martes, 26 de marzo de 2013

Nicosia, Berlín, Moscú


Una vez llegado a la conclusión de que los líderes europeos tienen en la cabeza más serrín que cerebro y que los analistas financieros y los expertos en política económica no les andan a la zaga y habiendo hecho mía la recomendación de Nassim Taleb de no leer los periódicos si lo que quiere uno es mantenerse informado, hay dos preguntas que me han surgido acerca del reciente rescate de la Unión Europea a Chipre. La primera es por qué en el caso de Chipre se ha dejado caer a la banca, cosa que no ocurrió en los rescates previos de Irlanda, Grecia, Portugal o España. Y la segunda, que yo pienso que no es más que un epítome de la primera, es por qué quién más ha protestado por las condiciones del rescate ha sido Rusia, un estado al que en principio parece que ni le va ni le viene lo que ocurra con la economía chipriota.
 Empecemos por la primera cuestión: ¿por qué el Eurogrupo y el FMI han decidido dejar caer a la banca a la hora de imponer a Chipre las condiciones para su rescate?. Se podría pensar que, por fin, las autoridades económicas europeas y mundiales han caído en la cuenta de que quien tiene que pagar los costes de la crisis económica – habida cuenta de que, como ya se ha repetido hasta la saciedad esta es una crisis financiera y no industrial- deberían ser los causantes de ésta, es decir, los bancos, que son los que tienen el dinero. Se podría pensar, en efecto, que han decidido corregir lo que se hizo en España, por ejemplo, donde se salvó a aquéllos a costa de los servicios sociales de los ciudadanos. Se podría pensar, insisto, si se fuera víctima de alguna alucinación provocada por un consumo excesivo de drogas psicotrópicas, o si se viviera en los mundos de fantasía en los, por lo que parece, todavía viven muchos ciudadanos de la Unión Europea. Yo, que no consumo drogas a excepción de las socialmente admitidas y que tiendo a pensar mal –y por ello, a veces, acierto- creo que tiene más que ver con los intereses de la gran banca internacional por hacerse a precio de saldo con las entidades financieras chipriotas sacrificadas y, por supuesto, con sus depósitos, que con un arranque de humanidad y concienciación social. Y, en concreto, tiene que ver con los intereses de la gran banca alemana, pues ha sido Alemania la que más ha insistido en llevar a cabo el rescate con las condiciones que ella imponía y ha sido Ángela Merkel la que ha amenazado con dejar caer a Chipre en la bancarrota si no se aceptaban esas condiciones, atacando la decisión de un Parlamento soberano como es el Parlamento de Chipre y amenazando con perder la paciencia, que viene a ser algo parecido a lo que haría cualquier matón en cualquier esquina. El porqué Alemania y el resto de Europa han actuado así tiene que ver con la respuesta a la segunda pregunta: ¿por qué quién más ha protestado por las condiciones del rescate ha sido Rusia?.
Nos encontramos de nuevo en la situación anterior. Se podría pensar que Rusia actúa así para defender los intereses del proletariado internacional en general y chipriota en particular. Pero como ni la Rusia actual es la URSS, ni Putin es Trotski, ni en los rescates anteriores ha dicho esta boca es mía, más bien la respuesta parece que viene dada desde otro ámbito. A nadie se le escapa que Chipre ha sido un paraíso fiscal y que va a seguir siéndolo por mucho que diga el señor Dijsselbloem. Cuando Rusia ataca como lo ha hecho el rescate chipriota, lo que está dando a entender es que la gran mayoría de esos depósitos que van a ser gravados para reflotar los bancos pertenecen a ciudadanos rusos, más exactamente a mafiosos rusos que usaban los bancos de Chipre para blanquear el dinero que obtenían de sus actividades. Es muy dudoso que, con la que está cayendo, en Chipre queden trabajadores que puedan tener depósitos de más de cien mil euros, como es muy dudoso que queden en España. Así que hay que tener mucho cuidado en cómo se critica el rescate a Chipre, si no se quieren acabar defendiendo los intereses de las mafias rusas.
 Teniendo en cuenta todo esto, no resulta muy descabellado pensar que el Laiki Bank y el Banco de Chipre, las dos entidades más grandes del país y aquellas precisamente que se han dejado caer, fueran las que más depósitos rusos tenían. Y sean las que están ahora a punto de caramelo para ser absorbidas por bancos internacionales, o más bien por conglomerados bancarios alemanes, incluidos sus depósitos de más de cien mil euros. Me imagino que los dueños de estos depósitos llegarán a acuerdos con los nuevos dueños de los bancos para eludir la quita que pesa sobre ellos, con lo cual los primeros seguirán manteniendo sus canales de blanqueo de capital –Chipre no va a dejar de ser un paraíso fiscal por mucho que intenten convencernos de lo contrario- y los segundos habrán hecho un negocio redondo. En el fondo, como desde el principio de esta crisis, esto no ha sido más que otra OPA hostil.

