miércoles, 23 de enero de 2008

El conservadurismo de Nietzsche

La idea de Nietzsche es simple en el fondo, y tremendamente conservadora y reaccionaria. Puesto que la razón moderna lo que ha producido ha sido un desgarramiento en el mundo de la vida, de lo que se trata es de abandonar la razón y volver al mito, a los orígenes donde aún no se había producido ese desgarramiento. Nietzsche, por lo tanto, pretende una reconciliación burguesa con el mundo, abandonando la dialéctica de la Ilustración, que es el instrumento mediante el cual se puede completar la función de la Filosofía que se había propuesto Hegel en el ámbito de la razón. Puesto que Nietzsche, por un lado, mantiene la conciencia moderna del tiempo y, por otro, reniega del pasado, acusando a la razón ilustrada de historicista, esa vuelta a los orígenes sólo puede darse en el futuro. Pero en este caso el futuro coincide con el pasado con lo cual la figura que conforma -que no es otra cosa que el Eterno Retorno- nos presenta su cara más conservadora. Ahora bien, puesto que ya no queda razón que pueda llevar a cabo este salto a los orígenes, puesto que es la propia razón lo que los ha destruido, el Eterno Retorno sólo puede darse en el arte, en la poesía, que es la única capaz de instaurar una nueva mitología. Por eso Dionisos sustituye a la dialéctica de la Ilustración como motor del proceso. Siguiendo a Nietzsche, en su crítica a la razón Heidegger y Bataille van a considerar que ésta no puede realizarse desde la misma razón. Es necesario remontarse a los orígenes, a lo previo a la razón. Así, Heidegger se va a centrar en la búsqueda del Ser en el pensamiento presocrático y Bataille en un estudio antropológico que va a recurrir a "lo Santo", las fuerzas irracionales que se desatan en los rituales mágico-religiosos arcaicos. Estas fuerzas son lo otro que la razón, considerada como razón instrumental, como aquella razón que apela al cálculo de utilidades. Desde el momento en que esta razón tiene su origen en la subjetividad de la modernidad, estas fuerzas tienen que romper los límites del sujeto y situarse frente a él, como lo otro que él. De esta forma, el intento de Bataille y sobre todo de Heidegger de liberar al sujeto de la dominación de la razón termina con la destrucción del propio sujeto. y si no hay sujeto no es posible hablar de emancipación, con lo cual estas filosofías acaban siendo reccionarias en el fondo o, en el mejor de los casos, inútiles.
La crítica a la razón se hace necesaria desde el momento en que la crítica a las ideologías realizada por la razón ilustrada se vuelve a su vez ideológica y burguesa. Cuando la razón desarrolla todas sus potencialidades burguesas se convierte en poder y pierde así su fuerza crítica. En la razón se realiza la unión entre relaciones de producción y fuerzas productivas, unión ideológica que la razón ilustrada trataba precisamente de desvelar, al poner como motor de la destrucción de las relaciones de producción a las fuerzas productivas. Esta ideologización de las fuerzas productivas llevada a cabo por la razón, esta simbiosis entre la razón y las relaciones de poder burguesas, que convierte a la razón crítica en razón instrumental, es la que se manifiesta durante los años 30, 40 y 50. Ahora bien, esta crítica a la razón sólo puede ser llevada a cabo por ella misma: la crítica ha de ser total y totalizadora. Esta paradoja de una razón que ha de criticarse a sí misma es la fuerza que mueve toda la Dialéctica Negativa, en la cual Adorno expresa la idea de que el cumplimiento de la función de la Filosofía sólo puede venir dado en el hacerse cargo de la tensión que subyace a esta contradicción. Todo lo contrario de lo que hace Nietzsche, que elimina la paradoja eliminando la razón y volviendo al mito, eliminando por tanto la pretensión de verdad y refugiándose en la experiencia estética. Al eliminar la razón Nietzsche, a la hora de decidir por qué las fuerzas que actúan contra la vida son peores que las que la exaltan, se encuentra ante un callejón sin salida. Al haber disuelto los criterios axiológicos que acompañan a la razón no tiene más remedio que acudir al fenómeno estético del mito del origen: es mejor lo que está más cerca del origen; lo bueno, por lo tanto, es noble, y lo malo plebeyo. Tanto Adorno como Nietzsche necesitan un criterio sobre el que edificar su crítitica totalizadora, la crítica a todos los criterios críticos de la Razón. Nietzsche la encuentra en la Voluntad de Poder, en una teoría del poder continuada por Deleuze y Foucault. Adorno y Horkheimer lo hacen en el mantenimiento de la tensión existente en la contradicción de una Razón que ha de criticarse a sí misma.

2 comentarios:

Enrique P. Mesa García dijo...

A ver, D. Emilio, que se dispara usted: da demasiadas ideas para discutirlas con sosiego.
1.- No creo que Nietzsche mantenga la idea de tiempo de la modernidad. de hecho, lo interesante es como tiene que destruirlo para defender su idea. Incluso es más, creo que el problema principal de Nietzsche es el del tiempo.
2.- No creo justa la comparación entre Nietzsche y Heidegger y Bataille. El primero, creo yo, intenta destruir la metafísica, los otros dos, refundirla.
3.- Creo que Adorno, sobre todo al final de su carrera y cuanta mayor es su separación de Horkheimer, tiene el mismo problema de Nietzsche sobre la razón: su universalidad.
y 4.- Me permito un consejo. No escriba usted artículos tan densos porque da por supuesto tanto que habría que discutir todo. Y no sé si me he explicado.

Emilio Garoz dijo...

Estimado Don Enrique:
1.- Precisamente el problema de Nietzsche es que necesita destruir el tiempo de la modernidad, pero no puede hacerlo. El Eterno Retorno es un recurso estético, pero su moral se mueve dentro del tiempo moderno, aunque él no quiera. Precisamente por eso su problema es el del tiempo.
2.- Reconozco que la categoría intelectual de Nietzsche no se puede comprarar con la Heidegger y Bataille. Sin embargo, sea destrucción sea refundición, los tres acaban en lo mismo: la poesía.
3.- Precisamente eso es lo que yo quiero decir. El problema de Nietzsche y el de Adorno es el mismo, la dierencia está en la solución.
4.- Acepto humildemente su consejo y procuraré no escrbir artículos tan densos, aunque dudo que mi intelecto de para mucha densidad.