domingo, 20 de noviembre de 2011

Chantaje, miedo y Democracia

 Hemos oído mucho estos últimos días decir eso de que para entender lo que está pasando en Europa hay que saber Economía. Y yo digo que de Economía hay que saber lo justo. De lo que hay que saber es de Política, y sobre todo de cómo la Economía controla la Política. Y ya no se trata de que la determina, como en el análisis social de Marx, sino que directamente la sustituye o, más bien, usurpa su lugar.
 Las elecciones que tienen lugar este domingo son un buen ejemplo de ello. Se ha hablado de indiferencia, se ha hablado de resignación, se ha dicho que quedándose uno en casa no se construyen hospitales, todo ello para que los ciudadanos acudan a las urnas, para que vuelvan a legitimar el sistema. No existe indiferencia ni resignación cuando nos enfrentamos a unos comicios como éstos, que se mueven entre el miedo y el chantaje. El miedo que esgrime el PSOE para no votar a la derecha, y el miedo que esgrime el PP para no votar a los socialistas: miedo a los recortes sociales, miedo al paro, miedo a que España sea intervenida. Pero sobre todo, el miedo y el chantaje que emana de los poderes financieros. Porque no es una casualidad que dos días antes de las elecciones la prima de riesgo española se disparara, o que se pagara un interés record por la deuda. Era un aviso para navegantes. Tened mucho cuidado con lo que hacéis, tened cuidado de a quién votáis. Mirad a Grecia y ved lo que os pede pasar.
 Y es que estas elecciones, más que nunca, da igual a quién se vote, porque sea a quién sea a quien en realidad se estará votando es a los inversores que tienen que financiar el país, a las agencias de calificación y a los bancos. Y si el Gobierno resultante no convence a éstos, o no cumple con sus exigencias, se le sustituye por el que ellos impongan. Son unas elecciones manipuladas, donde no existe una posibilidad real de elección. Son unas elecciones que necesitarían de observadores internacionales, mucho más que algunas que se celebran en países de ese llamado Tercer Mundo al que cada vez más nos parecemos. Son las únicas elecciones que se han celebrado en una absoluta falta de libertad, y eso que ETA, que parecía ser la única que empañaba la libertad en estos eventos, ha dejado de existir. Son unas elecciones que nada tienen que ver con un sistema democrático. Por eso, el verdadero deber de los ciudadanos hoy no es votar, sino no votar. No seguir legitimando un sistema en el que no son más que mercancía, sino decir “no” a esta defenestración de la democracia. No es casualidad que en la jornada de reflexión jugaran el Madrid y el Barcelona. Mejor que no reflexionéis mucho y sigáis embotados con el fútbol. En esta situación el significado del voto no necesita de finos análisis: votar es renegar de la Democracia y aceptar lo que tenemos. Hoy, más que nunca, el que vote no puede protestar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cara a cara (y cruz)

 Sirva el debate que esta semana han protagonizado los candidatos Rubalcaba y Rajoy como paradigma de aquello en lo que se ha convertido la Política en la actualidad: un espectáculo de consumo a favor de los intereses económicos. Nada que ver con la antigua ciencia de la Polis que fundó Platón. Los informativos de aquellas cadenas que retransmitieron el debate lo vendieron como si fuera un partido de fútbol, haciendo hincapié en los aspectos técnicos de dicha retransmisión y no en lo que de verdad importaba: que, en teoría, nos estamos jugando el futuro del país. Y es que la audiencia es la audiencia y si no tenemos la exclusiva hay que ver cómo hacer más tractivo nuestro producto para poder vender más. Pero lo más llamativo de todo ha sido ver como –y esto es lo triste porque es la realidad- lo que realmente importaba para ganar o perder el dichoso debate no eran las propuestas políticas, sino el color de la corbata, la posición del cuerpo, el planchado del traje o la mirada de los candidatos. Y es que eso son los políticos hoy en día: individuos mediocres, marionetas dirigidas por el poder financiero. Lo de menos es lo que tengan que decir, porque poco hay qué decir.
 Y es que estos cara a cara pseudopolíticos llevan en sí mismos su cruz: que la política ya no existe. La desfachatez de los mercados ha sobrepasado ya todas las leñas rojas y para muestra un botón, o más bien la situación actual de Italia y Grecia. Por si alguien no se ha dado cuenta lo que ha ocurrido en esos países, donde se ha depuesto a sus gobernantes porque, por unas razones u otras, no cumplían con las exigencias del FMI y de BCE ha sido lisa y llanamente un golpe de estado. No seré yo quien diga que los políticos depuestos no fueran culpables de la situación económica y social de sus respetivos países, ni seré yo quien se entristezca por la caída del señor Berlusconi. Pero el señor Berlusconi hace mucho tiempo que tenía que haber sido, no ya sólo depuesto, sino encarcelado. Y nada ha pasado cuando miles de italianos pedían su cabeza en la calle, pero si ha pasado cuando ha desobedecido a sus amos. Y el señor Papandreu es culpable de haber maquillado las cuentas griegas. Pero nada pasó cuando cometió este fraude junto al entonces directivo de Goldmann & Sachs y hoy presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi y si cuando se atrevió a insinuar que iba a convocar un referéndum para consultar a sus ciudadanos la conveniencia de los recortes exigidos por su excompinche. En todo caso, no me lamento de la caída en desgracia de ninguno de los dos, pero si de que a los ciudadanos de sus países se les vayan a imponer dos gobiernos que seguirán la misma, o más dura, política económica de sus antecesores (de hecho ya nos anuncian que en Italia el gobierno lo formarán técnicos y no políticos: técnicos a sueldo de los grandes capitales, obviamente). De lo que me lamento es de que a los ciudadanos griegos e italianos se les haya birlado la oportunidad de dar su opinión.
 En cuanto al cara a cara, efectivamente, yo no lo vi. Y es que no había nada nuevo que escuchar

domingo, 6 de noviembre de 2011

La esencia está en Grecia

 Decía Lenin que es más agradable y provechoso hacer la Revolución que escribir acerca de ella. Como he decidido bajarme del carro de esa revolución de juguete que era la “Marea Verde” –que no roja-, creo que, con el permiso del compañero Vladimir, puedo dedicarme a escribir de nuevo sobre ella. Las razones que me han llevado a dejar de participar en un movimiento que ya ha perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvo, son varias y, por supuesto, personales, y van desde la responsabilidad moral de ver como mis alumnos no reciben clase, como se perjudica su formación, mientras los niños de los colegios privados y concertados les sacan todavía más ventaja que aquélla con la que ya parten, lo que por otro lado es lo que quieren Esperanza Aguirre, Lucía Figar y todos los responsables de las Administraciones educativas, sean del signo político que sean, hasta la constatación -como era de esperar- de que el movimiento ha caído bajo los postulados de determinadas posturas anarquistas y “15-emeras”, y cualquiera que conozca un poco la historia de España del último siglo sabe que los anarquistas no son precisamente unos expertos en estrategia política, más bien todo lo contrario.
 Pero quizás lo que más ha influido en mi toma de postura ha sido comprobar –que no darme cuenta, porque era algo que ya sospechaba- que la movilización para salvar (supuestamente, que no lo tengo yo muy claro) la Educación Pública no es más que una picadura de mosquito en el lomo de un elefante. Que todo forma parte de una táctica global infinitamente más amplia contra la que nada pueden las huelgas de profesores, que las señoras anteriormente citadas podrán ser muy buenas o muy malas personas (no lo se porque no las conozco) pero que en todo caso los recortes en la Educación Pública, como en todos los servicios sociales, no los marcan ellas, sino gente que está muy por encima en la estructura de poder–en los despachos de Wall Street o en la Facultad de Economía de la Universidad de Chicago- y que esto no se soluciona, en todo caso, haciendo encierros lúdico-festivos en los centros educativos. La verdadera cara de el problema ha saltado esta última semana en Grecia donde por fin los responsables de la situación se han quitado la máscara, si es que había alguien que aún no conocía su verdadero rostro. Es en Grecia donde hemos visto que los mercados son, no sólo los enemigos, sino la contradicción misma de la democracia. Cómo el simple anuncio de la convocatoria de un referéndum para consultar las condiciones del rescate –un eufemismo más de los muchos a los que nos tienen acostumbrados- económico por parte de la Troika comunitaria a ese país ha provocado un ataque de pánico en las estructuras financieras y políticas. Cómo se ha llegado incluso al Golpe de Estado apartando del poder a quien ha tenido semejante ocurrencia. Y no por la convocatoria de dicha consulta, sino por su previsible resultado: que los ciudadanos, los que se van a ver afectados por las consecuencias de dicho rescate y por lo tanto los únicos que pueden decidir, lo rechazaran. Ellos saben perfectamente lo que están haciendo y lo que pasa, dejémonos ya de mandangas. Los responsables no se llaman Papandreu, Sócrates o Zapatero, sino Merkel, Sarkozy u Obama. Y no les importa dejar en la miseria a los ciudadanos de medio mundo. Ante esta situación, ¿qué importa un desdoble o una actividad extraescolar más o menos?.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La Nueva Izquierda

 La nueva izquierda que cristaliza en el movimiento 15-M en realidad no es tan nueva. Es bastante antigua y comete los mismos errores que ha cometido siempre. Estos errores pueden ser analizados a tres niveles: a nivel de su fundamentación teórica, a nivel de su instrumento político y a nivel de resultados.
 1.- Fundamentación teórica. El 15-M surge como un movimiento de indignados. Teóricamente, por tanto, sus actividad política se vehicula a través de un sentimiento, la indignación, y no de la razón y se sitúa así en el mismo campo de la irracionalidad política y social que dice combatir. Este sentimiento le lleva a realizar un análisis simple y maniqueo de la realidad y a dividir ésta en dos campos: el campo de los buenos, dónde se sitúan ellos y la gran masa de la población, sin importarles si esta masa de la población son ciudadanos ejemplares o delincuentes habituales, y el campo de los malos, donde están los banqueros y los empresarios. De hecho, esta simplificación llega al extremo de identificar a los malos con nombre y apellidos, y así, se acusa, por ejemplo, a Emilio Botín de ganar un sueldo millonario. A mi lo que gane el señor Botín me trae completamente sin cuidado y en lo que atañe a la transformación del sistema –fuera del populismo y la demagogia- es un dato del todo irrelevante. Lo peor es que esta singularización de la maldad conduce –y así ha sido a lo largo de la Historia- a las Checas, las “sacas” y las purgas de todo tipo. A una eliminación sistemática, en suma, de la libertad, mientras que los cimientos de la estructura económica siguen intactos.
 2.- El instrumento político. El 15-M se constituye como un movimiento asambleario. No seré yo quien alabe las supuestas bondades de la democracia representativa, pero cualquiera que haya estado alguna vez en una asamblea de las llamadas “populares” sabe que nunca llevan a ningún sitio. El problema de la legitimidad de una asamblea es exactamente el mismo que el de un diputado elegido en las urnas: la representatividad. Y en este sentido, por mucho que se empeñen, una asamblea sólo se representa a sí misma. Las excusas teóricas para salvar este escollo –la voluntad general y el bien común- ya fueron planteadas por Rousseau y quien le haya leído atentamente sabe que conduce –o puede conducir, no es este el lugar para analizar la obra rousseauniana- a un sistema totalitario. ¿Quién decide cuál es el bien común?. La Asamblea. ¿Y quién ha dado legitimidad a la Asamblea para decidirlo?. La propia Asamblea. El segundo lugar una asamblea tiene que tomar sus decisiones teniendo en cuenta las circunstancias sociales, no se trata tan sólo de expresar sus deseos –y aquí volvemos al punto 1-. Una asamblea puede decidir lo que le de la gana, pero la estructura social debe permitir llevarlo a cabo. Allá por los ochenta salió una canción que resumía de forma magistral esta circunstancia. Decía algo así como “la asamblea de majaras ha decidido: mañana sol y buen tiempo”. En tercer lugar las asambleas son fácilmente manipulables –y esto también lo sabe cualquiera que haya estado en alguna-. Y son manipulables porque normalmente apelan a lo más manipulable del ser humano, los sentimientos, y no a la razón. La paradoja está en que una asamblea sólo es operativa si está manipulada. En Rusia los soviets sólo funcionaron como instrumentos de cambio político en Febrero, controlados por los mencheviques, y en Octubre, controlados por los bolcheviques.
 3.- Resultados. ¿Qué ha obtenido hasta ahora el 15-M?. Absolutamente nada, a no ser reforzar la posición del PP. Quizás por eso cada vez más esté derivando hacia un movimiento anti-PP –no han dicho una sola palabra de la reforma laboral de tapadillo que nos ha colado el PSOE, permitiendo que los contratos laborales se encadenen indefinidamente lo que precariza todavía más el empleo-. Alguien puede argumentar que han parado unos cuantos desahucios, pero aparte de que habría que ver las circunstancias en que se producen esos desahucios –no todos son impulsados por los bancos- eso tan sólo es cortar unos cuantos árboles mientras el bosque permanece virgen.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Reforma y Constitución 4. Los Partidos