lunes, 25 de marzo de 2013

Adoctrinamiento


Recientes investigaciones en Sociología y Neurociencia han determinado que la relación de poder se establece fundamentalmente al nivel de la mente del aquél que es dominado. Es decir, que aún siendo el poder algo objetivo –hay individuos o corporaciones que tiene poder y otros que no lo tienen- la relación de poder sólo se establece si aquél que en ésta ocupa el lugar subordinado la acepta en su cerebro como algo natural, o, lo que viene a ser lo mismo, activa conexiones neuronales en aquellas zonas del cerebro que tienen que ver con la creación de sentimientos y, en este caso, con el sentimiento de aceptación de la relación de poder. Como es lógico, estas conexiones neuronales se aprenden, no están predeterminadas de antemano –a no ser que el sujeto sufra algún tipo de lesión cerebral-. El hacer que los individuos activen las zonas cerebrales donde se da la sumisión es lo que tradicionalmente se llama adoctrinamiento.
 Digo esto porque hoy me he despertado con la noticia de que las nuevas generaciones del PP valenciano están llevado a cabo una campaña de recogida de denuncias anónimas de aquellos profesores que, según ellos, adoctrinan en clase. Si entendemos el adoctrinamiento como se ha definido más arriba, entonces la propia institución escolar es adoctrinadora, pues toda ella está diseñada para hacer que los individuos interioricen las relaciones de poder –de hecho, la misma relación profesor alumno es una relación de poder, en este caso de poder no político, lo que Foucault llamaba un “micropoder”-. Pero como dudo mucho que los dirigentes de las Nuevas Generaciones del PP de Valencia conozcan las investigaciones con las que dado comienzo este artículo, más bien creo que se refieren a que algunos profesores critican a su formación política en clase y eso es lo que pretenden que denuncien los alumnos. En este sentido habría que recordarles a estos señores que existe una cosa que se llama “libertad de cátedra” que, aunque sea una de las libertades más olvidadas en la sociedad actual –todo el mundo se cree con derecho a decirles a los profesores cómo deben dar sus clases- y una de las más maltratadas -empezando este maltrato en la propia administración educativa- está recogida en a Constitución. En segundo lugar habría que distinguir entre lo que es la opinión política o la ideología del profesor –que a mi, particularmente, no me parece bien que se exponga en un aula- y lo que son hechos objetivos. Si un profesor dice a sus alumnos que en España hay seis millones de parados, no está adoctrinando, simplemente está mostrando un hecho objetivo, lo mismo que si le dice que en el aeropuerto de Castellón no hay aviones o que el señor Bárcenas tiene treinta y ocho millones de euros en Suiza. Una mentira repetida mil veces podrá convertirse en verdad a nivel de la mente de los individuos –el adoctrinamiento del que hablábamos- o en tanto acto locucionario, pero el hecho de negar la realidad no convierte a ésta en falsa.
 Y en tercer lugar, aquél que mantiene en el currículo escolar la única asignatura que es adoctrinadora por definición: la religión –no olvidemos que en el propio currículo se autodefine como Doctrina Católica-, no parece que esté muy legitimado para hablar de adoctrinamiento en la aulas. Y mucho menos en estos tiempos de Semana Santa. Yo dudo mucho que un joven de dieciocho años que se dirige a votar por primera vez no elija al PP porque se lo ha dicho su profesor del Instituto. Si embargo, si que sé lo que ha hecho la Religión Católica en la mente de la mayoría de los ciudadanos de este país, si que sé cómo ha activado esas zonas del encéfalo que determinan el sentimiento de dominio y la relación de poder. Lo sé cuando veo cómo en España se trata mejor a los animales a los que se les concede una muerte digna que a los seres humanos,  cuando veo cómo se impide la curación de enfermos graves por anatematizar la investigaciones génicas con células madres,  cuando veo cómo se obliga a niños recién nacidos a vivir en un infierno porque sus madres no han querido o no las han dejado abortar, cuando veo cómo se impide a alguien desarrollarse como persona reprimiendo su condición sexual en nombre de “lo natural” y cuando veo cómo, por estas fechas, miles de personas se lanzan a las calles a celebrar esa ceremonia de la superstición y el oscurantismo que es la Semana Santa. Esa Semana Santa que ha debido de inspirar a las Nuevas Generaciones del PP de Valencia para adoptar métodos propios de la Inquisición.

