lunes, 15 de noviembre de 2010

Una cuestión moral

 Si algo ha demostrado el señor Don Felipe González Márquez en sus últimas declaraciones acera de su periodo como Presidente del Gobierno es que su sentido de la moral deja mucho que desear. Porque lo que a mí me preocupa –y creo que debería de preocuparnos a todos- no es tanto la decisión que tomó al respecto de eliminar –asesinar- o no toda la cúpula de ETA cuando se le presentó la ocasión, sino que no sepa si hizo lo correcto. Si el señor González no sabe si es o no correcto quitarle la vida a un ser humano entonces poco se diferencia de los asesinos de ETA.
 Ahora bien, las reacciones que han suscitado estas declaraciones en los partidos de la posición destilan también cierto tufillo a analfabetismo moral. Todos se han volcado en denunciar si el señor González era la X o la Y de los GAL e, insisto, no es esa la cuestión, sino el hecho de que en un momento dado alguien pueda considerar correcto asesinar a una persona. El señalar ahora con el dedo acusador a Felipe González de ser el cerebro en la sombra del terrorismo de Estado en España durante la década de los ochenta no es más que hipocresía y demagogia, porque yo estoy seguro de que cualquiera de los que ahora acusan al ex-presidente del gobierno no hubiera dudado en dar la orden de volar por los aires a los jefes etarras si ello le hubiera rentado algún tipo de beneficio. Ya se hubieran inventado a otros si hubiese sido necesario y es que ayer, como hoy, la moral política está supeditada a los intereses electorales.
 No hay que olvidar que la estructura de los GAL fue algo que el gobierno socialista heredó de sus antecesores de la UCD, que crearon, o al menos consintieron, organizaciones como el Batallón Vasco Español, y que España es un Estado terrorista desde hace más de setenta años; que tan terrorismo de Estado es asesinar a miembros de ETA como mandar al Ejército a matar iraquíes (o afganos) inocentes y que España aparece en todos lo informes de Amnistía Internacional como un país donde se practica la tortura de forma sistemática. Todos los medios que ahora estigmatizan al señor González han sido los primeros en pedir la reinstauración de la pena de muerte, y no han dudado en crear una campaña demagógica para ello, disfrazándola de debate público. Eso sin contar con que jalearían la muerte de cualquiera que ellos consideraran un “rojo”, da igual si se trata de un terrorista de ETA o de José Saramago, y hubieran dado saltos de alegría si la decisión de González hubiese sido favorable al asesinato de la dirección etarra. Y el señor Basagoiti, apoyado por el señor Aznar, considera que en la lucha contra ETA debe haber vencedores y vencidos –yo siempre pensé que esto no era una guerra- con lo cual demuestra su afán de acabar con el problema.
 Esta es la catadura moral de los que nos gobiernan, de los que nos han gobernado y, mucho me temo, de los que nos gobernarán.

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