lunes, 1 de agosto de 2011

Que se callen

 José Saramago escribió una novela excepcional con el título “Ensayo de la ceguera”. Quizás alguien debería escribir algo llamado “Ensayo de la mudez” o algo por el estilo. Esa mudez que cada vez más echamos de menos en los dirigentes del PP. Por favor, que se callen de una vez. Que se calle doña Rita Barberá, quien después de que su muy amado señor Camps haya sido procesado y vaya a ser juzgado por “cohecho impropio” por un jurado popular, eso sí -que yo quiero saber dónde me tengo que apuntar para formar parte de él- anda diciendo que se ha permitido a Bildu participar en las elecciones y ahora quieren echar de la política a su presidente, como si tuviera algo que ver una cosa con otra, una organización política a la que ha reconocido el Tribunal Constitucional con un señor que es un chorizo, sea político o no. Esa señora Rita Barberá que dijo en su momento que todos los políticos recibían regalos, a lo que alguien debería haberla respondido que entonces lo que había que hacer era juzgarles a todos. Que se calle la señora Lola Johnson –bonito nombre para una cantante de jazz- portavoz(a) del Gobierno valenciano, que dice que no se puede juzgar al señor Camps porque los valencianos le han votado, lo cual lo único que demuestra es la catadura moral de aquellos valencianos –que no son todos ni mucho menos- que efectivamente le han votado. Que se callen los que piden la dimisión de ese senador canario que supuestamente ha agredido a un policía –que a lo mejor es verdad, y habría que ver por qué- y sin embargo no dicen esta boca es mía cuando se trata de hablar del presidente de la Generalitat valenciana. Que se calle la señora de Cospedal y que se dedique a gobernar, que es para lo que le han votado, y no para meterse con el antiguo presidente manchego, que ya se supone que lo hizo muy mal, y por eso no le han vuelto a votar. Que se calle la señora Esperanza Aguirre y deje de hablar de excelencia y de educación cuando acaba de hacer un recorte de personal en la educación pública que hace imposible que los profesores realicen su labor con unas mínimas garantías –y sobre todo con una mínima dignidad- y ha condenado a los alumnos que estudian –o intentan estudiar- en las escuelas públicas a poco más que una educación de beneficencia, mientras mantiene a 91 cargos de confianza –según las últimas noticias- que cobran más que el presidente del gobierno. Que se calle su consejera de Educación, la señora Lucía Fígar, que cada vez que abre la boca lo único que hace es demostrar su estulticia.  Que se callen todos y dejen de insultar nuestra inteligencia.  Y sobre todo que se callen, pero para siempre, el señor Aznar y los de Intereconomía, que ya nos tienen muy hartitos.

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