viernes, 29 de octubre de 2010

Realidad y ficción

 Vaya por delante que Fernando Sánchez Dragó no es precisamente santo de mi devoción. Eso no quita para que de vez en cuando nos paremos todos a pensar un poquito. En primer lugar a lo mejor el señor Sánchez Dragó simplemente miente en su obra cuando afirma que mantuvo relaciones sexuales con dos japonesas de trece años y lo único que buscaba era precisamente lo que ha conseguido: provocar un escándalo que suponga un montón de publicidad gratuita para su obra. Sea cierta o no la afirmación de este caballero, si ahora le condenamos a las llamas del infierno por unas cuantas líneas de un libro, ¿qué hacemos con La Celestina, con Romeo y Julieta, con La Regenta o con Lolita, cuyas protagonistas tienen todas entre los doce y los diecisiete años?, ¿los quemamos también?, ¿desenterramos a Shakespeare o a Clarín y los sometemos a un auto de fe?. ¿Y el Banquete de Platón?, ¿lo incluímos en un nuevo Índice de Libros prohibidos?. La Literatura es sólo eso: Literatura. Ficción que aunque intente comprender la realidad no debe confundirse con ella. Ese es uno de los grandes problemas que está funcionando aquí. Llevamos tanto tiempo acostumbrados a creernos todo lo que nos dicen que ahora no somos capaces de separar la realidad de sus representaciones, y confundimos un determinado dibujo de la realidad con la realidad misma. El arte, lo mismo que las noticias que salen por la televisión, son interpretaciones de lo real, no lo real. Por mucho que los intereses del poder se empeñen, “esto no es una pipa” y haríamos mejor en preocuparnos de lo que pasa realmente, como que los sacerdotes católicos son los mayores pederastas de los que hasta ahora se ha tenido noticia, que de lo que dice un escritor en un libro, que en el mejor de los casos es tan sólo su forma de ver la realidad.
 Pero si miramos un poco mas allá de los hechos brutos pronto nos daremos cuenta de que este asunto se enmarca entre dos pilares que están empezando a definir peligrosamente nuestra sociedad. Por un lado, esta ola de puritanismo mojigato que nos invade, que delimita de forma estricta lo que es políticamente correcto y lo que no lo es. Puritanismo progresista que nos ha hecho retroceder de golpe a los peores años de la represión ideológica franquista y que se impone con el mismo dogmatismo con que se impuso aquél. Se nos trata como a niños pequeños a los que hay que enseñarles qué hacer, que comer, qué beber, qué decir o qué pensar hasta que ni siquiera quede un resquicio por dónde sacar la nariz para respirar. El que quiere respirar es un pobre ignorante al que le vamos a enseñar quiera él o no quiera. Y todo esto, paradójicamente, mezclado con la carnaza con la que todos los días nos regalan los programas más vistos de la televisión, esos que al poder le interesa mantener porque son los que crean los individuos ignorantes a los que luego se puede encauzar en el camino de la papanatería. Cualquier cosa para que se piense lo menos posible.
 Por otro lado está el afán desmedido de protección a la infancia, que no digo yo que esté mal, al contrario está muy bien. Lo que pasa es que a la infancia no se la protege anatematizando a un escritor. Se la protege mejorando las condiciones sociales de esos niños de familias desestructuradas que son carne de cañón de una sistema que se nutre de ella. Se la protege favoreciendo horarios de trabajo que permitan conciliar la vida laboral y la familiar y eviten que los niños vivan sin padres, pasando su tiempo en interminables actividades extraescolares, o simplemente solos en casa viendo la televisión o pegados al ordenador o la Play Station. Y sobre todo se la protege con un sistema educativo que los forme para ser ciudadanos libres y autónomos y no una masa obediente y analfabeta que sea fácil de manipular y que no proteste mucho.
 Eso es la realidad, la que no se quiere ver, o no se quiere que se vea, y no la ficción salida de la cabeza de un novelista.

jueves, 28 de octubre de 2010

Chistes

 No se si alguien recordará aquella vieja historia de Gila en la cual se acababa la guerra porque se habían terminado las balas. Se me vino a la cabeza cuando escuché que en el índice de corrupción elaborado por la agencia Transparency International, España se mantenía en los mismos niveles que el año pasado, fundamentalmente porque el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha provocado una escasez de fondos para financiar las corruptelas. No se trata de que no haya intención de corromper, ni de que haya menos corruptos, sino de que no hay dinero para pagar los sobornos varios. La guerra se acaba porque se nos terminan las balas. No se si esto a alguien le alegra o no –por lo que se podía escuchar en algunos medios parece que la noticia provocó una euforia moderada, no tanto como cuando la selección ganó el Mundial, pero parecida-. A mi más que euforia lo que me produjo fue risa. Muy mal deben de estar las cosas cuando ni siquiera hay dinero para corromper a los que están dispuestos a dejarse sobornar. Al final va a resultar que la crisis esta no sólo va a producir escasez de empleo, sino también escasez de políticos, porque si no hay tajada que llevarse al bolsillo supongo que muchos se pensarán dos veces lo de presentarse a unas elecciones. Como no hay mal que por bien no venga, eso que le tenemos que agradecer a la crisis antedicha
 Otro gracioso dicho popular que se me ha venido a la mente en los últimos días ha sido el del que denunció a otro porque le había golpeado el puño con el ojo. Algo parecido está sucediendo en el juicio que se sigue contra cinco Guardias Civiles acusados de torturar a dos etarras. Resulta que las lesiones que presentaban éstos no se deben a un maltrato en los calabozos del cuartelillo, sino a que la detención se produjo de forma violenta porque los terroristas se resistieron. Me acuerdo todavía de un miembro de ETA que se suicidó en su celda ahorcándose con las manos atadas a la espalda, y al final todo el mundo acabó convencido de que se las había atado él. En los tiempos de Franco los detenidos se tiraban por las ventanas o se caían por las escaleras. El caso es que España suele figurar normalmente en los informes de Amnistía Internacional como un Estado donde se practica la tortura de forma sistemática y los propios forenses del caso han declarado que las lesiones que sufrían los dos detenidos no eran compatibles con una detención violenta, y si con unos interrogatorios digamos poco ortodoxos. Aún así, la versión oficial no se apea del carro, esperando a ver si España gana algún partido o las noticias sobre la muerte del Pulpo Paul duran aún un tiempo: los detenidos golpearon los puños de los agentes con sus ojos.
 Y para terminar también podemos hacer referencia al viejo chiste del que vendió el coche para comprar gasolina. Más o menos eso es lo que debe estar pensando algún miembro del Gobierno cuando se ha enterado de que el déficit del Estado se ha reducido casi a la mitad gracias a la subida del IVA. La cosa está muy clara: si subiendo el IVA dos puntos hemos reducido la mitad del déficit, pues lo volvemos a subir otros dos y asunto arreglado. Yo no se por qué la gente se complica tanto la vida con lo fácil que es hacer política. El hecho de que esta subida impositiva sumada a la reducción de sueldos que inició el Gobierno con sus funcionaros haya provocado un estancamiento del consumo, lo que se traduce en más paro y por consiguiente en un agravamiento generalizado de la economía no tiene por qué preocupar a nadie: de lo que se trataba era de echar gasolina.
 Después de este pequeño resumen de las últimas noticias de la semana la única conclusión que se puede sacar es que, se mire por donde se mire, este es un país de chiste. Lo que ya no resulta tan chistoso es que, tal y como están las cosas, lo va a seguir siendo durante mucho tiempo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Paul