 Aunque resulte chocante –incluso insultante para algunos- en todo este asunto de la reforma constitucional los únicos que se han comportado de forma coherente han sido PSOE y PP. Han hecho lo que tenían que hacer: obedecer la voz de su amo, que no son precisamente los ciudadanos que les han votado. Lo que cabía esperar, al fin y al cabo. La actitud del resto de los grupos políticos va de la demagogia al cinismo. Se han dedicado a liar la madeja, confundir e intentar salvar la cara.
 En cuanto a los grupos de la llamada izquierda, para empezar, no es de recibo que abandonen la cámara en vez de votar “no” al cambio, que es para lo que se supone que les han votado quienes les hayan votado. Si uno no está de acuerdo con algo se opone, pero no se abstiene o hace mutis por el foro, no vaya a ser que al final le salpique a él la porquería. A lo mejor es que no les parece tan mal como dicen, o al menos es lo que demuestran. Si la reforma constitucional se ha realizado de acuerdo con el Artículo 167, lo que deben hacer es solicitar formalmente un referéndum, si se ha llevado a cabo a través de algún procedimiento de urgencia ajeno a la Constitución, hay que presentar un recurso de inconstitucionalidad y si este procedimiento está presente en la Constitución hay que denunciar a ésta como antidemocrática. Yo he de reconocer que no se cómo se ha producido esta reforma, entre otras cosas porque a ninguno de estos partidos se le ha pasado por la cabeza explicar el proceso. Esto es lo que habría hecho una izquierda seria y responsable, no salir corriendo del hemiciclo y luego utilizar la demagogia para azuzar a las masas, cuando ellos saben mejor que nadie que no existe ningún instrumento legal que permita convocar un referéndum por presión popular y mucho menos para una reforma constitucional que está perfectamente reglamentada. Ellos saben mejor que nadie que la reforma venía impuesta y que había de salir adelante. Así que se han quitado de en medio.
 En cuanto a los partidos nacionalistas lo único que han ofrecido ha sido una muestra más del tradicional cinismo al que nos tienen acostumbrados: ni si, ni no, ni todo lo contrario y aquí estamos a verlas venir. Ahí está la postura de CIU, que no tuvo ningún reparo en afirmar que ellos estaban dispuestos a apoyar la reforma siempre y cuando eso supusiese más dinero para Cataluña, que es lo mismo que decir para los empresarios y los políticos catalanes, que no para sus ciudadanos, a los que ya no les quedan ni ambulatorios. Esta es la tan cacareada responsabilidad política de los partidos nacionalistas: vender su apoyo al mejor postor y amenazar con consultas secesionistas -que saben que no van a llevar a cabo- cuando las cosas no salen como ellos esperan.
 Así que lo único que me queda claro es que un sistema político como el que nos ha tocado soportar genera políticos mediocres porque los necesita para sostenerse. Y un país gobernado por mediocres siempre será mediocre.

martes, 6 de septiembre de 2011

Reforma y Constitución 3. El 15-M

 Finalicé el anterior artículo afirmando que el 15-M se equivocaba, una vez más, en el planteamiento que hace con respecto a la reforma constitucional. Voy a intentar explicar esta idea, aunque de alguna manera está explicación ya está implícita en el artículo citado.
 A mi entender, desde sus comienzos, el 15-M ha adolecido de dos defectos o fallas a nivel teórico que le imposibilitan para dar una respuesta de izquierdas racional y contundente a la situación económica y política actual. El primero de ellos es su base reformista. Ya he dicho alguna vez que, aunque parezca lo contrario, el 15-M no es un movimiento revolucionario. Su lema definitorio “democracia real ya” deja ver sus intenciones. Consideran que la democracia es posible dentro de este sistema, se trataría tan sólo de desarrollarla (que sea ya real) reformando instituciones y formas de hacer política. No pueden ver, así, que esa falta de democracia que critican (en lo cual tienen razón) es una necesidad estructural del sistema. Que nos movemos dentro de unos parámetros económicos, y por lo tanto políticos, que exigen para su desarrollo esa ausencia de democracia. El capitalismo global avanzado sólo puede ser mantenido –como lo demuestran los casos de las dictaduras latinoamericanas en los ochenta o, más recientemente, de China- si los ciudadanos son apartados de la toma de decisiones políticas, porque esas decisiones, dirigidas por el poder económico, necesariamente han de resultar contrarias a sus intereses. La democracia sólo puede darse si se transforma el sistema –si se revoluciona-. Cualquier reforma que no incida en la base antidemocrática del sistema dejará las cosas como están.
 La segunda falla es su falta de visión global. Dividir la realidad social en compartimentos estancos y actuar teniendo a la vista éstos y no la totalidad no es más que poner parches que dejan intacta la estructura global sobre la que se sustentan. En este caso, más que nunca, los árboles no les dejan ver el bosque. No se trata de que políticos o banqueros sean muy malos. Se trata de que, dentro del armazón de la realidad no pueden actuar de otra manera.
 ¿Qué tiene esto que ver con la reforma de la Constitución?. Dicha reforma se ha llevado a cabo dentro del marco de la Constitución, con elementos que la propia Constitución establece- y de no ser así la solución sería tan simple como plantear un recurso de inconstitucionalidad-. De esta forma, no es la reforma la que es antidemocrática, sin la propia Constitución que la legitima. Los ataques, pues, no deberían ir dirigidos contra el cambio, sino contra la Constitución misma. No hacerlo así es carecer de visión global para ver que la Carta Magna que supuestamente se defiende contiene elementos antidemocráticos. Es reformismo que sólo sirve para tapar vías de agua, pero no transforma nada.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Reforma y Constitución 2. Las Formas

 La polémica más enconada en la anunciada reforma de la Constitución es la que gira en torno a la forma de llevarla a la práctica. Todo el debate público en lo tocante a esta cuestión hace referencia a si esta reforma ha de ser aprobada por el Parlamento o sometida a referéndum. Aquí es necesario hacer una distinción –cosa que hasta ahora nadie, que yo sepa, ha hecho- entre legalidad y moralidad. Y no es una cuestión baladí, porque en este asunto lo que puede resultar legal es posible que no sea moral y viceversa. Y lo que parece democrático puede que no lo sea.
 La legalidad de la reforma constitucional viene determinada por la misma Constitución. Ésta, en su Artículo 87, Apartado 1, establece que la iniciativa legislativa corresponde al Gobierno, al Parlamento y al Senado. Habida cuenta de que la Constitución es ley de leyes, es a estos organismos a los que compete su reforma. Así, en el Artículo 167, Apartado 1, se establece que las reformas constitucionales deberán ser aprobadas por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras, y en el apartado 3 del mismo Artículo se indica que las reformas serán sometidas a referéndum, una vez aprobadas, siempre que lo solicite una décima parte de los miembros de cada una de las Cámaras. Es decir, que la reforma constitucional planteada por PP y PSOE, tal y como se está llevando a cabo hasta ahora, se ajusta a lo dispuesto en la Constitución y por lo tanto es legal y, en principio, democrática. Cuestión distinta es la de si resulta moral reformar la Carta Magna sin contar con los ciudadanos a los que afecta. Ningún parlamentario ha declarado hasta ahora que tenga intención de acogerse al Apartado 3 del Artículo 167 y pedir un referéndum que ratifique la reforma. Ni uno sólo, mucho menos los 35 que sería el número mínimo exigible por el citado Artículo. Y convocar un referéndum antes de aprobar los cambios, o que no fuera solicitado por esa décima parte de parlamentarios y senadores iría en contra de la Constitución y sería, por tanto, ilegal. Esto demuestra la catadura moral de todos y cada uno de nuestros diputados, especialmente de aquellos que en vez de hacer declaraciones altisonantes en contra de las reformas y proclamar con la boca pequeña la necesidad de una consulta popular (que saben que no puede darse si no se cumplen las condiciones antes citadas) lo que deberían hacer es firmar la petición de referéndum, referéndum que debería convocarse entonces, hubiera o no hubiera tiempo para ello. Pero lo fácil es tirar la piedra y esconder la mano
 En resumen, que la reforma constitucional que se avecina es legal, pero no moral. Y aquí surge el punto de inflexión fundamental. Si es legal porque se ajusta a la Constitución, entonces es democrática, puesto que se supone que la base de nuestro sistema democrático es la Constitución. Pero resulta muy difícil calificar algo de democrático cuando resulta inmoral. El problema está en una Constitución que elaboraron unos señores elegidos a dedo, que se aprobó en un referéndum tutelado por el Ejército y en el que se votó con el miedo en el cuerpo y que se consensuó entre aquellos miembros del aparato franquista que deseaban legitimarse y asegurar su continuidad política y los partidos moderados de la oposición (fundamentalmente el PSOE) que buscaban abrirse un hueco en el espectro del poder. Una Constitución que, además, afianza en su primer Artículo la herencia del dictador: la imposición de Juan Carlos I como Rey y Jefe del Estado. Una Constitución, en suma, que no es democrática en sí misma y es aquí donde, una vez más, el 15-M y la “nueva izquierda” que le jalea se están equivocando.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Reforma y Constitución 1. El Fondo

