho de repartir tres comidas al día a los escolares más desfavorecidos está muy bien, es una manera de ayudar a los que peor lo pasan –aunque tengo mis dudas de que Kant lo considerara moral- pero no es la función de un gobierno, ni es una medida de izquierdas. No es la función de un gobierno porque es lo mismo que puede hacer Cáritas o cualquier ONG y la función del gobierno sería precisamente evitar que hubiera que repartir esas comidas, haciendo políticas sociales que impidieran que los ciudadanos llegaran a esa situación, que en el caso que nos ocupa tienen que ver con la creación de empleo o, al menos, con evitar que este se destruya. Y no es una medida de izquierdas por lo anterior: dar de comer al hambriento puede ser filantropía, o caridad cristiana, pero no socialismo. El socialismo consiste precisamente en evitar que se den las condiciones que lleven a tener que dar de comer al hambriento, es decir, en evitar que haya hambrientos. La medida tomada por la Junta de Andalucía, así, es una medida cristiana, pero no marxista ni socialista. Y el marxismo y el cristianismo no tienen nada que ver. 

No hay comentarios: