jueves, 30 de septiembre de 2010

Desinformando

 La labor de los medios de información es desinformar. Incluso engañar y mentir si con ello responden a los intereses de los grupos de presión económicos y políticos que los mantienen. Pero a veces la desinformación es tan burda, tan chabacana, que se hace necesaria una limpieza de conciencia, al menos para que no nos tomen a todos por tontos. Es el caso de la huelga general que tuvo lugar ayer, cuyo tratamiento informativo exige unas cuantas aclaraciones.
 1.-El hecho de que el Gobierno se niegue a dar cifras del seguimiento de la huelga, renunciando a desmentir las del 70% que ofrecen los sindicatos convocantes, demuestra que la huelga fue todo un éxito. No sólo por el viejo adagio de que quien calla otorga, sino porque si poseyeran datos que desmintieran la información sindical no habrían perdido un minuto en darlos, como no lo hicieron para demostrar el fracaso de la huelga de funcionarios, o como no lo han perdido para decir que ayer en la Administración Pública tan sólo pararon el 7% de los trabajadores
 2.- Cualquiera sabe que el éxito de una huelga general se mide por la paralización de los sectores claves de la economía. Si ayer pararon la industria, la construcción y los transportes –en este caso lo que les permitieron los abusivos servicios mínimos impuestos- la huelga general ha triunfado. El hecho de que el pequeño comercio no hiciera huelga no significa nada, entre otras cosas porque es un sector pequeño-burgués, de actividades familiares y empresarios autónomos en su mayoría, y nadie espera que un empresario, por pequeño que sea, secunde una huelga general. De todas maneras, en este caso no les hubiera venido mal hacerla, habida cuenta de que su sector es uno de los más castigados por la crisis.
 3.- Que los funcionarios no hicieran huelga no es de extrañar teniendo en cuenta que no la hicieron cuando les bajaron los sueldos, como tampoco resulta extraño que no la hiciera el sector educativo. Cualquiera que trabaje en educación sabe que es un cuerpo aburguesado, desclasado, desmovilizado, intelectualmente mediocre y que sólo se mueve por sus mezquinos intereses grupales, eso, cuando lo hace.
 4.- Resulta cínico hablar de piquetes cuando hay trabajadores cuyos contratos precarios les impiden hacer una huelga si quieren seguir manteniéndolos, cuando hay empresas como el Corte Inglés que amenazan a sus empleados con el despido si realizan cualquier clase de paro o cuando se saca a la calle un ejército de policías –en número y en armamento- no se sabe muy bien para qué –porque una huelga general no es una guerra civil y esta no era una huelga revolucionaria, aunque tanto El Mundo como El País, se empeñaran, y se empeñen, en hacernos creer lo contrario- si no es para impedir derechos tan básicos como los de información, reunión y huelga. Ante las tácticas mafiosas de empresarios y Gobierno a los trabajadores no les queda otra opción que organizarse en piquetes para defender esos derechos.
 5.- Si exceptuamos a los trabajadores incluidos en el apartado anterior, cualquiera que ayer fuera a trabajar es un esquirol, que nada y guarda la ropa mientras los demás reclaman unos derechos de los que luego ellos se aprovecharán. Que no se hable del derecho al trabajo cuando hay cinco millones de parados o trabajadores que no cobran sus nóminas. Cuando estos esquiroles acaben despedidos de sus empresas por mor de la reforma laboral que se han negado a rechazar, entonces sabrán lo que es reivindicar el derecho al trabajo. Pero entonces, como decía Brecht, será demasiado tarde.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿Derecho? al ¿trabajo?

 La verdad es que uno ya está hasta el colodrillo de que intenten tomarle el pelo. Y no ya sólo los que ocupan puestos de poder, que se podría pensar que es su obligación, sino cualquier convecino que se encuentre por la calle. Cada vez que se escucha en lontananza la palabra “huelga” aparecen tirios y troyanos reclamando un supuesto “derecho al trabajo”. En principio, si alguien en este país hubiera leído a Marx y además le hubiera entendido conocería cuáles son las condiciones de trabajo en la sociedad capitalista y no tendría la caradura de calificar como derecho lo que constituye la piedra angular de la deshumanización contemporánea. Pero como esto es demasiado pedir hay que analizar las reclamaciones del susodicho derecho desde una perspectiva más realista, más acorde con la época en la que vivimos.
 El derecho al trabajo, exactamente igual que el derecho a la huelga, está garantizado por la Constitución Española en su Artículo 35. Ahora bien, si se sabe lo que es una Constitución, y además se sabe leer, pronto se llega a la conclusión de que este derecho recogido por la Constitución es un derecho universal, es decir, que debe ser garantizado y tutelado por el Estado. En este sentido hay que preguntarse porqué las fuerzas políticas, el Gobierno y lo medios de comunicación no se preocupan por el derecho al trabajo de los cinco millones de parados que existen en España, que es a los que está dirigida la norma constitucional, y si lo hacen por el de aquellos que un día de huelga deciden ir a trabajar –los esquiroles de toda la vida, aunque ahora sea políticamente incorrecto mencionar esta palabra- . Siguiendo esta argumentación, si es el Estado el que debe garantizar el derecho al trabajo –algo que ya hemos visto que no cumple- es el Estado el que puede coartarlo –como está haciendo al no poner freno a los niveles de desempleo del país- y no un piquete de trabajadores que lo único que pretenden es que no les revienten una huelga, un Derecho que también está garantizado en el Artículo 28.2 de la Constitución.
 Ya que estamos hablando de la Constitución veamos que más cosas dice el punto 1 del Artículo 35, que empieza diciendo que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo” y continúa con que todos los españoles tienen el derecho a “una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”. Curiosamente esta segunda parte del Artículo la olvidan el Gobierno y los empresarios que mantienen en España los sueldos más bajos de Europa en relación con las “necesidades” de los ciudadanos y lo que es más, toleran que haya trabajadores que llevan meses sin cobrar su nómina, como ocurre con los mineros del Bierzo. Así que si a uno de estos mineros se le espeta el derecho al trabajo de los esquiroles, no es de extrañar que se enfade y mucho.
 Resulta muy curioso también que los propios ciudadanos reclamen su derecho a ir a trabajar en un día de huelga siendo España uno de los países con mayor absentismo laboral. Habría que recordarles a algunos que en el susodicho Artículo no sólo se habla del derecho al trabajo, sino también del deber de trabajar y que no vale ir a trabajar un día de huelga para que el jefe vea lo comprometidos que estamos con la empresa y lo bien que hacemos la pelota, sino que el resto del año también hay que ir aunque España gane el Mundial o el Madrid la Copa de Europa.
 Para terminar, y aunque no tenga mucho que ver con el tema, que el Gobierno se niegue a dar cifras del seguimiento de la huelga es un hecho bastante sintomático del éxito de ésta.