viernes, 22 de marzo de 2013

Salvad el sistema


 La tesis de este artículo es muy simple: las protestas de la sociedad civil contra la política económica global que se ha hecho fuerte con la crisis actual tienen como objetivo salvar al capitalismo de sí mismo manteniendo las estructuras del Estado del Bienestar, que es lo que en realidad está siendo atacado y destruido. Esto es lo único que cabe hacer en la situación actual y posiblemente lo que se debe de hacer, y, de hecho, no es la primera vez que se hace.  Voy a desarrollar esta tesis a través de una serie de puntos.
1.- La crisis de 1929 –el llamado crash del 29- es en sus comienzos, al igual que la actual, una crisis financiera provocada por la concentración del capital en las manos de unos pocos trust de carácter global. Estos conglomerados empresariales, gigantes con pies de barro, que habían mantenido un alza constante de los precios de sus acciones en la Bolsa de Nueva York, se vienen abajo cuando una serie de maniobras especulativas y la inestabilidad de un mercado  que se creía intocable, hacen que se desplome su valor en bolsa arrastrando así a la mayor parte de la economía mundial. Las consecuencias de esta crisis son conocidas por todos. Los despidos masivos (100.000 trabajadores en tres días sólo en los Estados Unidos) provocan la depauperación de la clase obrera mundial y la subsiguiente aparición de movimientos fascistas –fundamentalmente en Alemania, donde el impacto de la Gran Depresión se ve aumentado por las condiciones impuestas por el tratado de Versalles- que mezclan un nacionalismo radical con el rechazo a la democracia liberal, a la que se considera responsable de la situación.
2.- El fortalecimiento del fascismo en Alemania, Italia y Japón -cada uno de ellos con sus características peculiares-, provoca el estallido de la II Guerra Mundial –algunos autores, como Eric Hosbawn, consideran que la II Guerra Mundial no es más que una continuación de la Primera, por lo que hablan de la Guerra de los 31 Años (1914-1945)- y, con ella, la situación más difícil por la que ha pasado la democracia liberal y el capitalismo en toda su historia. Es aquí donde el capitalismo es salvado por primera vez de sí mismo por fuerzas enfrentadas a él, en concreto, por el Ejército Rojo de la URSS, que en agosto de 1942 detiene el avance alemán en Stalingrado y en febrero de 1943 derrota definitivamente al 6º Ejército de Paulus comenzando su avance sobre Alemania e inclinando así de forma definitiva la balanza hacia el campo de los aliados (para los olvidadizos, recordar que el desembarco anglo-norteamericano en Normandía no se produce hasta junio de 1944).
