lunes, 23 de mayo de 2011

15-M

 En todo este maremágnum que entre unos y otros han formado en torno al denominado “Movimiento del 15 de Mayo” y después de pasado un tiempo que se supone habría debido de servir para que todo el mundo aclarara –aclaráramos- nuestras ideas yo creo que hay unas cuantas cosas sobre las que ya no cabe duda alguna.
1.- Era algo que tarde o temprano tenía que ocurrir. Existía demasiado cabreo contenido que tenía que explotar por algún sitio. Una campaña electoral donde, una vez más, las fuerzas políticas se han olvidado de los ciudadanos, han dado las espalda a sus problemas y se han dedicado a crear cortinas de humo no ha sido más que la chispa que ha hecho estallar el barril de pólvora.
2.- Es un movimiento de izquierda, de izquierda real que enarbola sus reivindicaciones tradicionales: la defensa de lo público frente a lo privado y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, es decir, la vieja idea de que el poder efectivo reside en el pueblo y sus representantes políticos no son más que eso, representantes, que no pueden actuar olvidando donde está el centro originario del poder y cuya única función es defender los intereses de aquéllos de los cuales no son más que portavoces.
3.- Tiene un objetivo y un fondo político muy determinado. No es cierto que no ofrezca alternativas a lo establecido. Otra cosa muy distinta es que no se quieran escuchar. Su preocupación fundamental es ni más ni menos que la recuperación de la democracia. De una democracia “sin apellidos”. Democracia de verdad porque la supuestamente existente lo es tan sólo de nombre. Democracia, es decir, situar los intereses de los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración y ser conscientes de que el poder político reside tan solo en ellos. Es de aquí de donde surgen sus propuestas, propuestas muy concretas y fácilmente entendibles: reforma de la ley electoral que permita a todos participar de la vida política, es decir, instauración efectiva del “sufragio universal”, rechazando un sistema de listas cerradas que ha acabado convirtiéndose en el instrumento de una casta de políticos profesionales que se mueven exclusivamente por sus propios intereses; despolitización de la Justicia, es decir, instauración efectiva de la “separación de poderes”, que impida el espectáculo bochornoso de unos jueces que dictan sus sentencias siguiendo la voz de las elites políticas que los han colocado en el cargo, lo que, entre otras cosas, pondría coto a una corrupción que se ha convertido ya en algo normal; que las decisiones políticas se tomen desde la política, y no desde los centros de poder económico; y, por último, defensa de lo público, es decir, y volviendo al principio, democracia. La prueba de que sus objetivos políticos están muy claros es que tienen un modelo: Islandia, no Cuba, Vietnam o Venezuela. Por eso no es un movimiento antisistema: no son un grupo de nihilistas que se dedican a quemar cubos de basura, sino gente muy preparada que actúa desde los márgenes del sistema adonde han sido empujados, pero desde dentro de él, porque su finalidad no es su destrucción, sino su regeneración, o, más bien, su instauración real.
4.- Nadie se ha enterado de nada de lo que está pasando. Y no se enteran porque intentan analizar el movimiento desde categorías que el propio movimiento ha dejado obsoletas, categorías sociales y políticas ideológicas y partidistas que son desbordadas por la amplitud y los objetivos de la protesta. No se trata de criticar al Gobierno ni a unas determinadas siglas políticas, sino de exigir un nuevo modo de hacer las cosas. Por eso la crítica abarca a todo el espectro parlamentario no a éste o a aquél en particular. No se entera la izquierda oficial, que pretende capitalizar el movimiento y atraerles a las urnas, porque consideran que son sus potenciales votantes. Y no lo son mientras esta supuesta izquierda no asuma que son ellos los que se deben a los ciudadanos y no al revés. No se entera la derecha, que un día dice una cosa y otro otra, que por un lado tiene mucho miedo a un movimiento que sabe que no puede controlar y que saca a la luz su verdadero rostro y por otro cree que es una lucha interna entre facciones izquierdistas. No se da cuenta de que, aunque a corto plazo saque provecho electoral de la situación, a la larga serán los principales perjudicados. Y por supuesto no se enteran determinados individuos que hace mucho que han perdido el norte y ahora han perdido incluso la cabeza y que han llegado a afirmar que ETA está detrás de todo esto. Paradójicamente, la única que se ha dado cuenta de algo es la Junta electoral Central que se percató de que esto es el germen de un una toma de conciencia de la ciudadanía y por eso prohibió las concentraciones.
5.- Todo esto demuestra lo bien que les viene a los políticos el botellón.

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