martes, 28 de septiembre de 2010

Cómo no gobernar

 Hay muchas formas de gobernar pero sólo una de no gobernar. Consiste ésta en ir por detrás de los acontecimientos, elaborar leyes ad hoc que sólo tienen como objetivo tapar parches coyunturales o satisfacer determinadas demandas puntuales de la sociedad. Lo que hay detrás de esta forma de no-gobernar es siempre un cóctel de populismo y afán de votos a partes iguales que hace que nuestras leyes tengan una vida práctica muy corta. No es una propiedad exclusiva del actual gobierno esta manera de fabricar normas. Recordemos si no la Ley de Partidos –una ley totalmente anacrónica en las actuales circunstancias del país-, la primera ley anti-tabaco -que unos años después de su promulgación ya necesita ser reformada- o esas leyes del Menor que están cambiando constantemente –o al menos se pide su sustitución por otras más duras- cada vez que el adolescente de turno comete alguna barbaridad. Sin embargo, si que corresponde al Gobierno del señor Rodríguez Zapatero el dudoso honor de hacerlo tan descaradamente que hace falta no tener ojos en la cara para no darse cuenta. Tomemos como ejemplo dos de las últimas medidas que ha adoptado, una ya presentada ante el Parlamento –y aprobada por unanimidad, al fin y al cabo los votos nunca le vienen mal a nadie- y otra que aún no ha pasado de la categoría de rumor –y seguramente nunca pase- aunque los rumores también pueden conllevar una buena carga de apoyo populista.
 En el primero de los casos, el que ya está aprobado por el Parlamento para que todos veamos lo concienciados que están los Diputados con los problemas sociales del país, se trata de poner un tope a los sueldos de los futbolistas, se supone que porque resulta inmoral que unos cobren tanto mientras otros cobran tan poco o incluso nada. Dejando aparte el hecho de que los que cobran poco lo hacen porque el propio Parlamento lo ha permitido aprobando la rebaja de los sueldos de los funcionarios, esta medida carece de toda lógica política, y su único objetivo es tener contentos a los ciudadanos como se tiene contento a un niño al que se le ofrece un chupachups. Y es que los futbolistas son empleados privados que trabajan para empresas privadas. Si tanto los jugadores como los clubes han aceptado esta medida absurda sin rechistar es para no echarse encima a los que mantienen vivo el negocio, que son todos los borreguitos que cada día se olvidan de sus problemas viéndoles pegar patadas a una pelota. Y también porque saben que se podrían adoptar medidas más contundentes. Y aquí entramos en ese rumor que de momento sólo es eso, un rumor: la idea de subir la fiscalidad a las rentas más altas. Si se implanta un impuesto progresivo, de tal forma que realmente paguen más los que más tienen –y de paso se persigue el fraude fiscal, se recupera el impuesto sobre el patrimonio, se aumenta la fiscalidad de las Sicav y se eliminan todas esas deducciones por donaciones a la Copa América, a la visita del Papa y demás mandangas (porque el que ofrece graciosamente un millón de euros para que Ratzinger venga a incordiar un poco por aquí es porque los tiene)- da igual lo que cobren los futbolistas, los banqueros o los empresarios. De hecho cuanto más cobren más dinero para el Estado y mayor posibilidad de reducir el déficit sin menoscabar los derechos de las clases medias y bajas que siempre acaban pagando el pato (a la clase media ya se la conoce como la “clase mierda”). Pero claro, eso sería una forma de gobernar, y de lo que se trata precisamente es de no gobernar

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