3.- Después de la II Guerra Mundial, las democracias occidentales empiezan a implementar –siguiendo las teorías de John Maynard Keynes- lo que posteriormente se conocerá como Estado del Bienestar, con sus características de protección social de los trabajadores, pleno empleo y aumento de salarios lo que permite un desarrollo de la economía al aumentar la demanda. El objetivo del Estado del Bienestar en sus orígenes es doble: evitar, por un lado, que se repitan las consecuencias del la crisis de 1929 y, por otro, que los trabajadores occidentales fijen sus ojos en la Unión Soviética y se organicen en movimientos revolucionarios de orientación comunista, aunque en el fondo los dos coinciden en el mismo: asegurar la pervivencia del sistema capitalista y la democracia liberal.
4.- Los ataques contra el Estado del Bienestar comienzan en la crisis de la década de los 80 del pasado siglo, de la mano de las políticas neoliberales de Ronald Reaagan en los Estados Unidos y Margareth Thatcher en el Reino Unido. Al mismo tiempo, se empiezan a ensayar las fórmulas económicas de la Escuela de Chicago en Latinoamérica y Asia, con el apoyo económico del FMI y el militar de los Estados Unidos –que son las mismas fórmulas que ahora se están poniendo en práctica en Europa-. El colapso del régimen soviético y las posterior disolución de la URSS entre 1990 y 1991 dejaron el campo libre para que el desmantelamiento del Estado del Bienestar fuera sólo cuestión de tiempo.
5.- Lo que se está llevando a cabo en la crisis actual –mucho menos grave, no lo olvidemos, que la de 1929- es ese desmantelamiento del Estado del Bienestar. Las protestas que se producen en Europa son una reacción frente a este hecho y por ello no tienen como objetivo el cambio del sistema económico, no son revolucionarias en ese sentido, sino el mantenimiento de las estructuras del capitalismo tal y como se han venido dando desde 1945, es decir, el mantenimiento del Estado del Bienestar. Tienen como finalidad, pues, salvar, otra vez, al sistema de sí mismo. Porque aunque uno de los pilares que forzaron el surgimiento de dicho Estado, el miedo a la expansión del comunismo soviético, haya desaparecido, el otro sigue intacto. Vemos como afloran cada vez con más asiduidad movimientos de corte fascista sobre todo en los países más castigados por la crisis: Grecia, Portugal o incluso España y últimamente Chipre coqueteando con el régimen semifascista de Putin. Y el fascismo supone la desaparición del capitalismo –al menos, tal y como lo conocemos- porque supone la desaparición de su instrumento político: la democracia liberal. Esto es lo que parece que no ven o no quieren ver los gobiernos europeos –ciegos o estúpidos o ambas cosas- pero si no queremos acabar dominados por regímenes fascistas, esta vez sin un Ejército Rojo que los detenga, la única solución es salvar el sistema.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pasiones y política