 O el mundo está definitivamente loco o es mucho más rematadamente idiota de lo que se podía pensar. Resulta que se ha muerto Paul. Una noticia luctuosa si el tal Paul hubiera sido algún individuo del género Homo. Pero resulta que no es así. Paul es un cefalópodo, vamos, un pulpo: el pulpo Paul, por más señas. Un pulpo que se hizo famoso porque resulta que era capaz de adivinar qué equipo iba a ganar en los diferentes enfrentamientos de mundial de fútbol. Que un pulpo se haga famoso demuestra la capacidad intelectual de la raza humana. Pero que encima lo haga por unas supuestas dotes adivinatorias ya es algo que cae directamente en la categoría del absurdo, por no decir en el más espantoso de los ridículos.
 Sin embargo el desatino mayúsculo en toda esta cuestión ya no es que el dichoso pupo haya alcanzado la gloria por ser una especie de vidente con tentáculos. Lo que resulta ya casi dadaísta es que la muerte de Paul haya sido noticia en todos los medios de comunicación. Y, más aún, algunos  incluso le hayan dedicado obituarios. De hecho, ya se está hablando de incinerarle y erigir un monumento en su honor, mientas que en Carballino quieren momificarle y ponerle en un museo. Llegados a este punto uno ya no es capaz de entender nada de lo que pasa por la cabeza de los habitantes de este planeta. Quizás alguno piense que todo este asunto no es más que una gran broma o un toque de comicidad en nuestros habitualmente serios medios de comunicación. Pero no. Si se leen atentamente las columnas y los artículos que se han dedicado al fallecimiento del pulpo, resulta que la gran mayoría de ellas están escritas en un tono circunspecto, incluso trágico en algunos casos. Y yo estoy seguro que incluso habrá habido gente que habrá llorado al conocer la noticia, que realmente creerían que el dichoso animalito era capaz de adivinar el futuro y que ahora la selección española de fútbol no va a volver a ganar un partido hasta que la ranas críen pelo. El problema es que todo esto es bastante más serio de lo que parece porque mientras se dan noticias sobre la muerte de un pulpo no se informa de otras cuestiones más importantes, se siguen ocultando a la población aquellas cosas que no interesa que se sepan y se la sume más todavía en un pozo de ignorancia del que cada vez resulta más difícil salir. Ya se consiguió que creyeran en que un sujeto es capaz de adivinar lo que el futuro depara a la vida de cada uno. Ahora se ha dado un giro más de tuerca al asunto y se les ha hecho creer que es un pulpo el que tienes dotes de vidente. Y esperamos con ansiedad cuál será la próxima estupidez que la gente se tragará como si fuera una verdad científica. Pero vamos, cuando ves que personas aparentemente normales defienden a capa y espada la inocencia de una señora que se ha hecho rica robando todo lo que se le ponía por delante sólo porque es una tonadillera famosa (que por cierto, hasta donde yo se el juez le impuso una libertad provisional con fianza, y ni ha pagado la fianza no ha ingresado en la cárcel) ya poco puede sorprender
 El caso es que yo, por si acaso, la próxima vez que me encuentre con una cucaracha procuraré no pisarla y la trataré a cuerpo de rey, no vaya a ser que sea capaz de predecir el resultado de las próximas elecciones, por ejemplo, y me haga de oro gracias a mi cucaracha vidente. Y mientras tanto me permito sugerir a los que no saben qué hacer con el cadáver de Paul que organicen un banquete totémico y lo preparen “a feira”, que seguro que está muy rico.