martes, 28 de septiembre de 2010

Cómo no gobernar

 Hay muchas formas de gobernar pero sólo una de no gobernar. Consiste ésta en ir por detrás de los acontecimientos, elaborar leyes ad hoc que sólo tienen como objetivo tapar parches coyunturales o satisfacer determinadas demandas puntuales de la sociedad. Lo que hay detrás de esta forma de no-gobernar es siempre un cóctel de populismo y afán de votos a partes iguales que hace que nuestras leyes tengan una vida práctica muy corta. No es una propiedad exclusiva del actual gobierno esta manera de fabricar normas. Recordemos si no la Ley de Partidos –una ley totalmente anacrónica en las actuales circunstancias del país-, la primera ley anti-tabaco -que unos años después de su promulgación ya necesita ser reformada- o esas leyes del Menor que están cambiando constantemente –o al menos se pide su sustitución por otras más duras- cada vez que el adolescente de turno comete alguna barbaridad. Sin embargo, si que corresponde al Gobierno del señor Rodríguez Zapatero el dudoso honor de hacerlo tan descaradamente que hace falta no tener ojos en la cara para no darse cuenta. Tomemos como ejemplo dos de las últimas medidas que ha adoptado, una ya presentada ante el Parlamento –y aprobada por unanimidad, al fin y al cabo los votos nunca le vienen mal a nadie- y otra que aún no ha pasado de la categoría de rumor –y seguramente nunca pase- aunque los rumores también pueden conllevar una buena carga de apoyo populista.
 En el primero de los casos, el que ya está aprobado por el Parlamento para que todos veamos lo concienciados que están los Diputados con los problemas sociales del país, se trata de poner un tope a los sueldos de los futbolistas, se supone que porque resulta inmoral que unos cobren tanto mientras otros cobran tan poco o incluso nada. Dejando aparte el hecho de que los que cobran poco lo hacen porque el propio Parlamento lo ha permitido aprobando la rebaja de los sueldos de los funcionarios, esta medida carece de toda lógica política, y su único objetivo es tener contentos a los ciudadanos como se tiene contento a un niño al que se le ofrece un chupachups. Y es que los futbolistas son empleados privados que trabajan para empresas privadas. Si tanto los jugadores como los clubes han aceptado esta medida absurda sin rechistar es para no echarse encima a los que mantienen vivo el negocio, que son todos los borreguitos que cada día se olvidan de sus problemas viéndoles pegar patadas a una pelota. Y también porque saben que se podrían adoptar medidas más contundentes. Y aquí entramos en ese rumor que de momento sólo es eso, un rumor: la idea de subir la fiscalidad a las rentas más altas. Si se implanta un impuesto progresivo, de tal forma que realmente paguen más los que más tienen –y de paso se persigue el fraude fiscal, se recupera el impuesto sobre el patrimonio, se aumenta la fiscalidad de las Sicav y se eliminan todas esas deducciones por donaciones a la Copa América, a la visita del Papa y demás mandangas (porque el que ofrece graciosamente un millón de euros para que Ratzinger venga a incordiar un poco por aquí es porque los tiene)- da igual lo que cobren los futbolistas, los banqueros o los empresarios. De hecho cuanto más cobren más dinero para el Estado y mayor posibilidad de reducir el déficit sin menoscabar los derechos de las clases medias y bajas que siempre acaban pagando el pato (a la clase media ya se la conoce como la “clase mierda”). Pero claro, eso sería una forma de gobernar, y de lo que se trata precisamente es de no gobernar

