Dicen que hace mucho tiempo, allá por la época prerromana, una ardilla podía cruzar la península ibérica de norte a sur saltando de árbol en árbol, de espesos que eran los bosques que cubrían el territorio. Lo que no nos cuenta la historia es qué tipo de árboles utilizaba la atlética ardilla para lograr su hazaña. Viendo lo que estoy viendo estos días yo apostaría a que dichos árboles no podían ser otra cosa que guindos. Y lo digo con conocimiento de causa, en vista de la cantidad de ciudadanos y ciudadanas que estos días se han caído del guindo acerca de la negativa de los independentistas catalanes de Junts a votar el decreto en el que, entre otras cosas, se incluía la revalorización de las pensiones (hablo en pasado porque éste, como muchas de las iniciativas del gobierno, ha acabado también en la papelera-. Se han caído, digo, del guindo y se han dado cuenta de que el bloque progresista que permitió formar gobierno hará un año y medio, en realidad de progresista tenía bastante poco. Y por eso ahora los compañeros catalanes que merecían todo el respeto y todas las amnistías se han convertido en la derecha y la ultraderecha catalanas que han echado por los suelos, fíjate tú, el escudo social del gobierno. Y lo han hecho, cosa que nunca nadie se hubiera imaginado, porque el estado español y sus ciudadanos se los pasan por el arco del triunfo y lo único que les mueve son sus propios intereses. El guindo en el que estaban subidos los que ahora se han caído de él debía ser, visto lo visto, muy alto.
Uno hubiera deseado que los que se han caído del guindo se hubieran quedado tranquilitos en el suelo, viendo y entendiendo cómo un gobierno en minoría, liderado por un señor que ha perdido unas elecciones y que ha juntado en torno a sí a todas las churras y las merinas del Congreso, sencillamente es una pantomima que no puede gobernar. Pero en vez de ello, ahora se han subido a otro árbol, digamos que a un ciruelo, y andan por ahí diciendo que ha sido la derecha-y-la-ultraderecha las que han impedido que los pensionistas vean subida su pensión, que los transportes públicos sean gratis o que los afectados por el volcán de la Palma, cobren, tres años después, las ayudas prometidas.
Lo del ciruelo viene al caso de que, si el Gobierno hubiera sido capaz de aprobar unos presupuestos, la derecha-y-la-ultraderecha no hubieran podido evitar nada de lo antedicho, porque son todas medidas que deberían de incluirse en dichos presupuestos. Y si no hay presupuestos no es por la-derecha-y-la-ultraderecha, sino por el bloque progresista de investidura. Bueno, ahora que se han caído del guindo si es por la ultraderecha, pero por la catalana. Y me imagino que desde lo alto del ciruelo tampoco se puede ver que el decreto que se ha rechazado, no incluía solo la subida de las pensiones y la gratuidad del transporte público, sino 78 medidas más, incluidas unas cuantas subidas de impuestos que íbamos a pagar todos, incluidos los del guindo y los del ciruelo. Porque claro, sin presupuestos de algún sitio tiene que salir el parné para pagar todas esas medidas.
En el momento de escribir esto escucho que el Consejo de ministros ha tardado menos de 24 horas en trocear el decreto que de ninguna manera iba a trocear. Así que les recomiendo que salgan a la calle con paraguas reforzados y extremen las precauciones, no por las borrascas, sino por los señores y señoras que van a empezar a caerse del ciruelo.