martes, 26 de octubre de 2010

De lo que no se puede hablar

 Hace unos días el Pentágono amenazó a los medios de comunicación estadounidenses para que no publicaran la última hornada de documentos secretos sobre la guerra de Irak que Wikileaks anunció que iba a hacer públicos. Alguien podrá decir que en realidad el Pentágono no amenazó a nadie, sino que tan sólo recomendó no publicar dichos documentos, pero no se me negará que una recomendación del Pentágono no es algo como para tomárselo a broma. De lo que se trata aquí no es tanto la amenaza o recomendación del Ejército norteamericano, sino del hecho de que en la democracia supuestamente más avanzada del mundo una institución del Estado se atreva a intentar censurar una información. La cuestión a plantear es cómo el Pentágono puede recomendar una autocensura a sus medios sin que se resquebrajen los cimientos mismos del sistema democrático. Y la única respuesta que se me ocurre es porque esos mismos medios ya se autocensuran ellos solitos, sin necesidad de que nadie les diga lo que tienen qué hacer. Se autocensuraron durante la Guerra de Vietnam, se autocensuraron en los ochenta durante la guerra sucia de los Estados Unidos en Centroamérica, lo hicieron a la hora de tapar el apoyo de los diferentes gobiernos estadounidenses a las dictaduras latinoamericanas y también durante la Primera Guerra del Golfo. No resulta extraño entonces que ahora estén ya acostumbrados y se hayan tomado el anuncio del Pentágono con toda tranquilidad, si es algo que iban a hacer de todas maneras. De todas formas, a todos los que vimos los videos de la cárcel de Abú-Grahib o de esa vergüenza de la humanidad llamada Guantánamo, tampoco nos ha sorprendido mucho que el ejército iraquí, no sólo con la aquiescencia, sino con la colaboración directa de las fuerzas estadounidenses y británicas haya cometido todo tipo de abusos contra la población civil. El régimen impuesto en Irak por los ejércitos de la llamada “coalición”, es un régimen brutal, que no sólo no ha terminado con la represión de los kurdos, por ejemplo, sino que tampoco tiene ningún escrúpulo en ahorcar a un anciano de 74 años que lleva siete en prisión. Ellos le dan al mundo petróleo y el mundo les consiente cualquier barbaridad.
 Una democracia no es posible sin una prensa libre, en eso todo el mundo está de acuerdo. Lo que ocurre es que hay muchas maneras de coartar la libertad de prensa, y no se puede hablar de prensa libre cuando está ha de responder a los intereses de los grandes grupos económicos que la respaldan. Porque editar un periódico cuesta mucho dinero y ese dinero tiene que salir de algún sitio. En estas tesituras los medios de comunicación son muy conscientes de qué noticias pueden publicar y cuáles no, y la censura ya no procede de un gobierno más o menos dictatorial, sino de los propios medios de comunicación. Es una censura económica que cristaliza en autocensura.
 Sólo hay una manera de dar una información, pero existen muchas de no darla. La información ha de ser objetiva, puesto que debe corresponderse con un hecho objetivo, algo que efectivamente ha pasado. Toda aquella información que no sea una descripción objetiva de un hecho, sino que se deslice al campo de la opinión (y eso es lo que ocurre en el noventa por ciento de los casos, no hay más que ver las diferencias existentes en una misma noticia según sea la línea ideológica del medio que las saque a la luz) es desinformación. Y la desinformación es censura: censura de las hechos tal y como ha ocurrido. Censurar una noticia no sólo consiste en no ofrecerla, también en ofrecerla manipulada, sesgada o mutilada. Y, teniendo en cuenta que es la prensa la que crea opinión, quizás esta forma de censura quizás sea mucho más grave que ocultar directamente la información. En todo caso todos los medios de comunicación tienen muy claro de lo que no se puede hablar

lunes, 25 de octubre de 2010

Terroristas

 Se ha dicho más de una vez que todo Estado necesita inventarse un enemigo. No sólo para desviar la atención de los problemas verdaderamente importantes, sino porque los ciudadanos obedecen más y mejor cuando tienen miedo. Aunque el pionero de estas técnicas de control es Estados Unidos, a cuyos gobernantes (en la sombra) hay que reconocerles la habilidad de haber sabido cambiar de coco según cambiaban los tiempos o los propios adversarios se autodestruían –primero los comunistas, luego el narcotráfico y últimamente el terrorismo islámico- no es monopolio suyo esto de descubrir enemigos hasta debajo de las piedras. De hecho es una táctica harto utilizada por las tiranías de uno y otro signo y en los últimos tiempos los países del llamado “mundo occidental” (que ya es todo el mundo) la han usado con profusión. España, como no podía ser de otro modo, lleva mucho tiempo inventando enemigos. Desde la “conspiración judeo-masónica” de Franco, hasta aquellos extraños GRAPO de la Transición, que nadie sabía quiénes eran y lo que pretendían, y algunos de cuyos más egregios representantes son ahora adalides de la vieja historia de España y escriben en los más destacados medios ultraderechistas, hasta llegar a ETA como el enemigo tradicional de la democracia.
 Ahora bien, quizás porque los que gobiernan nuestro Estado no son muy duchos en el arte de sacar monstruos de los armarios, quizás porque no tienen tiempo de descubrir uno nuevo ahora que la crisis no nos deja ni respirar, o quizás porque son tan incompetentes que no se dieron cuenta de lo que pasaba, el caso es que ahora que el enemigo tradicional ha entrado en un proceso autodestructivo, no saben cómo hacer para mantener su cadáver atado al caballo. Cuando hace unas semanas el señor Otegi dijo en una entrevista a un importante periódico español que estaba dispuesto a rechazar la violencia etarra si esta volvía a producirse, todos, Gobierno y oposición, sacaron las uñas al unísono diciendo que eso sólo eran palabras y que lo que hacía falta eran hechos. Hoy, que la izquierda abertzale exige a ETA la declaración de una tregua indefinida y verificable, unos, el Gobierno, que ven que la desaparición de la banda puede suponerles un importante rédito electoral cuando las cosas les van peor que nunca, piden prudencia y otros, el PP, que siempre se ha aprovechado del terrorismo de ETA para ganar elecciones –y si ha hecho falta se lo ha inventado- ponen el grito en el cielo exigiendo el abandono de las armas - qué otra cosa es si no una “tregua indefinida y verificable”- y ven con horror cómo la bestia de toda la vida puede irse al garete sin tener una nueva en la recámara. Es de suponer que tarde o temprano acabarán encontrándola, y ya no importará que ETA se autodestruya –algo que, de hecho, hace ya mucho tiempo que hizo-. Entonces todos intentarán ponerse las medallas por haber acabado con el terrorismo etarra y aparecerán como los héroes que nos salvarán del nuevo enemigo en puertas.
 Mientras tanto, también hoy hemos conocido la noticia de que el Estado español va a vender a Arabia Saudí doscientos carros de combate por un valor de tres mil millones de euros. Arabia Saudí, un estado terrorista reconocido como tal por todas las organizaciones internacionales de defensa de los Derechos Humanos. Una satrapía hereditaria dónde éstos son violados sistemáticamente, dónde la pena de muerte se aplica a discreción y una mujer vale menos que un caballo. Un país dónde desde hace mucho gobierna una dinastía de tiranos que viven a lo grande de sus cuentas corrientes en Suiza, Marbella o las Islas Caimán. Un enemigo de la humanidad que sin embargo es amigo de España. Si la colaboración con el terrorismo es un delito, entonces no veo razones para no acusar al Gobierno español del mismo.

