jueves, 28 de octubre de 2010

Chistes

 No se si alguien recordará aquella vieja historia de Gila en la cual se acababa la guerra porque se habían terminado las balas. Se me vino a la cabeza cuando escuché que en el índice de corrupción elaborado por la agencia Transparency International, España se mantenía en los mismos niveles que el año pasado, fundamentalmente porque el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha provocado una escasez de fondos para financiar las corruptelas. No se trata de que no haya intención de corromper, ni de que haya menos corruptos, sino de que no hay dinero para pagar los sobornos varios. La guerra se acaba porque se nos terminan las balas. No se si esto a alguien le alegra o no –por lo que se podía escuchar en algunos medios parece que la noticia provocó una euforia moderada, no tanto como cuando la selección ganó el Mundial, pero parecida-. A mi más que euforia lo que me produjo fue risa. Muy mal deben de estar las cosas cuando ni siquiera hay dinero para corromper a los que están dispuestos a dejarse sobornar. Al final va a resultar que la crisis esta no sólo va a producir escasez de empleo, sino también escasez de políticos, porque si no hay tajada que llevarse al bolsillo supongo que muchos se pensarán dos veces lo de presentarse a unas elecciones. Como no hay mal que por bien no venga, eso que le tenemos que agradecer a la crisis antedicha
 Otro gracioso dicho popular que se me ha venido a la mente en los últimos días ha sido el del que denunció a otro porque le había golpeado el puño con el ojo. Algo parecido está sucediendo en el juicio que se sigue contra cinco Guardias Civiles acusados de torturar a dos etarras. Resulta que las lesiones que presentaban éstos no se deben a un maltrato en los calabozos del cuartelillo, sino a que la detención se produjo de forma violenta porque los terroristas se resistieron. Me acuerdo todavía de un miembro de ETA que se suicidó en su celda ahorcándose con las manos atadas a la espalda, y al final todo el mundo acabó convencido de que se las había atado él. En los tiempos de Franco los detenidos se tiraban por las ventanas o se caían por las escaleras. El caso es que España suele figurar normalmente en los informes de Amnistía Internacional como un Estado donde se practica la tortura de forma sistemática y los propios forenses del caso han declarado que las lesiones que sufrían los dos detenidos no eran compatibles con una detención violenta, y si con unos interrogatorios digamos poco ortodoxos. Aún así, la versión oficial no se apea del carro, esperando a ver si España gana algún partido o las noticias sobre la muerte del Pulpo Paul duran aún un tiempo: los detenidos golpearon los puños de los agentes con sus ojos.
 Y para terminar también podemos hacer referencia al viejo chiste del que vendió el coche para comprar gasolina. Más o menos eso es lo que debe estar pensando algún miembro del Gobierno cuando se ha enterado de que el déficit del Estado se ha reducido casi a la mitad gracias a la subida del IVA. La cosa está muy clara: si subiendo el IVA dos puntos hemos reducido la mitad del déficit, pues lo volvemos a subir otros dos y asunto arreglado. Yo no se por qué la gente se complica tanto la vida con lo fácil que es hacer política. El hecho de que esta subida impositiva sumada a la reducción de sueldos que inició el Gobierno con sus funcionaros haya provocado un estancamiento del consumo, lo que se traduce en más paro y por consiguiente en un agravamiento generalizado de la economía no tiene por qué preocupar a nadie: de lo que se trataba era de echar gasolina.
 Después de este pequeño resumen de las últimas noticias de la semana la única conclusión que se puede sacar es que, se mire por donde se mire, este es un país de chiste. Lo que ya no resulta tan chistoso es que, tal y como están las cosas, lo va a seguir siendo durante mucho tiempo.

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