viernes, 20 de septiembre de 2013

En el país de las hadas (Apuntes sobre una Cataluña independiente)

Vivir en el limbo de los justos tiene la ventaja de que ninguna crítica puede alcanzar al que en esa dimensión se sitúa, pues su alejamiento de la realidad es tal que responderá a cualquier comentario desfavorable acusando a quien lo enuncie de hacerlo, precisamente, desde la realidad. Es por ello que no me propongo desarrollar una argumentación elaborada contra lo que me parece, no ya un despropósito, sino una estafa al pueblo catalán y al español –algo, que, por otro lado, ya he realizado en otro lugar- sino tan solo dar algunos apuntes a vuela pluma de la “realidad” del caso catalán.
1.- CIU[1] es un partido de derechas, con lo cual no se explica el interés de la izquierda, no ya sólo catalana sino nacional, por seguirle el juego. O estamos ante una izquierda que todavía se sitúa en los parámetros del pensamiento anticolonial de los años 60 y 70 del siglo XX –y mucho de eso hay- o estamos ante una izquierda estúpida que equivoca el camino para desgastar al gobierno y en vez de hacerlo desde donde todo el mundo le apoyaría, desde la política económica, lo hace desde el caso catalán. Muchos votantes del PP estarían dispuestos a retirarle su voto con respecto a lo primero, pero, con un fuerte sentimiento de nacionalismo español en la mayoría de ellos, muy pocos con respecto a lo segundo. Así que andar ahora hablando de una reforma constitucional de corte federal o defendiendo un etéreo “derecho a decidir” no es más que tirar con una mano lo que se coge con la otra.
2.- Cataluña es la comunidad más endeudada y con más recortes sociales de España, situación que se agravaría con una posible independencia, con el territorio fuera de la UE y del euro y, por tanto, de los mercados internacionales. Esto son datos, por mucho que el señor Mas diga que no van a salir de la UE, por mucho que la izquierda desnortada afirme que es mejor estar fuera del euro y por mucho que la señora Aguirre opine que el caso catalán no se puede tratar desde la economía. Precisamente que ella opine eso es la mejor muestra que esa es la postura correcta de entenderlo
3.- El nacionalismo en el siglo XXI es un anacronismo que oculta otros intereses, sobre todo económicos. Lo que quiere el señor Mas es tapar el fracaso de su gestión de gobierno avivando el sentimiento nacionalista catalán. Esto es tan evidente que no entiendo como puede haber todavía nadie que lo niegue, a no ser que esté ideológicamente narcotizado. Lo que viene a querer decir que en realidad el caso catalán no existe: no es más que un invento, un bluff, una cortina de humo para mantener a la gente mirando el dedo y no la luna. Si a una población se la machaca intelectualmente día tras día, si se le promete vivir en el país de las hadas donde se atan los perros con longanizas, al final acaba firmando, pidiendo o votando lo que sea.
4.- Acudir a los argumentos históricos es muy peligroso, porque siempre en la Historia se podrá encontrar un contraargumento más o menos adecuado.  Si los “paisos catalans” existen desde el siglo XIII, entonces Granada debería ser un Estado independiente, por ejemplo. La Historia es historia y no se puede usar para justificar la política del presente.
7.- El derecho a decidir se da por supuesto. Es algo intrínseco al ser humano, que sólo lo es en tanto en cuanto tiene la capacidad de decidir o de elegir por sí mismo. Así que argumentar que los catalanes tiene derecho a decidir es lo mismo que argumentar que tienen derecho a vivir: por supuesto que lo tienen, igual que el resto de los ciudadanos del Estado.  Ahora bien, eso no quiere decir que toda decisión sea buena o que se deba permitir tomar cualquier decisión. Precisamente para eso está el pensamiento racional y, cuando este falla –como en este caso-, las leyes. Porque aquél que mata a otro también decide matar y no por ello hay que permitírselo. Vamos, digo yo.




[1]  Que a nadie se le olvide que quién empezó todo este asunto fue precisamente CIU, es decir, Artur Mas. Esquerra tan solo se subió al carro, como de costumbre: oyó campanas y no supo dónde. Aunque ahora esté obteniendo beneficios, al final, cuando todo acabe, con una negociaicón entre el señor Mas y el señor Rajoy en la cual el primero obtendrá lo que siempre ha buscado: más dinero, aparecerán como los malos de la película y CIU, como siempre, como los buenos que supieron salvar la estabilidad y gobernabilidad del Estado