jueves, 21 de octubre de 2010

Canta y se feliz

 Hace unos días nos sorprendía la noticia de que, a pesar de la que nos está cayendo encima, España tiene el índice de felicidad más alto de Europa. Hoy, otra información nos hacía saber que cerca del 21% de la población española vive por debajo del umbral de la pobreza. Si unimos las dos noticias, después de frotarnos enérgicamente los ojos para estar seguros de lo que estamos leyendo, la conclusión a la que se llega es, o bien que existe un error en algún lugar, o bien que aquí sigue estando todo atado y bien atado. Con actitudes de este tipo resulta comprensible que el señor Strauss-Khan, a la sazón presidente del FMI, diga que España es el país europeo con mayor potencial de creación de empleo. Cómo no ha de ser así si aquí no nos importa trabajar en un régimen de semiesclavitud, con salarios de hambre y horarios cada vez más dilatados, sin ninguna garantía social ni de ningún otro tipo. El presidente del FMI sabe muy bien lo que dice: la mano de obra española está cerca de ser una de las más baratas del mundo desarrollado y pronto las grandes multinacionales trasladarán aquí las fábricas que tienen en los países del Este o el Norte de África.
 Con este panorama es lógico que la señora Ministra de Economía anuncie más sacrificios para los próximos años –y eso que, según parece no tenían un plan B; a saber lo qué hubiera pasado si lo hubieran tenido-. Sacrificios que recaerán como siempre en la clase trabajadora, por supuesto, no sobre empresarios, banqueros o políticos, que ya se sacrifican bastante los pobrecitos, unos dándonos trabajo para que nos podamos comer un chusco de pan –o quitándonoslo para que nos reciclemos- que uno es feliz cuando se conforma con lo que tiene y ellos sólo velan por nuestra felicidad; y otros diciéndonos lo que tenemos que hacer o qué pensar, pues ya se han encargado de convertirnos en niños sin un pensamiento propio. Pero no pasa nada, porque el Gobierno, los sindicatos y la oposición saben que aquí nadie va a levantar barricadas ni a bloquear los depósitos de combustible. Por algo somos el país más feliz de Europa.
 Y como no podía ser de otra forma los medios de comunicación –esos que dedican casi el noventa por ciento de su espacio y su programación a informarnos de los últimos eventos deportivos y de las andanzas de nuestros famosos- se suben al carro elaborando sesudos análisis sobe una reforma de Gobierno que no pasa de ser una burda tomadura de pelo y cuyo único objetivo es lavarle un poco la cara al Ejecutivo para ver si se pueden recuperar unos cuantos votos. Plantear como poco menos que noticia del año que el señor Rubalcaba se ha convertido en el hombre fuerte del Gobierno, cuando desde hace mucho tiempo es quien maneja los hilos en la sombra, aparte de una obviedad, no es más que un intento de despistar al personal; colocar de Ministro de Trabajo a un simpatizante de UGT sólo tiene como objeto desactivar las tímidas protestas sindicales; instalar a Trinidad Jiménez en Exteriores es la prueba de que hay que pagar los favores, y dar a Leire Pajín el Ministerio de Sanidad es una burla, incluso cruel. Da igual porque aquí seguiremos siendo muy, muy felices, como nuestros príncipes, aunque no comamos perdices porque el sueldo no nos llega. Ya saben lo que dice la canción: canta y se feliz.