Spinoza sabía que la razón era capaz de dominar a las pasiones y que en esto consistía la liberación del individuo. Pero también sabía que sólo el sabio, el que había conseguido alcanzar la beatitudo del amor intellectualis Dei, era capaz de escapar a la tiranía de sus pasiones. La masa se dejaba guiar por ellas –como él muy bien pudo comprobar cuando ésta asesinó a sus mentores los hermanos De Witt- y por ello era necesaria la tolerancia. La tolerancia y la precaución, por eso su sello se adornaba con el lema caute: cuidado. La recomendación de Spinoza nunca me ha parecido baladí. Es por ello que ante ciertos temas que tienden a excitar las pasiones de la mayoría, que se analizan desde los sentimientos y no desde la razón, he preferido siempre mantener un prudente silencio. Uno de esos temas que parecen escapar a toda reflexión racional es el actual problema de los desahucios. El desahucio se ha convertido en un acontecimiento moral absoluto, independiente de sus agentes, en el cual el desahuciado siempre es bueno y el desahuciador siempre es malo. Porque no hay asunto que nos toque más el corazón que ver a alguien expulsado de su casa y durmiendo en la calle. Supongo que es un sentimiento atávico, producto de la necesidad vital de nuestros primeros antepasados de encontrar refugio y alimento. Por ello es tan difícil de racionalizar.
 Es difícil, ciertamente, hasta que hace su aparición algún acontecimiento asociado o relacionado con él que sí entra de lleno en el campo de la razón, que escapa al puro sentimiento y que puede ser, en consecuencia, examinado racionalmente. Ese acontecimiento ha resultado ser la manifestación –por llamarlo de alguna manera- que algunos miembros de la llamada Plataforma de Afectados por la Hipoteca, realizó por los distintos domicilios de algunos diputados valencianos del PP con el propósito de presionarlos –o coaccionarlos- para que votaran a favor de la Iniciativa Legislativa Popular recientemente aceptada por el Parlamento para modificar la Ley Hipotecaria. Este asunto ya no tiene nada que ver con el sentimiento. Coaccionar a un diputado –que es un representante del poder popular, nos guste o no-  para que vote lo que un conjunto de ciudadanos o un grupo de presión quiere que vote es atentar directamente contra los fundamentos de la democracia. Y puesto que la democracia constituye el deber ser del sistema social: lo moral, cualquier acción que la socave –cualquiera, da igual de qué lado venga: por eso criticamos las acciones de los conglomerados financieros que van en esa línea- es inmoral, por mucho que el fin que persiga nos parezca, desde el sentimiento, bueno.
 Y es que en problema de los desahucios interviene muchos factores que han quedado ocultos u oscurecidos por el aluvión de pasiones que levanta y que tienen que ver con la responsabilidad personal, con un concepto de justicia a mi modo de ver mal entendido, con el mal gobierno y con la ceguera ante un paraíso artificial que tarde o temprano tenía que desaparecer. Es una de esas cuestiones en las que se necesitaría analizar cada caso por separado y detenidamente. Pero en lo que fundamentalmente se ha convertido es en una cortina de humo que nos esconde el verdadero problema. Y es que el drama que se está viviendo en este país no es el de los desahucios. El desahucio no es más que el síntoma o la consecuencia de la verdadera enfermedad, que es el desempleo. Cualquier decisión que se tome en vistas a erradicar los desalojos no va a solucionar nada. Ni la dación en pago, ni las moratorias, ni el alquiler social van a evitar los desahucios, porque aquél que no tiene trabajo, ni posibilidad de conseguirlo, se quedará en la calle si entrega su piso al banco, no podrá hacer frente al pago de su hipoteca ni hoy no dentro de cuatro años ni podrá pagar un alquiler social. Y curiosamente, contra el desempleo no protesta nadie. La última huelga general convocada contra la Reforma Laboral que ha sido el disparadero de la situación de paro masivo en la que nos encontramos fue seguida por una mínima parte de la población. Y eso lo saben muy bien quienes ostentan el poder. Por eso, en el fondo, les interesa que se les presione con esta cuestión y por eso aceptan Iniciativas Legislativas Populares y muestran su comprensión para con los afectados. Mientras esto siga así nadie se acordará del verdadero problema, ese que no les interesa tocar porque les viene muy bien para recortar derechos laborales y sociales bajo la amenaza del despido y para mantener un ejército de reserva que permita rebajar los salarios y aumentar las horas de trabajo –lo que llaman “productividad”- . Y aunque las pasiones casen muy mal con la política,  la razón tiene la mala costumbre de desvelarnos lo que a nadie le conviene que se desvele.