jueves, 23 de septiembre de 2010

Mala memoria

 Hay que ver la mala memoria que tienen nuestros políticos. Y no me refiero a una mala memoria como la que retrata George Orwell en 1984, donde el Gran Hermano borraba los recuerdos colectivos de la sociedad para hacerles creer que el pasado no había existido y que lo que ocurría en el presente era lo que había ocurrido siempre y ocurriría eternamente. No se trata de algo tan sofisticado. Es más bien una mala memoria más chabacana, más de andar por casa. Simplemente los pobrecitos no se acuerdan de lo que hicieron ayer y por eso dicen o hacen lo contrario, seguramente para cubrir todas las posibilidades y que sus lagunas memorísticas puedan pasar desapercibidas.
 Por ejemplo, el Gobierno no se acuerda de que hace unos meses bajó los salarios a los funcionarios –y por ende a toda la población, pues esta bajada, como era de esperar, ha supuesto un efecto dominó que ha afectado también a las empresas privadas- y ahora aprueba una subida de casi el cinco por ciento en las tarifas eléctricas de último recurso, que son las que pagan todos los ciudadanos particulares. Tampoco recuerdan las pobres criaturas que todas las grandes empresas han obtenido beneficios millonarios en el último trimestre y aún así siguen despidiendo trabajadores, y por ello a ellas no sólo no les aumentan el recibo de la luz, sino que ya se habla de crear un fondo para posibles nuevas operaciones de rescate.
 Algo debe de tener que ver también con los lapsos de memoria que nuestro inteligentísimo, pero desmemoriado, Presidente del Gobierno dijera no hace mucho que la solución al desempleo está en la formación, sin recordar que mantiene a ultranza unas leyes educativas que han convertido a nuestros jóvenes en los mayores analfabetos de Europa, o que gran parte de los ciudadanos que hoy se encuentran sin empleo u ocupan trabajos precarios son licenciados universitarios con una formación amplísima pero que no se pueden colocar sencillamente porque a los empresarios no les da la real gana de pagar los salaros que se corresponden, precisamente, con su formación. De hecho, sus fallos de memoria le llevaron no hace mucho a afirmar que el sector privado es el que ha sacado a España de la crisis, olvidado que fueron ellos los que la produjeron y fue su Gobierno, con el dinero de todos los españoles, el que sacó a flote a los bancos y las empresas y sobre todo olvidándose de que el país ni por asomo ha salido de la crisis.
 Tampoco deben andar muy bien de memoria esos políticos catalanes que hace unos días prohibían las corridas de toros y ayer blindaban por medio de una ley un espectáculo tan bárbaro y salvaje como los “correbous”. Alguno de ellos, incluso debe tener problemas de percepción de la realidad si no, no se explica que afirmara que los toros no sufren en esta tradición tan popular y tan catalana. Quien sabe, a lo mejor se lo ha preguntado a los animales, pero quizás si a él le ataran dos teas encendidas en la testa y le hicieran correr durante horas detrás de unos brutos más brutos que el bruto cambiaría radicalmente de opinión. Claro que la alcaldesa de Tordesillas debe compartir con él el problema, si no se explica que dijera que la matanza del Toro de la Vega, donde se alancea hasta la muerte a un toro, había sido un espectáculo limpio. Y qué decir de todo el PP entero, que se olvida sistemáticamente de que es el partido con más cargos electos imputados por corrupción y cada nuevo día nos presenta una imagen de formación inocente e impoluta.
 Por último, espero que no todos tengamos tan mala memoria como nuestros políticos y recordemos que la productora del “amiguete” Santiago Segura ha amenazado a los trabajadores del rodaje de esa obra maestra del cine mundial que será Torrente 4 con no volverles a contratar si secundan la próxima huelga general. Y es que la pela es la pela y eso si que no se le olvida a nadie.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Los que mandan

 Ayer el Presidente Rodríguez Zapatero se reunió con los que mandan. Allí estaba él, sentado con los grandes inversores que dominan el mundo desde sus oficinas de Wall Street, escenificando la más perfecta representación de lo que significa la democracia moderna. Un mandatario político representante del poder popular rindiendo cuentas no a los ciudadanos que le han elegido, sino a un grupo reducido y exclusivo de entidades particulares. No hay nada extraño en ello. El hecho de que los ciudadanos elijan a sus dirigentes políticos no quita para que sean los intereses económicos que representan esos brokers los que les han puesto. De hecho si el poder económico no pusiera a los que aspiran al poder político, éstos ni siquiera podrían ser elegidos. La política se supedita a la economía y son los que ocupan el poder económico los que deciden quién ha de ocupar el político, que en el fondo es el mismo, pero mientras el segundo da la cara el primero se oculta y mueve los hilos. Cualquier intento de romper esta tendencia, de devolver el poder político, y por ende el económico al ámbito público al que legítimamente corresponde, de invertir la estructura y hacer que el poder económico se supedite al político es, consiguientemente, tachado de antidemocrático.
 Resulta sintomático que en vísperas de una huelga general el Presidente del Gobierno, en vez de reunirse con los trabajadores, lo haga con los grandes inversores. Y además les prometa, como el niño que ha sido pillado en falta y ha de responder ante su padre y su madre, “mayor disciplina”. Mayor disciplina significa mayores beneficios para los ricos y mayores sacrificios para el resto: mas precariedad laboral, más paro, más impuestos, menos salarios. Pero sobre todo más ideología, mayor control sobre las opiniones, sobre los pensamientos. Mayor uniformidad para seguir todos al Gran Hermano que nos permite vivir en esta finca particular de unos pocos que se llama “Mundo”. La huelga general ha sido reventada antes de empezar. Es irresponsable y antidemocrática y quien la secunde es un antipatriota y será el culpable de todos los males que nos sobrevengan.
 “Mayor disciplina” es terminar de destruir la sociedad, terminar de destruir las relaciones que la constituyen. Hay que aislar a los ciudadanos unos de otros y de sí mismos. Si la base de la democracia (o de la antidemocracia) se establece sobre esas relaciones y sobre la potencia democrática que generan, la sociedad será la víctima colateral de su destrucción. Vázquez Montalbán dijo que si el fútbol es el opio del pueblo de las dictaduras, es la droga dura de las democracias. Y lo es hasta tal punto (el fútbol, los programas del corazón, la televisión y los medios de comunicación en general) que el cuerpo orgánico de la sociedad ha quedado destruido lo mismo que el cuerpo de un adicto. El viejo sueño de Kant del “piensa por ti mismo” se ha demostrado una vez más, quizás con mayor fuerza que nunca, una utopía peligrosa que debe ser anulada a toda costa. La consigna es que no se debe pensar. Sueña, actúa, vota, pero no pienses por que ya hay otros que piensan por ti, que saben lo que te conviene, lo que es bueno, lo que se debe hacer. Los causantes de la crisis no son entonces la banca y la grandes corporaciones, no, son todos aquellos que pretenden cuestionar lo que no entienden, lo que no deberían de entender. Y por eso los medios, los analistas y los opinadores, que son los que realmente saben de este asunto, hacen una labor de caridad enseñando al que no sabe. Esa es la “mayor disciplina” que nos espera y no, como intentarán hacernos creer, la de los mercados. Son los que mandan.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La responsabilidad de la izquierda