miércoles, 20 de octubre de 2010

La erótica del poder

 Hace ya tiempo que Maquiavelo nos instruyó acerca de las tácticas necesarias para conseguir el poder y mantenerse en él y eso es algo que jamás se le reconocerá lo bastante: que mostrara a la gente de su época y a las generaciones venideras cuáles son los instrumentos que utilizan los gobernantes para conservar su posición privilegiada. También Hume dijo que la ética que utilizan los políticos es distinta a la del resto de los mortales, en vista del lugar que ocupan en la sociedad. Desde siempre se ha sabido que el poder tiene algo especial que hace que los que lo poseen hagan cualquier cosa por conservarlo, y quienes no lo poseen no paren en mientes para obtenerlo. Sin las sutilezas de Maquiavelo ni el “common sense” de Hume, hoy nuestros dos grandes partidos nos están dando una lección práctica de eso que se llama “erótica del poder”.
 Por un lado, el Presidente del Gobierno, el señor Rodríguez Zapatero, no tiene ningún reparo en desmontar lo poco que queda del Estado para conseguir que el Parlamento apruebe sus Presupuestos para el año que viene. O más bien los Presupuestos de la UE y los EEUU, que es lo mismo que decir los Presupuestos de las grandes corporaciones y los mercados financieros. Si para ello es necesario romper la Caja Única de la Seguridad Social, que entre otras cosas es el instrumento que mantiene la cohesión del Estado del Bienestar (o de lo que queda de él) y asegura el pago de las pensiones, cediendo parte de su control al Gobierno vasco, pues se hace, si lo que se consigue es que el PNV vote a favor de esos Presupuestos en el Congreso. Pero cuidado, eso no significa ni que esos Presupuestos sean adecuados –porque ya ha quedado demostrado que todo ha sido una componenda del PSOE y del PNV para justificar lo injustificable y sacar adelante unas cuentas regresivas y antisociales- ni que el señor Rodríguez Zapatero sea un hábil político –porque cualquiera puede conseguir lo que quiera a base de sobornos, y el que ha pagado nuestro señor Presidente ha sido muy elevado: cuanto más torpe es uno más tiene que pagar-, ni un ejercicio de responsabilidad por parte de nadie –porque por parte del PSOE agotar una legislatura que ya está perdida lo único que significa es empecinamiento por mantener el poder, cuando ni siquiera los propios militantes del partido quieren a Ministros quemados y desgastados, y por parte del PNV su supuesta responsabilidad no es más que el cinismo del que llevan haciendo gala durante mucho tiempo, el cinismo de decir una cosa en Madrid y otra en Vitoria y de aliarse con el diablo si con ello pueden sacar cuatro perras más, una posición esta en la que CiU no le anda a la zaga, porque si en esta ocasión no van a apoyar los Presupuestos del Estado, no es más que porque las elecciones en Cataluña andan muy cerca y tienen todas las papeletas para ganarlas, así que apoyar al PSOE en esta ocasión sólo les restaría votos-.
 Y qué decir del PP, que critica todas estos tejemanejes pero se niega a modificar la ley electoral que los permite, porque sabe que es una ley que le beneficia a la hora de transformar los votos en escaños. O que a través de sus medios no deja de comparar al PSOE con ETA, pero luego no duda en pactar con ellos una reforma anticonstitucional de la Ley susodicha que permite expulsar a cargos electos si no condenan la violencia (eso, cuando ellos se niegan sistemáticamente a condenar la violencia de la Guerra Civil y la represión franquista) porque saben que así quedarán puestos libres que pueden ser ocupados por miembros de su partido.
 Podríamos seguir así y no acabar nunca, pero lo que queda claro es que en estas circunstancias la obra de Maquiavelo es un manual de buenas prácticas políticas

lunes, 18 de octubre de 2010

Allons enfants de la Patrie

 Todavía no he oído a nadie decir lo que voy a decir, quizás porque resulte políticamente incorrecto, quizás porque últimamente parece ser que hay que ser patriotas y responsables hasta para ir al servicio. Ni sindicatos, ni partidos de izquierdas han dicho una palabra acerca de algo que, pienso yo, debería estar en la mente de todos. Sólo espero que el silencio del lenguaje no sea el reflejo de un vacío en el cerebro y que al no decir nada no se sume el hecho de no pensar nada. Porque yo estoy seguro de que en la cabeza de más de uno tiene que estar rondando la idea que me ronda a mí: cuánto tenemos que aprender de los franceses. O, al menos, esa es mi esperanza.
 Porque resulta que otra vez –y ya van unas cuantas a lo largo de a Historia- el pueblo de Francia nos está volviendo a dar una lección de cómo se hacen las cosas. Y no sólo a España, sino a toda Europa. Después de la Revolución de 1789 y la Comuna de París de 1871, otra vez nos vuelven a demostrar cómo se combate a los poderosos –porque no nos engañemos, la lucha sindical en Francia no es una lucha contra el Gobierno, sino contra los mercados-. Después de mucho tiempo en que estos gobiernos y estos mercados sólo han exigido sacrificios a los trabajadores para salir de una crisis que no provocaron éstos, sino aquéllos, esos mercados que han seguido enriqueciéndose a costa de los de siempre, otra vez vuelen a ser los trabajadores franceses los que nos muestran el camino: paralizar un país, bloquear sus centros neurálgicos, encadenar huelga tras huelga y manifestación tras manifestación hasta echar atrás reformas que más que reformar suponen una vuelta a las condiciones de trabajo del siglo XIX.
 No sé si esta ola de protestas se extenderá o no al resto de Europa. Desde luego los gobiernos listos como el alemán ya están poniendo sus barbas a remojar por lo que pueda venir. Lo que si sé seguro en que en España seguiremos tragando quina sin mover un dedo como hasta ahora. Al fin y al cabo en 1809 ya expulsamos a esos gabachos que querían traernos las ideas revolucionarias de la Ilustración y no vamos a permitir ahora que sus algaradas reivindicativas penetren en nuestro sagrado suelo patrio. Aunque nos tengamos que comer las piedras, trabajando hasta los setenta años y cobrando sueldos de miseria, eso, quien los cobre. Resistiremos hasta la última gota de nuestra sangre la invasión de esas ideas peligrosas y anticapitalistas mientras tengamos una pandereta, un vaso de vino y un toro al que torturar. Por algo siempre hemos sido más papistas que el Papa y la Reserva Espiritual de Occidente. Y si ahora no tenemos a una Catalina de Aragón tenemos a Belén Esteban. Y si no tenemos a una Virgen del Pilar que no quiere ser francesa tenemos a Intereconomía. Y si todo eso falla aún nos queda nuestra arma secreta infalible: la selección española de fútbol. De hecho, este recurso ya se ha puesto en marcha: cuando Francia está a punto de estallar aquí sólo nos preocupa si Casillas va a ir a recibir el Premio Príncipe de Asturias o no. Genio y figura.
 Y su alguien piensa que exagero aquí nos tienen, elaborando finas disquisiciones políticas sobre la necedad que ha soltado el presidente de la patronal acerca de si hay que trabajar más y cobrar menos para salir de la crisis, cuando la única atención que merece este señor y las estupideces que salen por su boca son los barrotes de una celda por estafador. Así que no se preocupe nadie: La Marsellesa no pasará de los pirineos. Aquí seguiremos con nuestro chunda, chunda, chunda, tachunda.