 Una de las características que define la irracionalidad política es complicar las cosas hasta que nada es lo que parece y cuestiones relativamente simples se convierten en laberintos artificiales en los cuales, en algún momento, existió una entrada, pero en los que ya resulta imposible encontrar la salida. Esto es lo que está ocurriendo con la tan traída y llevada reforma de la Constitución, reforma de la que ahora mismo nadie es capaz de dilucidar si es necesaria o innecesaria, democrática o antidemocrática, legal o ilegal. He de reconocer que a lo único que he sido capaz de llegar es a tres hilos conductores de los que tirar para poder aclararme un poco: uno se refiere la forma de la citada reforma, otro a la actitud de los denominados “indignados” y los que se oponen a ella; el tercero la postura, a favor o en contra, de los partidos políticos con representación parlamentaria, que son al fin y al cabo los que tienen en sus manos sacarla adelante.
 Nótese bien que en ningún momento hago referencia al fondo del pretendido cambio constitucional. Y no lo hago porque éste si que es un nudo gordiano que tiene más que ver con intereses políticos y económicos que con cuestiones racionales y razonables. Cuando nos sumergimos en él nos adentramos en el campo de la pura opinión subjetiva, donde cada cual elucubra según convenga a aquéllos. Porque si bien es razonable, y además es algo que se sitúa dentro de los más estrictos parámetros de la racionalidad, que no se puede gastar más de lo que se ingresa y que de alguna manera hay que poner freno a la sangría económica en la que se encuentran sumidas las administraciones, no es menos cierto que el hecho de incluir este punto en el articulado constitucional es una imposición de los mercados financieros, que el techo de gasto del que tanto se habla es más que probable que repercuta única y exclusivamente en los inversiones sociales (aunque los promotores de la reforma se empeñen en negarlo, insisto: nos movemos en el ámbito de la subjetividad) y que el déficit público tiene más que ver con gastos suntuarios, obras faraónicas e innecesarias, sueldos millonarios de asesores colocados a dedo, regalos a bancos y empresas, visitas papales y toda una amplia gama de corruptelas que con el salario de profesores, médicos o bomberos.
 Pero ya he dicho que todo este tema es demasiado confuso y no resulta fácil tratarlo en un solo artículo. Habida cuenta, además, que la Constitución se va reformar no pongamos como nos pongamos ( y muy ingenuo o muy ciego tiene que ser el que todavía no se haya dado cuenta de ello) es mejor dejar aquí la cuestión y seguir exponiéndola en próximos escritos.

martes, 16 de agosto de 2011

La paz de Dios

 Si es verdad que, como el santo Job, los pacientes tienen el cielo ganado, todos aquellos que habitamos en este país pero que no somos considerados españoles, porque no entramos en la categoría de “todos los españoles están satisfechos con la visita del Papa”, tenemos un lugar asegurado a la derecha de Dios padre. Porque alguien tendrá que reconocer que hemos tenido mucha paciencia aguantando que se libere de pagar impuestos a las grandes empresas que han contribuido a dicho viaje, impuestos que hemos tenido que compensar todos los demás; aguantando que nos suban el billete de metro mientras a los peregrinos se lo bajan; aguantando que Madrid sea una ciudad sitiada e inaccesible durante una semana, una especie de colonia del Vaticano; aguantando que se conculquen derechos básicos como el de expresión y manifestación para no molestar al romano pontífice; aguantando que se ocupen espacios públicos como el parque del Retiro para realizar actividades privadas como confesarse y aguantando las mentiras y las insolencias de toda la curia. Todo lo hemos aguantado porque vivimos en España, la reserva espiritual de Occidente, un país que por mucho que lo diga la Constitución no es laico ni lo será nunca, lo gobierne quien lo gobierne, una prueba más de que Franco sabía lo que decía cuando espetó aquello de que lo dejaba todo “atado y bien atado”.
 Pero cuando un escucha decir a los representantes de esas juventudes fervorosas que se van a tirar siete días rezando en Madrid, se supone, decir que son fuertes y lo van a demostrar, la paciencia se empieza a agotar, y lo que nos pide el cuerpo es decirles que no dejen en paz de una vez, que aquí al fin y al cabo nadie se ha metido con ellos, que son ellos los que provocan y que eso suena, más que a oración pía, a amenaza barriobajera, a un “vamos a por vosotros y os vais a enterar de quiénes somos”. Que me dejen en paz, porque no son mejores que yo por compartir un conjunto de supersticiones irracionales. Que me dejen en paz, porque me parece muy bien que estén orgullosos de ser católicos, como hay gente que está orgullosa de ser gay, atea, o del Real Madrid. La diferencia es que ninguno de ellos obliga a los demás a estar orgullosos de lo mismo, ninguno de ellos obliga a los demás a pensar igual que ellos, ninguno de ellos obliga a un Estado a imponer a todo el mundo sus normas morales. Que estén orgullosos de ser católicos, están en su derecho, y que me dejen a mi estar orgulloso de ser como soy –lo que incluye no ser creyente de ninguna religión-. Que me dejen en paz y que se enteren de una vez que cada uno hace con su vida lo que quiere, incluso la puede arruinar como quiera. Que recen, pero que, al menos a mi, me dejen en la paz de Dios de una santísima vez.

lunes, 1 de agosto de 2011

Que se callen

 José Saramago escribió una novela excepcional con el título “Ensayo de la ceguera”. Quizás alguien debería escribir algo llamado “Ensayo de la mudez” o algo por el estilo. Esa mudez que cada vez más echamos de menos en los dirigentes del PP. Por favor, que se callen de una vez. Que se calle doña Rita Barberá, quien después de que su muy amado señor Camps haya sido procesado y vaya a ser juzgado por “cohecho impropio” por un jurado popular, eso sí -que yo quiero saber dónde me tengo que apuntar para formar parte de él- anda diciendo que se ha permitido a Bildu participar en las elecciones y ahora quieren echar de la política a su presidente, como si tuviera algo que ver una cosa con otra, una organización política a la que ha reconocido el Tribunal Constitucional con un señor que es un chorizo, sea político o no. Esa señora Rita Barberá que dijo en su momento que todos los políticos recibían regalos, a lo que alguien debería haberla respondido que entonces lo que había que hacer era juzgarles a todos. Que se calle la señora Lola Johnson –bonito nombre para una cantante de jazz- portavoz(a) del Gobierno valenciano, que dice que no se puede juzgar al señor Camps porque los valencianos le han votado, lo cual lo único que demuestra es la catadura moral de aquellos valencianos –que no son todos ni mucho menos- que efectivamente le han votado. Que se callen los que piden la dimisión de ese senador canario que supuestamente ha agredido a un policía –que a lo mejor es verdad, y habría que ver por qué- y sin embargo no dicen esta boca es mía cuando se trata de hablar del presidente de la Generalitat valenciana. Que se calle la señora de Cospedal y que se dedique a gobernar, que es para lo que le han votado, y no para meterse con el antiguo presidente manchego, que ya se supone que lo hizo muy mal, y por eso no le han vuelto a votar. Que se calle la señora Esperanza Aguirre y deje de hablar de excelencia y de educación cuando acaba de hacer un recorte de personal en la educación pública que hace imposible que los profesores realicen su labor con unas mínimas garantías –y sobre todo con una mínima dignidad- y ha condenado a los alumnos que estudian –o intentan estudiar- en las escuelas públicas a poco más que una educación de beneficencia, mientras mantiene a 91 cargos de confianza –según las últimas noticias- que cobran más que el presidente del gobierno. Que se calle su consejera de Educación, la señora Lucía Fígar, que cada vez que abre la boca lo único que hace es demostrar su estulticia.  Que se callen todos y dejen de insultar nuestra inteligencia.  Y sobre todo que se callen, pero para siempre, el señor Aznar y los de Intereconomía, que ya nos tienen muy hartitos.

viernes, 29 de julio de 2011

Escoltas

 En este bendito país tenemos la idea de que existen dos formas básicas de llevar razón: una es gritar más alto que los demás, la otra repetir las cosas hasta aburrir. Basta cualquier esxcusa para volver un y otra vez sobre el mismo tema. El caso es que al final nos den a razón, aunque el razonamiento que hayamos utilizado sea sencillamente inexistente. En estos días, la tribuna política nos regala con otra más de estas insulsas repeticiones: insistir una y otra vez en la situación de la coalición Bildu. La excusa utilizada en este caso es que la alcaldesa de Andoáin –perteneciente a dicha organización- había prohibido a entrada de escoltas en los plenos del Ayuntamiento –digo había porque al final ha decidido aceptar uno por concejal, seguramente para que dejaran de darle la matraca-. Habría que recordarles a los que tanto insisten en las mismas cuestiones que un señor armado no pinta nada en una institución democrática y, si siguen insistiendo, habría que recordarles también que, en toda la historia reciente de la democracia en España, la única que ha secuestrado a un Parlamento y ha intentado asesinar a todos sus componentes ha sido la Guardia Civil –concretamente el 23 de febrero de 1981, nota bene para los más desmemoriados-. La Guardia Civil, esa institución que ahora es tan democrática y a la que supuestamente tanto debemos. El verdadero problema es que tanto PP como PSOE han perdido una cuota importante de poder en el País Vasco con la participación electoral de Bildu – a lo mejor ahora se entiende mejor su interés en que los ilegalizaran- incluidas ciudades tan importantes como San Sebastián y, como suele ser costumbre en ellos, lo que han perdido en las urnas ahora tratan de recuperarlo en los tribunales. Por eso andan aliándose por aquellas tierras cuando en el resto del estado siguen haciendo el paripé de andar a la gresca. Y es que la pela es la pela y el poder es el poder. Más de lo mismo. Excusas, como la de las banderitas –otra historia recurrente- que poco tienen que ver con la democracia.
 Ya que tanto parece que preocupan ahora las actividades antidemocráticas de algunos ayuntamientos, les recomiendo a los que tanto hablan y tan poco dicen que se den una vuelta por nuestra geografía. Yo, por ejemplo, pasé hace un par de fines de semana por algunos pueblos de Toledo donde uno todavía puede tomarse una caña en un bar sito en la Plaza del Generalísimo o pasear por la calle de los Defensores del Alcázar. Y sin ir más lejos, en una céntrica Iglesia de Madrid –en plena calle de Goya- todavía podemos extasiarnos con una placa que recuerda a José Antonio Primo de Rivera y los caídos por Dios y por España.

martes, 26 de julio de 2011

Amén

 Si la memoria no me engaña uno de los mandamientos de la ley de Dios dice “no levantarás falso testimonio ni mentirás”. Ya estamos acostumbrados a que la Iglesia Católica se pase los mandamientos en los que se sustenta por el forro de la sotana –quizás de ahí venga su empeño en hacernos pensar que todos somos pecadores: cree el ladrón que todos son de su condición-, pero la inminente visita de su jefe a España para dar unas cuantas misas para sus jóvenes cachorros y criticar, de paso, ese laicismo corruptor que nos invade ha dado pie para que suelten unas cuantas mentirijillas más. La más llamativa de todas quizás sea esa que tanto ha circulado por los medios de comunicación afines a romano pontífice, según la cual la susodicha visita no va a costar ni un euro al erario público. Ya sabemos que el conocimiento es el mayor pecado que puede cometer el ser humano –es pecado de soberbia- y que a Eva se la condenó por comer el fruto del árbol de la ciencia –a Eva que no a Adán: a ese el árbol de la ciencia le traía al pairo-, pero todavía quedamos algunos que sabemos por lo menos leer. Y sabemos por ello que desde el momento en que existe una desgravación fiscal desde hace unos cuantos años por contribuir al viajecito del Papa éste ya le está costando dinero al Estado, que somos todos: católicos, ateos y rastafaris si los hay. Por otro lado, todo el aparato de seguridad que se va a desplegar durante los fastos no se paga con novenas ni con jaculatorias, sino con dinerito contante y sonante que sale de los bolsillos de todos los contribuyentes. Hay alguno, incluso, que se ha a atrevido a insinuar que al ser el Papa un Jefe de Estado hay que darle a la visita el rango de visita de Estado, con los gastos que ello conlleva. Eso estaría muy bien si viniera a reunirse con nuestros dirigentes políticos y a tratar temas de política internacional, pero no si viene a reunirse con unos cuantos amigos, que es lo que va a hacer. En ese caso es una visita privada y es él, o sus amigos, los que la tienen que sufragar.
 De todas maneras todo esto es predicar en el desierto. Ya sabemos que la Iglesia es la Iglesia y que cuando un Obispo abre la boca todos los políticos se ensucian los pantalones. Por eso, aunque este sea un Estado laico –supuestamente- se sigue manteniendo el anacronismo de una clase de religión en los colegios públicos –que a esa no le afectan los recortes educativos-, la Iglesia se dedica a inscribir a su nombre propiedades que no le pertenecen desde las desamortizaciones del siglo XIX, aunque Franco antes y algunos jueces ahora hagan todo lo que puedan para corregir la situación –que al menos es de esperar que paguen sus impuestos por estas propiedades como todo hijo de vecino- e incluso en la última prueba de Selectividad en Madrid el ejercicio de griego era un fragmento del Evangelio de San Lucas, que no digo yo que no estuviera en el temario, pero me parece que hay escritos en griego más “clásicos”. Así que amén

