miércoles, 25 de mayo de 2011

Al final todos caen

 A Al Capone le acabaron enchironando por evadir impuestos. A Dominique Strauss Kahn (en adelante DSK) le han cogido por violar a una camarera de un hotel. Por supuesto que una violación es un delito muy grave pero, como el archiconocido gángster de Chicago, el ya ex presidente (supongo) del FMI carga sobre sus espaldas con otra multitud de delitos igual o más graves que el anteriormente citado. Y aquí si que existe una diferencia con Capone, puesto que por estos delitos no sólo no ha sido perseguido, sino que se le han aplaudido, elogiado y le han hecho alcanzar la más altas cotas de estima política y económica. Una gloria efímera, como casi todas.
 Para empezar, el señor DSK (nótese la similitud, y no sólo fonética, con JFK) es uno de los responsables últimos de la crisis económica y, por lo que atañe a España, de nuestros cinco millones de parados. Las medidas neoliberales (o neoconservadoras, o neo a secas, porque a Adam Smith se le caería el pelucón si viera en lo que ha terminado su doctrina económica) del FMI han obligado a los Gobiernos a practicar recortes sociales sin precedentes y a desmontar los servicios públicos, a la vez que alentaban los regalos a los bancos y las grandes empresas en forma de millones de euros sacados de las arcas de los Estados y a privatizar las pocas empresas estatales que quedaban. Esto no es nada nuevo bajo el sol del FMI. Lo llevan practicando durante décadas en países del Tercer Mundo y ahora le ha tocado el turno al Primero. Este es el crimen mayor de DSK y el de todos los presidentes del FMI que le han precedido: han empobrecido a la mayoría de la población mundial y son los responsable directos de que miles de personas –niños, fundamentalmente- mueran diariamente de hambre en África, Asia y Sudamérica –y dentro de poco también en Europa y los EE.UU.-. Este señor, y otros como él, son los responsables de un genocidio global que deja en pañales a los tan cacareados crímenes del comunismo. Este señor, y otros como él, debería de ser juzgado por estos delitos en un Tribunal Penal Internacional, y no en la Sala de Justicia de un condado de Nueva York.
 La derecha aplaude el proceso de DSK y considera que es una forma de destapar la hipocresía moral de la izquierda. No me cabe ninguna duda acerca de la hipocresía moral de la izquierda europea, pero no por una violación, sino porque ni es izquierda, ni es socialista ni es nada. Está tan a la derecha como la derecha que se congratula de la defenestración de DSK. Nos guste o no la política está regida por la economía y aquellos que defienden los intereses económicos de banqueros y empresarios frente a los de la mayoría de los ciudadanos son derecha política, por mucho que en sus siglas figure la S de “socialistas”. Alguien de izquierdas, un socialista, jamás habría presidido el FMI: porque su conciencia no se lo habría permitido y porque no le habrían dejado.
 También la derecha aplaude el procesamiento de DSK porque desaparece el más firme candidato del Partido Socialista francés a arrebatar la presidencia de la República a Nicolás Sarkozy. DSK hace mucho tiempo que gobierna en Francia, como en España, en Portugal, en Alemania o en Estados Unidos. Hace mucho tiempo que el FMI dicta la política económica que deben seguir los gobiernos nacionales del otrora llamado “mundo libre”. Esto es lo que no se si no entienden o no quieren entender nuestros políticos. Si hay algo que ha resultado patético en la pasada campaña electoral ha sido el señor Blanco pidiendo a los manifestantes del 15 de mayo que no fueran pasivos a la hora de votar y que les votaran a ellos para que no gobernara la derecha. El señor Blanco no se ha enterado de que los manifestantes del 15 de mayo saben muy bien que no existe diferencia entre la izquierda y la derecha, porque la izquierda –al menos en lo que a posibilidad de gobernar se refiere- ya no existe, que la protesta iba dirigida, entre otros, contra ellos y que la única acción política de izquierda posible era en aquellos momentos, y sigue siendo, no votar. Como tampoco se enteraba de nada el PP cuando se congratulaba de las protestas pensando que iban dirigidas contra el Gobierno, cuando ellos son uno de sus objetivos centrales. Y mucho menos se entera doña Esperanza Aguirre cuando dice que los antisistema deberían presentarse a las elecciones. Para empezar, las protestas del 15 de mayo no son manifestaciones de grupos antisistema y para terminar, si son antisistema, no pueden integrarse en el sistema presentándose a unas elecciones, ¿o no?. Y tampoco se enteran las formaciones políticas y los medios de comunicación que intentan capitalizar el descontento. Las protestas del 15 de mayo los han pillado a todos con el pie cambiado y sumidos en sus propias mentiras, que han acabado por creerse. Pero lo que no saben es que al final todos caen.



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