Parece ser que el 86% de los
participantes en las últimas oposiciones a maestro convocadas por la Comunidad
de Madrid ha suspendido un test de conocimientos generales pensado para alumnos
del último curso de Educación Primaria. También lo hubiera suspendido el 86 %
de la población en general, o el 86% de los periodistas –que siguen empeñados
en confundir las figuras administrativas de “maestro” y “profesor”- y, por
supuesto, el 86% de los políticos. La
sociedad es analfabeta y sus maestros también lo son. La cuestión sería
discernir si la sociedad es analfabeta porque los maestros son analfabetos o si
los maestros son analfabetos porque lo es la sociedad, lo que viene a ser una trasposición
del viejo debate acerca de quién educa al educador. Viendo las respuestas que
algunos de los aspirantes han dado en dicho test se podría pensar que algunos
de ellos decidieron en su momento boicotear la prueba por considerarla
humillante, para protestar porque gracias a los recortes en educación no iban a
tener trabajo aprobaran o no aprobaran o para denunciar el sueldo de risa que
cobran, que hace cada vez más cierto el antiguo dicho de “pasar más hambre que
un maestro de escuela”. Esto demostraría que dichos opositores no son del todo analfabetos,
pero si muy poco inteligentes, pues no hace falta ser un lince para saber que
la Administración no iba a tardar mucho en utilizar los desastrosos resultados,
no sólo para apoyar su política de desmantelamiento de la educación pública,
sino para desprestigiar a toda la profesión. Ahora no vale decir que lo
hicieron a propósito, y que por supuesto ellos saben que el Ebro no pasa por
Madrid, porque el daño ya está hecho y cualquier explicación sonaría a excusa. De
la misma forma que suena a excusa de mal estudiante la protesta balbucearte de
los sindicatos de la enseñanza que han dicho que la prueba se incluyó en la
Oposición tan sólo cinco meses antes de su celebración. Lo que vienen a decir
los alumnos: es que nos han avisado una semana antes y no nos ha dado tiempo a
estudiar.
Aunque esto se haya
podido producir, eso no quita para que haya un número alarmantemente elevado de
aspirantes a maestro que afirmen que la gallina es un mamífero. Lo que me lleva
a plantear dos cuestiones que pienso que son las que subyacen a algo que, en
unos cuantos meses, acabará siendo poco más que una anécdota. En primer lugar,
el daño real que ha hecho la LOGSE y las nuevas doctrinas pedagógicas
imperantes. Estos chicos que no saben que se escribe “beber” y no “vever”
tienen alrededor de 23 o 25 años, son hijos directos de la nueva razón
pedagógica que considera que lo importante es, precisamente, la pedagogía y no
los contenidos. Se han educado en actitudes y procedimientos, pero no en
conceptos y la pedagogía que les han enseñado les ha dicho que es lo que se
debe de hacer. Ya he expuesto en otro sitio lo que pienso sobre la nueva pedagogía,
y no lo voy a volver a repetir aquí. Espero que esto sirva para que nos vayamos
dando cuenta de que un profesor de matemáticas tiene que ser un especialista en
matemáticas, no en pedagogía, y que un profesor que sabe mil cosas, aunque sea
un mal pedagogo, seguro que puede enseñar cien a sus alumnos, mientras que
aquél que sólo sepa una, por muy buen pedagogo que sea, sólo podrá enseñar una.
En
segundo lugar, el caso que nos ocupa es una prueba palpable de lo que Noam
Chomsky llama “des-educación”. Son los gobernantes y los que ocupan puestos de
poder los que están interesados en que los maestros sepan cada vez menos,
porque así podrán enseñar cada vez menos a sus alumnos y crear una masa de borreguitos
ignorantes y obedientes. Así que el que ahora las autoridades se rasguen las
vestiduras con los resultados de la oposición de marras no es más que una
prueba de su hipocresía secular. En el fondo se están frotando las manos porque
sus plan ha dado los resultados apetecidos. Estos maestros cumplirán a la
perfección su función, que no es otra que “des-educar” a los alumnos. Mientras,
la sociedad, que haciendo caso omiso de su propia estulticia nos recordará la
estulticia de los maestros, seguirá exigiendo que los centros educativos sean
guarderías donde sus hijos se entretengan y estén vigilados; mientras, les
seguirá dando igual lo que aprendan o no aprendan siempre y cuando les pongan
una buena nota a final de curso. Y ahora, si no se da este caso, ya podrán
decir que es que el profesor no sabe hacer la “o” con un canuto, aunque sea
doctor en Astrofísica.
En
cualquier caso una cosa no quita a la otra. Uno no puede estar exigiendo en
manifestaciones una enseñanza pública de calidad y luego no saber qué diferencia
hay entre “basta” y “vasta”. Estos señores, lo hayan hecho a propósito o no, no
sólo ha puesto en evidencia a todo el gremio, sino que han dado pie a la
derecha para desprestigiar todavía más, si cabe, la enseñanza pública, porque
ellos mismos se han desprestigiado. Y de la misma forma que se pide la dimisión
de un político que no cumple con su deber, yo desde aquí pido la dimisión de
todos estos maestros o aspirantes a maestros que han cometido semejante
desafuero.
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