 Se ha hablado mucho de la responsabilidad de la derecha en la actual crisis económica. Pero poco o nada se ha dicho de la responsabilidad de la izquierda, quizás porque a la propia derecha no le convenga sacar a la luz el asunto. Es mejor cargar con las culpas y mantenerse en el poder que repartirlas y echar a perder el negocio porque a la izquierda se le ocurra hacer una verdadera política de izquierdas. Y el caso es que la izquierda es responsable, y en muy alto grado, de la actual situación. La política posibilista de la socialdemocracia europea prácticamente desde el final de la II Guerra Mundial –e incluso antes, no olvidemos que la socialdemocracia en el poder durante la República de Weimar aplastó a sangre y fuego cualquier revuelta obrera que se presentara, allanando el camino a las SA del Partido Nacional Socialista de Hitler- la ha llevado a un estado de postración tal ante las grandes corporaciones que ahora resulta imposible distinguir sus postulados de los de la derecha liberal. Y esa renuncia a unos principios ideológicos que, nos guste o no, tienen su origen en el pensamiento de Marx está conduciendo a su desaparición como alternativa política frente a aquella. No hay más que mirar el mapa electoral europeo, donde el poder está mayoritariamente en manos de esa derecha –incluso en países tradicionalmente socialistas como Suecia las últimas elecciones han deparado a la socialdemocracia el peor resultado desde 1920- y cada vez están surgiendo con más fuerza posiciones de ultraderecha, que son las únicas que, en un futuro, se disputarán el poder con la derecha moderada. La izquierda vio venir la crisis como la vio todo el mundo y qué hizo. Nada. Mirar para otro lado en el mejor de los casos. Exactamente lo mismo que hizo la derecha. Pero ésta sabía que saldría muy reforzada de la situación. Tanto que, como ya se ha dicho, la crisis está suponiendo la puntilla definitiva de los partidos de izquierda en Europa. Y la responsabilidad es única y exclusivamente suya.
 En esta tesitura no es de extrañar que los medios progresistas estén coincidiendo con los de extrema derecha en una cosa: desarmar la próxima huelga general a toda costa. No existe mucha diferencia entre los artículos de opinión que se publican en El País y los que se publican en El Mundo, si exceptuamos que los primeros tratan de salvar la cara a Rodríguez Zapatero y los segundos no paran de insultarle. Hace unos días, precisamente en El País, un intelectual de izquierdas de reconocido prestigio afirmó que no seguir a los mercados es una estupidez. Quizás sea una estupidez, pero más estupidez es reforzarlos políticamente cuando han sido los causantes de esta crisis y las venideras. Habría que recordar, a este y a otros intelectuales, que la izquierda y la derecha son posturas fundamentalmente económicas y que sólo son posiciones políticas en la medida en que son económicas. Desde una política de izquierdas no se trata entonces de seguir o no seguir a los mercados, sino de desactivarlos, de cambiar el modo de producción capitalista por otro más justo. Si esto no se hace, si se permite –e incluso se jalea- el desarrollo salvaje del mercado como el único camino posible entonces no queda más remedio que seguirle. Pero se ha renunciado al fondo ideológico de la izquierda, se han admitido los postulados de la derecha económica y se ha caído en el verdadero suicidio político. Esta es la auténtica responsabilidad de la izquierda, no solo ya en esta crisis, sino en su propia desaparición como alternativa de poder. A partir de ahora habrá que elegir entre el modelo alemán o norteamericano y el modelo italiano. Y a la izquierda sólo le quedará mantenerse en el campo anecdótico de permitir los matrimonios gays o subvencionar ONG´S.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Gris

 Cada vez más la sociedad actual se mueve en el estrecho maniqueísmo de los extremos, si es que en alguna ocasión lo ha abandonado. Quién no está conmigo está contra mí. Se nos dice, se nos enseña, se nos impone que hay que ser del Barcelona o del Madrid, del PP o del PSOE, estar a favor del aborto o en su contra. No hay matices. No existen zonas de sombra, campos de interconexión, áreas de confluencia. El bien o el mal, y lo que es bueno para mí debe ser bueno para todos, y lo que es malo para mí es malo para todos. Y si lo que yo considero bueno tú lo consideras malo entonces eres tú el que está equivocado, el ignorante, el que no merece vivir.
 Tomemos como ejemplo las recientes expulsiones de gitanos rumanos y búlgaros de Francia. Para empezar convendría matizar una cuantas cuestiones que ayudarán a ver el asunto desde otra perspectiva, sobre todo para la gran mayoría que sólo es capaz de ver lo que les permite las estrechas gafas de aquello que consideran bueno, correcto y por lo tanto de obligado cumplimiento. En primer lugar es evidente que Sarkozy está expulsando a los gitanos de su territorio para ocultar los escándalos de corrupción que le afectan a él y a su partido y neutralizar de alguna forma el descontento social por sus medidas de ajuste económico con una decisión populista. En segundo lugar, si la UE condena las expulsiones de gitanos no es por una razón de defensa a ultranza de los Derechos Humanos (los que niega a sus trabajadores), sino porque les asusta que los expulsados se asienten en sus territorios. Y en tercer lugar el 90% de la población europea en el fondo está de acuerdo con la actuación francesa. Todos somos muy solidarios cuando tenemos al extraño lejos, pero cuando vive en la puerta de al lado nos encerramos bajo siete llaves, y si estamos en un cajero automático y pasa por nuestro lado nos pegamos a la pared y procuramos esconder la cartera.
 ¿Qué hay en el caso de los gitanos expulsados?. Por un lado aquellos neofascistas ignorantes (incluso ignoran que lo son) que piensan que todos los gitanos (y por extensión árabes, negros, chinos etc.) deberían ser, no ya deportados, sino asados directamente en un horno crematorio, porque son vagos, maleantes, nos quitan el trabajo y además huelen mal. Y por otro lado está la progresía de cartón, igualmente ignorante, del “papeles para todos” -porque aquí cabe todo el mundo aunque acabemos cayéndonos al mar- que considera que todos lo gitanos –y árabes, negros, chinos, etc.- son unos pobres inocentes no corrompidos por el capitalismo occidental que vienen a enseñarnos y a compartir con nosotros su impoluta cultura.
 Y el caso es que hay gitanos que se pueden identificar como ciudadanos europeos que trabajan y ayudan al mantenimiento y el desarrollo de la nación en la que viven y otros que se aprovechan de la buena voluntad de la gente y explotan a sus bebés mendigando en el Metro. Y hay marroquíes huidos del infierno de Mohamed VI que se desloman para sacar adelante a sus familias y los hay que trafican con hachís, obligan a sus mujeres a taparse la cabeza a base de palizas o ponen una bomba en un tren. Pero para la sociedad actual –dirigida por los opinadores profesionales- las cosas son blancas o negras y si no estamos de acuerdo nos liamos a garrotazos. Y los que vivimos en el gris porque nos gusta al final nos reímos, aunque nos tachen de locos y nos acabemos llevando todos los palos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Qué hacemos?

