viernes, 26 de noviembre de 2010

Sahara

 La Señora Ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno español se ha enterado de lo que está pasando en El Aaiún después de hablar con Mister Obama. Antes de eso, y según sus propias y reiteradas declaraciones, no tenía conocimiento de lo que ocurría. La Señora Ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno español debía de ser la única persona que no sabía lo que ocurría en el Sahara. Esto nos hace pensar que, o bien es rematadamente tonta, o bien es rematadamente cínica. Más bien me inclino por lo segundo. Lo primero que hace un Estado que quiere cometer un genocidio es quitarse de en medio a los testigos, expulsar a todos los medios de comunicación. Y luego declarar que hay una campaña mediática en su contra –aunque aquí hay que reconocer que los contenidos de ciertos programas de la ultraderecha llamando a la cruzada antimarroquí al final les acaban dando la razón- . Esto es lo que hizo Franco en Badajoz, no dejando entrar a los periodistas mientras exterminaba a media ciudad, o en Gernika, y es lo que ha hecho su aventajado alumno Mohamed VI en el Sahara. Por eso la Señora Ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno español no tiene información, y me cuesta creer que alguien supuestamente tan preparado no conozca un axioma político tan simple.
 ¿Por qué dice entonces la Señora Ministra que no se puede intervenir en el Sahara porque no se posee información de lo que pasa?. Quizás porque hay que proteger las relaciones comerciales con Marruecos. Esas relaciones comerciales que se centran casi exclusivamente en la venta de armamento, el mismo con el que se está exterminando al pueblo saharaui –los marroquíes ya tienen experiencia en el uso de armas españolas: las usaron contra el ejército español en Annual y las volvieron a usar para exterminar a la población española entre 1936 y 1939-. O quizás, como ha dicho el Señor Presidente del Gobierno de España, porque Marruecos es un colaborador activo en amenazas serias. Como se supone que al decir esto se refiere al terrorismo islámico, y no al tráfico de hachís, por ejemplo, a lo mejor habría que recodarle que actitudes como las de Rabat lo único que hacen es crear un nido de odio y miseria que fácilmente desemboca en el extremismo violento. O que el talante expresado con sus palabras es el mismo que tomaron las potencias democráticas durante la Guerra Civil y la posterior dictadura, considerando a Franco, al fin y al cabo, un muro contra el comunismo. O también puede ocurrir, como se dice ahora, que hay que mantener una postura neutral para poder ayudar, olvidando que la toma de distancia frente a las violaciones de los Derechos Humanos es en sí misma inmoral.
 En todo caso lo que el Señor Presidente y la Señora Ministra deberían saber –y parece que no saben- es que el Sahara es responsabilidad española, que lo abandonó en manos de Marruecos siendo Jefe de Estado en funciones Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, íntimo amigo de Hassan II, el papá de Mohamed VI y del que este último aprendió, como demuestra, muchas cosas. Como está claro que el Estado español va a seguir haciendo dejación de sus responsabilidades en este asunto per secula seculorum, tal vez lo que deberían de hacer los saharahuis es vender sus reservas de petróleo y sus yacimientos de fosfatos a las empresas multinacionales norteamericanas y británicas, y no tardaríamos mucho en ver como Rabat era bombardeado por las fuerzas de la OTAN, incluida, ahora sí, España.

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