domingo, 13 de noviembre de 2011

Cara a cara (y cruz)

 Sirva el debate que esta semana han protagonizado los candidatos Rubalcaba y Rajoy como paradigma de aquello en lo que se ha convertido la Política en la actualidad: un espectáculo de consumo a favor de los intereses económicos. Nada que ver con la antigua ciencia de la Polis que fundó Platón. Los informativos de aquellas cadenas que retransmitieron el debate lo vendieron como si fuera un partido de fútbol, haciendo hincapié en los aspectos técnicos de dicha retransmisión y no en lo que de verdad importaba: que, en teoría, nos estamos jugando el futuro del país. Y es que la audiencia es la audiencia y si no tenemos la exclusiva hay que ver cómo hacer más tractivo nuestro producto para poder vender más. Pero lo más llamativo de todo ha sido ver como –y esto es lo triste porque es la realidad- lo que realmente importaba para ganar o perder el dichoso debate no eran las propuestas políticas, sino el color de la corbata, la posición del cuerpo, el planchado del traje o la mirada de los candidatos. Y es que eso son los políticos hoy en día: individuos mediocres, marionetas dirigidas por el poder financiero. Lo de menos es lo que tengan que decir, porque poco hay qué decir.
 Y es que estos cara a cara pseudopolíticos llevan en sí mismos su cruz: que la política ya no existe. La desfachatez de los mercados ha sobrepasado ya todas las leñas rojas y para muestra un botón, o más bien la situación actual de Italia y Grecia. Por si alguien no se ha dado cuenta lo que ha ocurrido en esos países, donde se ha depuesto a sus gobernantes porque, por unas razones u otras, no cumplían con las exigencias del FMI y de BCE ha sido lisa y llanamente un golpe de estado. No seré yo quien diga que los políticos depuestos no fueran culpables de la situación económica y social de sus respetivos países, ni seré yo quien se entristezca por la caída del señor Berlusconi. Pero el señor Berlusconi hace mucho tiempo que tenía que haber sido, no ya sólo depuesto, sino encarcelado. Y nada ha pasado cuando miles de italianos pedían su cabeza en la calle, pero si ha pasado cuando ha desobedecido a sus amos. Y el señor Papandreu es culpable de haber maquillado las cuentas griegas. Pero nada pasó cuando cometió este fraude junto al entonces directivo de Goldmann & Sachs y hoy presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi y si cuando se atrevió a insinuar que iba a convocar un referéndum para consultar a sus ciudadanos la conveniencia de los recortes exigidos por su excompinche. En todo caso, no me lamento de la caída en desgracia de ninguno de los dos, pero si de que a los ciudadanos de sus países se les vayan a imponer dos gobiernos que seguirán la misma, o más dura, política económica de sus antecesores (de hecho ya nos anuncian que en Italia el gobierno lo formarán técnicos y no políticos: técnicos a sueldo de los grandes capitales, obviamente). De lo que me lamento es de que a los ciudadanos griegos e italianos se les haya birlado la oportunidad de dar su opinión.
 En cuanto al cara a cara, efectivamente, yo no lo vi. Y es que no había nada nuevo que escuchar

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