viernes, 15 de octubre de 2010

Educación

 Es curioso como los problemas sólo se convierten en tales cuando salen por televisión o afectan a los que gobiernan. Me refiero, en concreto, a la repentina preocupación que le ha entrado a todo el mundo por el respeto o la educación, o más bien por la falta de respeto y la mala educación, cosas estas que cualquiera que coja el metro todas las mañanas puede comprobar en sus propias carnes.
 Es tal la preocupación que incluso la Comunidad de Madrid ha iniciado una campaña publicitaria pidiendo respeto para los profesores, que son precisamente aquellos que supuestamente tienen la función de educar. Dejando aparte que el respeto no se consigue pegando carteles en las paradas de autobús, que la campaña de marras es una payasada, con una supuesta aula pintadita, nueva y sin goteras –vamos de esas que no existen, al menos en los centros públicos-, donde aparecen unos modelos que se hacen pasar por profesores, como en las series de Antena 3 (y a los que para que parezcan más creíbles les han colocado una bata a la una y un bolígrafo al otro) y que la primera que no respeta a sus profesores es la propia Comunidad de Madrid imponiéndoles unas condiciones de trabajo infames, la filosofía de la campaña es fallida. Porque lo que hay que respetar la Educación en sí misma. Y eso es lo que no hace la Comunidad de Madrid ni el Gobierno español, que en lugar de educar (formar ciudadanos libres y autónomos) sólo se preocupa de crear masas ignorantes que trabajen sin protestar, obedezcan y no molesten.
 De lo que parece que no se dan cuenta es de que así se corre el riesgo de que esas masas incultas, creadas por el Estado, se vuelvan contra él, precisamente gracias a esa ignorancia que tanto celo se ha puesto en inculcarles y en la fiestecita nacional les de por silbar al Presidente de Gobierno y a todo bicho viviente. Si bien es cierto que a todos los silbados, insultados y abucheados les está bien empleado porque este desfile ya hace mucho tiempo que no debería de existir, lo que está pasando es que se están recogiendo los lodos que sembraron los polvos de su política educativa. Un cerebro vacío es un campo abonado para que Intereconomía siembre sus semillas. Y eso no se arregla con protocolos que impongan la buena educación.
 Pero hay otras formas menos llamativas de falta de educación y respeto. Como cuando el señor Díaz Ferrán dice que para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos; él, que es un estafador que ha arruinado a sus empresas y ha dejado en la calle a sus empleados y en tierra a sus clientes. Un individuo que debería de estar en la cárcel y no diciendo sandeces en los medios de comunicación. O como cuando Esperanza Aguirre dice que es admiradora del Tea Party, porque propugna“ menos impuestos, menos Estado y más patriotismo” y se olvida de que este movimiento también defiende la segregación racial y el encarcelamiento de los inmigrantes. De todas formas hay algo que parece bastante obvio, pero que parece que nadie ve: y es que la mala educación solo se elimina con la Educación.

martes, 12 de octubre de 2010

Cuando la Fiesta Nacional...

 Yo me quedo en la cama igual. Ahora que andamos todos con las hormonas patrióticas revolucionadas a lo mejor es el momento de calmar los ánimos y aguar la fiesta. Por refrescar un poco la memoria, los orígenes de este evento que hoy celebramos se sitúan en la dictadura franquista –cuando yo era niño recuerdo que se le llamaba “día de la raza”- y quizás para suavizar algo el camino a esa Transición que no supuso ningún tránsito hacia ningún sitio se encumbró a este día con el título de “Fiesta Nacional”. Uno, que siempre ha sido un ingenuo y se ha creído eso de que esto es una democracia, piensa que hubiera sido mucho más acertado declarar la Fiesta Nacional el seis de diciembre, por ejemplo, y conmemorar así la fecha en que salimos de la oscuridad de la tiranía. Pero, o bien por no ofender a los nostálgicos del régimen –que manía con no ofender a quién liquidó a más de media España- o bien porque se sabía que realmente no salíamos de ninguna oscuridad con una Constitución pactada y elaborada por unos señores elegidos a dedo, el caso es que a ninguno de los Padres de la Patria que desde 1978 han sido se le ha ocurrido eliminar esta celebración.
 Dejando esto aparte –que, como tantas cosas en este país es pelearse contra molinos de viento- los fastos de este día concreto -12 de octubre de 2010- resultan especialmente indecentes. Y no porque siempre sea indecente la exhibición de una fuerza militar, sino porque si de lo que se trata es de recortar gastos, ninguna ocasión mejor que ésta para demostrarlo y suspender el paseíto anual de los soldados por el Paseo de la Castellana. Yo no se lo que cuesta el combustible de un avión de caza, de un helicóptero o de un carro de combate que se da un vueltecita por Madrid –despertando, de paso, a los que queremos dormir en este día- sólo para dar gusto al Rey y a los diferentes gobernantes, pero seguro que mucho más de lo que el Gobierno se ha ahorrado recortando el sueldo a los funcionarios. Me parece a mí que si hay que apretarse el cinturón lo tenemos que hacer todos,y no andar presumiendo de austeridad cuando el Estado se gasta una millonada en un desfile anacrónico y una campaña de publicidad engañosa. Porque vamos a dejarnos ya de pamplinas, un Ejército sirve para hacer la guerra y eso de las “misiones de paz” no es más que una perversión del lenguaje y de la realidad.
 Por último, la Fiesta Nacional tiene como objeto exaltar precisamente el espíritu y el orgullo nacionales. Vale que hay personas como yo que de eso tienen muy poco y que en una época como la actual, donde el concepto de Estado-nación ya no existe y nos encontramos inmersos en un mundo global cultural y econonómicamente hablando, estas celebraciones no tienen ningún sentido. Aun así, desde un punto de vista totalmente neutral cabe preguntarse qué clase de espíritu nacional glorificamos hoy. No el que se ensalza en Estados Unidos el 4 de julio o en Francia el 14 del mismo mes, el triunfo de los ideales de la Ilustración, sino más bien todo lo contrario. Para empezar el 12 de octubre es el día de la Virgen de Pilar, aquélla que no quería ser francesa y en cuyo nombre echamos de aquí a pedradas esos mismo ideales que celebran franceses y estadounidenses. El día de la Virgen de Pilar, patrona de España, es decir, una fiesta religiosa –otra caracterización del orgullo patrio español- esa Virgen del Pilar tan tradicional, como tirar a las cabras de los campanarios o torturar a un toro hasta la muerte. Ese es el Espíritu nacional que celebramos en este día y no otro: el de la barbarie y el atraso, el del país de la pandereta, de los “arrieros, lechuzos, tahúres y logreros" de Machado. Bueno, eso, y el espíritu del fútbol, que a larga es lo único que unifica a este país. Así que, como Brassens, “cuando la Fiesta Nacional, yo me quedo en la cama igual, que la música militar, nunca me supo levantar”.