 No seré yo quién defienda las actuación de los sindicatos de este país en los últimos diez años. Su política de entreguismo, de negociar a toda cosa lo que fuera, de hacer concesiones sin cuento en nombre de una falsa responsabilidad: su afán de salir en la foto, en suma, han dado alas a los empresarios que ahora se creen facultados para exigir cualquier cosa. De aquellos barros vinieron estos lodos. Tampoco voy a ser yo el que defienda actuaciones folclóricas y sin sentido que lo único que hacen es dar carnaza a los medios de comunicación de la extrema derecha y a los sectores políticos y sociales más rancios de este país. Pero no se nos debe olvidar que, antes de estos diez últimos años de deriva ideológica –en la que han caído, no sólo los sindicatos, sino toda la izquierda- las organizaciones sindicales fueron un pilar fundamental para asentar las bases del Estado social del que disfrutamos en la actualidad y que es el que se está desmontando a marchas forzadas desde ámbitos políticos de uno y otro signo. Ámbitos políticos, que no ideológicos, pues mientras entre PP y PSOE no existe apenas diferencia en cuanto a su política social y económica, entre la izquierda y la derecha la brecha es cada vez mayor. Si alguien está pensando que con esta afirmación quiero decir que el PSOE no es un partido de izquierda, ha acertado plenamente.
 El hecho es que, aunque los sindicatos se hayan desprestigiado a si mismos, algo hay que hacer en la situación actual. Un país con cuatro millones de parados, con una reforma laboral aprobada ya por el Parlamento que va a suponer una precarización del mercado de trabajo sin precedentes (despido más barato, más contratos basura, campo libre a los empresarios para despedir a su antojo a cualquier trabajador, institucionalización de las ETT´S, etc.), una reforma de las pensiones en puertas que nos va a obligar a trabajar más para recibir menos, una rebaja generalizada de los salarios o colectivos de trabajadores que llevan meses sin cobrar sus nóminas, no puede decir que no hace una huelga general por no hacer el juego a los sindicatos. Un país que actúa así es un país estúpido que se merece el gobierno que tiene y todo lo que le pasa. Si la movilización sindical va en contra de los principios de la gran mayoría de los ciudadanos (cosa que dudo, sobre todo porque dudo que la gran mayoría de los ciudadanos tenga ya ningún principio), entonces esos mismos ciudadanos tienen (tenemos) la obligación de organizar una movilización civil. Sin embargo la postura es la contraria: como los sindicatos no hacen nada, entonces yo no hago nada: ahora bien, cuando hacen algo, yo tampoco hago nada para no seguirles el juego.
 Y sin embargo la cosa es tan obvia que parece mentira que todavía haya alguien que no se de cuenta. Si durante años se ha estado idiotizando a la gente desde las más diversas instancias, empezando por la institución educativa y terminando por los periódicos deportivos, no es de extrañar que ahora la sociedad piense que quien tiene razón es el que más grita, ya sean los pseudoperiodistas mamporreros de la derecha más reaccionaria, los políticos corruptos o aquellos que ven la oportunidad de ganar unos cuantos votos atacando, desde la demagogia más descarada, a unos sindicatos a los que la misma sociedad ha condenado a la hoguera como los máximos responsable de la situación nacional. Y cuidado, que a la socialdemocracia en el poder le interesa esta situación tanto como a la derecha: cuanto más desinformada, alienada y estupidizada esté la población mejor para todos aquellos a los que les conviene mantener el statu quo. Esta dinámica nos conduce irremediablemente a una tiranía –aunque sea salida de las urnas- como la de Berlusconi en Italia, porque una tiranía no deja de serlo porque todo el mundo esté de acuerdo con ella. Así que algo habrá que hacer. El caso es que, cuando las dos últimas portadas de los medios de comunicación han estado ocupadas por la victoria de Nadal y el embarazo de Penélope Cruz, uno piensa que cada pueblo tiene lo que se merece. Aun así yo sigo insistiendo: señores ¿qué hacemos?

