domingo, 20 de noviembre de 2011

Chantaje, miedo y Democracia

 Hemos oído mucho estos últimos días decir eso de que para entender lo que está pasando en Europa hay que saber Economía. Y yo digo que de Economía hay que saber lo justo. De lo que hay que saber es de Política, y sobre todo de cómo la Economía controla la Política. Y ya no se trata de que la determina, como en el análisis social de Marx, sino que directamente la sustituye o, más bien, usurpa su lugar.
 Las elecciones que tienen lugar este domingo son un buen ejemplo de ello. Se ha hablado de indiferencia, se ha hablado de resignación, se ha dicho que quedándose uno en casa no se construyen hospitales, todo ello para que los ciudadanos acudan a las urnas, para que vuelvan a legitimar el sistema. No existe indiferencia ni resignación cuando nos enfrentamos a unos comicios como éstos, que se mueven entre el miedo y el chantaje. El miedo que esgrime el PSOE para no votar a la derecha, y el miedo que esgrime el PP para no votar a los socialistas: miedo a los recortes sociales, miedo al paro, miedo a que España sea intervenida. Pero sobre todo, el miedo y el chantaje que emana de los poderes financieros. Porque no es una casualidad que dos días antes de las elecciones la prima de riesgo española se disparara, o que se pagara un interés record por la deuda. Era un aviso para navegantes. Tened mucho cuidado con lo que hacéis, tened cuidado de a quién votáis. Mirad a Grecia y ved lo que os pede pasar.
 Y es que estas elecciones, más que nunca, da igual a quién se vote, porque sea a quién sea a quien en realidad se estará votando es a los inversores que tienen que financiar el país, a las agencias de calificación y a los bancos. Y si el Gobierno resultante no convence a éstos, o no cumple con sus exigencias, se le sustituye por el que ellos impongan. Son unas elecciones manipuladas, donde no existe una posibilidad real de elección. Son unas elecciones que necesitarían de observadores internacionales, mucho más que algunas que se celebran en países de ese llamado Tercer Mundo al que cada vez más nos parecemos. Son las únicas elecciones que se han celebrado en una absoluta falta de libertad, y eso que ETA, que parecía ser la única que empañaba la libertad en estos eventos, ha dejado de existir. Son unas elecciones que nada tienen que ver con un sistema democrático. Por eso, el verdadero deber de los ciudadanos hoy no es votar, sino no votar. No seguir legitimando un sistema en el que no son más que mercancía, sino decir “no” a esta defenestración de la democracia. No es casualidad que en la jornada de reflexión jugaran el Madrid y el Barcelona. Mejor que no reflexionéis mucho y sigáis embotados con el fútbol. En esta situación el significado del voto no necesita de finos análisis: votar es renegar de la Democracia y aceptar lo que tenemos. Hoy, más que nunca, el que vote no puede protestar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cara a cara (y cruz)

 Sirva el debate que esta semana han protagonizado los candidatos Rubalcaba y Rajoy como paradigma de aquello en lo que se ha convertido la Política en la actualidad: un espectáculo de consumo a favor de los intereses económicos. Nada que ver con la antigua ciencia de la Polis que fundó Platón. Los informativos de aquellas cadenas que retransmitieron el debate lo vendieron como si fuera un partido de fútbol, haciendo hincapié en los aspectos técnicos de dicha retransmisión y no en lo que de verdad importaba: que, en teoría, nos estamos jugando el futuro del país. Y es que la audiencia es la audiencia y si no tenemos la exclusiva hay que ver cómo hacer más tractivo nuestro producto para poder vender más. Pero lo más llamativo de todo ha sido ver como –y esto es lo triste porque es la realidad- lo que realmente importaba para ganar o perder el dichoso debate no eran las propuestas políticas, sino el color de la corbata, la posición del cuerpo, el planchado del traje o la mirada de los candidatos. Y es que eso son los políticos hoy en día: individuos mediocres, marionetas dirigidas por el poder financiero. Lo de menos es lo que tengan que decir, porque poco hay qué decir.
 Y es que estos cara a cara pseudopolíticos llevan en sí mismos su cruz: que la política ya no existe. La desfachatez de los mercados ha sobrepasado ya todas las leñas rojas y para muestra un botón, o más bien la situación actual de Italia y Grecia. Por si alguien no se ha dado cuenta lo que ha ocurrido en esos países, donde se ha depuesto a sus gobernantes porque, por unas razones u otras, no cumplían con las exigencias del FMI y de BCE ha sido lisa y llanamente un golpe de estado. No seré yo quien diga que los políticos depuestos no fueran culpables de la situación económica y social de sus respetivos países, ni seré yo quien se entristezca por la caída del señor Berlusconi. Pero el señor Berlusconi hace mucho tiempo que tenía que haber sido, no ya sólo depuesto, sino encarcelado. Y nada ha pasado cuando miles de italianos pedían su cabeza en la calle, pero si ha pasado cuando ha desobedecido a sus amos. Y el señor Papandreu es culpable de haber maquillado las cuentas griegas. Pero nada pasó cuando cometió este fraude junto al entonces directivo de Goldmann & Sachs y hoy presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi y si cuando se atrevió a insinuar que iba a convocar un referéndum para consultar a sus ciudadanos la conveniencia de los recortes exigidos por su excompinche. En todo caso, no me lamento de la caída en desgracia de ninguno de los dos, pero si de que a los ciudadanos de sus países se les vayan a imponer dos gobiernos que seguirán la misma, o más dura, política económica de sus antecesores (de hecho ya nos anuncian que en Italia el gobierno lo formarán técnicos y no políticos: técnicos a sueldo de los grandes capitales, obviamente). De lo que me lamento es de que a los ciudadanos griegos e italianos se les haya birlado la oportunidad de dar su opinión.
 En cuanto al cara a cara, efectivamente, yo no lo vi. Y es que no había nada nuevo que escuchar

