martes, 26 de marzo de 2013

Nicosia, Berlín, Moscú


Una vez llegado a la conclusión de que los líderes europeos tienen en la cabeza más serrín que cerebro y que los analistas financieros y los expertos en política económica no les andan a la zaga y habiendo hecho mía la recomendación de Nassim Taleb de no leer los periódicos si lo que quiere uno es mantenerse informado, hay dos preguntas que me han surgido acerca del reciente rescate de la Unión Europea a Chipre. La primera es por qué en el caso de Chipre se ha dejado caer a la banca, cosa que no ocurrió en los rescates previos de Irlanda, Grecia, Portugal o España. Y la segunda, que yo pienso que no es más que un epítome de la primera, es por qué quién más ha protestado por las condiciones del rescate ha sido Rusia, un estado al que en principio parece que ni le va ni le viene lo que ocurra con la economía chipriota.
 Empecemos por la primera cuestión: ¿por qué el Eurogrupo y el FMI han decidido dejar caer a la banca a la hora de imponer a Chipre las condiciones para su rescate?. Se podría pensar que, por fin, las autoridades económicas europeas y mundiales han caído en la cuenta de que quien tiene que pagar los costes de la crisis económica – habida cuenta de que, como ya se ha repetido hasta la saciedad esta es una crisis financiera y no industrial- deberían ser los causantes de ésta, es decir, los bancos, que son los que tienen el dinero. Se podría pensar, en efecto, que han decidido corregir lo que se hizo en España, por ejemplo, donde se salvó a aquéllos a costa de los servicios sociales de los ciudadanos. Se podría pensar, insisto, si se fuera víctima de alguna alucinación provocada por un consumo excesivo de drogas psicotrópicas, o si se viviera en los mundos de fantasía en los, por lo que parece, todavía viven muchos ciudadanos de la Unión Europea. Yo, que no consumo drogas a excepción de las socialmente admitidas y que tiendo a pensar mal –y por ello, a veces, acierto- creo que tiene más que ver con los intereses de la gran banca internacional por hacerse a precio de saldo con las entidades financieras chipriotas sacrificadas y, por supuesto, con sus depósitos, que con un arranque de humanidad y concienciación social. Y, en concreto, tiene que ver con los intereses de la gran banca alemana, pues ha sido Alemania la que más ha insistido en llevar a cabo el rescate con las condiciones que ella imponía y ha sido Ángela Merkel la que ha amenazado con dejar caer a Chipre en la bancarrota si no se aceptaban esas condiciones, atacando la decisión de un Parlamento soberano como es el Parlamento de Chipre y amenazando con perder la paciencia, que viene a ser algo parecido a lo que haría cualquier matón en cualquier esquina. El porqué Alemania y el resto de Europa han actuado así tiene que ver con la respuesta a la segunda pregunta: ¿por qué quién más ha protestado por las condiciones del rescate ha sido Rusia?.
Nos encontramos de nuevo en la situación anterior. Se podría pensar que Rusia actúa así para defender los intereses del proletariado internacional en general y chipriota en particular. Pero como ni la Rusia actual es la URSS, ni Putin es Trotski, ni en los rescates anteriores ha dicho esta boca es mía, más bien la respuesta parece que viene dada desde otro ámbito. A nadie se le escapa que Chipre ha sido un paraíso fiscal y que va a seguir siéndolo por mucho que diga el señor Dijsselbloem. Cuando Rusia ataca como lo ha hecho el rescate chipriota, lo que está dando a entender es que la gran mayoría de esos depósitos que van a ser gravados para reflotar los bancos pertenecen a ciudadanos rusos, más exactamente a mafiosos rusos que usaban los bancos de Chipre para blanquear el dinero que obtenían de sus actividades. Es muy dudoso que, con la que está cayendo, en Chipre queden trabajadores que puedan tener depósitos de más de cien mil euros, como es muy dudoso que queden en España. Así que hay que tener mucho cuidado en cómo se critica el rescate a Chipre, si no se quieren acabar defendiendo los intereses de las mafias rusas.
 Teniendo en cuenta todo esto, no resulta muy descabellado pensar que el Laiki Bank y el Banco de Chipre, las dos entidades más grandes del país y aquellas precisamente que se han dejado caer, fueran las que más depósitos rusos tenían. Y sean las que están ahora a punto de caramelo para ser absorbidas por bancos internacionales, o más bien por conglomerados bancarios alemanes, incluidos sus depósitos de más de cien mil euros. Me imagino que los dueños de estos depósitos llegarán a acuerdos con los nuevos dueños de los bancos para eludir la quita que pesa sobre ellos, con lo cual los primeros seguirán manteniendo sus canales de blanqueo de capital –Chipre no va a dejar de ser un paraíso fiscal por mucho que intenten convencernos de lo contrario- y los segundos habrán hecho un negocio redondo. En el fondo, como desde el principio de esta crisis, esto no ha sido más que otra OPA hostil.

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