lunes, 18 de julio de 2011

La Deuda

 Si hacemos una labor fenomenológica y eliminamos toda la metafísica que rodea a la cuestión de la deuda soberana de los países –que tiene tan sólo la función de despistar y hacer creer a la gente que estamos ante una ciencia arcana y esotérica- ésta se reduce a una simple operación de compra y venta. Los Estados necesitan dinero y lo piden prestado y los prestamistas –los ahora llamados inversores- deciden el interés que se ha de pagar por esos préstamos. Eso es comprar deuda y lo que se dirime en las famosas subastas es el interés que conviene a los que van a comprarla. Lo que no se acaba de entender es por qué los vendedores –los Estados- no se plantan en un momento dado y no aceptan rebajas en el dinero que reciben –a mayor interés, menos valor tiene el dinero prestado, pero más el dinero devuelto- más allá de un determinado punto. Como en cualquier operación de comercio se supone que tanto el comprador como el vendedor necesitan algo: el comprador el objeto comprado (en este caso el dinero) y el vendedor el precio que recibe a cambio de ese objeto. Es como si usted se va a comprar unos pantalones que cuestan 50 euros. Se supone que los necesita, y el vendedor necesita vendérselos. Puede usted regatear con él –más si los compra en un mercadillo, menos si los compra en el Corte Inglés (esta es la prima de riesgo: tiene menos El Corte Inglés que el mercadillo)- pero llegará un momento en que el vendedor no rebaje más el precio, y si usted de verdad necesita los pantalones, no tendrá más remedio que aceptarlo. Lo más perverso de este sistema es que los principales inversores (prestamistas) son los bancos, que están prestando a los Estados el mismo dinero que ellos les regalaron en su momento y que precisamente porque se lo regalaron, ahora se ven obligados a pedirlo prestado.
 En estas tesituras a Europa sólo le quedan los salidas: o bien funciona realmente como una unión, pone todo el dinero al mismo precio y da a los Estados más deficitarios las cantidades que necesitan sin pedirles nada a cambio –que es algo que ya se ha hecho con los bancos y las empresas, que no se olvide-. Es decir, que todos ponen los pantalones al mismo precio y después se reparten los beneficios para ayudar al que venda menos. O bien la Unión Europea se separa definitivamente y cada uno se va por su lado. Y los que tengan un poco de vista adoptan los sistemas de las economías emergentes, es decir, sistemas mixtos de economía de mercado con intervención estatal en los sectores estratégicos y una fuerte inversión social, dejando previamente de pagar los intereses de la deuda. Esto es lo que hay.

viernes, 15 de julio de 2011

Lo posible

 Lo que hace unos meses resultaba imposible, según el presidente señor Rodríguez Zapatero, ahora resulta posible según el candidato señor Rubalcaba. Y es que la categoría de posibilidad resulta muy laxa cuando de pescar votos se trata. Se ha encontrado la fórmula para acabar con el paro, por ejemplo. Esa fórmula secreta que todos conocíamos y cuyo ingrediente fundamental es impedir el terrorismo empresarial que hace que una empresa con 3800 millones de beneficios sólo en España, como Telefónica, despida a 6500 trabajadores. Eso si que es delictivo, habría que recordarle a la señora de Cospedal. O se cae en la cuenta, a buenas horas, de que los responsables primeros de la actual situación económica en España son los bancos, a los que se les han regalado millones de euros de las arcas públicas que ahora hay que sacar de algún sitio, aunque ellos digan que no. O de pronto alguien recuerda que de lo que se trata es de hacer políticas sociales o recoge la demagogia de no subir más los impuestos a las clases asalariadas, aunque esos impuestos sirvan para arreglar una carretera. O descubren sorprendidos que un AVE que va desde Argamasilla de Alba a Medina de Rioseco, por ejemplo, no lo utiliza nadie, y se ha trazado así para satisfacer las demandas de los alcaldes en cuestión que necesitan algo que echar a sus votantes. De pronto todo el mundo se da cuenta de que las cosas era posible hacerlas de otra manera. De eso ya nos habíamos percatado muchos antes. Entonces ¿por qué no se hicieron?. Eso es lo que habría que escuchar, y no lo bien que se va a hacer todo a partir de ahora.
 No es sólo en España donde de golpe y porrazo a los capitostes se les han abierto los ojos. La UE descubre ahora que todo el problema de la deuda tiene sus orígenes en las agencias de calificación. Resulta que esta crisis está provocada porque los Estados tienen que vender su deuda cada vez más cara –pagar cada vez más intereses por ella- y quien manipula esos precios son las agencias de calificación, cuyos clientes son quien compran esa deuda. ¿Y de eso se dan cuenta ahora?. ¿Es que los señores que nos gobiernan se han caído de un guindo?. ¿O es que nos toman por idiotas?. ¿No será más bien que nos han hecho tan idiotas que ya ni siquiera se preocupan de ocultar sus manejos?. Cuando uno ve cosas como estas lo que le parece imposible es que el mundo siga funcionando.

miércoles, 13 de julio de 2011

Lo Imposible

 En el pasado debate sobre el Estado de la Nación el señor Joan Ridao espetó al señor Presidente del Gobierno que ellos, lo que querían, es ver de una “puñetera vez” un gobierno de izquierdas en este país, a lo que el señor Zapatero contestó que su gobierno había hecho políticas de izquierda mientras había sido posible. No voy a analizar la intervención del señor Ridao, que es bastante transparente, pero si que me quiero detener en la respuesta del señor Zapatero.
 En primer lugar, cuando el Presidente del Gobierno y Secretario General del Partido Socialista Obrero Español afirma que se han hecho políticas de izquierda mientras ha sido posible lo que está dando a entender, no sabemos si consciente o inconscientemente, es que en un momento determinado esas políticas se han dejado de hacer y se han hecho políticas de derechas. Está reconociendo que el Gobierno que él preside es un gobierno de derechas. En segundo lugar está la cuestión de la imposibilidad de una política de izquierdas. Entendemos que se está refiriendo a las medidas tomadas para salir de la crisis que han venido dictadas por el FMI y las agencias de calificación financiera. El señor Rodríguez Zapatero debería saber que él es el Presidente del Gobierno español, y que si no es capaz de mantener, no ya algo tan básico como su integridad y su dignidad políticas, sino la soberanía de la nación –que no consiste precisamente en llenarse la boca cuando algún deportista logra algún éxito- entonces lo que debería de hacer es dimitir. Eso si es posible, aunque no lo parezca. Pero, además, ¿de verdad el señor Presidente del Gobierno pretende hacernos creer que no era posible recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio en vez de bajar las pensiones, qué no era posible aumentar la fiscalidad de la SICAV en vez de reducir el sueldo a los funcionarios, qué no era posible luchar contra el fraude fiscal en vez de elaborar una reforma laboral regresiva y antisocial y abaratar el despido?. Al decir eso lo único que está haciendo el señor Rodríguez Zapatero es demostrar para quién gobierna, que no son precisamente aquellos que le han votado, sino quienes le han mantenido en el poder. Ha demostrado que lo único que le mueve es su interés personal y el interés de su partido. Aunque no se lo crea.

lunes, 11 de julio de 2011

Grecia

 Resultaría curioso que la civilización occidental, que empezó en Grecia, terminara también allí, al menos tal y como la conocemos. Nos hemos hartado estos días de ver como todos los medios anunciaban que si el parlamento griego no aceptaba las condiciones del FMI y de la UE para su nuevo rescate nos encontraríamos ante una situación catastrófica para la economía mundial y para el sistema mismo. Y yo me pregunto que tendría eso de malo. En todo caso esa situación sería catastrófica para los mercados financieros y para los políticos que viven de ellos. Que a nadie le quepa duda que si este sistema económico se va al garete serán muchos los que salgan ganando. Entre ellos los miles de manifestantes griegos que se han dado cuenta que las medidas que se les pretenden imponer a base de recortes sociales, subidas de impuestos y privatizaciones de las empresas públicas para quien resultan catastróficas son para ellos. Quizás Grecia se haya salvado de un desastre financiero, pero se ha provocado un desastre social del que tardará mucho tiempo en recuperarse, si es que alguna vez se recupera. No hace mucho Santiago Auserón escribía en "El País" que no era Grecia quien le debía nada a Europa, sino al contrario, Europa quien se lo debía todo a Grecia, porque sin ella no existiría. Como también decía, muy acertadamente que si se echaran cuentas entre el dinero que Grecia tiene que pagar de deuda externa y los millones que el resto de Occidente le debe en concepto de derechos de autor por ser la cuna de todo lo que conocemos como cultura, el balance sería indudablemente favorable para ella.
 Y el caso es que las medidas que se pretenden aplicar en Grecia son las mismas que se aplicaron en los años ochenta en América Latina y que resultaron un completo fracaso: sólo provocaron hiperinflación, miseria entre la población y que unos cuantos se hicieron mucho más ricos de la que ya eran. Son esas medidas que los ahora llamados “países emergentes” como Brasil, acabaron desestimando para aplicar políticas económicas sociales, que son las que están dando resultados (por ello esos países son emergentes). Y que a nadie se le olvide que para que las medidas dictadas por el FMI y los grandes mercados pudieran ser llevadas a cabo fueron necesarios golpes de estado y dictaduras especialmente crueles como pasó en Chile, Argentina, Uruguay o el mismo Brasil. Ahora que las cosas se han torcido por aquellas latitudes el FMI ha vuelto sus ojos hacia Europa. Y los países europeos, tan orgullosos de sus democracias, le han abierto las puertas de par en par. Que Dios (o alguien) nos coja confesados. A no mucho tardar nos encontraremos con la paradójica situación de que lo que antes llamábamos, con un cierto tufillo de desprecio, “Tercer Mundo” se ha convertido en el primero y nosotros bajaremos a esa tercera división. Y si no al tiempo.