lunes, 18 de marzo de 2013

A modo de obituario


El reciente fallecimiento del presidente de Venezuela Hugo César Chávez ha llenado los medios de comentarios, tanto elogiosos como descalificantes, dependiendo de la línea ideológica de quien los enunciara. Así, los medios de izquierda y, en general, aquellos que se puede considerar de una manera laxa como sus militantes, se ha situado en la línea de los comentarios elogiosos, mientras que los medios de la derecha y, de alguna manera, también sus militantes –aunque de una manera menos marcada que en la izquierda- se han situado en las posturas contrarias: las del rechazo y el vituperio.
 Yo me voy a permitir romper el molde establecido y, considerándome una persona de izquierdas, voy, si no a vituperar, si al menos a criticar el sistema establecido en Venezuela por el Comandante. Parto del hecho, yo creo que innegable, de que lo que permite a Chávez acceder al poder y mantenerlo es la corrupción generalizada de un sistema aparentemente democrático pero vendido a los intereses de las grandes corporaciones petrolíferas. A partir de aquí, el régimen que el comandante Chávez establece en Venezuela no es un régimen socialista, ni nada que se le parezca. Ni siquiera es bolivariano, al menos si por bolivariano se entiende seguidor del pensamiento del Simón Bolívar, quién no dejaba de ser un ilustrado burgués como todos los libertadores americanos, hijos, al fin y al cabo, de la Revolución Francesa. A lo más que se me parece el ahora llamada “chavismo” es a lo que en su tiempo en Argentina se llamó peronismo. Y no olvidemos que el peronismo coqueteó, intelectual  y físicamente, con el fascismo.
 ¿Por qué el chavismo no tiene nada que ver con el socialismo y, por lo tanto, no es un movimiento de izquierda?. Y, sobre todo, ¿por qué si no es un movimiento de izquierda la izquierda española lo ha adoptado como tal, lo ha considerado algo así como el verdadero camino de la Revolución?. Comenzaré respondiendo a la segunda pregunta. La reconversión del sistema capitalista en Estado del Bienestar después de la Segunda Guerra Mundial y la subsiguiente –y consecuente- caída de la URSS, hizo que la izquierda occidental perdiera el norte ideológico, tanto aquella que se considera a sí misma revolucionaria, como la otra. Prueba de ello es que durante los años setenta y ochenta los movimientos de izquierda europeos fijaran su vista en los levantamientos populares latinoaméricanos o asiáticos, o tomaran como referente grupos situados al margen del sistema –los espacios no capitalistas marcusianos- como los homosexuales, los afroamericanos, las feministas o, incluso, los hippies. No es de extrañar, entonces, que en los principios del siglo XXI hayan vuelto sus ojos al más nuevo de estos fenómenos –el chavismo- erigiéndole como guía espiritual y líder indiscutible de una Revolución siempre aplazada. Y el caso es que –y paso a contestar a la primera cuestión- el pensamiento político de Hugo Chávez ni es socialista ni, por su propia esencia, puede serlo. Ni una sola de las empresas nacionalizadas por el gobierno de Hugo Chávez se puso bajo el control de los trabajadores, que es lo que prescribe el socialismo y en lo que consiste la redistribución de la riqueza, sino que quedaron bajo la administración del Estado, o, lo que es lo mismo, del propio Chávez. A cambio, repartió casas y asignaciones en metálico a los más desfavorecidos. Y aquí entramos en la caracterización esencial del socialismo: el socialismo, o es democrático, o no es nada. Al repartir las prebendas citadas, lo que consigue el Estado es crear una masa de estómagos agradecidos, un voto esclavo, un conjunto de individuos que no son ciudadanos, porque no son capaces de pensar por sí mismos, no pueden decidir no votar a aquél que les ha beneficiado y por lo tanto no son libres. Se ha dicho que Chávez escuchaba la voz del pueblo o que hacía lo que el pueblo le mandaba. En realidad, como gran demagogo que era, había sido capaz de convencer al pueblo de que lo que él quería era lo que ellos querían, o de que lo que él pensaba era lo que ellos pensaban. De esta forma, siguiendo sus propios criterios en apariencia seguía los criterios de la nación. Así se construye el culto a la personalidad a cuyo paroxismo estamos asistiendo estos días, pero no la democracia. Y, por último, no se entiende un socialismo mezclado con supersticiones religiosas de todo tipo, en el cual se ha llegado a comparar al presiente muerto con Jesucristo, incluso se ha insinuado que influyó en el mismísimo Dios para que se eligiera un Papa sudamericano. Como he dicho antes, lo podemos llamar fascismo de corte peronista –que, insisto, es a lo que más se parece- o lo podemos llamar realismo mágico –que es en lo que se ha convertido-, pero no socialismo.