jueves, 7 de octubre de 2010

Malas bestias

 Ayer el Senado, con muy buen criterio –aunque fuera político- en mi opinión, decidió no aceptar la propuesta del PP para declarar la fiesta de los toros bien de interés cultural. Insisto, no creo que los excelentísimos Senadores tengan muy claro lo que significa el término “cultural”, pero al menos, por esta vez y aunque les movieran otros intereses, han acertado: a veces uno atina aunque sea sin querer. Parece ser que el señor Pío García Escudero, a la sazón portavoz del PP en el Senado, para defender su postura, afirmó que si él fuera toro de lidia le gustaría morir en la plaza. Desconozco los atributos cornúpetas que don Pío pueda ostentar para realizar tal manifestación. De todas formas él, como cualquiera, es muy libre de elegir la muerte que más le guste. Quizás en su cabeza estaba la matanza de Badajoz, en cuya plaza de toros el fascista Yagüe asesinó a 4000 personas que no tuvieron oportunidad de elegir. En todo caso lo que prefiera el señor Pío es indiferente. Supongo que nadie ha preguntado a los toros si prefieren morir en la plaza o no, que es de lo que se trata aquí, así que el contrafáctico metafórico de este señor no posee ningún valor argumentativo.
 También ayer se supo que un tribunal había condenado a seis meses de cárcel a un energúmeno que mató a un perro arrastrándole 700 metros atado al parachoques de su coche, no se si porque le parecía gracioso o para demostrar lo macho que era. Los seis meses no han sido por matar al perro, no se confundan, sino por hacerlo de una forma especialmente cruel. Es decir, que si le hubiera envenenado, no habría pasado nada. Es de suponer que el bestia este no entenderá nada de lo que está pasando, y pensará que total, lo único que ha hecho ha sido matar a un perro. Y sus familiares y amigos le describirán como una buena persona, amable y simpática y que es una vergüenza que lo encarcelen porque, al fin y al cabo, lo único que ha hecho ha sido matar a un perro. Que nadie se preocupe, porque de todas formas no cumplirá la pena. Es una lástima que el perro no tuviera también una familia y unos amigos que organizaran una demagógica campaña de firmas para pedir el endurecimiento de las penas para los asesinos de perros, pero ya sabemos lo perra que es la vida. Así que este tipejo, que era de Lérida, en las próximas fiestas tradicionales de su pueblo podrá cogerse una buena tajada y atar unas teas encendidas en las astas de un toro, puesto que esa celebración ha sido blindada por el Parlamento catalán, sin que nadie le pregunte al toro si él se lo pasa bien o si quiere ser protagonista de la fiesta.
 El caso de don Pío y el de la sabandija de Lérida tienen algo en común: la catadura moral de todos aquellos que consideran que no pasa nada por hacer sufrir a un animal hasta la muerte. El que no tiene escrúpulos en arrastrar a un perro con el coche tampoco los tiene para matar a su mujer a golpes. Es una demostración de la España profunda y bárbara que algunos quieren mantener apoyándose en una supuesta tradición, y que es protegida por algunos poderes políticos, a los que no les importa nada con tal de conseguir un voto más. Poderes políticos que lo mismo utilizan el sufrimiento de un animal que el de un ser humano, porque su inexistente código moral les dice que Dios creó el mundo para servirles a ellos, para su beneficio o su diversión. Ese código moral cristiano que tanto se empeñan en imponernos a todos. El caso de don Pío y el de la sabandija de Lérida tienen en común la demostración palpable de que vivimos en un país poblado por malas bestias. Y si la única forma de hacer que las malas bestias dejen de serlo es la educación, y tal y como van las cosas en ese campo, entonces cada vez veremos más.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Conciencia