miércoles, 6 de julio de 2011

No hay quien lo entienda

 Ya he dicho alguna vez que el lenguaje es un reflejo de la realidad o, para ser más exactos, que nosotros captamos la realidad a través del lenguaje. Así que la mejor forma de tergiversar nuestra percepción de la realidad es corromper el lenguaje. Y como éste últimamente es monopolio de los políticos y de los medios de comunicación, que son quienes lo crean y lo modelan, hemos llegado a un punto en que la realidad sólo la entienden ellos, que son los que se la han inventado y los demás no nos enteramos de nada. Y da igual que tanto la realidad como el lenguaje resulten ajenos a toda lógica, porque la lógica, las reglas que rigen lenguaje y realidad, también se las han inventado ellos. Así que al final todo cuadra.
 En el affaire de Izquierda Unida en Extremadura los únicos que se han enterado de algo -según la nueva lógica social los que no se han enterado de nada- han sido las bases del partido que se han negado a que sus diputados voten al candidato del PSOE como presiente de la Junta. En todo este asunto, para empezar, hay una subversión del término “izquierda”. Que el Partido Socialista Obrero Español no es un partido de izquierda es algo que resulta evidente para cualquiera que, a la hora de realizar un análisis político, por simple que sea, sepa mirar más allá de las siglas. La “izquierda” no tiene como referencia un nombre, no es un metalenguaje, al menos si quiere ser izquierda política, sino unas actuaciones sociales muy concretas. Si una organización no lleva a cabo esas actuaciones –protección de lo público, aumento de las políticas sociales y defensa de los ciudadanos ante los poderes económicos y financieros- entonces esa organización no es de izquierda, por mucho que su denominación invite a pensar lo contrario. Así que cuando el señor Cayo Lara y la dirección federal de IU dicen que su partido apoyará a las opciones de izquierda, los militantes de la organización están siguiendo a rajatabla esa indicación: no apoyan al PSOE porque el PSOE no es izquierda. Es la dirección de IU la que está incumpliendo su propia orden al exigirles lo contrario.
 Y una vez manipulado el lenguaje se manipula la realidad. El hecho de que los tres diputados de Izquierda Unida en Extremadura se abstengan en el debate de investidura no quiere decir que entreguen el poder al PP. El PP ganará la presidencia porque ha conseguido más votos y más escaños que el PSOE, así de simple. Una vez desmontado el argumento según el cual IU debe votar al lado del PSOE porque es de “izquierda” la realidad vuelve a ser transparente. Cuando IU se abstiene lo que está haciendo es negar su apoyo a dos partidos que practican una política de derechas. Y si esto no se entiende es porque previamente se han puesto las bases para la ceremonia de la confusión en que se ha convertido la política española. Y al final nadie se entera de nada.
 Y si este análisis tan sencillo a algunos les resulta excesivamente abstruso propondré un último argumento mucho más cristalino y evidente. La última vez que IU corrió a entregarse con armas y bagajes a los brazos del PSOE, porque juntos obtenían una mayoría –de progreso, se decía- que podía apartar al PP del poder fue en Madrid. Por si no lo recuerdan les iré lo que pasó. Los diputados socialistas Eduardo Tamayo y Mª Teresa Sáenz decidieron abstenerse y no votar a favor de su candidato Rafael Simancas utilizando como excusa que no estaban dispuestos a pactar con los “comunistas” –la realidad es que habían sido sobornados por un grupo de constructores- . Esto provocó que Esperanza Aguirre –muy cuca ella- no aceptara la presidencia de la Comunidad para no gobernar en minoría, se convocaran nuevas elecciones y desde entonces no hemos sido capaces de quitárnosla de encima: parece mentira que los inteligentísimos dirigentes de Izquierda Unida no hayan aprendido una lección tan simple. Cuando uno da su voto a un partido político se lo da a ese partido no a otro ni a unos señores que luego puedan hacer con él lo que les de la gana. Los ciudadanos que votan a Izquierda Unida votan a Izquierda Unida, no al PSOE. Este es el significado del pilar de la democracia que se expresa como “un hombre, un voto”, mal que les pese a algunos analistas de los medios de comunicación "progresistas". Esos si que no se han enterado de nada.

lunes, 4 de julio de 2011

Violencia, democracia y esquizofrenia

 Intentar robarle el perro a un ciego está mal. Quitarle a un ciudadano su casa y su trabajo también está mal. Ambas son formas de violencia o ninguna lo es. Y a veces la violencia puede resultar necesaria. Estamos de acuerdo en que lo fue en 1939 para defender la libertad de Europa ante las agresiones fascistas. Y deberíamos estarlo en que lo es para defender la libertad de los individuos ante las agresiones de los mercados. Por mucho que diga la señora Esperanza Aguirre no es ella quien tiene que darme libertad. La libertad es mía, es lo que me caracteriza como individuo y como ciudadano y seré yo el que luche por ella. Si la señora Esperanza Aguirre dice que me va a dar libertad es porque me la ha quitado previamente –repito, mi libertad es mía, así que si ella me la puede devolver es porque en algún momento me la ha arrebatado- y entonces es ella la que genera violencia. No, la señora Esperanza Aguirre no tiene que darme libertad. Lo que tiene que hacer es darme una educación y una sanidad dignas. Lo que tiene que hacer la señora Esperanza Aguirre es gobernar para los ciudadanos y no para sus amigos. De la misma forma el señor Cayo Lara tiene todo el derecho del mundo a manifestarse para evitar un desahucio. También tiene, como líder político, el deber de poner todos los medios –desde su organización- para que no se produzca. Si como líder político no ha cumplido su deber y ahora como ciudadano reivindica su derecho el señor Cayo Lara se está aprovechando de la situación. Exige como ciudadano lo que no ha hecho como político. Es él el que genera violencia.
 El reciente sitio del Parlamento catalán fue una metáfora perfecta de la realidad, en este caso política. Dejando aparte la supuesta violencia que se manifestó, o si fue provocada por infiltrados de la policía o por radicales antisistema, porque no es este el caso (es tan sólo una cortina de humo que oculta una realidad más profunda) lo que se pudo apreciar fue el enfrentamiento de dos realidades, cada una de las cuales exige para sí la calificación de auténtica realidad. Fue sintomático observar a los representantes del pueblo rodeados por aquellos a los que dicen representar. Y fue sintomático ver como lo que éstos pedían era precisamente que les representaran, es decir, que escucharan sus protestas. Si el poder reside en el pueblo entonces, en aquel momento, el poder estaba rodeando el Parlamento catalán, que se supone que es la sede de ese poder. El poder se diversificó, se quebró, se convirtió en una estructura esquizofrénica. Y esa es la realidad que vivimos: dos realidades enfrentadas. Ese es el meollo del asunto, no la violencia ejercida. La violencia ya se ha ejercido –y de forma democrática- cuando se ha quebrado el poder.
 No es de extrañar que todas las fuerzas políticas reaccionaran a la vez y de la misma forma. Su discurso fue monolítico desde su lado del poder. Ellos son los representantes de la soberanía popular. Los ciudadanos les han entregado el poder, y atacarles a ellos es atacar al poder soberano. Atacar a los políticos es atacar a la democracia. Su discurso fue monolítico, si, pero también esquizofrénico, porque el poder en nombre del que decían actuar era el de aquellos que les pedían que no actuaran de esa forma. Se presentaban a sí mismos como representantes de aquellos que les negaban la representatividad. Se enfrentaban a aquellos en cuyo nombre decían obrar. La democracia, entonces, estaba debajo de los helicópteros.
 Pero todo esto no fue más que la consecuencia del gran error cometido por los que estaban fuera. El error de votar, de otorgarles esa representatividad. Cualquiera con un poco de visión global sabía que esto iba a suceder. Si no se quiere entrar en el mismo terreno político que se denosta no hay que hacer propuestas, tan sólo hay que protestar. No hay que quebrar el poder, hay que retenerlo. Esto, y no otra cosa, es lo que habría que tener en cuenta en las próximas elecciones generales, si no se quiere condenar a la democracia a una esquizofrenia eterna.

lunes, 20 de junio de 2011

Idiotizando

 Si alguien vio los noticiarios televisivos de hace unos cuantos domingos coincidirá conmigo en que eran lo más parecido al NODO que se ha visto últimamente. Si no fuera porque en el calendario dice que estamos en el año 2011, y en los libros de texto que España es una democracia constitucional, uno pensaría que habíamos vuelto a los mejores tiempos de la dictadura franquista. Y es que en los susodichos telediarios tan sólo se trató de fútbol, del Ejército y de toreros. De fútbol porque el Barcelona había ganado la Copa de Europa, que ya me contarán a mí qué interesa eso a nadie, en todo caso a los protagonistas que habrán conseguido unos cuantiosos beneficios mientras un montón de borreguitos se olvidaba de su mísera existencia y se identificaba con sus mitos, como si eso les fuera a solucionar algo. Del Ejército, porque era el Día de las Fuerzas Armadas y como de costumbre nos regalaron un desfile militar -imagino que para que los que no fueran aficionados al club campeón de Europa también se pudieran identificar con algo-, seguramente pagado con los recortes del sueldo de los funcionarios y de los servicios sociales, para que nuestro querido monarca y su vástago pudieran lucir el uniforme de turno. Una parada militar, a mi entender, puede tener dos significaciones: o bien es una celebración de la liberación de la nación o bien es una demostración de fuerza a la población, un aviso de que más les vale no sacar los pies del tiesto. Habida cuenta de que este país nunca ha sido liberado de nada excepto de la Ilustración, allá por 1808, que cada uno saque sus propias consecuencias.
 Y de toreros, exactamente de uno que se casó con una folclórica -qué bonito es el costumbrismo- y que se encuentra, o se encontraba, es estado critico después de un accidente de trafico. Bien está recordar a los que sufren, no digo yo que no, pero tampoco hubiera estado de más que alguien se acordara de que el accidente lo causó el susodicho torero por circular a más velocidad de la debida y que su imprudencia costó la vida a un ciudadano anónimo del que nadie hace mención. Si hubiéramos sido usted o yo tendríamos a dos policías en la puerta de la UCI y, en caso de que sobreviviéramos, no saldríamos de la cárcel en el resto de nuestras vidas.
 Y es que la mejor manera de que la gente obedezca y no proteste más allá de lo mismamente imprescindible es idiotizarla. Cuanto más mejor: bastaría como prueba el actual sistema educativo. Para ahondar más en el tema tenemos el magno diccionario biográfico que recientemente ha editado la Real Academia de la Historia, con ínfulas de convertirse en referencia obligada para la investigación historiográfica en nuestro país. Lástima que la citada obra no esté a la altura de sus pretensiones –ni de las circunstancias tampoco-. Porque para leer lo que nos repetían hasta la saciedad cuando íbamos al colegio los que ya peinamos canas no hacían falta estas alforjas. El señor Luis Suárez –aclarémonos para no contribuir más a la idiotización: este señor Luis Suárez no es el famoso futbolista y entrenador- podría haber escrito una entrada adecuada, incluso brillante, sobre Isabel la Católica, que es su especialidad. Pero a un historiador franquista como él difícilmente se le puede pedir objetividad escribiendo sobre Franco. Y esto lo deberían saber los que le han encargado dicha entrada. Así que la culpa no es sólo suya,. De la misma forma que el señor Stanley G. Payne en su momento escribió una obra de referencia sobre el fascismo español. Pero su deriva ideológica de los últimos tiempos no le convierte en el más indicado para escribir sobre La Pasionaria. Llama la atención que a los especialistas de más reconocido prestigio en el tema de la Guerra Civil, como Paul Preston, Ángel Viñas, Luis Casanova, Ernesto Reig Tapia o Enrique Moradiellos, por citar algunos, nadie les haya encargado escribir una sola coma del tan celebrado diccionario. Pero sobre todo llaman la atención la excusas de los que han perpetrado dicha obra. Las del propio Luis Suárez, que afirma que el régimen de Franco fue autoritario, pero no totalitario, como si eso sirviera de consuelo a los que lo sufrieron –calificación errónea, además, puesto que según el Diccionario de la RAE “totalitarismo” se define como “régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos”, es decir, franquismo. O diciendo que Franco no era un dictador porque nunca “dictó” nada. Así que yo, que algunas veces dicto algún apunte en clase soy, según la semántica particular del señor Suárez, un “dictador”. O las declaraciones del presidente de la Real Academia de la Historia, para quien tres años de Guerra Civil y cuarenta de dictadura son una “insignificancia”. No es de extrañar que esta obra la presentara el Rey: ya declaró en alguna ocasión que no consentía que en su presencia se hablara mal de Franco. Lógico, porque fue el que le puso donde está.