viernes, 10 de septiembre de 2010

Dejad que los niños se acerquen a mí

 Corría el siglo XVI cuando las revueltas en los Paises Bajos propiedad de los Reyes de España, produjeron una escisión en el territorio entre las llamadas Provincias Unidas (hoy en día Holanda y Luxemburgo), que se independizaron del Imperio en el cual no se ponía el sol y mantuvieron una política relativamente tolerante (todo lo que permitía la época) en materia religiosa –aunque el fondo doctrinal de las mismas fuera el protestantismo- y Flandes, Bélgica en la actualidad, que siguió unida a la metrópoli y, como no, a la ortodoxia católica. Quizás por eso los jueces belgas aún recuerden aquellos gloriosos tiempos en que las tropas de Felipe II y Felipe III se encontraban a sus anchas bebiendo cerveza, comiendo chocolate y saqueando Amberes (de ahí viene la famosa expresión “furia española”) y sigan apegados a la obediencia estricta a Roma, aunque esta obediencia sirva para dejar sin castigo a unos cuantos pederastas o “efebófilos” según el peculiar lenguaje vaticano.
 No es la primera vez que la muy católica Bélgica da muestras de adhesión inconmovible a la fe romana. Recordemos que el rey Balduino ya abdicó de su cargo por un día, hace unos años, para no tener que ratificar con su firma una ley del aborto aprobada por el Parlamento. La rapidez con la que los jueces belgas (en este caso sólo uno, seamos justos) han respondido al llamamiento del papa Ratzinger (ese que cuando visitó Auschwitz se preguntaba dónde estaba Dios) ha sido digna del celo que antaño demostró su monarca. Recordemos que Benedicto XVI reaccionó con toda la cólera de un antiguo dirigente de la inquisición (en sentido literal, no metafórico) ante el registro que la policía belga realizó en varias iglesias y edificios religiosos debido a los numerosos casos de abusos sexuales a menores realizados por sacerdotes, denunciados en los últimos meses en ese país. Hoy, un juez, -seguramente iluminado por el altísimo- ha declarado ilegales esos registros y ha obligado a la policía a devolver todos los documentos incautados, que me imagino yo que no serían misales y catecismos, sino papeles en los que se pudiera encontrar alguna prueba sobre la veracidad de los hechos denunciados y el señor Papa de Roma, supongo, le habrá tenido presente en sus oraciones y le habrá bendecido per secula seculorum.
 Esta noticia no habría ido más allá de la demostración, una vez más, del ascendiente que la Iglesia Católica sigue teniendo sobre el poder civil de los estados que caen bajo su órbita, si no hubiera sido porque casi simultáneamente hemos conocido otra: que al menos trece suicidios producidos en los últimos meses en Bélgica pueden estar relacionados con casos de pederastia por parte de religiosos. Es decir, que algunos niños que sufrieron en sus carnes los abusos sexuales de sus muy católicos y ensotanados profesores, confesores o sacerdotes se traumatizaron de tal manera que al final, ya de adultos, han terminado quitándose la vida. Si pormenorizo tanto este asunto es porque todavía hay gente a la que este tipo de cosas hay que explicárselas muy claritas y muy despacio porque están dispuestas a admitir sin ninguna duda lo que alguien les dice acerca de lo que dijo un carpintero judío hace 2000 años que además decía que era el hijo de un ente invisible, intangible, inmaterial e incomprensible, pero no admiten lo que tienen delante de sus narices.
 ¿Y qué es lo que hace don Benedicto ante todo este asunto aparte de anatematizar a la policía belga?. Pues supongo que echar tierra sobre el asunto y apartar a los curas pederastas de sus puestos, para que vayan a violar a otros niños de otras parroquias. Es de esperar, al menos, que no caiga en el cinismo de declarar infaliblemente que los suicidados por culpa de las prácticas pedófilas de los sacerdotes van a ir al cielo y no al infierno como les correspondería por suicidas. Y yo, que no soy católico, ni practicante, ni creyente y opino que la Biblia no es más que un montón de leyendas manipuladas por Pablo de Tarso, pienso que cuando Jesús dijo aquello de “dejad que los niños se acerquen a mí” no se refería precisamente a esto.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Fanatismo e idiotez

 Stephen Hawking afirma que no existen pruebas de la existencia de Dios y se organiza un revuelo sin precedentes en círculos intelectuales, políticos y mediáticos. Suerte ha tenido el buen hombre de decirlo en el siglo XXI y no en el XVII, donde le hubieran quemado inmediatamente con silla y todo. Que no existen pruebas de la existencia de Dios ya lo dijo hace casi un siglo Bertrand Russell, por ejemplo, y no hace falta ser un reputado científico para darse cuenta de ello: basta con mirar alrededor de vez en cuando. Afirmar que Dios no existe, por tanto, no es algo novedoso ni original. A poco que uno interrogue a su razón y recabe unas cuantas pruebas empíricas resulta algo evidente. Tan evidente, que hace mucho tiempo (desde Kant, en el siglo XVIII) que la Filosofía seria rehusó debatir este tema. El problema actual no radica entonces en la existencia o inexistencia de Dios, sino en lo que algunos hacen en su nombre.
 Para empezar Dios es tan sólo eso: un nombre. Un nombre, además, que no tiene significado, pues el significado de una palabra viene determinado por el objeto al que se refiere. En tanto en cuanto el nombre de Dios no tiene objeto, tampoco tiene significado. Quizás por eso cada uno le llama como le da la gana: Dios, Alá, Yahvé, Zeus, Krishna u Osiris. Que haya gente que entregue su vida a una entidad inexistente resulta bastante ridículo, pero bueno, también hay gente que cree en los fantasmas y en el fondo no hacen daño a nadie excepto a sí mismos. Pero que haya individuos (y muchos) que sean capaces de perder su humanidad por una palabra sin significado resulta no sólo absurdo, sino, como ha quedado demostrado a lo largo de la Historia, muy peligroso. La cuestión, por tanto, no estriba en Dios, sino en la religión. Un invento de unos cuantos espabilados –llámense estos Pablo de Tarso, Mahoma o Buda- que se la ofrecen a la masa ignorante como un consuelo para sus pobres vidas con el objetivo último de obtener un poder omnímodo y absoluto sobre ellas. Si históricamente ha existido un arma de destrucción masiva esa ha sido precisamente la religión. De hecho, todos los artefactos para destruir que ha inventado el ser humano se han utilizado siempre y en primer lugar en nombre de la religión.
 Viene esto a cuento de una noticia que acapara estos día las portadas de los medios de comunicación. La ocurrencia de un pastor integrista estadounidense de organizar, para el día once de septiembre, un “día de la quema del Corán”. Lo que llama la atención no es tanto las ideas estrambóticas de un pistolero racista de un condado perdido de Florida, no. Lo que llama la atención –y lleva a pensar que el mundo se ha vuelto definitivamente idiota- es el bombo que se le está dando a este individuo, que hasta la ONU ha tomado cartas en el asunto. Y es que si se mira todo este embollo fríamente se llega a la conclusión de que el único aspecto rechazable de la actitud de este tipejo –porque en realidad es el único aspecto en el que consiste la cuestión- es que se quemen libros, que es algo que no se debe de hacer sea cual sea el libro. Todo lo demás son fuegos de artificio, una farsa montada hace mucho tiempo con el nombre de “religión”, llevada a cabo por un señor que, según nos cuentan, no tiene más allá de cincuenta seguidores. El que quema el Corán es un imbécil, porque el Corán no significa nada. El que monta en cólera porque se queme el Corán es otro imbécil, porque está montando en cólera por nada. Los líderes religiosos son una pandilla de payasos (no hay más que ver como visten) de los que la mitad de ellos no sabe lo que dice y la otra mitad sólo busca llenarse el bolsillo. Y si el mundo se sacude por este asunto es que hemos llegado ya a la gran imbecilidad mundial. Porque ya es de imbéciles pelearse por una palabra pero mucho más lo es si además esa palabra no tienen sentido.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Fumaos