domingo, 6 de noviembre de 2011

La esencia está en Grecia

 Decía Lenin que es más agradable y provechoso hacer la Revolución que escribir acerca de ella. Como he decidido bajarme del carro de esa revolución de juguete que era la “Marea Verde” –que no roja-, creo que, con el permiso del compañero Vladimir, puedo dedicarme a escribir de nuevo sobre ella. Las razones que me han llevado a dejar de participar en un movimiento que ya ha perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvo, son varias y, por supuesto, personales, y van desde la responsabilidad moral de ver como mis alumnos no reciben clase, como se perjudica su formación, mientras los niños de los colegios privados y concertados les sacan todavía más ventaja que aquélla con la que ya parten, lo que por otro lado es lo que quieren Esperanza Aguirre, Lucía Figar y todos los responsables de las Administraciones educativas, sean del signo político que sean, hasta la constatación -como era de esperar- de que el movimiento ha caído bajo los postulados de determinadas posturas anarquistas y “15-emeras”, y cualquiera que conozca un poco la historia de España del último siglo sabe que los anarquistas no son precisamente unos expertos en estrategia política, más bien todo lo contrario.
 Pero quizás lo que más ha influido en mi toma de postura ha sido comprobar –que no darme cuenta, porque era algo que ya sospechaba- que la movilización para salvar (supuestamente, que no lo tengo yo muy claro) la Educación Pública no es más que una picadura de mosquito en el lomo de un elefante. Que todo forma parte de una táctica global infinitamente más amplia contra la que nada pueden las huelgas de profesores, que las señoras anteriormente citadas podrán ser muy buenas o muy malas personas (no lo se porque no las conozco) pero que en todo caso los recortes en la Educación Pública, como en todos los servicios sociales, no los marcan ellas, sino gente que está muy por encima en la estructura de poder–en los despachos de Wall Street o en la Facultad de Economía de la Universidad de Chicago- y que esto no se soluciona, en todo caso, haciendo encierros lúdico-festivos en los centros educativos. La verdadera cara de el problema ha saltado esta última semana en Grecia donde por fin los responsables de la situación se han quitado la máscara, si es que había alguien que aún no conocía su verdadero rostro. Es en Grecia donde hemos visto que los mercados son, no sólo los enemigos, sino la contradicción misma de la democracia. Cómo el simple anuncio de la convocatoria de un referéndum para consultar las condiciones del rescate –un eufemismo más de los muchos a los que nos tienen acostumbrados- económico por parte de la Troika comunitaria a ese país ha provocado un ataque de pánico en las estructuras financieras y políticas. Cómo se ha llegado incluso al Golpe de Estado apartando del poder a quien ha tenido semejante ocurrencia. Y no por la convocatoria de dicha consulta, sino por su previsible resultado: que los ciudadanos, los que se van a ver afectados por las consecuencias de dicho rescate y por lo tanto los únicos que pueden decidir, lo rechazaran. Ellos saben perfectamente lo que están haciendo y lo que pasa, dejémonos ya de mandangas. Los responsables no se llaman Papandreu, Sócrates o Zapatero, sino Merkel, Sarkozy u Obama. Y no les importa dejar en la miseria a los ciudadanos de medio mundo. Ante esta situación, ¿qué importa un desdoble o una actividad extraescolar más o menos?.