viernes, 3 de junio de 2011

Vocación de servicio

 Dijo el señor Rajoy durante la pasada campaña electoral, y a raíz de las protestas del Movimiento del 15 de Mayo, que lo fácil es criticar a los políticos y que él, a lo largo de sus treinta años en la política lo único que había visto era vocación de servicio. En lo tocante a las críticas a los políticos supongo que nuestro flamante presidenciable se refería a la crítica que uno puede hacer con los amigos en el café, porque la libertad de expresión en este país está reducida o bien a los grandes medios, que están controlados por los poderes políticos y financieros y que jamás van a publicar una crítica que vaya más allá de algún tímido tirón de orejas y eso cuando estamos ante un hecho tan grave que no se puede dejar pasar sin hacer, al menos, alguna alusión a él, o bien a blogs como éste que no lee nadie. Sirva como prueba el tratamiento que esos medios han dado al voto, llamémosle disidente, en las pasadas elecciones. Se contabiliza como tal el voto nulo y el voto en blanco y se anuncia a bombo y platillo que serían la cuarta fuerza política del país. Pero curiosa e interesadamente dentro de ese voto disidente no se incluye la abstención. Al contrario, se anuncia también a bombo y platillo que la participación ha sido dos puntos superior a la de las pasadas elecciones. Es decir, se desliza sutilmente la idea de que la abstención no es un voto de castigo, que lo que importa es la participación y que si usted quiere protestar lo que tiene que hacer es votar –en blanco o nulo- pero no abstenerse. Pero en el pecado llevan la penitencia y lo que dejan ver es que lo que de verdad les duele a los intereses que les pagan es precisamente la abstención y por eso la marginan en un rincón de las estadísticas. Admito que el voto nulo puede ser un voto de protesta –no así el voto en blanco, aunque cada vez más se empeñen en hacernos creer que sí-. Yo, en cambio, prefiero abstenerme. Es una cuestión de compromiso personal. Mientras que nadie sabe quién ha emitido un voto nulo, y tan sólo figura que se ha votado, la abstención tiene nombre y apellidos. Se puede saber quién no ha votado porque no aparece una crucecita al lado de su nombre en la lista del censo.
 En cuanto a la vocación de servicio de la que también hablaba el señor Rajoy, echémosle un vistazo ahora que ha pasado un tiempo desde la consulta electoral y los partidos empiezan a definir sus posiciones. El PP insiste en que se deben convocar elecciones generales. El PP no se da cuenta de que, en la situación actual, una convocatoria de elecciones conduciría al país a una interinidad de gobierno, a una situación de incertidumbre que los mercados aprovecharían para ahondar más la crisis económica como están haciendo en Portugal y en Grecia. Un adelanto de las elecciones supondrá una muy previsible catástrofe económica y social y, en estas circunstancias, es preferible tener un gobierno estable –aunque sea malo- que ninguno. Esto se lo ha recordado al señor Rajoy hasta el Financial Times y demuestra bien a las claras su “vocación de servicio”: lo único que le interesa al PP es llegar al poder a toda costa y lo demás le trae sin cuidado. Llegan incluso a olvidar que con los resultados actuales de las elecciones locales no alcanzarían la mayoría absoluta –cosa que también les ha recordado el diario anteriormente citado-, hasta ese punto alcanza su afán desmedido de poder. La vocación de servicio del PP también se puede percibir en los cargos electos que han resultado de estas elecciones, la mayoría de ellos imputados por toda la gama existente de delitos económicos, desde aceptar sobornos hasta blanqueo de capitales, lo que de paso nos muestra la catadura moral de los votantes del PP, porque quien apoya a un delincuente se hace cómplice de su delito. Vocación de servicio, si, de su servicio personal y del servicio de sus cuentas corrientes.
 En cuanto a la vocación de servicio de PSOE, ahí les tenemos discutiendo entre ellos quién será el próximo candidato a presidente, repartiéndose el poder y sin pensar que lo que tienen que hacer es una reestructuración profunda del Partido, pero no de nombres, sino ideológica. Que de lo que se trata, en una organización supuestamente socialista como dicen que son, es de servir a la ciudadanía: de servir a sus intereses y defenderla de los poderosos. De buscar la libertad, la justicia y la igualdad social. Pero ya han advertido que no piensan girar a la izquierda (claro que también dijeron que no había que hacer primarias para no crear conflicto y ahora andan enzarzados con si hacer primarias o no). En eso consiste su vocación de servicio, en hacer oídos sordos a las demandas de la población y rifarse unos cuantos puestos en unas primarias (o en donde sea) que no interesan a nadie excepto a ellos. Esto es lo que tenemos y quizás sea verdad ese aforismo según el cual cada pueblo tiene lo que se merece.

miércoles, 1 de junio de 2011

¿Por què?

 Lamentablemente hemos perdido esa curiosidad infantil y aristotélica que nos llevaba a preguntar siempre ¿por qué?. La pregunta por el porqué, sin embargo, es la que nos conduce a las explicaciones últimas de los hechos y los acontecimientos, el fundamento de la comprensión de la realidad, más allá de los mitos, teniendo como única referencia la razón. Es conveniente preguntar por qué ante todo lo que acontece y nos rodea, aunque sean cosas tan faltas de interés como las intervenciones de los políticos en un día de elecciones. Indagar por qué hacen determinadas declaraciones puede ayudarnos, y mucho, a entender el presente que vivimos y el futuro inmediato que nos espera. Todas las intervenciones políticas en una jornada electoral hacen hincapié en lo mismo: la necesidad de una alta participación. Esa alta participación debería de beneficiar a unos y perjudicar a otros, pero todos insisten en lo mismo ¿por qué?.
 La respuesta a la pregunta parece obvia: una baja participación les perjudicaría a todos por igual. ¿Por qué, si se sitúan en puntos distintos, y aparentemente distantes, del marco político y la sutilezas de la Ley d´Hont permiten que, ante una baja participación, unos grupos salgan favorecidos frente a otros?. Por responsabilidad política, dirán algunos. Una buena respuesta si no fuera porque nadie con un poco de seso se la cree, como nadie en el siglo XVI se creía que las piedras caían por la tendencia natural de los elementos a unirse. Si todos repiten lo mismo como loros es porque tienen miedo de que la población no participe en las llamadas –mal llamadas- fiestas de la democracia. Y aquí llegamos al porqué definitivo: miedo, ¿por qué?.
 Porque saben que una baja participación electoral, sobre todo en épocas de descontento social, deslegitima el sistema y les deslegitima, por lo tanto, a ellos como portavoces de la ciudadanía. Porque saben que el poder del que disponen es una cesión de los ciudadanos y el hecho de que éstos no voten implica que no les ceden ese poder, que se lo reservan para poder exigirles, con la fuerza que les da, responsabilidades. Por eso se trata de votar, lo que sea, a quien sea, aunque sea en blanco. Al fin y al cabo un voto en blanco es eso, un cheque en blanco que se otorga a quien obtiene la mayoría para que haga con él lo que quiera. El caso es deshacerse de un poder que estorba, que no se sabe qué hacer con él, que da miedo también. El voto en blanco es el voto del miedo. El miedo al poder soberano. Fromm habló del miedo a la libertad. El miedo no consiste en no estar en una performance continua en alguna plaza pública. Consiste en no enfrentarse al sistema entregándole el poder.
 El poder está del lado de los gobernantes o del lado de los ciudadanos. Se pueden hacer todas las asambleas del mundo, elaborar todas las propuestas del mundo. Todo eso de nada sirve si al final se entrega el instrumento que puede hacerlas efectivas, que es el poder. No sirve de nada construir un nuevo contrato social, debatir sus cláusulas, aprobarlas o rechazarlas si a la hora de la verdad no se tiene el poder para obligar a la parte contraria a firmarlas. Y no se tiene porque se ha renunciado a él, se ha entregado en el acto simple, pero enormemente comprometido, de ir a votar. Quien se mueve en estos parámetros demuestra su absoluta irracionalidad, demuestra que sólo está jugando, pasando un rato agradable -siempre es agradable creer que se hace Historia, que se cambia el mundo- y sobre todo demuestra que está muy alejado de la realidad, de esa realidad política que se pretende cambiar.
 ¿Por qué no comento nada de los resultados de las elecciones?. Porque no hay nada que comentar, ni nada que analizar. Ha ganado quien tenía que ganar y quien ha perdido lo ha hecho porque no ha servido a los ciudadanos, sino a los poderes económicos. No hay más. Así de vacías de contendido son nuestras elecciones. Ahora unos pretenderán forzar un adelanto electoral, que es lo que no deben hacer, y otros intentarán forzar el final de la legislatura, que es lo que no deben hacer. En el fondo da igual. Nadie les va a exigir responsabilidades porque ya les han regalado el poder. Y otros seguirán haciendo asambleas inútiles porque nadie va a escuchar sus propuestas, hasta que les desalojen -si es que no lo han hecho ya- o el propio movimiento se consuma a sí mismo, acabe disgregándose abandonado de todos y sumergido en un mar de propuestas sin salida. Algunos, eso sí, encontrarán colocación en los partidos oficiales. Y todo porque en su momento no se preguntaron por qué, y no hicieron lo que debían hacer.

lunes, 30 de mayo de 2011

Muertes evitables

 El Gobierno nos informa, a través de los medios de comunicación políticamente correctos, de que los tres meses de vigencia de la nueva ley anti-tabaco han reducido el número de infartos y de casos de asma infantil. Cualquiera que tenga la más mínima idea de investigación científica sabe que jamás hay que confundir causalidad con correlación. No es lo mismo que un hecho sea causa de otro a que dos hechos se den a la vez, sin que exista relación causal entre ellos. Y cualquiera que tenga la más mínima idea de investigación científica sabe que tres meses (las investigaciones serias pueden durar años) es un tiempo demasiado corto para poder discriminar entre los dos aspectos de causalidad y correlación. Por otra parte, y en lo tocante a la disminución (supuesta) de los casos de asma infantil, y teniendo en cuenta que la nueva ley lo que ha hecho básicamente ha sido prohibir fumar en los bares, lo que se me ocurre es que los niños, que antes tenían asma y ahora no la tienen, se pasaban el día en el bar, lo que viene a significar que sus padres son muy sanos, muy no fumadores y muy irresponsables, porque no me parece a mí que un bar sea el lugar más indicado para un infante, por mucho que no se fume en él.
 Pero discutir sobre este tema está visto que es como predicar en el desierto. Me parece curioso que los médicos y los técnicos en sanidad pública hablen, en temas como este del tabaco y otros como el de la obesidad, de “causas de muerte evitable”. Centrémonos: si hay algo inevitable es precisamente la muerte, así que la expresión “muerte evitable” es una paradoja y, en cuanto tal, irresoluble. Ahí está el caso de ese pobre chico que se ha matado recientemente en el Giro de Italia. Un hombre joven, sano, deportista, que se ha caído de la bicicleta. El ser humano es la caña más débil de Universo, decía Pascal. Nadie puede evitar la muerte, a lo sumo se puede alargar la vida, pero eso no puede constituirse en un mandato moral. Kant desarrolló la idea de que el gran error de las éticas materiales era que postulaban la felicidad como el fin último del ser humano, porque cabía la posibilidad de que alguien no quisiera ser feliz. De la misma forma cabe la posibilidad de que alguien no quiera alargar su vida. La vida mata, oí decir un día a un señor en el Metro.
 Siempre pensaré que cada cual puede hacer con su vida lo que quiera. Hacer lo que quiera, pensar lo que quiera, decir lo que quiera. Beber, fumar, acostarse con quien le parezca o estar gordo si le place. La vida es lo único que nos pertenece intrínsecamente, lo único que es nuestro de verdad. Para Ortega, la vida es mi vida, y ese “mi” implica la máxima carga de propiedad, de privacidad y de responsabilidad. Si existe alguna libertad por la que merezca la pena batirse el cobre es justamente ésta: la libertad de dirigir nuestra vida como nos parezca más conveniente, sin que nadie nos diga lo que tenemos que hacer con ella. Cualquier otra libertad: de pensamiento, de expresión, de opinión, se fundamenta sobre ésta y en ésta encuentra su raíz. Si uno no es libre de hacer con su vida lo que quiera difícilmente podrá pensar lo que quiera o decir lo que quiera: pensará y dirá lo que aquellos que dirigen su vida quieren que piense y diga, de la misma forma que hará lo que ellos quieren que haga. Quizás por eso esta libertad sea actualmente objeto de todos los ataques: es el último reducto de individualidad en una sociedad que tiende a y pretende uniformizarnos cada vez más, hasta que ya no seamos nosotros, seamos “la sociedad”, “el Estado” o “la Patria”. Así las cosas ¿por qué amargarnos la vida, que es muy corta y algún día se va a terminar de una manera u otra?.
 En el fondo, lo que todo esto demuestra es la hipocresía de nuestros dirigentes a los que lo que de verdad les preocupa son los costos de la atención sanitaria y no nuestra salud. Si ésta les preocupara no bloquearían las investigaciones contra el cáncer del doctor Barbacid recortándole los fondos públicos y no dejándole percibir los que vienen de fundaciones privadas. Los fármacos que pudiera desarrollar el citado doctor no evitarían la muerte, pero seguramente evitarían sufrimientos. Sufrimientos cristianos.