 Si ustedes viajan por la AP 8 (como he hecho yo este verano) o por cualquiera de las carreteras comarcales que confluyen en ella, a la altura de Gernika y en unos diez kilómetros a la redonda, notarán un olor nauseabundo procedente de los gases que expelen las industrias que flanquean dicha vía. Si ustedes pasean por ciertos barrios de Bilbao verán las fachadas de las casas negras por el humo de las fábricas que las rodean. Ante esta situación el gobierno del señor Patxi López (un nombre bastante poco serio para un político, por cierto, que lo suyo es que se llamara a sí mismo Francisco y no Patxi como si estuviera con la cuadrilla tomando unos chiquitos) ha decidido proteger la salud de los ciudadanos y las ciudadanas vascos y vascas. Y no lo ha hecho, como sería lo lógico (y lo progresista) obligando a estas empresas a reducir sus emisiones, no. Lo que ha hecho ha sido prohibir fumar en lugares abiertos. Que en una de las comunidades más contaminadas de España lo único que se le ocurra a los políticos sea prohibir fumar denota la capacidad intelectual de los que nos gobiernan. Aún así, lo honesto hubiera sido directamente prohibir la venta de tabaco. Pero claro, eso supondría una pérdida importante de ingresos para la Comunidad que gobierna el señor Francisco (recordemos el “concierto vasco” que no es precisamente una pieza de Guridi), sobre todo por parte de los ciudadanos franceses que cada día acuden a Behovia e Irún a aprovisionarse de tabaco. Supongo que por la misma razón no obliga a todas esas industrias contaminantes a reducir sus emisiones. En fin, en castellano eso se llama hipocresía.
 Lo que no acabo de ver claro es qué razones se pueden aducir para prohibir fumar en espacios abiertos. No, desde luego, la protección de la salud de los no fumadores en una región que, como ya he dicho, es una de las más contaminadas por la emisión de gases industriales. Además, si esa fuera la razón, lo primero que habría que prohibir es la circulación de vehículos a motor, que contaminan mucho más y tienen mucha más incidencia en el desarrollo del cáncer de pulmón –y otras patologías- en los no fumadores que el humo del tabaco. Así que las razones sólo pueden ser dos: apuntarse a la moda de perseguir a los fumadores, que es una cosa muy progresista o lamerle un poco los pies a Trinidad Jiménez, que ahora parece que va a ser la nueva Presidenta de la Comunidad de Madrid (que Dios, que por cierto no existe, nos coja confesados).
 Pero no se queda aquí el señor López, sino que además pretende prohibir fumar en los coches en los que viaje un menor. Y esto, digan lo que digan los cruzados anti-tabaco, empezando por El País y terminando por la señora que esta mañana me ha mirado mal cuando he encendido un cigarrillo en un semáforo (por cierto, recuerdo que hace unos meses decían que no se iba a prohibir fumar en espacios privados) es un atentado frontal contra la libertad individual y la privacidad y la intimidad de los ciudadanos. Un coche es un espacio personal de cada uno, y nadie, y menos un Estado, puede entrar o salir en lo que uno hace dentro de él (y no con él, no acudamos a la excusa fácil de decir que entonces se podría circular a 300 por hora). Porque digo yo, ¿Qué se pretende con eso?. ¿Proteger la salud del menor?. Entonces que empiecen prohibiendo los Mc´Donalds y los Burger Kings. ¿Dar ejemplo?. Dejando aparte la pequeña cuestión de que cada uno da a sus hijos el ejemplo que quiere, para ejemplarizar tendrían que eliminar de la televisión todos los programas basura (que son ya el 90 por ciento). Eso para empezar.
 Se queja también don Francisco López de que las autoridades municipales no ponen el celo suficiente en hacer cumplir las leyes antitabaco, y por eso ésta se va a vigilar a nivel gubernamental. Y yo me pregunto, ¿a quién se le ha ocurrido que un policía municipal de cualquier pueblo de Euskadi va a multar a su vecino Patxi (éste si), al que conoce de toda la vida porque se esté echando un pitillo sentado en el banco del parque?. Decididamente a los que se les ha ocurrido esta ley si que debían de estar fumaos.

