Recientes investigaciones en
Sociología y Neurociencia han determinado que la relación de poder se establece
fundamentalmente al nivel de la mente del aquél que es dominado. Es decir, que
aún siendo el poder algo objetivo –hay individuos o corporaciones que tiene
poder y otros que no lo tienen- la relación de poder sólo se establece si aquél
que en ésta ocupa el lugar subordinado la acepta en su cerebro como algo
natural, o, lo que viene a ser lo mismo, activa conexiones neuronales en aquellas
zonas del cerebro que tienen que ver con la creación de sentimientos y, en este
caso, con el sentimiento de aceptación de la relación de poder. Como es lógico,
estas conexiones neuronales se aprenden, no están predeterminadas de antemano
–a no ser que el sujeto sufra algún tipo de lesión cerebral-. El hacer que los
individuos activen las zonas cerebrales donde se da la sumisión es lo que tradicionalmente
se llama adoctrinamiento.
Digo esto porque
hoy me he despertado con la noticia de que las nuevas generaciones del PP
valenciano están llevado a cabo una campaña de recogida de denuncias anónimas
de aquellos profesores que, según ellos, adoctrinan en clase. Si entendemos el
adoctrinamiento como se ha definido más arriba, entonces la propia institución escolar
es adoctrinadora, pues toda ella está diseñada para hacer que los individuos
interioricen las relaciones de poder –de hecho, la misma relación profesor alumno
es una relación de poder, en este caso de poder no político, lo que Foucault
llamaba un “micropoder”-. Pero como dudo mucho que los dirigentes de las Nuevas
Generaciones del PP de Valencia conozcan las investigaciones con las que dado
comienzo este artículo, más bien creo que se refieren a que algunos profesores
critican a su formación política en clase y eso es lo que pretenden que
denuncien los alumnos. En este sentido habría que recordarles a estos señores
que existe una cosa que se llama “libertad de cátedra” que, aunque sea una de
las libertades más olvidadas en la sociedad actual –todo el mundo se cree con
derecho a decirles a los profesores cómo deben dar sus clases- y una de las más
maltratadas -empezando este maltrato en la propia administración educativa-
está recogida en a Constitución. En segundo lugar habría que distinguir entre
lo que es la opinión política o la ideología del profesor –que a mi,
particularmente, no me parece bien que se exponga en un aula- y lo que son
hechos objetivos. Si un profesor dice a sus alumnos que en España hay seis
millones de parados, no está adoctrinando, simplemente está mostrando un hecho
objetivo, lo mismo que si le dice que en el aeropuerto de Castellón no hay
aviones o que el señor Bárcenas tiene treinta y ocho millones de euros en
Suiza. Una mentira repetida mil veces podrá convertirse en verdad a nivel de la
mente de los individuos –el adoctrinamiento del que hablábamos- o en tanto acto
locucionario, pero el hecho de negar la realidad no convierte a ésta en falsa.
Y
en tercer lugar, aquél que mantiene en el currículo escolar la única asignatura
que es adoctrinadora por definición: la religión –no olvidemos que en el propio
currículo se autodefine como Doctrina Católica-, no parece que esté muy
legitimado para hablar de adoctrinamiento en la aulas. Y mucho menos en estos
tiempos de Semana Santa. Yo dudo mucho que un joven de dieciocho años que se
dirige a votar por primera vez no elija al PP porque se lo ha dicho su profesor
del Instituto. Si embargo, si que sé lo que ha hecho la Religión Católica en la
mente de la mayoría de los ciudadanos de este país, si que sé cómo ha activado
esas zonas del encéfalo que determinan el sentimiento de dominio y la relación
de poder. Lo sé cuando veo cómo en España se trata mejor a los animales a los
que se les concede una muerte digna que a los seres humanos, cuando veo cómo se impide la curación de
enfermos graves por anatematizar la investigaciones génicas con células madres,
cuando veo cómo se obliga a niños recién
nacidos a vivir en un infierno porque sus madres no han querido o no las han
dejado abortar, cuando veo cómo se impide a alguien desarrollarse como persona
reprimiendo su condición sexual en nombre de “lo natural” y cuando veo cómo,
por estas fechas, miles de personas se lanzan a las calles a celebrar esa
ceremonia de la superstición y el oscurantismo que es la Semana Santa. Esa
Semana Santa que ha debido de inspirar a las Nuevas Generaciones del PP de
Valencia para adoptar métodos propios de la Inquisición.
1 comentario:
Pues que empiecen a denunciar a todos los profesores de religión y a los obispos que los contratan con el dinero público. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/09/campana-por-una-ensenanza-laica-publica.html
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