viernes, 15 de marzo de 2013

Maestros de escuela


Parece ser que el 86% de los participantes en las últimas oposiciones a maestro convocadas por la Comunidad de Madrid ha suspendido un test de conocimientos generales pensado para alumnos del último curso de Educación Primaria. También lo hubiera suspendido el 86 % de la población en general, o el 86% de los periodistas –que siguen empeñados en confundir las figuras administrativas de “maestro” y “profesor”- y, por supuesto, el 86% de los políticos.  La sociedad es analfabeta y sus maestros también lo son. La cuestión sería discernir si la sociedad es analfabeta porque los maestros son analfabetos o si los maestros son analfabetos porque lo es la sociedad, lo que viene a ser una trasposición del viejo debate acerca de quién educa al educador. Viendo las respuestas que algunos de los aspirantes han dado en dicho test se podría pensar que algunos de ellos decidieron en su momento boicotear la prueba por considerarla humillante, para protestar porque gracias a los recortes en educación no iban a tener trabajo aprobaran o no aprobaran o para denunciar el sueldo de risa que cobran, que hace cada vez más cierto el antiguo dicho de “pasar más hambre que un maestro de escuela”. Esto demostraría que dichos opositores no son del todo analfabetos, pero si muy poco inteligentes, pues no hace falta ser un lince para saber que la Administración no iba a tardar mucho en utilizar los desastrosos resultados, no sólo para apoyar su política de desmantelamiento de la educación pública, sino para desprestigiar a toda la profesión. Ahora no vale decir que lo hicieron a propósito, y que por supuesto ellos saben que el Ebro no pasa por Madrid, porque el daño ya está hecho y cualquier explicación sonaría a excusa. De la misma forma que suena a excusa de mal estudiante la protesta balbucearte de los sindicatos de la enseñanza que han dicho que la prueba se incluyó en la Oposición tan sólo cinco meses antes de su celebración. Lo que vienen a decir los alumnos: es que nos han avisado una semana antes y no nos ha dado tiempo a estudiar. 
 Aunque esto se haya podido producir, eso no quita para que haya un número alarmantemente elevado de aspirantes a maestro que afirmen que la gallina es un mamífero. Lo que me lleva a plantear dos cuestiones que pienso que son las que subyacen a algo que, en unos cuantos meses, acabará siendo poco más que una anécdota. En primer lugar, el daño real que ha hecho la LOGSE y las nuevas doctrinas pedagógicas imperantes. Estos chicos que no saben que se escribe “beber” y no “vever” tienen alrededor de 23 o 25 años, son hijos directos de la nueva razón pedagógica que considera que lo importante es, precisamente, la pedagogía y no los contenidos. Se han educado en actitudes y procedimientos, pero no en conceptos y la pedagogía que les han enseñado les ha dicho que es lo que se debe de hacer. Ya he expuesto en otro sitio lo que pienso sobre la nueva pedagogía, y no lo voy a volver a repetir aquí. Espero que esto sirva para que nos vayamos dando cuenta de que un profesor de matemáticas tiene que ser un especialista en matemáticas, no en pedagogía, y que un profesor que sabe mil cosas, aunque sea un mal pedagogo, seguro que puede enseñar cien a sus alumnos, mientras que aquél que sólo sepa una, por muy buen pedagogo que sea, sólo podrá enseñar una. 
 En segundo lugar, el caso que nos ocupa es una prueba palpable de lo que Noam Chomsky llama “des-educación”. Son los gobernantes y los que ocupan puestos de poder los que están interesados en que los maestros sepan cada vez menos, porque así podrán enseñar cada vez menos a sus alumnos y crear una masa de borreguitos ignorantes y obedientes. Así que el que ahora las autoridades se rasguen las vestiduras con los resultados de la oposición de marras no es más que una prueba de su hipocresía secular. En el fondo se están frotando las manos porque sus plan ha dado los resultados apetecidos. Estos maestros cumplirán a la perfección su función, que no es otra que “des-educar” a los alumnos. Mientras, la sociedad, que haciendo caso omiso de su propia estulticia nos recordará la estulticia de los maestros, seguirá exigiendo que los centros educativos sean guarderías donde sus hijos se entretengan y estén vigilados; mientras, les seguirá dando igual lo que aprendan o no aprendan siempre y cuando les pongan una buena nota a final de curso. Y ahora, si no se da este caso, ya podrán decir que es que el profesor no sabe hacer la “o” con un canuto, aunque sea doctor en Astrofísica.
 En cualquier caso una cosa no quita a la otra. Uno no puede estar exigiendo en manifestaciones una enseñanza pública de calidad y luego no saber qué diferencia hay entre “basta” y “vasta”. Estos señores, lo hayan hecho a propósito o no, no sólo ha puesto en evidencia a todo el gremio, sino que han dado pie a la derecha para desprestigiar todavía más, si cabe, la enseñanza pública, porque ellos mismos se han desprestigiado. Y de la misma forma que se pide la dimisión de un político que no cumple con su deber, yo desde aquí pido la dimisión de todos estos maestros o aspirantes a maestros que han cometido semejante desafuero.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Sentido y Referencia