martes, 7 de septiembre de 2010

Dictadura Judicial

 Que el tribunal Supremo avale la decisión de juzgar al juez Baltasar Garzón por pretender investigar los crímenes del franquismo (que los hubo, y muchos, que parece ser que todavía hay quien lo duda) no es ninguna novedad. Al fin y a la postre no hace mucho que el mismo Tribunal atentó contra la libertad individual de no querer profesar la religión católica fallando a favor de la Iglesia en el contencioso que presentó ésta contra aquellos que querían que sus datos desaparecieran de los libros de Bautismo. Era de esperar que en este caso la decisión fuera contraria al juez, teniendo en cuenta además que es un rival directo de los componentes de este magno Tribunal a la hora de ocupar uno de sus puestos. Lo que resultaría realmente novedoso es que algún tribunal de este país emitiera alguna vez un fallo que se aproximara a cualquiera de las ideas de Justicia que se han desarrollado en la historia del pensamiento político desde Platón hasta nuestros días. La decisión del Tribunal Supremo, empero, tiene una doble vertiente, que es la que hace especialmente sangrante este caso, ya que si el hecho de querer juzgar los crímenes del dictador y sus secuaces es injusto, entonces es que estos crímenes fueron justos, como dicta cualquier lógica (algo no puede ser él mismo y su contrario) excepto, a lo que parece, la lógica judicial. Es decir, de golpe y porrazo los miembros del Tribunal Supremo se quitan la careta y se colocan en el bando del que seguramente nunca salieron: en el de la paz de los cementerios del General Franco.
 Se puede argumentar que en definitiva la función de un juez no es impartir justicia, sino hacer cumplir las leyes. Totalmente de acuerdo. Lo que tendrá que explicar el Tribunal Supremo es qué ley ha incumplido el señor Garzón, habiendo quedado más que demostrado que no comete prevaricación puesto que la Ley de amnistía de 1977 no contempla los crímenes del franquismo, de la misma forma que no contempla los crímenes de ETA. Y si los contemplara estaríamos ante una situación como la anterior. Nos encontraríamos ante una ley injusta.
 Y sin embargo, el problema de los jueces españoles está precisamente aquí. En que no se han enterado todavía que en un Estado de Derecho, con división de poderes, la función del Poder Judicial es hacer que se cumplan las leyes, no interpretarlas ni crearlas, que es función del Poder Legislativo (el Parlamento, para que todo el mundo lo entienda). Se da así la paradoja de que en una nación con dieciocho gobiernos democráticamente elegidos, cualquier juez de cualquier pueblo perdido puede hacer lo que quiera con cualquier ley emanada de cualquiera de esos Parlamentos.
 Nos encontramos así ante un caso de auténtica dictadura judicial, donde unos señores elegidos a dedo hacen y deshacen a su antojo leyes legítima y democráticamente aprobadas por los Parlamentos como representantes del poder popular, las cambian, las manipulan o simplemente no las cumplen porque van en contra de sus creencias políticas, religiosas o sencillamente porque no les da la gana. Este es el verdadero peligro que amenaza hoy en día a la democracia en nuestro país y no unos cuantos chalados con una pistola.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Vuelta al cole

 Siempre me ha parecido terrible la publicidad que anuncia la vuelta al cole. Es una manera como otra cualquiera de amargar las vacaciones a unos niños que, un mes antes de tener que volver a sus rutinas invernales, ven como unos grandes almacenes sin escrúpulos se lo recuerdan una y otra vez, y eso tiene que sentar muy mal, por muchos corticoles que les regalen. Aunque también puede verse desde el punto de vista contrario y en este sentido es una forma de anunciar a bombo y platillo a los papás y las mamás que ya les queda poco para verse libres de sus vástagos durante unos cuantos meses, lo que imagino que les estimulará para gastar el dinero que no tienen en los susodichos grandes almacenes con el consiguiente aumento de los beneficios para éstos. Y como la pela es la pela y más en estos tiempos que corren, pues si hay que utilizar algo tan serio como la educación para llenar las faltriqueras se hace y ya está. Ya ha dicho nuestro ínclito Presidente del Gobierno que la economía española está recuperándose gracias al sector privado. Lo que se le olvida decir es que el sector privado sobrevivió gracias al dinero del Estado, ese dinero que tan alegremente regaló a las empresas y que ahora está saliendo de nuestro bolsillo vía bajada de salarios y subida de impuestos. Por cierto, parece ser que la cosa ha resultado y ya se ha recuperado la mitad del déficit público, así que la solución está clara: otra bajadita más para enero y una subidita más del IVA y arreglado el problema, aunque tengamos que comer sopa de San Antonio en aras del “interés general” (el que no sepa lo que es que se lo pregunte a sus abuelos. La sopa, no el interés general, que ese ya sabemos que es el de unos pocos).
 El caso es que empieza de nuevo el cole. Dentro de poco nuestras calles se llenarán de autobuses escolares y los medios de comunicación desplegarán todos sus efectivos para ofrecernos sus tradicionales reportajes de niños llorando a la entrada de los colegios, alguna infanta yendo alegremente con su cartera nueva a su maravilloso centro privado y algún presidente o presidenta de alguna comunidad inaugurando el curso en algún aula de algún centro público al que se le habrán quitado las goteras precipitadamente y con un montón de adolescentes sonrientes a su alrededor -supongo que a los conflictivos los encerrarán en el trastero para que no se noten mucho- Suerte que el curso comienza en septiembre, cuando aún hace calorcito, y el presidente o la presidenta de turno no tiene que acudir al aula elegida para el magno acontecimiento vestido o vestida como si fuera a explorar el Polo Norte, porque en noviembre ya se ha acabado el dinero para calefacción.
 Así que ya está aquí el nuevo curso escolar. Con unos profesores supermotivados a los que se les ha bajado el sueldo y se les han aumentado las horas lectivas. Unos alumnos más motivados aún, que esperan ansiosos que llegue el momento en que puedan volver a hacer lo que han hecho todos los años anteriores, es decir, nada. Y unos padres muy, muy contentos que por fin se van a librar de sus hijos (hijos que, recordemos, han parido ellos porque han querido) y los van a poder colocar en la guardería de turno, aunque para ello tengan que gastarse unos cuantos euros más que el curso pasado. Y es que es tan bonita la vuelta al cole.