miércoles, 25 de mayo de 2011

Al final todos caen

 A Al Capone le acabaron enchironando por evadir impuestos. A Dominique Strauss Kahn (en adelante DSK) le han cogido por violar a una camarera de un hotel. Por supuesto que una violación es un delito muy grave pero, como el archiconocido gángster de Chicago, el ya ex presidente (supongo) del FMI carga sobre sus espaldas con otra multitud de delitos igual o más graves que el anteriormente citado. Y aquí si que existe una diferencia con Capone, puesto que por estos delitos no sólo no ha sido perseguido, sino que se le han aplaudido, elogiado y le han hecho alcanzar la más altas cotas de estima política y económica. Una gloria efímera, como casi todas.
 Para empezar, el señor DSK (nótese la similitud, y no sólo fonética, con JFK) es uno de los responsables últimos de la crisis económica y, por lo que atañe a España, de nuestros cinco millones de parados. Las medidas neoliberales (o neoconservadoras, o neo a secas, porque a Adam Smith se le caería el pelucón si viera en lo que ha terminado su doctrina económica) del FMI han obligado a los Gobiernos a practicar recortes sociales sin precedentes y a desmontar los servicios públicos, a la vez que alentaban los regalos a los bancos y las grandes empresas en forma de millones de euros sacados de las arcas de los Estados y a privatizar las pocas empresas estatales que quedaban. Esto no es nada nuevo bajo el sol del FMI. Lo llevan practicando durante décadas en países del Tercer Mundo y ahora le ha tocado el turno al Primero. Este es el crimen mayor de DSK y el de todos los presidentes del FMI que le han precedido: han empobrecido a la mayoría de la población mundial y son los responsable directos de que miles de personas –niños, fundamentalmente- mueran diariamente de hambre en África, Asia y Sudamérica –y dentro de poco también en Europa y los EE.UU.-. Este señor, y otros como él, son los responsables de un genocidio global que deja en pañales a los tan cacareados crímenes del comunismo. Este señor, y otros como él, debería de ser juzgado por estos delitos en un Tribunal Penal Internacional, y no en la Sala de Justicia de un condado de Nueva York.
 La derecha aplaude el proceso de DSK y considera que es una forma de destapar la hipocresía moral de la izquierda. No me cabe ninguna duda acerca de la hipocresía moral de la izquierda europea, pero no por una violación, sino porque ni es izquierda, ni es socialista ni es nada. Está tan a la derecha como la derecha que se congratula de la defenestración de DSK. Nos guste o no la política está regida por la economía y aquellos que defienden los intereses económicos de banqueros y empresarios frente a los de la mayoría de los ciudadanos son derecha política, por mucho que en sus siglas figure la S de “socialistas”. Alguien de izquierdas, un socialista, jamás habría presidido el FMI: porque su conciencia no se lo habría permitido y porque no le habrían dejado.
 También la derecha aplaude el procesamiento de DSK porque desaparece el más firme candidato del Partido Socialista francés a arrebatar la presidencia de la República a Nicolás Sarkozy. DSK hace mucho tiempo que gobierna en Francia, como en España, en Portugal, en Alemania o en Estados Unidos. Hace mucho tiempo que el FMI dicta la política económica que deben seguir los gobiernos nacionales del otrora llamado “mundo libre”. Esto es lo que no se si no entienden o no quieren entender nuestros políticos. Si hay algo que ha resultado patético en la pasada campaña electoral ha sido el señor Blanco pidiendo a los manifestantes del 15 de mayo que no fueran pasivos a la hora de votar y que les votaran a ellos para que no gobernara la derecha. El señor Blanco no se ha enterado de que los manifestantes del 15 de mayo saben muy bien que no existe diferencia entre la izquierda y la derecha, porque la izquierda –al menos en lo que a posibilidad de gobernar se refiere- ya no existe, que la protesta iba dirigida, entre otros, contra ellos y que la única acción política de izquierda posible era en aquellos momentos, y sigue siendo, no votar. Como tampoco se enteraba de nada el PP cuando se congratulaba de las protestas pensando que iban dirigidas contra el Gobierno, cuando ellos son uno de sus objetivos centrales. Y mucho menos se entera doña Esperanza Aguirre cuando dice que los antisistema deberían presentarse a las elecciones. Para empezar, las protestas del 15 de mayo no son manifestaciones de grupos antisistema y para terminar, si son antisistema, no pueden integrarse en el sistema presentándose a unas elecciones, ¿o no?. Y tampoco se enteran las formaciones políticas y los medios de comunicación que intentan capitalizar el descontento. Las protestas del 15 de mayo los han pillado a todos con el pie cambiado y sumidos en sus propias mentiras, que han acabado por creerse. Pero lo que no saben es que al final todos caen.



lunes, 23 de mayo de 2011

15-M

 En todo este maremágnum que entre unos y otros han formado en torno al denominado “Movimiento del 15 de Mayo” y después de pasado un tiempo que se supone habría debido de servir para que todo el mundo aclarara –aclaráramos- nuestras ideas yo creo que hay unas cuantas cosas sobre las que ya no cabe duda alguna.
1.- Era algo que tarde o temprano tenía que ocurrir. Existía demasiado cabreo contenido que tenía que explotar por algún sitio. Una campaña electoral donde, una vez más, las fuerzas políticas se han olvidado de los ciudadanos, han dado las espalda a sus problemas y se han dedicado a crear cortinas de humo no ha sido más que la chispa que ha hecho estallar el barril de pólvora.
2.- Es un movimiento de izquierda, de izquierda real que enarbola sus reivindicaciones tradicionales: la defensa de lo público frente a lo privado y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, es decir, la vieja idea de que el poder efectivo reside en el pueblo y sus representantes políticos no son más que eso, representantes, que no pueden actuar olvidando donde está el centro originario del poder y cuya única función es defender los intereses de aquéllos de los cuales no son más que portavoces.
3.- Tiene un objetivo y un fondo político muy determinado. No es cierto que no ofrezca alternativas a lo establecido. Otra cosa muy distinta es que no se quieran escuchar. Su preocupación fundamental es ni más ni menos que la recuperación de la democracia. De una democracia “sin apellidos”. Democracia de verdad porque la supuestamente existente lo es tan sólo de nombre. Democracia, es decir, situar los intereses de los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración y ser conscientes de que el poder político reside tan solo en ellos. Es de aquí de donde surgen sus propuestas, propuestas muy concretas y fácilmente entendibles: reforma de la ley electoral que permita a todos participar de la vida política, es decir, instauración efectiva del “sufragio universal”, rechazando un sistema de listas cerradas que ha acabado convirtiéndose en el instrumento de una casta de políticos profesionales que se mueven exclusivamente por sus propios intereses; despolitización de la Justicia, es decir, instauración efectiva de la “separación de poderes”, que impida el espectáculo bochornoso de unos jueces que dictan sus sentencias siguiendo la voz de las elites políticas que los han colocado en el cargo, lo que, entre otras cosas, pondría coto a una corrupción que se ha convertido ya en algo normal; que las decisiones políticas se tomen desde la política, y no desde los centros de poder económico; y, por último, defensa de lo público, es decir, y volviendo al principio, democracia. La prueba de que sus objetivos políticos están muy claros es que tienen un modelo: Islandia, no Cuba, Vietnam o Venezuela. Por eso no es un movimiento antisistema: no son un grupo de nihilistas que se dedican a quemar cubos de basura, sino gente muy preparada que actúa desde los márgenes del sistema adonde han sido empujados, pero desde dentro de él, porque su finalidad no es su destrucción, sino su regeneración, o, más bien, su instauración real.
4.- Nadie se ha enterado de nada de lo que está pasando. Y no se enteran porque intentan analizar el movimiento desde categorías que el propio movimiento ha dejado obsoletas, categorías sociales y políticas ideológicas y partidistas que son desbordadas por la amplitud y los objetivos de la protesta. No se trata de criticar al Gobierno ni a unas determinadas siglas políticas, sino de exigir un nuevo modo de hacer las cosas. Por eso la crítica abarca a todo el espectro parlamentario no a éste o a aquél en particular. No se entera la izquierda oficial, que pretende capitalizar el movimiento y atraerles a las urnas, porque consideran que son sus potenciales votantes. Y no lo son mientras esta supuesta izquierda no asuma que son ellos los que se deben a los ciudadanos y no al revés. No se entera la derecha, que un día dice una cosa y otro otra, que por un lado tiene mucho miedo a un movimiento que sabe que no puede controlar y que saca a la luz su verdadero rostro y por otro cree que es una lucha interna entre facciones izquierdistas. No se da cuenta de que, aunque a corto plazo saque provecho electoral de la situación, a la larga serán los principales perjudicados. Y por supuesto no se enteran determinados individuos que hace mucho que han perdido el norte y ahora han perdido incluso la cabeza y que han llegado a afirmar que ETA está detrás de todo esto. Paradójicamente, la única que se ha dado cuenta de algo es la Junta electoral Central que se percató de que esto es el germen de un una toma de conciencia de la ciudadanía y por eso prohibió las concentraciones.
5.- Todo esto demuestra lo bien que les viene a los políticos el botellón.

