miércoles, 7 de septiembre de 2011

Reforma y Constitución 4. Los Partidos

 Aunque resulte chocante –incluso insultante para algunos- en todo este asunto de la reforma constitucional los únicos que se han comportado de forma coherente han sido PSOE y PP. Han hecho lo que tenían que hacer: obedecer la voz de su amo, que no son precisamente los ciudadanos que les han votado. Lo que cabía esperar, al fin y al cabo. La actitud del resto de los grupos políticos va de la demagogia al cinismo. Se han dedicado a liar la madeja, confundir e intentar salvar la cara.
 En cuanto a los grupos de la llamada izquierda, para empezar, no es de recibo que abandonen la cámara en vez de votar “no” al cambio, que es para lo que se supone que les han votado quienes les hayan votado. Si uno no está de acuerdo con algo se opone, pero no se abstiene o hace mutis por el foro, no vaya a ser que al final le salpique a él la porquería. A lo mejor es que no les parece tan mal como dicen, o al menos es lo que demuestran. Si la reforma constitucional se ha realizado de acuerdo con el Artículo 167, lo que deben hacer es solicitar formalmente un referéndum, si se ha llevado a cabo a través de algún procedimiento de urgencia ajeno a la Constitución, hay que presentar un recurso de inconstitucionalidad y si este procedimiento está presente en la Constitución hay que denunciar a ésta como antidemocrática. Yo he de reconocer que no se cómo se ha producido esta reforma, entre otras cosas porque a ninguno de estos partidos se le ha pasado por la cabeza explicar el proceso. Esto es lo que habría hecho una izquierda seria y responsable, no salir corriendo del hemiciclo y luego utilizar la demagogia para azuzar a las masas, cuando ellos saben mejor que nadie que no existe ningún instrumento legal que permita convocar un referéndum por presión popular y mucho menos para una reforma constitucional que está perfectamente reglamentada. Ellos saben mejor que nadie que la reforma venía impuesta y que había de salir adelante. Así que se han quitado de en medio.
 En cuanto a los partidos nacionalistas lo único que han ofrecido ha sido una muestra más del tradicional cinismo al que nos tienen acostumbrados: ni si, ni no, ni todo lo contrario y aquí estamos a verlas venir. Ahí está la postura de CIU, que no tuvo ningún reparo en afirmar que ellos estaban dispuestos a apoyar la reforma siempre y cuando eso supusiese más dinero para Cataluña, que es lo mismo que decir para los empresarios y los políticos catalanes, que no para sus ciudadanos, a los que ya no les quedan ni ambulatorios. Esta es la tan cacareada responsabilidad política de los partidos nacionalistas: vender su apoyo al mejor postor y amenazar con consultas secesionistas -que saben que no van a llevar a cabo- cuando las cosas no salen como ellos esperan.
 Así que lo único que me queda claro es que un sistema político como el que nos ha tocado soportar genera políticos mediocres porque los necesita para sostenerse. Y un país gobernado por mediocres siempre será mediocre.

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