Allá por el siglo XIX, el matemático y lógico alemán Gottliob Frege estableció que el significado de un término es la conjunción de lo que el llamó “referencia” y “sentido”. La referencia sería el objeto empírico denotado por el término, un objeto existente en la realidad que la referencia se limitaría a señalar, mientras que el sentido sería el modo como se daría esa referencia en el mundo, o, lo que viene  a ser lo mismo, una descripción del objeto al que ese término haría referencia. Para que todo el mundo lo entienda, la referencia del término “mesa” sería el objeto “mesa”, mientras que su sentido podría ser algo así como “mueble para escribir”. Llegados a este punto Frege cayó en la cuenta de una situación paradójica: se puede dar el caso –y de hecho se da- de que nos encontremos con términos que tendrían sentido, pero no referencia. Así, la expresión “el presidente de la III República”, sería el sentido de un término que no tendría referencia, puesto que no existe en el mundo un objeto tal que sea el presidente de la Tercera República. Este tipo de expresiones o términos, que tendrían sentido pero no referencia, no tendrían, por consiguiente, significado
 Suerte tuvo Frege de vivir  en el siglo XIX en Alemania, y no en el siglo XXI en España, porque  habría tenido que contemplar como el PP echaba por los suelos el pilar de su sistema semántico. Y es que la citada formación política ha presentado una demanda contra “el autor de los papeles falsos” publicados por el diario El País, añadiendo a continuación, eso sí, que según el citado diario “es D. Luis Bárcenas, aunque él ya lo ha negado en repetidas ocasiones” o algo así. “El autor de los papeles falsos” es el sentido de un término que, según el PP, no tiene referencia, pues en ningún lugar de la demanda se cita a ésta. Sería, por tanto, una expresión sin significado, al carecer de referencia, de tal manera que habría presentado una demanda que no significa nada –en un sentido semántico, por supuesto: en sentido político no cabe ninguna duda de que no significa, efectivamente, nada-. Han demandado a una entidad desconocida, a un ente de ficción como podría serlo –en el ejemplo del propio Frege- “el asesino de Aristóteles”. Y como de lo que no puede hablar –porque no significa nada-lo mejor es callar, que decía Wittgenstein, ellos, en efecto, se callan y no dicen nada del susodicho Luis Bárcenas. Eso si, para que no se diga que presentan demandas sin significado en la misma denuncia incluyen al citado diario El País, éste si, con sentido y referencia. 
 Este, en fin, es el último capítulo del circo grotesco –o del festival del humor, según se mire- que han montado los dirigentes del PP en torno al asunto “Bárcenas”, que incluye negaciones de negaciones –afirmaciones, por tanto- amnistías fiscales que luego no son tales pero si lo son aunque a este señor no le vamos a dejar acogerse a ellas aunque ya lo haya hecho, despidos de trabajadores que no estaban contratados por estar imputados aunque a un trabajador no se le pueda despedir por estar imputado, discursos marxistas –de Groucho, no de Karl-, invenciones de figuras legales como el “finiquito diferido”, anuncios de demandas que no se producen pero luego si demandamos a otros que no son a los que íbamos a demandar al principio y, por supuesto esa costumbre tan española de que aquí no dimite nadie porque, al fin y al cabo, la responsabilidad no es mía. Es del señor de al lado o de una quimera intangible como “el autor de los papeles falsos”. 
 A mi todo esto al principio me hacía gracia, lego empezó a resultarme un poco cargante y, al final, me estoy empezando a hartar de que me tomen el pelo. Mal está que gobiernen para los intereses particulares de unos cuantos conglomerados empresariales, peor está que mientan, pero que ofendan mi inteligencia ya me parece una falta de respeto. Y aunque Goebbels dijera que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, a él, al final, las suyas no le sirvieron para nada.