 La conciencia, hablando en términos generales y sin entrar en vericuetos filosóficos, es aquello que nos convierte en seres humanos, ya se entienda ésta como conciencia moral o como consciencia, conciencia de uno mismo o autoconciencia. La objeción de conciencia, hoy en día tan de moda entre aquellos que la han negado siempre, hace referencia a la conciencia moral, y es desde aspecto desde el que conviene desarrollar un análisis de la última oleada de objetores que se nos ha venido encima.
 Hace unos años, con la introducción en el plan de estudios de la ESO de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, un gran número de familias apelaron a su derecho a la objeción de conciencia para impedir que sus hijos cursaran dicha materia. Nadie se preguntó si los profesores tenían derecho a objetar también para no impartirla: se daba por supuesto que eran, o bien funcionarios públicos o bien trabajadores de empresas privadas que cobraban un sueldo y que por lo tanto tenían la obligación de enseñar la asignatura de marras, más allá de sus creencias religiosas o políticas.
 En la actualidad son los médicos los que reclaman su derecho a la objeción de conciencia para no practicar abortos en la sanidad pública. Incluso gobiernos socialistas como el de Castilla-La Macha, regulan este derecho yendo más allá de lo que la propia ley del aborto considera el máximum que no debe ser sobrepasado para garantizar el derecho que también tienen las mujeres de abortar si así lo desean. En este caso nadie se plantea que los médicos adscritos a la sanidad pública son funcionarios públicos, que como tales tienen una obligación que cumplir y que también reciben un sueldo por ello, como ocurría en el caso anterior. Simplemente se les permite negarse a realizar su función pública por razones de conciencia.
 Estos dos hechos tienen una cosa en común, aparte de la flagrante contradicción de que se reconozca el derecho a la objeción en un caso y no en otro. Y es que en ambos dicha objeción viene determinada por razones religiosas y azuzada, cuando no impuesta directamente, por la Conferencia Episcopal. No es de extrañar entonces que los gobiernos autonómicos de uno u otro signo corran a proteger el derecho de los médicos a no practicar abortos. Por lo que se ve, aquí hay que seguir manteniendo a la Iglesia contenta, liberándola de impuestos y pagando las visitas de su jefe, aunque sepamos más que de sobra que ésta, como un Saturno devorador de sus propios hijos, nunca se dará por satisfecha hasta que no consiga implantar su teocracia fundamentalista, integrista y castradora.
 Lo más preocupante del caso, empero, es que si sólo se admite la objeción de conciencia en función de las creencias religiosas (cristianas) se está dando a entender que cualquiera que no profese la religión cristiana no tiene conciencia, puesto que no tiene derecho a la objeción de conciencia. Esto, por un lado, deja fuera de la dimensión moral humana a todo aquél que no sea creyente, cosa que estamos hartos de escuchar a los curas y obispos todos los días, para quienes sólo los valores morales cristianos son realmente morales. El que no es religioso es un inmoral, no tiene moral, así que hay que llevarle por el camino recto quiera o no quiera. Y por otro lado, si como decíamos al principio la conciencia es lo que nos hace ser seres humanos, y el que no tiene creencias religiosas resulta que no tiene conciencia, entonces tampoco es un ser humano, Y si no es un ser humano no pasa nada si se le tortura, se le quema, se le elimina o se le extermina. La Iglesia se empeña en hacernos creer que un embrión es un ser humano, ahora bien, todo aquél que no comulgue con sus ruedas de molino, según su peculiar ideología, no lo es .

martes, 5 de octubre de 2010

Tontos malos y buenos listos

 Los que veíamos películas de pequeños sabemos que todos los malos son tontos, quizás como una hipostatización de la idea socrática de que el que hace el mal es porque ignora el bien. Cuando nos hicimos mayores aprendimos también que los Estados suelen fabricar cortinas de humo que oculten aquellos problemas que les pueden poner realmente en aprietos. En la película de la crisis que vivimos hoy en día en España se han juntado unos malos muy tontos y un Estado (Gobierno, partidos y medios de comunicación) muy listos que no tiene más que aprovecharse de la estulticia de los primeros. Y entre todos han creado la cortina de humo perfecta.
 Hacía ya tiempo que el terrorismo había dejado de ser una preocupación prioritaria para los españoles. Un vistazo objetivo a la realidad del país bastaba para ver que ETA llevaba mucho sin hacer de la suyas, pero sin embargo el número de parados aumentaba cada vez más, los salarios bajaban y las condiciones laborales empeoraban, mientras que las empresas y los bancos seguían obteniendo beneficios.
 En estas llegaron los malos tontos y se les ocurrió –posiblemente porque ya nadie hablaba ni se preocupaba de ellos- plantear una tregua. Y allá que se lanzaron como lobos todos los poderes del Estado que vieron la oportunidad perfecta de dar la vuelta a los barómetros y las encuestas de opinión y hacer que el terrorismo volviera a ser la preocupación número uno: son las encuestas las que crean la objetividad de la realidad. Todos los regímenes totalitarios saben que la mejor manera de que una nación se aglutine en torno a sus dirigentes y olvide la incompetencia y el mal gobierno de éstos es crear un enemigo. Aquí lo teníamos en la trastienda hasta que él mismo ha decidido salir a la luz.
 El caso es que desde la famosa declaración de alto el fuego de ETA todos los días han ido apareciendo noticias nuevas relacionadas con el asunto: detenciones, registros o sucesos varios que poco a poco han ido arrinconando a los acontecimientos relacionados con la crisis económica. Yo, que soy muy descreído, no creo que sea una casualidad que el mismo día de la huelga general fueran detenidos dos miembros de ETA. Lo mismo que no creo que sea una casualidad que ayer, que se anunció un nuevo aumento del paro a pesar de esa reforma laboral que iba a ser la panacea que solucionara todos nuestros males económicos, los dos detenidos hayan confesado a un juez que fueron entrenados en Venezuela. Aquí tenemos a otro enemigo malo que puede participar de la fiesta. Pero parece ser que ese enemigo malo es un poquito menos tonto que los otros y ha decidido negar las acusaciones de los dos terroristas detenidos. No digo yo que el señor Chávez sea un tipo que ofrezca mucha confianza, pero tampoco me parece a mí que las confesiones de dos asesinos (tontos) sean muy fiables. Siempre será más merecedora de crédito la palabra de un Presidente de un país que la de dos criminales o si no pronto acabaremos dándole la razón a Bin Laden. Y aunque así no sea, lo que no vale es prestar oídos a las palabras de los delincuentes sólo cuando nos interesa. Esto va por todos los medios de comunicación que han reaccionado de forma histérica a la declaración institucional del Presidente de Venezuela (otra forma de espesar la cortina de humo) y a las de su embajador en España, que sugiere que la confesión de los etarras ha sido obtenida bajo tortura, algo que, teniendo en cuenta la tradición de limpieza democrática de nuestra Guardia Civil y nuestras Fuerzas de Seguridad, tampoco resulta excesivamente increíble. Así que, mientras tanto, es esas estamos: entre unos malos muy tontos y unos buenos demasiado listos.