miércoles, 17 de noviembre de 2010

La zorra en el gallinero

 Que un Jefe de Estado no puede imponer leyes en un estado que no es el suyo es algo que se da por hecho. Mucho más si se trata del presidente de una sociedad privada o particular. Así que cuando el señor Rodríguez Zapatero dice que el Papa no va a imponer leyes en España en realidad no está diciendo nada, ni demostrando nada, ni haciendo ninguna revolución: se mueve, como siempre, en el terreno de la vacuidad. Pero como ahora resulta que nos hemos vuelto de izquierdas tan de golpe y hay que recuperar votos a toda costa, nos ponemos la careta del laico impenitente y con un poco de suerte tiramos para adelante cuatro añitos más, que ya nos hemos encargado de moldear la mente de la sociedad para que se deje engañar una y mil veces.
 Lo que me resulta más sorprendente es que todavía haya gente que se sorprenda de las cosas que dijo el Papa cuando anduvo por aquí la semana pasada. Para empezar, lo que tenía que haber hecho el Gobierno para demostrar de verdad que éste es un estado aconfesional es no haber sufragado la dichosa visita: ni ésta ni ninguna. Si el señor Ratzinger quiere venir a España en visita oficial en calidad de Jefe de Estado, pues se le recibe como tal y ya está. Si quiere venir en calidad de cabeza visible de una entidad particular a dar una misa o dos, pues se lo paga él o sus asociados, y el que quiera verlo que abone una entrada, como hago yo cuando voy a a ver a los Rolling Stones. Pero lo que no se puede hacer es meter a la zorra en el gallinero y luego quejarse de que se ha comido las gallinas.
 Y es que a veces lo que resulta obvio no lo es tanto, y si el señor Zapatero no dice nada cuando dice lo que dice, tampoco hace nada para evitar lo contrario: que la Iglesia católica siga teniendo un peso político en España impensable para los tiempos que corren. Y como resulta que, aunque la careta laica da votos, la Iglesia también los da, de momento se paraliza la Ley de Libertad Religiosa, que tiene bemoles que en pleno siglo XXI todavía haya que estar hablando de ella y además regularla por ley. Alguien debería recordarle a nuestro Presidente del Gobierno que el movimiento se demuestra andando y que lo que hay que hacer es eliminar de una vez los beneficios fiscales de la Iglesia Católica, dejar de subvencionarla de forma directa o indirecta, hacer que sus colegios cumplan con las leyes educativas, hacer desaparecer ese anacronismo que se llama “clase de religión”, no permitir que sus obispos y sacerdotes hagan política desde los púlpitos –que para eso está el Parlamento- y tantas otras cosas que para escribirlas aquí necesitaría mucho más tiempo del que el tema se merece.
 Lo mejor de todo es que, ya se sabe, la iglesia es insaciable y cuanto más se le da más exige. Y por ahí andan ahora sus acólitos criticando que el señor Zapatero no acudiera a la misa papal aunque –como ha dicho el señor Artur Mas- no crea. Así que ya lo saben, dentro de poco la Iglesia empezará a exigir al Gobierno que obligue a toda la población a llenar sus templos, aunque no sea creyente. Y es que no se puede meter a la zorra en el gallinero.

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