domingo, 22 de mayo de 2011

Indignados, pero menos

 A partir de mañana publicaré dos artículos que tratan del autodenominado “Movimiento del 15 de Mayo”. Los publicaré por honradez intelectual –y también porque he perdido el tiempo, y nunca mejor dicho, escribiéndolos-. En uno de ellos afirmo que nadie se ha enterado de nada acerca de dicho movimiento, Pues bien, he de reconocer que el que no se ha enterado de nada he sido yo. La base de la racionalidad es la congruencia entre las preferencias y la actuación. No se puede criticar el sistema electoral y después sustentarlo con los votos. Los informativos de hoy tan sólo han tenido dos contenidos: las elecciones y el fútbol. Y todos, absolutamente todos los políticos que han sido interpelados han coincidido en una cosa: lo importante es la participación. El caso es que a las dos de la tarde la participación en las elecciones marcaba un record histórico. Lo que significa que la mayoría de los que están acampados han acudido a votar. Cada uno es libre de votar si lo considera oportuno, pero lo que no tiene sentido es mantener un movimiento que ya ha sido dinamitado por los que forman parte de él. Pensaba que por fin una parte de la sociedad había tomado conciencia, y hoy me doy cuenta de que no, de que todo sigue igual. Porque al votar han legitimado el sistema. Y cuando mañana o pasado, cuando nadie tenga que guardar la cara porque las elecciones están próximas, esos campamentos sean desalojados por la fuerza, serán los allí acampados los que lo habrán permitido, al otorgar a los mismos de siempre el poder para legislar y declararlos ilegales.
 Sigo pensando que el movimiento Democracia Real Ya fue adecuado en sus orígenes, y que las propuestas que presenta son la base para una regeneración de la democracia. Pero ahora también pienso que las protestas han degenerado, que se han acabado convirtiendo en un jueguecito irracional y que plantar huertecitos o realizar talleres absurdos poco o nada tiene que ver con una reivindicación política, que se supone que es de lo que se trataba.
 Esto no era una revolución, eso lo tenía muy claro. No consistía en derribar una forma de gobierno o cambiar un sistema, por eso no tiene nada que ver con las revueltas árabes. El objetivo era obligar a la clase política a hacer las cosas de otra forma, a tener en cuenta a los ciudadanos, a no permitir la corrupción ni la injerencia de los mercados en los asuntos públicos. Se trataba de reformar el sistema y no de derribarlo. Pero es ingenuo y absurdo realizar asambleas donde se discute de lo divino y de lo humano cuando las conclusiones que se saquen de éstas van a resultar papel mojado, porque la fuerza que se podía tener para obligar a los “Padres de la Patria” a asumirlas se ha perdido cuando se ha votado, que en el fondo es lo único que a ellos les interesaba. ¿Cambiar el sistema electoral?. Para qué, si nos beneficia y la gente lo admite y vota. ¿Acabar con la corrupción?. Para qué, si la gente la legitima votando. ¿Controlar a la banca y a los mercados?. Para qué, si al final todos pasan por el aro y acaban votando. Los sentimientos, el cabreo, la indignación, han demostrado una vez más que no sirven para nada, porque son irracionales. Es absurdo estar una semana diciendo que el juego está trucado y al final jugar
 En fin, uno ya tiene callo como para sorprenderse de nada. Como siempre, al final, la única solución que nos queda es ser francotiradores.



sábado, 21 de mayo de 2011

Abstención y Legitimidad

 Uno de los pilares de la democracia occidental es el respeto a la regla de las mayorías. Como el concepto mismo de democracia esa regla también se ha corrompido, y sólo se aplica a aquellas mayorías que llevan detrás las siglas de un partido político, y no a las mayorías que resultan simplemente de no votar. Lo que legitima a un partido para poder gobernar es el número de sufragios obtenido. Si ese número es exiguo, aunque coseche la mayoría de los votos emitidos, el gobierno resultante perderá legitimidad, porque la mayoría de la población habrá decidido no sólo no votarle a él, sino a nadie. Esta es la significación política de la abstención: no legitimar a ninguna opción porque se considera que ninguna de ellas cumplirá su función básica, que es la de servir a los intereses de los ciudadanos. Cuando los gobernantes presentes y futuros sirven a intereses privados en vez de al interés público, están rompiendo el contrato social, y la sociedad civil, la ciudadanía, está legitimada para no cederles su derecho a gobernar. Esto significa que la legitimidad para gobernar reside en esa misma sociedad civil y es ésta quien se la cede a los gobernantes. Y por lo mismo puede decidir no hacerlo: no sólo no prestársela a éste o a aquél, sino a ninguno. La única solución entonces es obligar a los gobernantes a firmar un nuevo contrato. Precisamente por eso a lo que más temen nuestros políticos es a la abstención y no al partido rival. Y por eso mismo insisten todos, incluso con campañas institucionales , en que se vote; a quien sea pero que se vote. Eso presta legitimidad a su acción política, aunque sea desde la oposición.
 De siempre se nos ha insistido, y es una idea que ha calado muy profundo en la ciudadanía –una mentira repetida mil veces se convierte en verdad- de que aquél que no vota no tiene derecho a protestar, y normalmente se ha asociado la abstención con el apoliticismo o el pasotismo. Dos errores subyacen a esta concepción. El primero radica en que el hecho de que no votar ya constituye por sí mismo una opción política, una opción política firme y muy meditada en la mayoría de los casos, y precisamente por ello hay tanto empeño en desprestigiarla. El segundo es que el que no vota es precisamente el único que tiene derecho a protestar y no votar ya constituye una manifestación de protesta. El hecho de depositar un voto, sea para la opción que sea, supone que se aceptan las reglas del juego, y que si el partido gobernante no gobierna como debería no es posible desbancarle de ninguna manera, porque ha sido elegido por la mayoría. El no votar significa que no se aceptan las reglas del juego, que la actuación de gobierno debe ser siempre vigilada por los ciudadanos y que un gobernante que no cumple con éstos debe de dejar el cargo inmediatamente. No votar significa que no se está de acuerdo con el sistema, ese sistema que excluye a los ciudadanos de la toma de decisiones y deja las manos libres al partido en el Gobierno para hacer lo que le venga en gana, incluso desmantelar el Estado o la propia democracia. No votar en estas próximas elecciones, en concreto, significa que no se quiere entregar el poder soberano a los mercados financieros, que no se acepta que lo privado se sitúe por encima de lo público o, simplemente, que no se consiente que unos delincuentes se hagan con el mando del país. La urnas no absuelven a nadie y un político corrupto lo seguirá siendo por muchos votos que saque. Votar, en el caso concreto de las próximas elecciones, supone legitimar ese latrocinio –que no legalizarlo- y aprobar socialmente una conducta que legalmente está penada. Significa dar carta blanca al delito, así de sencillo.
 En estas tesituras da igual quien gane las elecciones, porque gane quien gane siempre ganarán los mismos: los especuladores, los banqueros y el FMI. Aún así, y por si a alguien le queda alguna duda, ganará el PP. Lo único que podemos esperar es que lo haga con la contundencia suficiente como para que Pablo Iglesias resucite y el PSOE vuelva a convertirse en la alternativa de izquierda que hace más de 80 años que no es. Por mucho que diga el señor Blanco los votantes de izquierda no se van a abstener por “perezosos”, sino porque ahora mismo es la única postura coherente con un pensamiento de izquierda –no con el suyo, que ni es de izquierda ni es pensamiento-. Ganará el PP, repito, porque han sacado su arma secreta, la que les hizo ganar en el 96 y en el 2000, y la que intentaron utilizar sin éxito en 2004: ETA. Sólo esto sería razón suficiente para no votar y legitimar así un nuevo sistema.

miércoles, 18 de mayo de 2011

En campaña

 Hay campañas electorales que parecen diseñadas por el peor enemigo de los candidatos, o por algún simpatizante del partido contrario. Véase a este respecto el lema de la campaña del señor Tomás Gómez para la Presidencia de la Comunidad de Madrid: “un presidente para la gente común”. Yo desde luego no pensaba votarle (ni a él ni a nadie) pero después de leer y escuchar dicho slogan me temo que ni yo ni nadie. En castellano el adjetivo “común” puede tener dos acepciones: puede hacer referencia a lo que es de todos, lo comunitario –como las zonas comunes de una comunidad de vecinos- y entonces o bien significa el hecho de que todos somos de todos, y en última instancia todos somos del partido, o bien significa una grosería que prefiero no citar, pero que tendría que ver con aquellas mujeres y hombres que son de todos a cambio de un estipendio. La segunda acepción de “común” equivale a “vulgar” y aquí sobran los comentarios, porque nadie nos consideramos vulgares –aunque lo seamos- y en todo caso es de muy mal gusto recordárnoslo. Hubiera sido mejor dejar la frase en un simple “un presidente para la gente” que además rima o, lo que yo creo que querían decir aunque no han sabido hacerlo, “un presidente para la gente normal”.
 Si nos vamos al otro extremo del espectro político, al PP, su lema no es tan disparatado como el de sus contrincantes. “Centrados en ti” nos recuerda que se van a preocupar por todos y cada uno de nosotros. Individualmente, eso sí, puesto que si no hubieran dicho “centrados en los ciudadanos” o algo así y no “en ti” que supone individualidad y singularidad. Y además “centrados”, es decir, desde el centro político -que por estas épocas siempre parece el camarote de los Hermanos Marx, de tanta gente que hay en él- y no desde la derecha más recalcitrante. En el caso del PP en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid el enemigo debía de ser el fotógrafo. Para probarlo están esas fotografías de campaña de doña Esperanza Aguirre y don Alberto Ruiz Gallardón, sobre un fondo blanco, pálidos como muertos, con los ojos oscuros y, en el caso del candidato a la alcaldía, con el aditamento de sus sienes blancas destacadas. Se podría pensar que pertenecen a esa tribu urbana denonimada “góticos” si no fuera porque entonces resultarían colegas de las hijas de Zapatero. Como no parece ser este el caso el segundo parecido razonable es con un par de vampiros. Un par de vampiros que parecen decirnos, con esa media sonrisa que lucen, “votadnos, votadnos, que os vamos a chupar la sangre”.
 Y es que esta campaña electoral es una de tantas, llena de insultos a la inteligencia de los ciudadanos y de sofismas. Insultos a la inteligencia de los ciudadanos como el del señor Zapatero cuando afirma que “miente como un bellaco el que diga que se han hecho recortes sociales”. Pues si bajar los sueldos a los funcionarios, elaborar una reforma laboral que se carga de un plumazo todos los derechos de los trabajadores, recortar las partidas presupuestarias en sanidad, educación e investigación o reducir las pensiones –pues trabajar más para cobrar lo mismo es reducir las pensiones- no son recortes sociales ya me explicará el señor Presidente del Gobierno lo que son.
 Y sofismas porque estas son unas elecciones locales y aquí parece que lo único que le preocupa a todo el mundo es Bildu, y la falta de lógica con la que se está tratando este tema es proverbial. Para empezar es un sofisma darle toda la publicidad del mundo a los votos particulares de los magistrados del Tribunal Constitucional que votaron en contra de la legalización de la organización vasca y no dársela a los de los jueces del Supremo que votaron en contra de su ilegalización. De la misma forma que es una falacia considerar que el hecho de que un ex preso de ETA enarbole una pancarta a favor de Bildu supone que ETA está detrás de Bildu. Primero porque este señor es sólo eso, un señor particular -en concreto un señor particular que ha cumplido su condena y tiene derecho a opinar lo que le de la gana- y segundo porque en el supuesto caso de que ETA apoyara a Bildu eso no significaría que Bildu apoya a ETA y mucho menos que sea la mano negra que la dirige. O al menos yo no consideraría que si se diera el caso de algún grupúsculo ultrafascista apoyara y pidiera el voto para el PP, eso significara automáticamente que el PP apoyara a dicho grupúsculo. Y por si esto no fuera bastante, que unos señores con cargos políticos ataquen a la más alta institución judicial del país es un atentado gravísimo contra la democracia y el estado de derecho. Lo puedo hacer yo, que soy un don nadie, pero no alguien que tienen una responsabilidad publica. Y es que, como ya sabrán, estamos en campaña.